Como un Rey

Más que el calor de la llama o el rugido del trueno, fue la presión de la explosión la que sacudió a Lex. Su cuerpo se disparó hacia el aire como una bala, girando y dando volteretas como un gimnasta dando su mejor actuación.

Tardó unos segundos antes de que el abrumado y mareado Lex encontrara unos momentos de claridad, y algunos segundos más antes de que pudiera estabilizar su cuerpo. En un latido, analizó el daño a su cuerpo y descubrió, para su gran sorpresa, que su espalda estaba completamente ilesa. No había herida de puñalada, y el dolor había desaparecido por completo, como si solo fuera en su mente.

Aparte de eso, sin embargo, no estaba en su mejor estado. La onda expansiva que pasó a través de su cuerpo había sacudido a Lex hasta los huesos, y aunque estaba mayormente ileso, la flagrante falla en el plan de su matriz le dolió aún más.