—Creo que estás muy delirante, tío Waylen —se burló Isla. Ahora ella estaba muy enfadada. ¡Cómo se atreve este repugnante viejo a llamarla su esposa! Por su culpa, no podía salir de su propia casa y buscar a Damien.
—Por última vez, tío Waylen, sal de mi camino. Necesito recoger a mi hijo de la escuela —dijo Isla con una mirada penetrante.
Su insulto y descarado desprecio hicieron que el corazón de Waylen hirviera de ira. ¿Cómo se atreve a llamarlo delirante? ¡Debería estar agradecida de que él quiera casarse con una viuda como ella!
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