Penny revisó de nuevo los archivos que no contenían nada de mucha importancia. Cuando Damien entró en la habitación, ella le preguntó
—¿Damien?
—¿Sí, ratón dulce? —le preguntó él, colocando una rodilla y una mano sobre la cama para darle un beso en los labios—. ¿Qué estás leyendo?
—He recibido los archivos que el Señor Alexander había solicitado del consejo respecto al caso de los Artemis —le informó, para verlo retirarse de la cama y empezar a desabrocharse la camisa.
—¿Algo interesante que encontraste ahí?
—El sobrino y la sobrina, ¿tenían la misma edad que sus hijos? —le preguntó, sus ojos observando sus elegantes dedos que comenzaban a desabrochar su camisa de arriba hacia abajo uno tras otro.
—No lo creo. Los sobrinos, ¿no eran mucho mayores que sus hijos? —Damien la cuestionó de vuelta.
—¿Lo son?
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