—El té del Norte es bastante amargo —sonrió la Baronesa Bethia Bohan al terminar de beber su té—. Pero he oído que al Duque del Norte le encanta, no puede vivir sin él.
—Mi esposo dijo lo mismo —dijo la Condesa Helen Stacey—. Se dice que el Norte ha estado dando tés amargos a otros reinos e imperios con la esperanza de que les guste. Supongo que querían convertirlo en una nueva tendencia.
—¿Una nueva tendencia? —Victoria sonrió—. Los tés amargos no son tan populares como los demás porque, bueno, son demasiado amargos para una conversación ligera. Las damas prefieren algo dulce y ligero. Dudo que esa fuera la intención de sus regalos.
—Marquesa, creo que
—Marquesa, lamento interrumpir la conversación, pero acaba de llegar la hija del Duque de Daunce.
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