En este momento, el hombre que estaba en la mente de las mujeres estaba hablando con su madre.
La pareja de madre e hijo tomaba una mezcla especial de té que Altea enviaba ocasionalmente a todos sus mayores, acompañada de los exquisitos bocadillos de Lola.
Actualmente estaban sentados en la terraza, observando la pequeña granja de su equipo dentro de la cerca. La tranquilidad calmaba un poco sus corazones, algo muy necesario considerando la gravedad de su tema actual.
—¿Alguna noticia? —preguntó Matilda, con el ceño fruncido por la preocupación, su sien formando más arrugas que antes. Cuanto más tiempo pasaba, más envejecimiento perdido por su mejora regresaba.
—Gill suspiró y negó con la cabeza. —Ya publiqué una misión en el Salón de Mercenarios de Ferrol, así como en los territorios aliados, pero dudo que haya noticias tan pronto.
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