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Kemal Demir

Narra Kemal Demir

Mis padres murieron en un accidente automovilístico cuando tenía seis años. Fui criado por Murad Yildiz. No compartimos la misma genética, pero la empatía de aquel hombre y su ayuda me hicieron ser lo que soy hoy: Un hombre exitoso.

Sin embargo, mi felicidad no duró mucho porque mi padre adoptivo fue asesinado.

Siempre estuve en espera de lo peor.

Nunca esperé nada de las personas y siempre supe que todos podían ser reemplazados u olvidados con el tiempo. Pero jamás mi familia. Aún lo extraño demasiado.

Dejé salir una lágrima gruesa y acaricié su cabello negro, no podía creer que ella pudo atentar contra su propia vida. ¿Qué tan mal se sentía? Y yo ni siquiera lo sabía. Pensé que ya no le estaba afectando lo de Emir, pensé que ella ya lo había olvidado, pero no, no era así. Por su culpa ella estaba aquí postrada en esta cama, por su maldita culpa.

Todavía podía sentir ese miedo cuando la encontré en su cama desmayada y con una débil respiración. Una hora más y no hubiera podido traerla con vida al hospital. Todavía no había salido del riesgo y ni siquiera estaba despierta.

—Por favor no te vayas, quédate conmigo — murmuré—. No podría vivir sin ti.

Recosté mi cabeza en sus piernas y comencé a sollozar.

No podía respirar por el miedo de perderla. No podía perder a una de las mujeres más importantes en mi vida.

Adquirí  madurez por las cosas que me pasaron a mi corta edad. Siempre fui una persona capaz de comprender que es parte de la vida perder a un ser querido. Siempre fui ese chico que guardaba sus tristezas para sí mismo. Sin embargo, no estaba preparado para perder otro miembro más de mi familia y menos de esa manera.

Sentí que alguien abrió la puerta así que levanté la cabeza y sequé mis lágrimas con rapidez. Era Kerim, ese maldito viejo avaro. Por su maldita culpa Bahar era infeliz, por acuerdos con mi padre.

Siempre la utilizaron, desde que Bahar era pequeña ya le habían puesto dueño como si ella fuera un animal, como si ella no tuviera decisión propia. Ella no quería casarse, hasta que creció y le lavaron el cerebro.

se acercó a mí y palmeó mi hombro.

—¿Mi nuera ya ha despertado?—Preguntó en voz baja, posó la mano en mi hombro en señal de apoyo.

— No. — dije, con frialdad.

—Vine en cuanto pude —habló nuevamente —. Creo que llegó la hora de acabar con este circo. Mi hijo me va a escuchar.

Respiré profundo y volteé la cabeza encontrándome con esa mirada severa en esos grandes ojos marrones; sus líneas de expresión estaban muy pronunciadas por la ira que estaba sintiendo al no poder controlar a su primogénito heredero, el cual estaba actuando muy raro los últimos días.

Tenía la rara impresión de que él se estaba viendo con una mujer, no podía ser otra cosa. Emir estaba actuando muy raro.

Hubo un silencio.

—No sabes cuán indignado estaba cuando me dijeron que mi nuera había intentado quitarse la vida— comentó él, sin importar que me había quedado en silencio. Una evidente señal de que no quería hablar en ese momento y una evidente señal de que eso a él le importaba un bledo—. Debí persuadirlo. Mi hijo no ha sido un buen esposo.

Soltó un bufido.

No sabía donde poner la mirada  porque no sabia que decir y  no quería contradecirlo, sin embargo tenía ganas de decirle muchas cosas sobre ella, en cambio solo asentí por que era inútil. Kerim solo apoyaba a su nuera por sus billones.

—Ella va a divorciarse, ya está bueno de tantas humillaciones—. respondí seriamente —. Estoy cansado de ver cómo trapean en suelo con una de las mujeres más importantes de mi vida. Llegó la hora de terminar con esa farsa.

—Tú no puedes decidir quién eso, Kemal. —contradijo, sus ojos se estrecharon con una severidad, porque no le había gustado lo que dije.

—Claro que sí puedo— repliqué exaltado—. Es mi familia y debo velar por ella. Debo proteger a mi hermana de hombres como tu hijo.

Fue girando su cabeza hasta que su mirada quedó a la par de la mía. Me miró con sus ojos oscuros y no temblé, tenía que mantenerme firme, no podía ser débil, ya no más.

—Kemal…— Quiso decir mi nombre pero en su lugar se escuchó algo ininteligible a causa del respirador mecánico. Con su mano lo levantó de su nariz y lo puso hacía un lado.

Escuché un leve y débil murmullo y dejé de observar la expresión de dureza del rostro de aquel hombre perverso, para observar el hermoso rostro de ella, el cual ahora se encontraba pálido y ojeroso. Sus ojos se encontraban levemente abiertos y me estaba dedicando una sonrisa. Hacía dos meses que no la veía... Me estaba añorando con la mirada.

— Estás aquí —dijo, dejó salir todo ese aire que llevaba dentro de ella—. Perdóname, no debí hacer eso pero estaba desesperada.

—Nuera, que bueno que despertó —dijo Kerim—. Estaba muy preocupado por usted.

Ella dejó de observarme para observar a Evliyaoglu, su mirada tuvo una metamorfosis repentina, como si lo observara con algún tipo de resentimiento.

—¿Puede dejarme sola con Kemal? Necesito hablar con mi hermano— murmuró con un tono de voz neutro.

—De antemano les digo que no tomen decisiones en base al enojo, todo tiene solución. — intentó convencerla —. Bueno, los dejo.

El sonido de su bastón hacía eco con el piso de mármol hasta que escuché la puerta abrirse y cerrarse

—Que bueno que estás aquí — derramó lágrimas. —quería morir, me tienen bajo mucha presión. Ya no sé qué hacer, mi mente me dice que tome las riendas de mi vida pero... mi madre me obliga a seguir con esta farsa de matrimonio y todavía no comprendo por qué.

—Eres una mujer adulta, tienes que pensar qué cosas te están haciendo daño y cuales te convienen más. Necesito que te divorcies de Emir. — repliqué —. Somos dos miembros de la familia que estamos de acuerdo en que ya te divorcies de él. Tu primo Murad ya no soporta esto y menos yo. Soy su amigo, pero tú eres más importante que él en mi vida, y lo sabes.

—Claro que lo sé —, acarició mi mano—. Se que me amas demasiado y no te gusta verme así, pero no fue por Emir que intenté suicidarme... es porque... ya no quiero estar sin ti, ya no puedo estar sin ti. Después de lo que pasó entre nosotros aquella noche estoy muy segura de que quiero pasar el resto de mi vida contigo.

Se me estrujó el corazón al verla tan devastada.

—No sabes lo culpable que me siento.

Eso no debió pasar, no debimos hacer el amor, tu y yo somos hermanos.

Quería olvidarme pero por más que lo intentaba siempre que me encontraba solo, esas escenas de besos y caricias se armaban en mi cabeza despertando un torbellino de pasiones de las que no había sido capaz de escapar por más que hubiera querido.

Rompió a llorar nuevamente.

—No llevamos la misma sangre, así que no es un pecado — sollozó —. Quiero que seamos valientes y escapemos juntos.

—Bahar tú eres mi hermana — le recordé —. Aunque no seas sangre de mi sangre debí respetar ese muro que había entre nosotros. ¿Qué va a decir nuestra familia si se entera? Además, traicione a mi mejor amigo, y no estoy orgulloso de eso. Por eso me alejé de ti durante todos esos meses para que no volviera a ocurrir, para no desear tocar tu piel y besar tus labios...

Hice silencio y cerré los ojos negando con la cabeza. Decirlo y tenerla cerca era una tentación y no me ayudaba en nada. Me sentía muy fatal, mi moral se encontraba por el suelo y me estaba afectando; tanto así que tuve que cortar todo contacto con ella. Tuve que ignorar sus mensajes y llamadas porque la había dejado muy desconectada pero era por nuestro bien.

—Te fallé a ti, a mamá, a Emir, a Murad y de verdad lo mejor será que no toquemos ese tema. Esto será un secreto que me llevaré a la tumba.

—Dijiste que me amabas aquella noche, desde que éramos adolescentes, pero la realidad es que nunca me has amado— su voz estaba repleta de ese sentimiento amargo—. Yo también me sentía atraída por ti, desde hacía mucho tiempo. Pero tenía ese debate en mi cabeza de que éramos hermanos. Pero ni siquiera compartimos el mismo apellido, mi padre solo era tu tutor.

Arqueé las cejas.

—De igual manera, lo somos. Y Emir es tu esposo, debes guardarle respeto y fidelidad.

Era un descaro pedirle eso a ella ya que él no cumplió con esos acuerdos pactados y la dejaba en ridículo cada vez que podía. Pero no se me ocurrían otros argumentos para convencerla de que debíamos estar a una distancia, la cual yo rompí porque me volví loco al verla en ese estado moribundo.

Negó varias veces con la cabeza y pasó saliva.

—Emir es mi esposo— metió el dedo en la llaga y dolió como el infierno—. Debo hacer esto para molestarlo porque sé que está casado conmigo por interés y si yo sufro y tú sufres él también debe hacerlo.

La miré, sentí tanto temor de su mente macabra pero eso era lo que más me gustaba de ella; su astucia y su manera de hacer llorar a otros mientras la pisoteaban.

Nadie se imaginaba las ganas que me daban de romperle la cara a mi mejor amigo cuando se expresaba tan mal de la mujer que amaba...

—Debemos volver a la normalidad.

—¡No es así!— Gritó alterada—. Mi primo sería capaz de matarte si se entera de lo que pasó entre nosotros. Pero aún así yo quiero arriesgarme.

—Ya no más Bahar—repliqué.

—Sabes que yo también te he amado siempre, pero... Cometí ese error, ese error que me va a pesar toda la vida..., porque por eso yo te perdí.

Negué con la cabeza con un sentimiento ácido.

—No, no me perdiste por eso, esto nunca debió comenzar porque tú y yo somos hermanos Bahar.

—¡No! ¡No es así!— negó con voz llorosa—. Por algo lo iniciamos, para entender que, de una vez por todas, nosotros podemos estar juntos.

Negué otra vez con dolor de alma.

—Emir es mi hermano y yo no le puedo seguir haciendo esto... y esa es una de las razones por las que yo te dejaré libre.

Las lágrimas se desbordaron de sus ojos.

—No puedes hacerme... esto—sollozó — no puedes hacerlo, me vas a matar.

Se incorporó un poco, se pegó a mi y me abrazó. No le correspondí de inmediato, duramos unos microsegundos así, luego posé mis manos en su cintura y la apreté fuerte contra mi.

—¿Por qué lo hiciste? ¿por que intentaste suicidarte?— acaricié su pelo negro—. No quiero que vuelvas hacer eso, estaba muy preocupado.

—Lo hice porque me sentía muy vacía sin ti— mascullo, se separó de mí y posó sus manos en mi mejilla—. No quería estar sin ti, no puedo vivir sin ti.

Teníamos una especie de amor dañino, nos acostamos, decíamos a boca llena nuestros sentimientos y luego nos alejamos. Era un círculo vicioso del que era imposible salir.

Gimió de angustia.

—Ya lo sé y lo siento— se arrimó hasta mis labios y me besó nuevamente, el teatro que había hecho se fue por la borda porque era tan débil.

Estaba traicionando a mi amigo de la infancia, no estaba respetando sus códigos de amistad y me justificaba porque él no la amaba pero esa situación no tenía que ver conmigo, eso no era una razón para meterse entre las piernas de su mujer.

estaba entre la espada y la pared no quería dejarla ir, no podía.

—Te amo— murmuró en mis labios—. No sabes cuanto te amo.

—Yo también te amo—susurré.

Me separé repentinamente cuando escuché que abrieron la puerta, por suerte la persona que entró fue el doctor que la había atendido anteriormente.

—Me dijeron que ya has despertado— pronunció mientras no quitaba la vista de su récord.— ¿Cómo te sientes?

—Me duele mucho la garganta — respondió — y me siento algo mareada.

Escribió algo.

—Debo darle una noticia que me preocupa — el doctor la miró y ella frunció el ceño.

—¿Qué sucede?

—¿Sabía usted que está embarazada?

Me miró, se llevó la mano a la boca con sorpresa.

—No es posible. No... es imposible — entró en una especie de trance por la noticia

—Por suerte usted llegó a tiempo y no llegó a tanto, pero me preocupa el bienestar del feto, porque usted ingirió una gran cantidad de esas  pastillas. Debe hacerse unos análisis más para descartar alguna anomalía periodo por periodo. El consumo de estas pastillas puede ocasionar parto prematuro, pérdida de embarazo, discapacidad de desarrollo, entre otras cosas. Debe quedarse bajo observación esta noche, por si presenta problemas o algún aborto inducido.

—¿Aborto inducido? Esto tiene que ser una broma. -- me observó—. ¿Tú lo sabías? ¿cuándo me lo ibas a decir?

—¿De cuántos meses está?— me animé a preguntar.

—Dos meses— respondió.

Me encogí de hombros, cuando me lo dijeron estaba tan centrado a que ella despertara que no le di demasiada importancia a lo que el doctor me dijo.

—¿Por qué te pone así, acaso no lo quieres? Dime Bahar— cuestioné extrañado —. Es tu hijo.

Negó con la cabeza y sus labios temblaron, sus lágrimas se derramaron y comenzó a sollozar.

— Los dejaré a solas para que puedan seguir hablando.

El doctor se dispuso a salir y me dejó a solas con ella.

Acaricié su cabello negro y la abracé mientras ella no dejaba de llorar como una niña pequeña.

—Soy una mala madre— murmuró. — me sentiría tan culpable si le llega a pasar algo. Jamás me lo voy a perdonar.

—No digas eso Bahar, no tenías el conocimiento de que estabas embarazada. — intenté calmarla—. Todo va a estar bien con mi sobrino.

Puso la cara seria.

—¿Tu sobrino?— tragó saliva —. No es tu sobrino. ¿Qué te hace pensar que es tu sobrino?— rió sin gracia—. ¿No te das cuenta?

Se lamió los labios. Sentí una punzada en mi pecho a causa de lo que me estaba a punto de decir.

—Cuando hicimos el amor... no nos cuidamos — murmuró —. Y no puede ser de Emir porque él no me toca desde hace año y medio.

Yo estaba en shock, tanto así que tuve que levantarme y salir corriendo en busca de aire.

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Flash back

La gala del lanzamiento del perfume, en la mañana. Dos meses antes

—Kemal— ella me agarró del brazo—. Perdóname, ¿sí? No quiero que te hagas ilusiones conmigo, necesito que te vayas... Emir puede llegar en cualquier momento.

La agarré del brazo y la fui acorralando en la pared.

—Mira como me tienes—cerró los ojos cuando mi aliento chocó contra su cara.

—Estás borracho, Kemal— me avisó como si yo no lo supiera.

Reí mientras intentaba capturar el rico aroma de su cabello negro. "Fresa"

—hueles delicioso— declaré con voz ronca. Estaba excitado y el alcohol no me ayudaba en nada.

—Kemal por favor— suplicó asustada, dio un vistazo hacía los lados por encima de mi hombro para cerciorarse de que no había nadie.

—No te preocupes, cerré la puerta de tu despacho. Además, sabes que este es el último lugar al que Emir vendría.

Cerró los ojos cuando escondí mi cabeza en su cuello.

Cuando mi respiración tocó su piel se estremeció, suspiró y en ese preciso momento la tomé con fuerza. Gimió cuando mis manos separaron sus piernas, y la acomodé en mi regazo.

La besé, con pasión mientras que sus dedos se enredaron sobre mi cabello.

—Necesito hacer el amor contigo ahora— pronuncié con ese tono de voz suave y ronco.

—Yo también deseo que me hagas el amor— acarició y mordisqueó mi labio inferior—. Solo tú me llevas a las estrellas.

Apreté bruscamente uno de sus pechos por encima del pijama de seda que llevaba. Sus ojos estaban pidiéndome a gritos que le quitará esa ropa que estorbaba a nuestras pieles porque no permitía su tacto sublime

Era tanta la pasión, tantas las ganas que casi se podía palpar en el aire.

Ella se deshizo de mi camisa y acarició mi torso lo cual hizo que ardiera aún más. La llama de sus caricias eran tan ardientes, tan inmensas que me llevaban al borde de la locura.

— Te amo mi amor— expresó con una ternura que me estremeció por dentro.

Comencé a repartir besos desde su cuello, hasta llegar a sus pechos; las lamí, el tacto era suave, sin ninguna prisa. Acomodó su cabeza hacia atrás mientras suspiraba por todas esas sensaciones excitantes que sentía, cuando mi lengua ávida se mecía entre su aureola y pezón, ese que se encontraba duro por la exquisita estimulación.

Jadeo retorciéndose de placer y satisfacción.

—Te extrañé tanto…

Quería decirle que yo también la extrañé, que no podía olvidar cuando la hice mía por vez primera, que estaba tan centrado en alejarme de ella, pero por más que lo intentaba no podía dejar de pensar en saciar estás ganas de probar su cuerpo, sentir, su piel tibia contra la mía.

La acomodé en su escritorio dejando caer en el suelo papeles, lápices y objetos que estaban encima del este y no me importó, solo quería hacerla mía, sentirla. Me desabroche el cinturón  y tomé mi miembro, el cual se encontraba tan duro que empezaba a sentir ansiedad si no me unía con ella..

Levanté un poco el pijama y acaricié sus caderas, con él solo tacto se estremeció. Me miró a los ojos y se mordió el labio, estaba ardiendo, deseosa de que de una vez por todas finalizara esa pequeña distancia tentadora entre nosotros.

Me adentré en ella lentamente sintiendo su estrechez, su calidez y su húmedad. La besé, y jadeé contra sus labios al sentir ese leve calambre placentero. Quería moverme, pero temía que esté momento de gloria terminara y alejarme de ella y no poder tenerla entre mis brazos en lo que sobraba de la noche. Anhelaba tanto poder estar junto a ella y no esconderme, sin embargo esto era un amor prohibido.

Lamí su cuello, mordi el lóbulo de su oreja. Sus gemidos, mi jadeos y el choque del sonido de nuestros cuerpos  retumbaban en el pequeño despacho.

— Maldición—dije—. estás tan...— jadee —. tan... te siento tan... Deliciosamente suave.

Clavó sus uñas en mi hombro mientras me hundía más rápido en ella.

—Soy solo… tuya— pronunció entre dientes.

Mis embestidas continuaron rápidas, arqueo su espalda perdida en esa bomba de placer que yo le estaba regalando.

Cerró los ojos y mordió sus labios, su cuerpo comenzó a sudar por esos movimientos, cuando mi miembro rebotaba en su interior. Embesti duro, fuerte y sin parar.

—Mírame, mi amor— pedí—. No dejes de mirarme.

—No puedo más— Murmuró  extasiada— me voy a venir. Maldición. —gritó y chilló más palabras ininteligibles.

Entre mis dedos en su boca y ella los chupo y los lamió.

La embestí más, de prisa robando cada suspiro, me uní a ella, besé su cuello, su nariz. Nuestros dedos estaban enlazados y no había nadie que nos pudiera separar.

Cuando nos descargamos, primero fue ella, tembló en mis brazos, la respiración la sentí agitada y su interior se contrajo en mi chilló mi nombre vías veces. La besé callando sus gemidos para que la servidumbre no nos escuchara. Después, me corrí yo, sentirla tan contraída hizo que se desatara el éxtasis dentro. Gemí más fuerte y me dejé ir dentro de ella aferrando mis dedos con rudeza en sus caderas. Embesti varias veces con rapidez hasta que eyacule en su interior.

Cuando la respiración se calmó un poco nos quedamos ahí, nuestras frentes unidas y ella con una boba sonrisa en sus labios.

—Te amo— acaricié su pelo alborotado y sudado.

—Yo también te amo. —Me dijo y la besé superficialmente. Luego salí de ella lentamente sin dejar de romper la cercanía.

—Quisiera escapar contigo.

Desvié la mirada y se rompió aquella conexión que habíamos construido y con ello su corazón nuevamente.

—No puedo hacerlo— pose mis manos en mis mejillas—. Pero te necesito.

Negué con la cabeza.

—Si no te vas conmigo, pues lo que sea que había entre nosotros se terminó aquí.— su voz sonó fría, pero me estaba quemando por dentro.

Bajó la mirada.

—Esta fue la última vez… Lo siento. —Murmuré con voz llorosa—. Pero quería estar contigo, quería despedirme y guardar este bello recuerdo en mi cabeza…

—Tal vez en otra vida podamos estar juntos— dijo, tragó ese nudo que se instaló en su garganta.

— sabes que te amo pero... será mejor que me vaya.

Me separé de ella, giré el pomo de la puerta así, sin mirar atrás. Sentí algo caliente saliendo de mis ojos, nunca en mi vida había estado tan feliz y tan triste a la vez, el sentimiento era agridulce.

Aquel día bebí como si no hubiera visto un mañana, recuerdo que ese día era la gala del producto que nos llevó a la cima. Emir estaba muy feliz pero yo no compartía su felicidad, no podía negar que se sentía bien en el trabajo pero hubiera sido muy hipócrita de mi parte si hubiera ido aquel evento después de follar con su esposa. Así que busqué a una mujer e intimé una y otra vez para ver si podría sacarme ese sentimiento de amargura de mi pecho.

Bahar estaba llorando en su habitación por un supuesto  escándalo que se armó, o al menos eso era lo que pensaban todos. Ella lloraba por mí, porque sabía que me amaba, porque sabía que no iba aparecer ningún hombre que la amara con la misma intensidad que yo... porque sabía que nunca iba a existir un hombre que la iba hacer sentir como yo, y sobretodo porque después de estar con ella me había llevado a otra mujer para hacerla mía. Cabe destacar que, estaba intimando con esa mujer pero ella estaba ahí, en mis pensamientos y lo peor de todo; fue que dije su nombre.

Aquella vez estaba muy borracho y no había medido lo que le hice, eyacule en su interior, ni siquiera pude medir las consecuencias y la zozobra que me iba a traer esta situación.

Pasé la mano por mí cabello negro acomodando mi melena hacia atrás con frustración. No quería ser un mal hombre y decirle a ella que se deshiciera del fruto de nuestro amor. Aunque yo no lo había planeado estaba seguro de que ella no iba a tener problemas en tenerlo. Lo supe cuando inició su llanto y dijo que era una mala madre.

Ella quería nuestro bebé y era una locura. Pensé que ese hijo era de Emir, si ella no me lo hubiera dicho todavía estuviera creyendo ese disparate. Pero después que caí en cuenta y recordé la despedida tuve la certeza de que yo no me cuide

¿Qué diablos iba hacer?

Como todo hombre honorable, iba asumir mi responsabilidad e iba a cargar con todo, era una obligación velar por el bienestar de ese ser que se estaba formando en su hermoso vientre.

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Narra Emir

Caminé por los pasillos del hospital y llegué hasta donde se encontraba mi padre, se encontraba sentado en uno de los sillones cómodos.

Cuando se dio cuenta de que estaba en el hospital me miró severamente, se levantó de donde estaba y caminó lentamente en mi dirección.

Llegó, levantó la mano y me abofeteó, acción que me dejó algo desconcertado.

—¡¿Cómo te atreves?!— lo miré con severidad y un sentimiento de ira invadió mi ser. No tenía derecho de pegarme y menos delante de las miradas de la recepcionista, que no tenía nada más qué hacer que mirar a las personas.  Pero no la culpaba, porque mi padre era un verdadero dramático.

—Ese es el poder que se me dio desde que te engendré, te alimente y pagué todos tus estudios, así que no me preguntes cómo me atrevo. Más bien te haré una pregunta y quiero que me la contestes ahora mismo. ¿Tienes idea de lo que tú querido amigo del alma está haciendo ahí dentro con tu esposa?

Arrugue el entrecejo inquisitivo, no podía creer que mi padre estuviera pensando que ellos estaban haciendo algo indebido, ya que, era inadmisible, porque ellos eran hermanos. Pero en la mente retorcida de mi padre, claro que había pasado esa situación por su cabeza y más.

—¿Qué es lo que quieres decir? Habla de una buena vez y deja tus rodeos— le animé, me crucé de brazos y esperé que se explicara bien.

—Kemal Demir, el recogido de Murad le está llenado la cabeza a tu esposa. Ahora resulta que quiere que mi queridísima nuera se divorcie de ti. ¿Y tú sabes lo que significa eso? ¿no es así?

No podía creer que él estaba oponiéndose, no tenía derecho de decidir sobre este matrimonio. Sí Kemal convencía a Bahar, el acuerdo pactado se rompería y los socios de la familia Yildiz podrían tomar cualquier decisión sobre la empresa; ya fuera vender o desbaratar la sociedad. El padre de Bahar lo había dispuesto así en el contrato que firmé. Eso formaba parte de lo que se trataba  su honor. Solo un hombre cuya esposa fuera la heredera de la empresa podía gobernar y ser el jefe, porque a las mujeres de la familia Yildiz no se les permitía ser la cabeza de la empresa.

Por eso la casaron conmigo porque yo era el hijo de uno de los dueños y como el viejo Murad sabía que algunos jóvenes querían vivir una vida de lujos y excentricidades pero sin trabajar, no se podía permitir que los futuros herederos se deshicieran del patrimonio familiar.

Así era, así estaba pactado desde que ellos se convirtieron en socios y como Murad tuvo solo una hija biológica le tocaba a mí padre sacrificar a su hijo a que despose a la hija de su socio, cuya felicidad quedó prácticamente en el olvido en un matrimonio vacío, sin amor y sin una llama.

Sí su padre estuviera vivo ella no hubiera estado pidiendo un puesto en la empresa, porque su padre no lo permitiría.

—Deberías entrar y ver a tu esposa — me ordenó—. No dejes que ese recogido le llene la cabeza de cosas que no podrán ser.

—No puedo irrumpir en esa habitación, padre. Son hermanos, un hermano quiere lo mejor para su hermana y verdaderamente yo no lo soy. Si tuviera una hermana le diría lo mismo.

—Nuestro patrimonio está en juego, si la nuera decide divorciarse podrían vender la mitad de todo y eso afectaría mucho a nuestro comercio. Dejaríamos de ser confiables. Así que quiero que entres allá y finjas ser el esposo que siempre quise que fueras.

Abrí la puerta levemente y entré, la cerré a mis espaldas. Desde que me vio no dudó en dedicarme miradas fulminantes inyectadas de ira.

—¿Qué haces aquí?— limpió sus lágrimas, ¿Acaso estaba llorando?

—¿Kemal no estaba contigo?— evadí su pregunta con otra. No iba a perder mi tiempo explicando lo que era evidente, estaba aquí por Kemal y porque a pesar de todo lo que había pasado entre nosotros tenía una especie de consideración a su persona.

Antes de ser enemigos a muerte nosotros éramos muy unidos junto con Kemal, la única persona que se comportó como un témpano de hielo fue Murad, el hijo adoptivo del padre de Bahar.

Luego crecimos y nos casamos, y por mí culpa y la de mi padre ella quedó  expuesta en las revistas de farándula, por mis infidelidades. Ahí comenzó su odio y su desprecio.

—Kemal salió a los pasillos — respondió con frialdad.

—¿Cómo te sientes? ¿Puedo hacer algo por ti?

—Sí. —afirmó—... Quiero que te largues— vociferó con rabia.

(...)

Kemal estaba en las bancas del hospital tomando aire. Él se encontraba tan pensativo que ni siquiera se dio cuenta cuando me senté a su lado.

Se tensó cuando palmeó su hombro derecho y cuando vio que era yo, limpió una de sus lágrimas y me miró con nerviosismo.

—¿Cómo te sientes hermano?— pregunté —. Sé que no hemos tenido un buen desenlace estos días pero solo quiero que sepas que tu no has dejado de ser mi mejor amigo.

—Emir— murmuró—. Si sigues cómo vas vas a perder mi amistad. Estás consciente de que Bahar es mi hermana y ella está por encima de ti. Tu no lo entiendes porque tú eres hijo único pero esa mujer que está postrada en esa cama, esa mujer... — apretó los dientes y me señaló —. Ni siquiera sé cómo iniciar a decirte que...

—¿A decirme qué?— inquirí inquisitivo —. ¿Qué es lo que quieres decirme? ¿Por qué debo aguantar sus gritos, sus golpes; que debo quedarme de brazos cruzados cuando me abofetee? ¿debo quedarme ahí y no desaparecer?. Te diré algo, si me quedo ahí  las cosas se van a poner peor.

—Emir tu sabes muy bien que eres el único culpable de sus reacciones. Me he dado cuenta de algo y es que tú provocas a las personas y explotan y luego haces que las personas que no tienen conocimiento de quién realmente eres, vean a la persona que explota como una desquiciada. Y yo no sé si quiero seguir siendo amigo de una persona Narcisista.

—¿Qué cosas dices?— cuestioné con molestia. —Hablas como si fui yo quién decidió casarse, hablas como si fui yo quién armé todo. Fue tu queridísimo padre, cuya hija le habían escrito su destino mucho antes de que naciera como mujer. Estoy cansado de que me veas como el malo de la historia, a mi también me obligaron a casarme con tu hermana. Era eso o decepcionar a mi padre. Y no niego que soy un ser carente de benevolencia, pero yo no le hice daño a tu hermana. ¡Ella sabía, ella sabía que este matrimonio era una farsa!

Sí había algo que me molestaba era la responsabilidad que me tocaba a mí, era como si los demás verdugos estuvieran ahí y salieran exentos de sus maldades. Las personas conmigo eran demasiado crueles.  Yo seguía siendo una víctima al igual que ella, y a pesar de que ella tampoco era una santa le perdonaban todo.

—Lo siento Emir—se disculpó. — olvidé que tú también eres una víctima de este sistema. Por un lado tienes razón con lo de tu padre, pero por otra parte, te has convertido en una persona desconocida. ¿Qué fue lo que te pasó? Necesito que mi amigo vuelva a ser el hombre bueno que era antes, ese hombre amable que alguna vez fuiste.

—Eso es imposible Kemal— le dije—. El carácter mío terminó de forjarse. Lo que ves es lo que soy.

Ya me había cansado de fingir, esta vez quería ser yo mismo. Necesitaba volver a tomar las riendas de mi vida. Y él estaba en su derecho de alejarse de mí si no se sentía cómodo con la persona que me había convertido.

—No voy a juzgarte si quieres alejarte, porque estoy consciente de que por más que quieres forzar algún vínculo, siempre habrá personas que ya no van a tener compatibilidad con tu persona y es entendible. Así que respetaré eso.

—No quiero que nuestra amistad termine Emir, solo quiero que seas una persona con responsabilidad afectiva. El mundo no gira a tu alrededor. Debes entender que hay más personas que pueden salir perjudicadas con algunas acciones. Quiero que te divorcies de mi hermana Emir.

—Eso no lo puedes decidir tú. Bahar no tiene el poder de trabajar en la empresa y Murad tiene planes de tomar la presidencia. Ese lugar me corresponde a mí.

—Bien, puedes quedarte con la empresa, te aseguro que las acciones no se van a vender y todo se va a quedar como está.

—¿Quién me asegura que tu hermano no me va a atacar? Eso no lo puedes decir tú y no le daré el divorcio.

—Bahar está embarazada— reveló.

—¿Qué? ¿De quién?

Tragó saliva.

Narra Kemal

Silencio, no pude responder porque no tenía la valentía para decirle que traicione su amistad, así que, ahora iba a tener un problema porque Emir no descansaría hasta dar con el paradero de ese hombre.

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