Marido, te dicen viejo

Su Bei dijo en voz baja —Está bien entonces, tu papá y yo estamos de acuerdo. Sin embargo, tenemos que establecer un tiempo. Cuando llegue ese momento, tienes que regresar a casa, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —aceptó Da Bao.

Su Bei colgó el teléfono y se sintió un poco culpable hacia Lu Heting. Aunque era la opinión de Da Bao, también era por lo que le había sucedido a ella que había causado la situación actual.

—Vamos —Lu Heting sostuvo su mano sin decir nada más.

—¿No tienes nada que decir? —Su Bei lo alcanzó.

Lu Heting se detuvo y bajó los ojos para mirarla —¿Debería decir que no quiero que Da Bao se quede? ¿O que él hizo algo mal? Da Bao tiene razón. Esa es su libertad. Estoy muy contento de que valore tanto las relaciones. Tú también tenías razón en aquel entonces. Había tantos amigos que te acompañaban. Ahora que lo pienso, no tengo que preocuparme demasiado por tu pasado. Estas son las personas que tú y Da Bao valoran. No tengo derecho a decir nada.