—Gun Gun, ¿qué estás haciendo? —Da Bao llamó a la puerta y cruzó sus brazos—. No toques las pertenencias personales de Xiao Bei.
—No lo son. Es una carta para mí. Aquí también hay cartas para ti. Hermano Da Bao, ven y echa un vistazo —Gun Gun levantó un montón de cartas.
Todas fueron escritas por Su Bei hace mucho tiempo. Ella había planeado decirle a Lu Heting que debía darles una carta en su cumpleaños cada año. Sin embargo, no esperaba que Gun Gun las leyera ahora.
Da Bao tomó una carta con suspicacia y la abrió. Gun Gun seguía leyendo el contenido con gran interés. Estaba felizmente leyendo las palabras escritas por Su Bei. Pero después de comenzar a leer, se dio cuenta de que no reconocía muchas de las palabras.
En contraste con la felicidad de Gun Gun, la intuición de Da Bao siempre había sido la más precisa.
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