Cuando llegaron al área de descanso, Olivia soltó un suspiro de alivio. Sus músculos estaban tensos por horas de conducir, y necesitaba un receso para usar los servicios. Seb la miró, con una mirada interrogativa en sus ojos.
—¿Por qué estamos parando? —preguntó él, su voz rompiendo el silencio que se había asentado entre ellos durante el viaje. ¿Ahora podía decir algo? Había estado tan silencioso como un fantasma todas estas horas.
—Necesito un descanso —respondió ella secamente, desabrochándose el cinturón de seguridad y abriendo la puerta del coche.
Seb la observó por un momento antes de ofrecer:
—Puedo conducir por un rato si quieres. Te daré la oportunidad de descansar.
—No gracias. Es mi coche y no necesito tu ayuda. Planeé hacer el viaje sola.
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