Todos disfrutaron de la comida que había sido preparada, con Lucian prestando especial atención a Rina, asegurándose de que comiera bien.
—¿Hermano, hiciste esto por mí? —preguntó Rina sosteniendo el pescado asado en un palito—. Es justo como me gusta. Incluso le pusiste menos especia.
Lucian tarareó en respuesta y le quitó el pescado a ella—. Puedes comer una vez que haya separado las espinas.
Rina asintió, disfrutando de su comida—. Tú también deberías comer.
—Lucian, serías un gran padre —comentó Arthur—. La manera en que tratas a Rina es justo como un padre cuidaría a su hija.
—Ella es joven, así que necesita cuidados —replicó Lucian.
—Esto me recuerda cómo solíamos cuidar a Erin —añadió Nathaniel—. Sus tres hermanos y yo. Desearía que siguiera siendo esa misma niña pequeña.
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