Oriana encontró consuelo en los relatos del pasado tejidos por su abuelo, ajena al paso del tiempo hasta que el sol estuvo alto sobre ellos, arrojando su fulgor del mediodía. —Abuelo, es hora de que descanses —le sugirió dulcemente.
Philip, cansado pero satisfecho, asintió en acuerdo. Durante mucho tiempo, había guardado su pasado y los secretos familiares, protegiendo a Oriana de ellos. Sin embargo, hoy, después de años de silencio, se encontró desbordando sus recuerdos, reviviendo momentos mucho tiempo enterrados en los recovecos de su mente. La alegría de compartir sus historias con Oriana calentó su alma, transportándolo de vuelta a un tiempo antes que el peso de la mortalidad pesara sobre él.
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