—Tú... —La cara de la Dama Patrice se volvió lívida de ira.
—Mamá, deja de discutir con Joanna —dijo Regina Kelloway, que había estado en silencio hasta ahora—. Creo que Joanna tiene razón. El matrimonio es un asunto importante, ¿cómo puedes casarte con alguien que no te gusta?
—Cierra la boca —espetó la Dama Patrice a Regina, sin contener su ira—. ¿Qué tiene que ver el que te guste? ¿Puedes comer amor? Si yo hubiera pensado así en aquel entonces, ¿vivirías tú y tu hermana la vida de lujo que tienen ahora?
—Rebecca Kelloway, no me importa si te gusta Gary White o no, tienes que encontrar una forma de casarte con él —de repente, la Dama Patrice sonó más firme.
El temperamento de Rebecca estalló:
—Mamá, déjame decirte que no me casaré con él, y es mi vida la que tengo que vivir.
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