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10.1

Pensar a profundidad sobre la situación de Delilah desvió toda la atención de Caín hacia la ventana que permitía la entrada de la luz de la luna al balcón del gran salón, a partir de ese momento no pudo mantenerse tranquilo. Si alguien hubiera prestado atención a su rostro, habría sido capaz de notar las expresiones que se esforzaba tanto en ocultar. 

—Delilah fue elegida por sus cualidades, en realidad el hecho de que la baronesa la libere por su propia voluntad me facilitará las cosas en el futuro. 

—Lathasha, hablas de sus cualidades, pero quiero saber exactamente cuáles son. 

Lucrecia fue afectada de manera diferente por el anuncio, quiso creer que la decisión de la baronesa debía tener todo que ver con la personalidad de Delilah, era imposible ponerse del lado de una chica que era tan diferente a los otros 4. 

—Ella es discreta e intuitiva, de alguna forma me parece alguien confiable. 

Los ojos de Lucrecia atacaron al rubio de ojos azules cuando sus palabras hicieron que Caín finalmente mirar hacia otro lado. 

—Temo decirte Leroy que, a un noble como tú, no se le permite tener esa clase de gustos en mujeres. 

El rostro del candidato más joven lució completamente avergonzado por el imprudente y desacertado comentario. 

—Estas malentendiendo las cosas Lucrecia, esta noche Delilah no es la única que ha sido abandonada. ¿No lo crees? 

El siempre entrometido Raguel miró a la belleza castaña de manera compasiva y no tuvo que decir una palabra más para que ella comprendiera a que se refería. El demonio de ojos verdes no pretendió molestarla, su cálida expresión simplemente remarcó el sentimiento de soledad que la muñeca de cristal experimentaba cuando recordaba a su familia misma. 

Las relaciones familiares de Lucrecia y Raguel eran bastante frágiles. Esa noche ninguno tendría noticias agradables. En ese punto, esos 3 fueron elegidos en contra de las expectativas de aquellos con quienes compartían lazos sanguíneos, ellos tal vez hubieran deseado enviar a hijos más capaces según sus intereses. 

Los reclamos de Lucrecia se escucharon claramente contra Raguel, pero las voces perdieron importancia para Caín cuando volvió a mirar hacia la ventana. 

El invitado de honor salía de la entrada principal de la mansión escoltado por la mujer que ocupaba todos sus pensamientos. Andrea Bathory era el mismo joven rubio que Delilah conoció durante la fiesta de cumpleaños de Neil, Caín apenas pudo mantenerse en pie. En aquella ocasión no prestó atención, pero esta no era la primera vez que sus ojos presenciaban el físico de Andrea. El joven diplomático se ocupaba de una gran parte de los asuntos de su familia, era mucho más fácil encontrarse con el que con el hijo heredero. Una figura amable y atractiva un cautivador desde cualquier ángulo, ¿cómo es que no lo reconoció en aquel momento? 

Delilah jamás entró al lugar de la celebración porque Andrea nunca tuvo la intención de traerla al salón, era mejor si nadie pudiera acercarse a él. Un Bathory siempre llamaba la atención porque las posibilidades de qué un miembro de la familia atendiera una celebración se consideraba a veces imposible. Y aún si tan solo los Bathory podían elegir con quien cruzar palabra alguna, no se podía evitar ser importunado, sobre todo ahora que su acompañante era la joven que sería en unos días el blanco de las habladurías. 

La atmósfera del ambiente se sincronizó con los sucesos de alguna forma, mostrando un cielo oscuro del cual pronto caería la más fría de las lluvias. Delilah y Andrea finalizaban el recorrido de la mansión cuando las primeras gotas descendieron. 

Era pronto para irse, pero ahora solo quedaba cumplir el propósito más importante de la visita de Andrea en esa mansión. 

—Debo irme ahora, quiero dejarte descansar. 

Delilah lo miró atenta, resultó ser que el día se había consumido tan rápido, escucharlo anunciar su despedida la tomó por sorpresa, hasta ahora caía en cuenta de que no asistirían al gran salón. 

—Entonces tengo que hacerte una solicitud. 

El joven tomó el abrigó negro que le fue ofrecido por su escolta tan solo para cubrir los pequeños hombros desnudos de la chica, inmovilizándola dulcemente. 

—A partir de ahora recibirás 2 cartas. Deberás reunirte conmigo cuando te sea ordenado en una de ellas y con respecto a la otra, deberás enviarla a Lathasha Zehren sin abrirla. La marquesa sabe sobre este asunto, tan solo debe ser un secreto para todos los demás. 

Si una trampa estaba siendo puesta para ella pensó seriamente que no podría escapar. Reunirse de nuevo con él fue inconcebible de escuchar incluso si acaba de conocer el hecho de que fue elegida por su misma familia. 

—Entendido. 

Los preciosos ojos de Andrea la miraron con benevolencia, tuvo dificultades para describirla como tonta o demasiado cautelosa, pero, de cualquier forma, le facilitó las cosas y se ahorró todo lo que había planeado responderle en caso de que su reacción hubiese sido un poco más natural, estaba siendo obediente, la encontró desastrosamente fascinante. 

—¿No tienes nada más que decir? 

Por supuesto que ahora tenía más preguntas que antes de conocerlo, pero se sentía demasiado cansada para acomodar todas las cosas que sucedieron durante ese día. 

—Desde que acepté este vestido es un poco tarde para pensar, permíteme ser parte de este trabajo como agradecimiento. 

Ella no tenía opciones, nadie nunca podría salvarla si estaba tomando decisiones equivocadas. Ni siquiera cruzó por su cabeza la idea de negarse en primer lugar, ya que es un Bathory de quien ha recibido una orden. 

Justo en la salida de la mansión el auto que llevaba con tanto orgullo la bandera azul oscuro de la casa Bathory esperaba por el joven amo que se había quedado un momento más para apartar a la chica de la salida, aunque la lluvia era suave, su cabello se había humedecido. 

—Entra ahora, podrías enfermarte. 

Tan solo en ese último momento los labios de la chica delinearon una suave sonrisa. ¿De qué estaba hablando ese hombre? Fue como si no hubiese visto el rostro preocupado de los sirvientes que lo esperaban. Estaba completamente segura de que no le perdonarían nunca el hecho de que el precioso hijo menor de Liam Bathory se hubiese mojado con la lluvia a causa de su despedida. 

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