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Solo mírame a mí

No solo mi madre se acercó a mí ese día, por la noche mi padre también hablo conmigo, hacía mucho tiempo que no me sentía así de protegida y querida por mi familia. Ser el centro de atención en la cena fue vergonzoso pero necesario.

Con ayuda de Gabriel relaté a mis padres y hermanos sobre mi relación con Michelín y lo que había pasado a inicios de mes.

No pude evitar comparar esta situación actual con el pasado, no era más la princesa que requiere ser recatada, solamente era un miembro más de la familia que en ese momento necesita algo de ayuda.

Aunque austero teníamos un plan, Caleb y papa comenzaron a hacer llamadas a sus contactos, Joseph se fue a su cuarto para asesorarse y mamá fue a redactar un mail al director. Gabriel me acompaño a mi cuarto, seguía siendo a quien más confianza tenía.

—¿Cómo te sientes?— pregunto Gabriel dejando que me recargara contra él en la cama. —Nervioso... nerviosa...

Me estrecho entre sus brazos como solía hacer cuando éramos pequeños.

—¿Tu humor no es solo por Michelle, verdad?

Me quedé en silencio, esa pregunta rondaba en mi cabeza con mayor fuerza esos días, "¿Cómo vas a salvarme, si ni siquiera has podido salvarte a ti mismo?", es lo que ella había dicho.

Gabriel acarició mi cabello, haciendo que el sueño comenzara a dominar.

—No es necesario que sepas ya quién eres, es un viaje que a todos nos toma toda la vida descubrir, solo no renuncies a algo que es parte de ti, porque no dejas que todo tu ser brille como merece.

...

El día de la gala llego más pronto de lo que pensé.

Cada uno de notros comenzó su papel, tanto el director como la profesora de ballet, así como los chicos estaban ya dispuestos en el auditorio y el resto de la escuela.

Esperando en la puerta de entrada vi a Michelle y su familia llegar, apenas pisaron el interior de la escuela, el director junto a la prefecta abordaron a los señores.

Ser abordados con la acusación de maltrato no fue de su agrado, así que tratando de evitar un escándalo accedieron a seguirlos a la dirección. Michelle se quedó sola en el patio, momento que aproveche para tomarla de la mano y dirigirla al auditorio.

—La dejo en sus manos chicas— mencioné a mis compañeras, quienes llevaron a Michelle tras el telón. La profesora estaba observando todo.

—¿Estarás bien con este?— curiosa preguntaba ofreciéndome la caja con el traje que usaría. Solo asentí.

—¿Finalmente te decidiste por uno?

—Soy una chica, pero también soy un chico. Ambos conviven dentro de mí.

La profesora me sonrió y se retiró, lista para dar la bienvenida a la gala.

—No la fuerces— menciono antes de entrar al escenario.

Salí al baño más próximo para cambiarme, al volver las chicas solo me sonrieron e indicaron que ella me esperaba.

La gala comenzó, tenía el tiempo que duraran los números para hablar con Michelle.

Sus amigas habían hecho más que magia, era el ser más hermoso en este mundo, si sus padres no podían verlo, ellos se lo perdían.

—Te ves bien— decía con un sonrojo.

—Tú eres hermosa.

Me permitió abrazarla, le conté todo lo que en ese momento ocurría fuera del auditorio. Estaba sorprendida, sin embargo, aún existía miedo en sus ojos.

—No te dejaré sola, lo que decidas estaré a tu lado.

—¿Qué pasa... si al verlos me arrepiento?

—Bajamos del escenario.

Una de las chicas aviso que solo faltaba un número.

Estaba nerviosa, de hacerlo toda su vida estaba a punto de cambiar.

—Andando— exclamo tomando mi mano.

Los aplausos nos acompañaron cuando subimos al escenario, mi familia estaba sentada en la quinta fila. Vimos al director entrar con los padres de Michelle, el señor estaba visiblemente molesto al verla, no obstante tomo asiento.

—Solo mírame a mí— repetí la frase que ella me había dicho semanas atrás.

La música comenzó, aunque nerviosos, las dos bailamos la pieza que tanto conocíamos. Seguía detestando el ballet, pero si practicarlo me permitía poder observarla así de cerca, era un precio que no me costaba pagar.

En el auditorio éramos solo ella y yo, el pasado, el prejuicio, el odio, todo eso dejaba de existir mientras ella pudiera bailar libre.

Los aplausos nos recibieron el regresar al presente, tomadas de las manos, dimos una reverencia al público. Ver a mis padres llorar, aunque vergonzoso no fue una sorpresa.

No así lo era ver la misma acción en los padres de Michelle.