Erin hizo el registro en su hotel y obtuvo la prometida suite cara. No pudo evitar asombrarse por el tratamiento de lujo que recibió.
Erin dejó caer su equipaje y luego dio una vuelta en el medio de la enorme suite presidencial. Miró hacia arriba y admiró la araña de luces, —¡Oh, Dios mío! ¡Henry no mintió cuando dijo que me daría la suite cara! ¡Esto es realmente un sueño hecho realidad!— Erin aclamó. —¡Definitivamente soy la primera mujer que recibe este trato especial de él, y seré la última! ¡Señora Erina Grant, allá voy!
Erin sabía que tenía que asegurarse de que Henry solo la amara a ella. Así que se quitó los tacones y saltó a la cama.
Agarró su teléfono e intentó llamar a Henry. La llamada se conectó, pero Henry no la contestó.
Erin chasqueó la lengua molesta por la falta de respuesta de él.
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