—No soy uno de ellos. No me importan sus estúpidas reglas. Como te dije en Verendi, seguimos el camino de la Abominación. No nos escondemos. No nos acobardamos. Lo más importante, no le damos la espalda a los nuestros.— Zoreth dejó su taza y el plato antes de aplastarlos con su agarre.
—¿Me estás diciendo que quieres ayudarme a rescatar a Phloria?— Preguntó Lith mientras Jirni y Orion contenían la respiración.
—Ella es importante para ti, así que también es importante para mí.— Zoreth asintió. —Si necesitas ayuda para darle una lección a los Cobardes Cachorros Divinos de Thrud y aniquilar a su ejército, solo tienes que pedirlo.
—Cuando te llamo hermano, es más que una palabra para mí. Estoy contigo.—
—Ambos lo estamos, si me aceptas.— Bytra miró al suelo. —No soy tan buena como Zor rompiendo cosas, pero Solus y yo hacemos un gran dúo. Mi velocidad complementa su fuerza y viceversa. Además, mis asistentes nos ayudarían.—
—¿Qué asistentes?— Solus preguntó.
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