—Necesito que te asegures de que nada sale de Zeska para perturbarme. —dijo Lith.
—Con todo el respeto, Supremo Magus Verhen, como usted tan amablemente señaló antes, esto es un asedio. ¿Por qué deberían salir los enemigos de la protección de sus muros encantados y matrices? —preguntó el General de Brigada Vorgh.
—Lo siento, pero no te debo ninguna explicación. —Lith sacudió la cabeza, ignorando la petición del Guardián Maestro—. No puedo correr el riesgo de que una fuga de información arruine todo. Tendrás que confiar en mí y seguir tus órdenes.
—Lo suficientemente justo. Por favor, continúa. —Vorgh suspiró, esperando que la preocupación por su ex y el poder inmerecido no hubiera nublado la mente de Lith.
—Al final de la segunda fase, te daré otra señal. Marcará el comienzo del tercer y último paso de mi plan. Cambia a la ofensiva de nuevo y toma la ciudad. —dijo Lith.
—¿Eso es todo? —la Anciana Sylvana de los Fae preguntó incrédula.
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