Lith tenía razón acerca de que los huargos aprendieron suficiente magia de la tierra para crear una guarida en cualquier lugar que quisieran, pero estaba equivocado acerca de todo lo demás. La voz en sus cabezas se hacía más fuerte con cada nuevo miembro añadido a su manada y los impulsaba a practicar la magia incansablemente.
Les dejaba tiempo suficiente para cazar, pero ninguno para preocuparse por su seguridad. Esta manada llevaba fragmentos de Tezka, uno de los elegidos del Maestro. Había sido un Despertado poderoso cuando aún era un Xogh (bestia mágica tipo zorro).
Aunque todavía no había recuperado ningún sentido de sí mismo, sus hábitos estaban tan profundamente arraigados en su personalidad que influían en sus anfitriones. Todo su nuevo conocimiento, sentimientos y tácticas venían de él.
De alguna manera, su relación era una versión retorcida de la que había entre Solus y Lith.
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