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Intrusos

Narra Liam

La temperatura descendió lentamente. Un Hombre Lobo podía sentir el frío golpeando su cuerpo; estando desnudo o no, pero no sentíamos esa misma sensación que sienten los humanos. Nuestros músculos no temblaban, nuestros dientes no castañetean y nuestros pelos no se erizan; ni mucho menos se nos ponía la piel de gallina.

Es como recibir un cubetazo de agua… solo lo sientes y ya, pero no pasa nada después de eso. Puede ser algo confuso, pero no hay mejor manera de describirlo.

Abrí mis ojos de golpe y los tallé con mis manos, después de haberse aclarado mi visión lo primero que llamó mi atención fue la ventana de mi habitación, la cual había olvidado bajar las persianas, estaba totalmente blanca y la luz del sol apenas podía atravesar el cristal.

Me levanté de mi cama haciendo las sábanas a un lado; sin apartar mis ojos del cristal me dirigí a este para ver lo que estaba sucediendo y así llevarme la mayor sorpresa de mi vida.

¡NIEVE…!

—Liam —entró mi tía a mi habitación, portando un abrigo de invierno color blanco para protegerse del frío.

—Tía —corrí hacia ella como un niño pequeño—. Está nevando —apunté a la ventana.

—Lo sé, es por eso que he venido... Toma —me extendió un abrigo como el de ella pero en negro y lo tomé sin hacer preguntas.

Me apresuré en ducharme y alistarme para el colegio, tomé una playera negra y arriba de esta me puse el abrigo que mi tía me entregó con anterioridad, un pantalón de mezclilla azul y unos botines negros.

—¡Aúúúúúúúúúúúuú...! —dejé de hacer lo que estaba haciendo y quedé inmóvil—. ¡Aúúúú…! —¿acaso es...?—. No —me respondí yo mismo.

No caeré de nuevo en esa estúpida trampa de los Cazadores. Me dispuse a tomar mi mochila con enojo, mismo que olvidé por completo al salir de casa, todo el exterior está pintado de blanco; el patio, la acera, la calle, el tejado… El vecindario está cubierto de nieve, y los árboles y arbustos no se salvan de cubrirse de la densa capa de nieve.

Los copos de nieve dejaron de caer del cielo y el sol resplandecía como de costumbre, aunque no lo suficiente para derretir la nieve; le llevará días para que la nieve desaparezca.

Metí mis manos en mis bolsillos y me dirigí al colegio.

En realidad no estoy seguro si encontraré a Matthew por el pasillo o en el salón de clases, no puedo percibir su aroma ante el exceso aroma a colonia que abunda por los pasillos; sinceramente, no supe si su ánimo había mejorado esta mañana a comparación del día anterior. Más tarde cambié de pensamiento cuando lo noté al final del pasillo en su casillero.

—Hola… ¿Desayunamos juntos? —le pregunté cuando llegué a su lado.

—¿Conmigo? —asentí mientras sus mejillas cambiaban a un color rojizo—. Si —guardó dentro de su casillero unos libros antes de cerrarlo y luego colocó su mochila en su espalda.

En el pasillo y al final de este pude visualizar Ray dirigiéndose a nosotros completamente solo; sin su amigo y con una mirada seria y perdida en sus mismos pensamientos. Esto provocó que el ritmo cardiaco de Matthew se acelerara, tanto que tuve que poner mi mano encima de su hombro para que se tranquilizara, sin embargo la quité cuando Ray pasó justo por mi lado y lo empujé hacia los casilleros como única reacción ante la inminente rabia que este me produjo, haciendo que su cuerpo produjera un fuerte estruendo que llamó la atención de todos.

—Liam —escuché la voz de Matthew en un susurro.

—Auch —en el instante que abrió sus ojos buscó mi mirada. A pesar de haber medido mi fuerza, Ray hizo una mueca de dolor al chocar su cuerpo con el metal—. ¿Qué te pasa? —arrugó su frente.

—¿Qué me pasa? Tú sabes perfectamente qué me pasa —apreté mis puños y me acerqué a él, pero manteniendo distancia entre nosotros. Con esta acción logré intimidarlo—. Parece que sin Douglas no eres más que un debilucho —fruncí el ceño.

—¡Liam! ¿Qué demonios estás haciendo? —escuché una voz a distancia.

Le lancé una mirada amenazante y golpeé los casilleros con una de mis manos, todos se sobresaltaron por el sonido, incluyendo a Ray. Seguidamente me aparté de él y me acerqué a Matthew.

—Lo siento —le susurré y continuamos con nuestro camino, dejando a Ray allí mismo con la mirada de todos los alumnos sobre él—. Debería volver y arrancarle la cabeza a ese tipo —dije en un tono enojado.

—No me gustaría que te metieras en problemas por culpa mía.

—Por ti haría lo que fuera —aclaré, en ese momento mis emociones de ira se esfumaron.

Nos adentramos en la cafetería, la cual estaba repleta de estudiantes.

—Consigue una banca vacía —le dije cerca de su oído—. Yo iré por la comida.

—De acuerdo —respondió.

Por suerte no había tantas personas haciendo fila y no duré más de un minuto allí, tomé las dos charolas y busqué a Matthew con mi mirada y bingo, lo encontré sentado en una de las bancas que se encontraban en el centro. Me dirigí hacia él y puse las dos charolas en la mesa.

—Esta es la tuya —la puse delante de él.

—Gracias.

Tomé asiento frente a él y comenzamos a comer, y una vez terminando el sonido de la campana se hizo presente, el ruido comenzó a retumbar dentro de mi cabeza. Era tan fastidioso que fruncí el ceño y cubrí mis oídos con mis manos hasta que se detuvo.

—¿Estás bien?

—Sí, solo me dolió un poco la cabeza por el ruido, no es nada.

Después de una larga espera y cuando todos pensábamos que el maestro nunca se presentaría, apareció junto a una chica que ya había visto días atrás. Los que no la conocían dirigieron sus miradas inmediatamente en Malia: la chica de cabello castaño claro qué hizo suspirar de enamoramiento a varios chicos de la clase.

—Atención. Denle la bienvenida a la nueva integrante de este grupo, Malia Roberts. Malia...

—Hola... Mi nombre es Malia, provengo de Canadá y me he mudado a esta ciudad porque mis padres se divorciaron —nuestras miradas se cruzaron y en su rostro se dibujó una leve sonrisa.

Susurré un "hola" que escuchó a la perfección.

—¿Eso es todo? —dijo una chica.

—Dinos algo más de ti para conocerte mejor —gritó un chico.

—No hay mucho que decir de mí, tengo 17 años y desde pequeña me gusta admirar a la naturaleza y a los animales, mi animal favorito es el lobo. Ah, y antes que lo olvide, tengo un hermano mellizo, su nombre es Dallas y desafortunadamente quedamos un grupos distintos. He terminado —le dijo al maestro.

—Puedes tomar asiento, Malia —la chica buscó un lugar vacío, el único pupitre disponible era el que estaba frente a Matthew y Malia se dirigió allí—. Muy bien... Comencemos con la clase...

El maestro comenzó con la clase de matemáticas y mis ganas por querer ir al sanitario eran cada vez más grandes. No podía resistir y no tuve otra opción más que pedir permiso para salir de la clase o mi vejiga podrá explotar frente a todos.

Una vez que terminé me dirigí al lavabo y lavé mis manos, ya estaba a punto de irme cuando entró Joe por la puerta y se atravesó por mi camino, igual como aquella vez que nos conocimos, solo que ahora estaba un poco preocupado y no me llamó "idiota" o "imbécil".

—¿Sucede algo? —levanté una ceja.

—Una manada de Hombres Lobo secuestró a Douglas.

—¿Qué…? ¿Cómo lo sabes? —¿y por qué me preocupa a mí también?

—Escuchamos a Ray hablar de eso —Nathaniel se unió a nuestra conversación en el momento que cruzó la puerta—. La noche anterior estaban cazando a una manada y como venganza secuestraron a Douglas.

—¿Y nosotros qué tenemos que ver en esto? —miré a ambos.

—Ellos no pueden hacer nada por él y nosotros somos los únicos que podemos rastrearlos. Debemos rescatarlo y necesitamos tu ayuda.

—¿Qué…? Ellos nos cazan, ¿y quieren ayudar después de todo? —que ironía.

—Sí... Debemos hacerlo, es nuestro deber —dijo Nathaniel.

—¿Por qué? —me crucé de brazos.

Joe y Nathaniel se vieron entre sí. ¿Acaso saben algo que yo no sé?

—Díselo —le dijo Joe al mismo tiempo que me miraba—. Debemos de confiar en él —Nathaniel tomó una bocanada de aire.

—Escucha… es importante encontrar a esa manada de Hombres Lobo, no están aquí por mera casualidad. Están buscando a un humano que posee un don...

—¿Un humano que posee un don? —tardé en procesar aquellas palabras—. ¿A qué te refieres con que posee un don?

—Un don es un poder psíquico —aclaró Joe.

—Sí, cuando ese humano sea convertido en un Hombre Lobo, su don se intensificará; tomará una forma más aguda y podrá ser peligroso, tanto para los humanos como para nosotros

—Y tenemos la sospecha de que ese humano es el hermano de Natalia o… —se quedó callado.

—¿O quién? —moví mis manos para que continuara.

—Matthew...

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