Jon Arryn - I (Editado)

Las cosas resultaron a la perfección, después de las primeras desviaciones en los planes las cosas se habían encaminado por si mismas. No podría haber esperado un mejor momento para que los Stark demostraran ser tan salvajes como el resto de los Siete Reinos creían que eran los norteños.

Fue mucho mejor así, de haber sobrevivido Rickard Stark, Jon Arryn no sería capaz de gobernar sobre un títere tan incompetente como Robert Baratheon. Si Eddard lograba traer de regreso a su salvaje hermana las cosas serian perfectas.

Podría controlar tanto el sur gracias al venado idiota que puso en el Trono de Hierro, y al Norte al retener a esa salvaje Stark como rehén en el sur.

El único problema real eran los Lannister.

Tywin no dejaría pasar la oportunidad de obtener más poder. Ya se había puesto en el lado bueno del energúmeno Rey Baratheon con sus ofrenda de cadáveres… cadáveres de bebes Targaryen.

Cuando vio la mal disimulada sonrisa satisfecha de Robert, Jon Arryn no pudo evitar pensar en cómo diablos pudo haber criado a un imbécil como él.

Lo peor es que el muy idiota se enemisto con el Stark más ingenuo y manipulable de la historia de Poniente.

El muy inepto hijo de Rickard Stark, tras haber sido adoctrinado en el Nido de Águilas resulto un perfecto predecible y manipulable mocoso. Con una estúpida idea sobre el honor. Con su afán risible de apegarse a las palabras insulsas y vacías de la Casa Arryn para impresionar al que el mismo llamaba "su segundo padre".

Jon Arryn estaba seguro de haber roto la ilusión del mocoso de que era un verdadero hombre de honor en el momento mismo en que sugirió mantener a Jaime Lannister en la Guardia Real de Robert a modo de un rehén contra Tywin.

Pero no tenían mas por hacer, el idiota de Robert no quería tener relación alguna con los Tyrell, y sin oro Tyrell, no quedaba más opción que la de ir a por oro Lannister.

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La única buena noticia después de la pelea entre Eddard y Robert, fue que el Lobo Silencioso no corrió de vuelta a su salvaje rincón helado del reino, sino que fue a Bastión de Tormentas y levanto el asedio, luego de lo cual envió a todo el ejercito norteño de regreso a sus paramos congelados.

Los pajaritos de Varys informaron que el joven Lord Stark emprendió la marcha hacia el sur, a las Marcas de Dorne con solo seis acompañantes. Presuntamente para recuperar a su hermana.

Robert no quiso escuchar una sola palabra respecto a lo que Stark estaba haciendo. Pero eso no podía importarle menos a Jon Arryn.

Ya tenía todo planificado.

Conociendo a Robert, el muy idiota se casaría con la Loba incluso si fue deshonrada por medio Dorne, siendo así, el primer plan se completaría y asegurarían la obediencia del Norte.

Si la mocosa no estaba viva ya, entonces podría casar al Venado con la gata sarnosa de Tywin, y asegurar todo el oro de Occidente.

De cualquier forma, fortalecería el agarre de los Baratheon sobre el Trono, y le permitiría al viejo halcón controlar los Siete Reinos como le diera la gana.

Robert solo necesitaría cuatro cosas para dejarlo fuera del camino, putas, alcohol, banquetes y torneos.

Jon Arryn ya veía como llamarían al Venado en el futuro, la segunda venida de Aegon el Indigno. El Rey putero. Ya lo llamaban el Usurpador, y el Mataparientes. Así que talvez lo llamarían de forma mucho más colorida.

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Ya habían pasado dos meses desde que el Stark partió hacia Dorne con su grupo. Un hecho que a Jon Arryn ya se le había olvidado por lo poco importante que era en aquel momento la Casa Stark en lo que respecta a gobernar los Siete Reinos.

Y no cayó en cuanta de que había pasado tanto tiempo hasta que el mocoso norteño se presentó en la Fortaleza Roja solo. Su expresión triste y angustiada le dijo al halcón todo lo que necesitaba saber. Era hora de planificar la boda del Rey con la Lannister.

Mientras los planes y asuntos futuros de los que debía ocuparse pasaban por su mente, Jon Arryn no olvido emplear la ya tan practicada cara del anciano cariñoso que usaba cuando trataba con el Venado y el Lobo en el Nido de Águilas.

—Bienvenido Ned, mi niño. —dijo con su más convincente voz de abuelo— ¿Qué pasa con esa cara? ¿Ha pasado algo? Oí que marchaste a Dorne a recuperar a la joven Lyanna, ¿Dónde está ella, no vino contigo?

El joven Guardián del Norte parecía al borde de las lágrimas, pero como siempre que le había visto en tal estado, el chiquillo cerro los ojos un instante y puso una expresión solemne sin mayor rastro de pesar.

—Oh Jon, me temo que Lyanna falleció, se la llevo la fiebre, no llegue a tiempo. Ella… sus restos están en el barco, pidió que la llevara a casa para descansar junto a padre y Brandon. Su lugar está en el Norte, en Invernalia, junto a su familia. —dijo con tono suave y rebosante de tristeza el norteño.

—Ya veo, ya veo —contesto Jon acercándose para poner confortablemente su mano sobre el hombro del Lobo Silencioso, como si le brindara apoyo en su luto— es una lástima, siendo ella tan joven. Este mundo cruel siempre se lleva a los que menos lo merecen.

Se quedaron allí un momento en que Eddard Stark abrazo a Jon Arryn como si se tratara de su padre.

—Jon, me temo que he venido solo para entregar las tristes noticias, ¿podría ver a Robert? —pregunto él— No puedo tomarme mucho tiempo, Howland resulto herido en la batalla con los tres últimos Capas Blancas, y mi hijo está en el barco con su nodriza. No puedo quedarme mucho más.

—Claro, claro. Ned, ven, te llevaré con el Rey. —le respondió Arryn mientras pensaba en lo normal que resulto el mocoso después de hablar tanto sobre honor cuando engendro un bastardo durante la guerra.

Jon Arryn presencio completamente la reunión entre los dos hombres, el Venado y el Lobo lloraron juntos, bebieron juntos y se despidieron como hermanos luego de una hora. Parecía que sus diferencias respecto al destino de los hijos de Rhaegar quedaron en el pasado. Tal vez la muerte de la mocosa resulto ser mucho más útil de lo esperado. Parecía que aseguro la lealtad del Norte y el oro Lannister de una sola vez.

Jon despidió al señor de Invernalia en los muelles de la ciudad, extrañamente el barco era de la Casa Dayne, pero si los rumores sobre lo que ocurrió entre Ashara y Ned fueran ciertos, no sería demasiado extraño.

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El viejo halcón regresó a la Torre de la Mano luego de despedir al mocoso Stark. Estaba resultando mucho más sencillo dirigir el reino de lo que había esperado, Aerys pudo haber sido un hombre terrible, pero como Rey, la verdad no lo hizo tan mal, al menos a juzgar por el rebosante tesoro de la corona.

Solo quedaba poner fin a los murmullos sobre el nulo derecho de Robert de reclamar el Trono.

No tenía derecho de primogenitura, y ciertamente no tenía el derecho de conquista; ese podria ser realmente de Jaime Lannister, Tywin o Ned Stark, pues, fueron ellos quienes aseguraron realmente el asiento de la Casa Real. Tenía que poner fin a los rumores sobre la "Rebelión de Stark", por muy cierto que haya sido que fueron los arreglos y alianzas de Rickard Stark los que ganaron la guerra, y que el ejército del Norte fue decisivo para la victoria, mucho más que los caballeros del Valle y los Tormenteños.

Reemplazar los rumores no era difícil, solo necesitaba septos y bardos, pronto todo el sur la llamaría la Rebelión de Robert.

El otro problema era lidiar con los Targaryen restantes, pero eso no parecía difícil, Robert ya los odiaba, y Jon estaba seguro de que no sería necesario que se manchara las manos para deshacerse de ellos. De eso se encargaría el Venado.

Con el Lobo de vuelta en su madriguera, el Norte no daría ningún problema. No era esperable rebelión alguna allí, nadie se alzaría en armas contra los Stark, su reputación les precedía, y las innumerables líneas milenarias del norte que fueron eliminadas por los señores de Invernalia en la historia de Poniente era el mejor recordatorio de ello.

La cuestión era Dorne y el Dominio, el único consuelo allí era que se llevaban tan mal entre ellos como lo hacían con la corona, por lo que no se aliarían. Pero si el Dominio dejara de suministrar grano, el reino entero moriría de hambre.

Ya le dolía la cabeza con solo pensarlo, como pudieron los Targaryen mantener el Reino unido durante tanto tiempo era algo que evadía a Jon Arryn, incluso bajo el gobierno del Rey Loco las Arcas del Reino estaban repletas. Y las únicas rebeliones que enfrentaron fueron entre miembros de su propia familia, ya fuera la Danza de antaño o las Rebeliones Fuegoscuro.

Pero ahora, tenía que agasajar a un León, una corona sería suficiente, de eso estaba completamente seguro. Y el oro fluiría a las Arcas del Rey, definitivamente el Reino prosperaría, con al menos cuatro millones de dragones de oro sería imposible que no lo hiciera.

Con occidente asegurado, los Tyrell serían manejables. Y eso era lo mejor que podía esperar de momento.

Jon Arryn creía estar olvidando algo, algo relacionado con lo que dijo el mocoso Lannister que había hecho Aerys. Pero… no, no debió ser importante, una mera excusa para exculparse de asesinar a su Rey, eso debió ser.

El viejo halcón escribió rápidamente una carta para Tywin, la sello con su lacre y encargo que fuera enviada cuanto antes.

Pidió también una de las pócimas de Pycelle para que le ayudara a dormir, y pudiera apaciguar el dolor de cabeza que todos los planes que tenía y la actitud poco cooperativa de Robert le habían provocado.