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Soy inocente señor juez.

Soy inocente, Señoría, juro por todo lo que amo, no cometí el crimen del que se me acusa, no soy el monstruo que pintan.

Estoy sentado aquí, ante esta corte sin sentido, me siento como un peón en el juego de algún poderoso malicioso.

Me juzgan por un crimen que no cometí, me culpan por la muerte de un hombre, pero yo estaba en otro lugar, en el momento del crimen, no estaba.

Sé que mi pasado no es perfecto, que cometí algunos errores en mi juventud, pero nunca he sido un asesino, ni me he visto envuelto en algo tan sangriento.

¿Cómo puedo defenderme de algo que no hice? ¿Cómo puedo hacerles entender mi verdad? No tengo a nadie que me apoye, solo tengo mi inocencia y mi dignidad.

Señoría, se lo ruego, escuche mi voz, mi verdad, no soy un monstruo, no soy un asesino, por favor, no me envíe a la cárcel, a mi perdición.

A mis amigos y familiares les pido que no pierdan la fe en mí, sé que esta batalla será dura, pero lucharé por mi libertad, por mi vida.

Los testigos están en mi contra, la evidencia parece apuntar hacia mí, pero sé que hay algo mal, algo que no quieren que vea.

Pero no importa cuántas veces lo diga, nadie parece escuchar mi voz, soy como un peón en un juego, dirigido por manos frías e invisibles.

Mi abogado pelea mi caso, busca cualquier pizca de verdad, pero incluso él parece dudar de que mi inocencia sea una realidad.

Me pregunto quién está detrás de todo esto, quién quiere verme tras las rejas, ¿hay alguien más a quien culpar, o es solo mi destino ser la víctima?

Sé que un día la verdad saldrá a la luz, y seré exonerado de toda culpa, hasta entonces, seguiré luchando, por mi libertad, por mi vida, por mi justicia.

Señor juez, antes de tomar su decisión, por favor piense en mi inocencia, no me envíe a una prisión que no merezco, déjeme vivir en paz, en libertad, en armonía.

El juez tomó la decisión final sobre él, y me declaró culpable de todo, me condenó a años de prisión, por un delito que no cometí.

La injusticia me consumía por dentro, me dominaba la rabia y la impotencia, y en mi celda, noche tras noche, lloraba por mi libertad perdida.

Pero en un día, una luz brilló en mi camino, se presentaron nuevas pruebas y finalmente se probó mi inocencia, mi liberación estaba cerca.

Corrí hacia la salida de la prisión, sin mirar atrás, sin miedo, porque ahora sabía la verdad, y mi alma estaba libre de dolor.

Así que ahora sigo adelante, buscando un futuro mejor, esperando que nadie más tenga que pasar por lo que yo pasé.

Mi vida nunca será la misma, pero al menos sé que soy inocente, y mientras el sol brille en el cielo, seguiré luchando por mi libertad, por mi justicia

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