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Veinticuatro. Decisión precipitada.

Me enojaba que mis palabras no le importaran a Jacob. Me preocupaba que algo le pudiera pasar, después de todo se trataba de mi mejor amigo, era una tonto, pero seguía siendo mi amigo. Esperaba que no fuera tan idiota como para ponerse en peligro solo para que sintiera culpa.

La mano fría de Edward se deslizo por mi brazo para poder tomar mi mano.

—¿Estas bien? —pregunto preocupado.

—Me duele un poco la cabeza pero nada de qué preocuparse. —suspire. —Estoy enojada y decepcionada. —

—¿Dónde está Jacob? —

—Se fue a la pelea. —

Seth se encontraba caminando de un lado a otro, estaba segura de que ahora él y toda la manada ya sabían la discusión que habíamos tenido Jacob y yo.

—Oh. —dijo Edward cuando se quedó mirando a Seth un rato. —Se ha pasado. Como se le ocurre chantajearte para que se quede contigo, eso es algo muy bajo. —

—Ya se, si no fuera porque me fracturaría la mano lo hubiera golpeado. —

—Tranquilízate, corazón. —dijo mientras me abrazaba.

De pronto Seth aulló de forma estridente.

Me paralicé en cuanto comprendí el motivo del aullido. La pelea ya iba a comenzar.

—Todo saldrá bien, Elina. Tenemos la habilidad, el entrenamiento y la sorpresa de nuestra parte. La lucha habrá acabado muy pronto. Si yo no lo pensara así de verdad, estaría ahora allí abajo y tú permanecerías aquí, encadenada a un árbol o adonde fuera que consiguiera tenerte protegida. —

Seth empezó a soltar pequeños ruidos.

—¿Qué le pasa? —pregunte.

—Solo está molesto por tener que quedarse con nosotros. Sabe que la manada lo ha mandado aquí para mantenerlo fuera de la acción para protegerlo. Está ansiando reunirse con ellos. —asentí mientras miraba a Seth. —Los neófitos han llegado al final de la pista y todo ha salido de la manera en la que queríamos, Jasper es un genio. También han captado el rastro de los que están en el prado, así que ahora se están dividiendo en dos grupos, como adivinó Alice. —murmuró Edward, con los ojos concentrados en algún lugar lejano. —Sam nos está convocando para encabezar la partida de la emboscada. —estaba tan concentrado en lo que escuchaba que no se dio cuenta que lo dijo en plural.

Podía escuchar los ruidos de entusiasmo que soltaba Seth.

—El primer grupo está en el claro. Podemos escuchar la pelea. —dijo Edward.

Se río una vez.

—Podemos oír a Emmett... Se lo está pasando genial. —

Edward gruñó.

—Están hablando de ti. —los dientes se le cerraron también de golpe. —Se supone que deben asegurarse de que no escapes... ¡Buen movimiento! Vaya, qué rápida. —murmuró con aprobación. —Uno de los neófitos ha descubierto nuestro olor y Leah lo ha lanzado antes de que ni siquiera pudiera notarlo. Sam le está ayudando a deshacerse de él. Paul y Jacob han cogido a otro, pero los demás se han puesto a la defensiva. No tienen ni idea de qué hacer con nosotros. Ambos grupos están fintando. No, dejen que Sam lo lidere, apártense del camino. —dijo entre dientes. —Sepárenlos, no dejen que se protejan las espaldas unos a otros. —

Seth gruñó.

—Eso está mejor, llévenlos hacia el claro. —asintió Edward.

Su cuerpo cambiaba inconscientemente de posición mientras observaba, tensionando los músculos, anticipando los movimientos que habría hecho de encontrarse en la pelea.

De repente todo quedo en silencio.

La respiración de Seth se había cortado y eso fue como una advertencia. Cuando voltee a ver a Edward él se encontraba paralizado. ¿Qué había pasado? ¿Habíamos perdido? En un movimiento rápido Edward me había puesto detrás de él y había volteado a ver a Seth.

—¡Corre, Seth, corre! —le grito en un susurro.

El gran lobo corrió y desapareció entre las sombras del bosque.

No sabía lo que pasaba pero suponía que la pelea no había salido como ellos pensaban y necesitaban toda la ayuda posible. Estaba a punto de decirle a Edward que fuéramos a la pelea para que el pudiera ayudar y que no pasara nada malo. Estaba dispuesta a sacrificarme como la tercera esposa por todas la personas que estaban peleando para defenderme.

Pero antes de que pudiera decirle algo, hubo un movimiento tan rápido que me saco un poco el aire, cuando menos lo pensé ya me encontraba con la espalda recargada en una de las paredes de la montaña. Edward se había posicionado delante de mí tomando una postura que ya conocía.

Lo había malinterpretado todo, no era que algo malo había pasado en el claro, sino que lo malo estaba pasando aquí, algo venia hacia nosotros.

Edward adopto una posición defensiva, medio agachado.

—¿Quién es? —pregunte en un susurro muy bajo.

—Victoria. —dijo entre dientes y con odio. —No está sola. Nunca tuvo intención de participar en la lucha, pero seguía a los neófitos para observar. Cuando percibió mi olor, tomó la decisión de seguirlo por pura intuición, adivinando que tú permanecerías donde yo estuviera. Y ha acertado. Tú tenías razón, detrás de todo esto siempre estuvo ella y nadie más que ella. —

Me alivio un poco que no fueran los Vulturis los que se acercaban hacia nosotros. pero no podía relajarme completamente por la inminente llegada de Victoria. Yo sabía que Edward podía con ella, después de todo era rápido, ágil y fuerte, así que confiaba en él.

Me alegraba que Seth estuviera lejos de aquí donde no pudiera sufrir ningún daño.

Edward se movió de forma casi imperceptible, pero me dio una idea por donde se acercaba el enemigo. Venían desde lo más oscuro del bosque.

Dos vampiros salieron de manera lenta desde la sombras, con lo ojos atentos a cualquier movimiento.

Apenas puse atención al chico rubio que estaba más cerca de nosotros, ya que Victoria se encontraba unos pasos atrás con la mirada puesta en mí.

El pelo rojo como el fuego de Victoria le daba un aspecto más malvado a su rostro. Tenía los ojos negros por la sed. No sonreía, tenía los labios apretados en un fina línea. Me había sorprendido su postura, estaba acuclillada como una leona que está a punto de capturar a su presa. Su mirada salvaje se pasaba de Edward a mí, pero siempre dejando unos segundos más su mirada oscura en mi rostro. Podía sentir su anhelante deseo de cumplir la meta que se había propuesto por más de un año, sabía que lo ansiaba con todas sus ganas, lo podía sentir sin necesidad de tener un don como el de Edward, sabia como deseaba mi muerte.

Su plan era bastante obvio, mandaría al chico rubio a atacar a Edward, y cuando él estuviera lejos de mí, ella atacaría de manera rápida.

Mi corazón latía con fuerza.

El chico rubio miro a Victoria por el rabillo del ojo, esperando la orden. Victoria movió la barbilla en dirección a Edward para que atacara.

—Riley. —dijo Edward suplicante. El joven se quedó rígido por la sorpresa. —Te está mintiendo, Riley. —continuó Edward. —Escúchame. Te miente del mismo modo que les mintió a los otros que ahora están muriendo en el claro. Tú ya sabes que ella los ha engañado, porque te ha utilizado para ello, ya que ninguno pensó jamás en ir a ayudarlos. ¿Es tan difícil creer que su falsedad también te alcance a ti? —

La confusión se expandió por el rostro de Riley.

Edward se movió unos cuantos centímetros hacia un lado y Riley siguió el movimiento de modo automático ajustando de nuevo su posición.

—Ella no te quiere, Riley. —la voz de Edward era persuasiva, casi hipnótica. —Nunca te ha amado. Victoria amó una vez a alguien que se llamaba James y tú no eres más que un instrumento para ella. —

Cuando dijo el nombre de James, los labios de Victoria se retrajeron en una mueca que mostraba todos sus dientes. Sus ojos continuaron clavados en mí.

Riley lanzó una mirada furiosa en su dirección.

—¿Riley? —insistió Edward.

Éste volvió a concentrarse en Edward de forma instintiva.

—Ella sabe que te mataré, Riley. Quiere que tú mueras para no tener que mantener más su fachada. Sí, eso sí lo ves, ¿Verdad? Ya has notado la antipatía en sus ojos, has sospechado de esa nota falsa que se percibe en sus promesas. Tienes razón. Ella nunca te ha querido. Todos los besos y todas las caricias no eran más que mentiras. —

Edward trasladó su peso de nuevo unos cuantos centímetros más hacia el muchacho y se apartó otros tantos de mí.

La mirada de Victoria se ajustó al espacio que se había abierto entre nosotros. No le llevaría más de un segundo matarme, y sólo necesitaba una pequeña oportunidad para hacerlo.

Riley volvió a cambiar su posición esta vez con más lentitud.

—No tienes por qué morir. —le prometió Edward, con los ojos fijos en los del muchacho. —Hay otras formas de vivir distintas a la que ella te ha enseñado. No todo son mentiras ni sangre, Riley. Puedes seguir un camino nuevo desde ahora. No debes morir por culpa de sus engaños. —

Edward deslizó un pie hacia delante y hacia un lado. Ahora había medio metro entre él y yo. Riley se demoró algo más de lo necesario para compensar el avance de Edward. Victoria se inclinó hacia delante, sobre sus talones.

—Es tu última oportunidad, Riley. —susurró Edward.

El rostro del joven vampiro mostraba verdadera desesperación mientras miraba a Victoria en busca de respuestas.

—Él es el mentiroso, Riley. —intervino Victoria. —Ya te advertí acerca de sus truquitos mentales. Tú sabes que te quiero. —su tono era completamente dulce e hipnotizante.

Riley apretó la mandíbula y cuadró los hombros. Sus ojos se vaciaron de todo tipo de confusión o de sospecha y de cualquier otra clase de pensamiento. Se preparo para atacar.

El cuerpo de Victoria parecía temblar. Sus manos se habían convertido en garras a la espera de que Edward se separara sólo un centímetro más de mí.

Un gruñido sonó en el campamento pero no procedía de ninguno de ellos. Un lobo gigante cayó sobre el centro del claro, arrojando al suelo a Riley.

—¡No! —gritó Victoria con incredulidad.

A un metro y medio de mí el enorme lobo arrancó de un movimiento algo y lo separó del cuerpo del vampiro rubio. Un objeto blanco y duro chocó contra las rocas al lado de mis pies. Me deslicé a un lado para apartarme.

Victoria no desperdició ni una sola mirada en el chico al cual había jurado poco antes su amor. Tenía los ojos aún fijos en mí llenos de una decepción.

—No —repitió entre dientes mientras Edward comenzaba a moverse hacia ella bloqueándole su acceso hasta mí.

Riley estaba de nuevo de pie, con una apariencia demacrada pero aún capaz de lanzar un perverso golpe hacia el hombro de Seth. Oí cómo se partía el hueso.

—¡No, Seth! —grite.

Seth se retiró y comenzó a girar sobre sí mismo, cojeando. Riley avanzo de nuevo hacia él, aunque parecía que le faltaba una mano.

A pocos metros de esta pelea, Victoria y Edward no perdían el tiempo. No daban vueltas, porque Edward no iba a permitirle adquirir una posición más cercana a mí. Ella se deslizaba hacia atrás, moviéndose de un lado al otro, intentando encontrar un hueco en su defensa. Él seguía su juego de piernas con agilidad, acechándola con perfecta concentración. Comenzaba a moverse justo una fracción de segundo antes de que ella se moviera, leyendo sus siguientes movimientos en sus pensamientos.

Seth embistió a Riley de costado y volvió a arrancarle algo que provocó un horrible y estridente grito de dolor. Otro gran trozo blanco y pesado cayó en el bosque con un golpe sordo. Riley rugió de furia y Seth saltó hacia atrás mientras el neófito lanzaba un golpe hacia él con la mano destrozada.

Victoria se abrió camino en zigzag hacia el extremo más lejano del pequeño claro. Estaba dividida. Sus pies la empujaban hacia la seguridad, pero sus ojos mostraban su ansia de ir y atacarme. Podía ver cómo luchaban en su interior el deseo ardiente de matar contra el instinto de supervivencia. Edward también podía ver esto.

—No te vayas, Victoria. —murmuró Edward. —Nunca tendrás otra oportunidad como ésta. —

Ella le mostró los dientes y siseó en su dirección.

—Siempre podrás huir luego. —ínsito Edward. —Tendrás mucho tiempo para eso. Es lo que haces siempre, ¿No? Ése es el motivo por el que te retenía James. Le eras útil, pese a tu afición a los juegos mortales. Una compañera con un asombroso instinto para la huida. Él no debería haberte dejado. Bien que le habrían venido tus habilidades cuando lo atrapamos en Nueva York. —

Un gruñido brotó de ella.

—Sin embargo, eso fue todo lo que significaste para él. Es de tontos malgastar tanta energía vengando a alguien que sintió menos afecto por ti que un cazador por su perro. No fuiste para él nada más que alguien oportuno. Yo lo supe. —Edward esbozó una sonrisa torcida mientras se golpeaba la sien con un dedo.

Con un gruñido estrangulado, Victoria corrió contra los árboles de nuevo, yendo hacia un lado. Edward respondió de la misma forma.

Justo entonces, el puño de Riley alcanzó el flanco de Seth y un gemido bajo se ahogó en la garganta del lobo gigante. Seth retrocedió con los hombros encogidos, como si intentara sacudirse el dolor.

—No, por favor. —roge hacia Riley. —{Es sólo un niño.} —pensé.

Riley estaba cerrando de nuevo la distancia entre ellos empujando a Seth contra la pared de roca donde yo me encontraba. Victoria pareció de pronto interesada en su compañero. Podía verla mirando de reojo, juzgando la distancia entre Riley y yo. Seth atacó de nuevo a Riley, que se vio obligado a retirarse y Victoria siseó.

Seth ya no cojeaba. Dando vueltas, se topó con la espalda de Edward, la cual rozó con la cola, y los ojos de Victoria se abrieron de asombro.

—No, no se volverá contra mí. —le dijo Edward, contestando la pregunta que había hecho mentalmente y usó su distracción para deslizarse más cerca de ella. —Tú nos has suministrado un enemigo común, nos has convertido en aliados. —

Ella apretó los dientes, intentando mantener concentrada su atención sólo en Edward.

—Míralo más de cerca, Victoria. —murmuró él distrayéndola. —¿De verdad se parece tanto al monstruo cuyo rastro siguió James desde Siberia? —

Sus ojos se abrieron por completo y después comenzó a mirarnos a Edward, Seth y a mí, de uno en uno.

—¿No es el mismo? —gruñó. —¡Es imposible! —

—Nada es imposible. —murmuró Edward mientras se acercaba a ella centímetro a centímetro. —Jamás la tocaras. —

Ella sacudió la cabeza de manera rápida intentando evitar distracciones y evadirlo pero él se colocó en el lugar apropiado para bloquearla tan pronto como ella pensó el plan. Su rostro se contorsionó de pura frustración y después se agazapó aún más y atacó.

Edward cambió de posición conforme se acercaron el uno al otro. La batalla aumentó de ritmo. Parecía una danza similar a la de Alice y Jasper en el prado, una espiral borrosa de movimientos, sólo que esta danza no estaba coreografiada de modo tan perfecto.

Riley se distrajo con ese violenta danza, con los ojos llenos de ansiedad por su "Compañera". Seth atacó de nuevo, arrancando de otro bocado un pequeño trozo del vampiro. Riley rugió y lanzó un golpe dio de lleno en el pecho de Seth. Su cuerpo enorme se elevó más de tres metros y chocó contra la pared rocosa sobre mi cabeza con gran fuerza. Salté fuera de su camino cuando él rebotó contra la piedra y cayó sobre el suelo a pocos metros de donde yo me hallaba.

Un bajo gimoteo se escapó de entre sus dientes.

Empezaron a caer fragmentos de roca, rápidamente me cubrí la cabeza. Vi una roca plana y afilada, la tomé entre mis dedos cuando se activaron mis propios instintos de supervivencia. Mi cuerpo se preparaba para luchar, sin preocuparse de lo poco efectivo que fuera el gesto, al no haber tiempo para la huida. Se me disparó la adrenalina. Notaba como la roca me cortaba la palma. Era consciente de todo esto, pero a pesar de esto no sentía dolor.

Riley se deslizó hacia mí, con los ojos rojos brillantes de furia. Miró al lobo color arena que se encontraba entre nosotros y sus manos, destrozadas y rotas. Abrió la boca mostrando los dientes preparando para desgarrar la garganta de Seth.

Un segundo latigazo de adrenalina me atravesó. Me subí el grueso suéter hacia arriba para exponer la piel y después presioné la parte más afilada contra la piel de mi brazo en donde tenía la cicatriz que me hice en mi último cumpleaños. La sangre se comenzó a derramar llamando la atención de todos los vampiros y dejándolos helados en sus sitios por un momento.

Victoria poso sus ojos en los míos. En su expresión se mezclaban la furia y la curiosidad de una forma extraña.

El baile se detuvo de manera violenta. Victoria había salido volando y había chocado contra un árbol. Cayó sobre la tierra y a agazapada para saltar. De igual forma, Edward atrapo a Riley por el brazo. Me pareció como si Edward plantara su pie contra su espalda y tirara hacia arriba...el campamento se llenó con el agonizante grito de Riley. Al mismo tiempo, Seth saltó sobre sus patas y me ocultó la mayor parte de la visión, pero aún podía ver a Victoria. Y pude distinguir la sonrisa que atravesaba su rostro. Se agachó y saltó.

Algo pequeño y blanco silbó por el aire y colisionó con ella en pleno vuelo. El impacto sonó como una explosión, y la lanzó contra otro árbol, que esta vez se partió por la mitad. Volvió a aterrizar sobre sus pies, agazapada y preparada, pero Edward ya ocupaba su posición. Sentí alivio cuando lo vi de pie y en perfecto estado.

Victoria pateó algo a un lado con un golpe de su pie desnudo, el misil que había abortado su ataque. Vino dando vueltas hasta mí y me di cuenta de lo que era. Se me revolvió el estómago. Los dedos todavía se retorcían. Aferrándose a las hojas de hierba, el brazo de Riley comenzó a moverse de forma convulsiva por el suelo.

Seth estaba de nuevo dando vueltas en torno a Riley, mientras éste se retiraba. Caminaba de espaldas ante el lobo que avanzaba, con el rostro rígido por el dolor. Alzó su único brazo a la defensiva.

Seth cayó sobre Riley y el vampiro perdió el equilibrio. Vi al lobo hundir los dientes en el hombro de Riley y luego tirar saltando hacia atrás de nuevo. Con un chirrido metálico, Riley perdió su otro brazo.

Seth sacudió la cabeza lanzando la extremidad contra los árboles. El entrecortado ruido que salió de entre sus dientes sonaba como una risita burlona.

—¡Victoria! —gritó Riley con un lamento.

Ella ni siquiera se volteó al oír el sonido de su nombre. Sus ojos ni siquiera hicieron el intento de moverse hacia su compañero.

Seth se lanzó hacia delante con fuerza. El golpe los llevó a ambos entre los árboles, donde los chirridos metálicos eran acompañados por los gritos de Riley. Éstos acabaron de repente, mientras que continuaron los ruidos de trituración del cuerpo del vampiro.

Aunque no malgastó en Riley ni una mirada, Victoria pareció darse cuenta de que estaba sola. Comenzó a apartarse de Edward con decepción en sus ojos. Me lanzó una corta mirada de anhelo y después empezó a retirarse con más rapidez.

—No. —dijo Edward. —Quédate un poco más. —

Ella aceleró hacia el bosque pero Edward fue más rápido. La agarró por la espalda desprotegida justo al borde de los árboles y todo se acabó con un último y sencillo movimiento. La boca de Edward se deslizó por su cuello. Y luego su llamativo pelo ya no siguió conectada al resto de su cuerpo. Su cabeza rodo por el piso hasta topar con los árboles.

Ya todo había acabado.

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