La lámpara prendida en el techo liberó una luz amarilla y cálida que inundó toda la habitación; no obstante, ninguna de las personas en la sala pudo disfrutar la comodidad brindada por la luz debido al terrible mensaje que habían dado las caricaturas antes de que el televisor se apagará.
—Les recuerdo que hay que seguir las instrucciones de los gatos—Comentó Dante mirando las reacciones de las otras personas en la habitación—O podríamos ser los siguientes en morir...
—Pero estás loco!—Gritó uno de los chicos asustado—Incluso si de verdad no fuera un ser humano, me niego a hacer semejante locura.
—Bueno...—Comentó Dante con calma—Cada quien elige cuándo morir, no te puedo negar ese derecho.
El chico se enojó con las palabras de Dante y quiso acercarse para embocarle una trompada, pero uno de sus compañeros lo detuvo y le dijo con calma:
—Por el momento veamos si el compartimiento oculto existe. Si están los serruchos, entonces deberíamos matar a la chica y descuartizarla. No lo pienses tanto, así es la vida que nos tocó vivir: los fuertes sobreviven, los débiles mueren...
*Mmm...mmm* Sofía escuchó las palabras del joven y lloró con desesperación. Mientras Sofía trataba de decirles que era de verdad una persona, pero el trapo en la boca impedía que pudiera hablar.
Tratando de ignorar las súplicas de Sofía, el chico que había hablado comenzó a verificar la tapa de la caja de madera. La tapa se sentía anormalmente pesada y luego de tocar todos los tablones noto que había un tablón que podía deslizarse para sacarlo. El chico retiró el tablón mostrando la mitad de un serrucho.
—¿De verdad vamos a matar a la mujer?—preguntó uno de los chicos asustado.
—Vamos a rematar a la mujer, ya la matamos cuando la engañamos...—Comentó el chico que parecía ser más frío que el resto.
El chico siguió inspeccionando la tapa de la caja y notó que habiendo sacado el primer tablón de madera, el resto de los tablones de la tapa de la caja salían con facilidad. Al retirarlos todos, se pudo observar un arsenal de herramientas cortantes similar al que podía verse en la caricatura.
Dante notó que el chico tomaba un cuchillo del arsenal para matar a la chica, pero cuando el chico estuvo a punto de asesinar a Sofía, Dante con bastante calma comentó:
—Ten en cuenta que si la matas antes de desmembrarla podríamos no seguir las instrucciones de los gatos...
Las manos del chico temblaron y levantó la cabeza para mirar a Dante como si fuera un demente. Que clase de persona le recordaría eso justo al último segundo. El joven ya hasta había cortado un poco del cuello de la chica.
Pero Dante no se incomodó por la mirada: a esto había venido a este sitio. El joven venía a este lugar para ver cómo eran las personas en la realidad y Dante solo haría que las decisiones se vuelvan más o menos complicadas según sus deseos. Esta era la insensibilidad que se había generado en Dante luego de haber revivido miles de veces y estar 100% seguro de que esto era un juego.
Dante incluso podría tomar la decisión de no venir: no le pasaría nada si una noche no viniera, pero le gustaba ver qué decisiones tomaban las personas en momentos complicados. Siendo el único que conocía que esto era únicamente un juego (o una pesadilla), Dante forzaría el juego hasta el final para ver cómo se comportan las personas de diferentes épocas.
—Tapamos la cabeza, la noqueamos y continuamos como hicieron los gatos...—Comentó el chico que hasta el momento no había hablado; era el que tenía la marca de la mano en el cuello, al igual que Dante—La chica fue quemada viva frente a nuestros ojos: lo más probable es que de verdad no sea ella y con la cabeza tapada nunca sabremos la verdad...
Al decir eso, el chico no se molestó en mirar por última vez a Sofía e ignoró los mugidos y llantos de la misma. El muchacho se sacó la campera para lluvia y luego la remera blanca que llevaba puesta, mostrando un cuerpo bastante tonificado pero con varios tumores malignos creciendo por su pecho y abdominales.
Acto seguido, el joven usó su remera para envolver la cabeza de Sofía y no tener que sufrir viendo sus llantos; al parecer para el chico la campera para lluvia era más importante que su remera. Cuando el joven terminó se colocó la campera para lluvia nuevamente y tomó un cuchillo de la caja y utilizó el mango para golpear numerosas veces la cabeza de Sofía.
—Ya debería estar inconsciente...—Comentó Dante sacando el cuchillo de plata que guardaba en su cintura.
Acto seguido, Dante cortó el brazo de la chica con bastante habilidad; al punto que antes de que los otros pudieran reaccionar había cortado el brazo de la chica y sacado un frasco de su interior.
—¿Eres uno de los caníbales?—Comentó uno de los chicos con preocupación; Dante literalmente en menos de un minuto había dejado un hueso que chorreaba sangre limpia en donde antes había un brazo.
—Trabajo de carnicero...—Comentó Dante diciendo una mentira, pero sabía que las personas de otras épocas solían comprar los cortes de carnes y no los animales enteros, por lo que no sabían cómo deshuesar—La chica no era de verdad: ni siquiera se quejó cuando le corte el brazo.
Al decir eso, Dante tomó el frasco con sangre y lo limpió con la ropa de Sofía, para poder ver con cuidado el contenido del mismo: el frasco parecía estar hecho de plástico blanco y tenía la forma similar a un pastillero, con una tapa en uno de sus extremos.
Dante luchó bastante para abrir el frasco, hasta que descubrió que tenía que girar la tapa para abrirlo. Con cuidado, Adam sacó un papel doblado que se encontraba en el interior del frasco. Al desdoblar el papel, Dante noto que en el papel había dibujado un gato con pelo amarillo tras unas rejas como si estuviera en la cárcel.
El gato era el mismo que aparecía en las caricaturas de la televisión y abajo del dibujo del gato estaba escrito el nombre: "Dante-12".
Mientras que en la parte de atrás del papel estaba escrito el número 2 rodeado por un circuló.