Caminamos por el Callejón Diagon hasta que a lo lejos divisamos el inconfundible cabello rojizo de mi padre. Cuando nos acercamos, lo encontramos junto a Harry, Hermione y Hagrid, hablando frente a la entrada de Gringotts. Mi madre suspiró de alivio al verlos a todos sanos y salvos.
"Harry, qué bueno que estás bien", dijo mi madre con ternura mientras le daba un abrazo a Harry.
"Estuviste a punto de darle un infarto a nuestra madre, Harry", dijo Fred en tono acusador, aunque claramente en broma.
"Sí, ¿qué hubiéramos hecho sin ella?" añadió George, con la misma teatralidad.
"¡Ustedes cállense!" les regañó mi madre, lanzándoles una mirada fulminante. Luego se dirigió a Harry: "¿Dónde estabas?"
"En el Callejón Knockturn", respondió Harry, algo avergonzado.
"¡Genial!" respondieron los gemelos al unísono, con admiración, aunque la mirada amenazante de mi madre rápidamente los hizo cambiar de expresión.
Hagrid intervino, explicando cómo había encontrado a Harry antes de continuar con sus propios asuntos. Más tarde me enteraría de que había ido a mi negocio en busca de repelente para babosas carnívoras. Resulta que había estado buscando en Knockturn Alley, pero recordó que había visto algo parecido en mi tienda la última vez y decidió preguntar si teníamos lo que necesitaba. Fue en su camino hacia allí cuando se encontró con Harry.
Mientras caminábamos hacia el banco, Harry le contaba a Ron cómo había visto a Draco Malfoy y a su padre en Borgin and Burkes, lo que provocó algunos comentarios mordaces de mis padres sobre la familia Malfoy. Yo, por mi parte, intentaba evitar la mirada amenazante de Hermione. Después de lo que ocurrió la última vez en su casa, solo habíamos estado comunicándonos mediante [Mensaje], y esta era la primera vez que nos veíamos en persona desde entonces.
Hermione no perdió tiempo. Se acercó disimuladamente mientras nadie nos miraba y, con una sonrisa casi inocente, me pellizcó la cintura con fuerza, retorciéndome la piel de tal manera que me esforcé por no gritar de dolor. Sabía que me lo merecía, y ahora estaba pagando por ello, aunque no me arrepentía en lo más mínimo.
Parecía que Hermione aún quería desquitarse un poco más. Nos habíamos reconciliado en nuestras charlas, y el cupón de comida gratis que le di le había encantado, pero eso no significaba que me iba a dejar sin un pequeño castigo. Sabía que no llegaría mucho más lejos, pero probablemente me seguiría recordando el incidente y exigiendo alguna compensación adicional. Mientras nos susurrábamos al oído, ella fingiendo estar ofendida y yo suplicando por perdón, notamos que nos estaban observando.
Primero, estaba mi hermana, que estaba dando una mirada mortal a Hermione y a mí, y luego...
"¡Hola, Hermione! Es un gusto conocerte", dijo mi madre con su tono más amable.
"H-hola, señora Weasley", respondió Hermione, tartamudeando por los nervios. "También es un gusto conocerla."
"¡Qué niña tan encantadora!", exclamó mi madre casi sin darse cuenta. "Nos han hablado mucho de ti. Queríamos invitarte a nuestra casa para conocerte mejor, pero Red no nos dejó", añadió acercándose a Hermione.
Pude ver cómo Hermione empezaba a entrar en pánico. Aunque teníamos una relación, ambos preferíamos mantenerla privada. Ninguno de los dos se sentía preparado para conocer a los padres del otro; la presión era demasiada. Hermione casi saltó detrás de mí para ocultarse, pero logró mantener la compostura lo suficiente como para saludar cordialmente a mis padres y responder a sus preguntas de la mejor manera posible. En ese momento, olvidó por completo su resentimiento hacia mí y concentró toda su energía en dar una buena impresión.
En ese momento, yo también me puse nervioso, pero no por mis padres, sino por los de Hermione, que también nos vieron y venían hacia nosotros. Sentí el corazón en la garganta al darme cuenta de todo lo que podría salir mal si ellos mencionaban algo que no debía saberse. Mi cerebro trabajaba a toda velocidad buscando una salida.
Mis padres y hermanos también notaron la presencia de los Granger acercándose, y supe que tenía que actuar rápido. Mi padre, siempre fascinado por el mundo muggle, ya estaba preparado para lanzarse a saludar a esos dos "especímenes" curiosos, pero me adelanté.
"Hola, señor y señora Granger, es un gusto volver a verlos", dije, caminando hacia ellos con una sonrisa. Al mismo tiempo, les envié un [mensaje] discretamente. Era la primera vez que usaba esto con ellos, y solo podía rezar para que no se asustaran.
[Soy yo, Red. Esto es un mensaje mágico, no se alarmen.]
[Por favor, por dios y por la patria. Si hablan con mis padres, no les digan que ya nos hemos visto antes ni que visité, no nos vimos más allá de la estación de tren. Tampoco mencionen cómo me comporto fuera de casa. Se los ruego, tengan piedad. Estoy dispuesto a negociar.]
[Por favor, por dios y por la patria. Si hablan con mis padres no les digan que los visite antes ni que nos vimos mas allá de la estación de tren. Tampoco cuenten como soy fuera de casa, por favor se los suplico, tengan piedad de mi. Podemos negociarlo]
[Les conseguiré más cupones como el anterior, o incluso servicio gratis de por vida. Solo, por favor, no me delaten. "Solo soy un niño normal", *guiño* *guiño*].
Los Granger se detuvieron, sorprendidos. Desde la perspectiva de mis padres, parecía que estaban sorprendidos por mi repentino entusiasmo, pero en realidad estaban leyendo las palabras flotantes que les había enviado. Me miraron con sorpresa, asimilando lo que acababan de ver, y luego intercambiaron miradas conmigo, notando mi expresión de súplica desesperada.
No hubo mucho tiempo para más intercambios silenciosos porque mi padre se acercó a saludarlos con entusiasmo, seguido de mi madre. Los consuegros se conocieron mientras yo sudaba a mares, incluso más que Hermione cuando estaba frente a mi madre. Se intercambiaron varias palabras, pero, para mi alivio, todo parecía estar yendo bien, y pude respirar un poco más tranquilo.
Mi familia, junto con Harry, todavía tenía que bajar a las bóvedas subterráneas para sacar dinero, pero yo no quería seguirlos, así que me quedé con los Granger. Mis padres también querían hablar con ellos, y mi padre no paraba de insistir en la idea de ir a tomar una copa juntos después. Xeno también vería su bóveda y se llevó a su Luna con él al verme necesitar espacio y Ginny, bueno, ella quería quedarse conmigo, aunque me asustaba su mirada, pero, mi madre la arrastró
Finalmente, cuando me quedé solo con los Granger por un momento, suspiré de alivio una vez más, agradeciendo internamente que todo hubiera salido mejor de lo que esperaba.
"Gracias... no saben de la que me salvaron", les dije, refiriéndome a que no revelaran mis escapadas.
"¿Tus padres no saben que nos fuiste a ver?" preguntó la señora Granger, mirándome con cierta desconfianza.
"No, ni que fui durante Navidad. Verán, el tema de mis clones es complicado. No les he contado todo porque temo que intenten limitarme. Saben de su existencia, pero no de lo lejos que pueden llegar. Prefiero que siga así. De hecho, además de ustedes y unos pocos más, nadie lo sabe. Les pido que guarden mi secreto, por favor."
"Hmm... ¿y lo de que Hermione estaba embarazada?" insistió, entrecerrando los ojos con una mirada mucho más severa, lo que hizo que Hermione se ruborizara visiblemente.
"Lo siento mucho por eso", respondí rápidamente, sintiendo la presión aumentar. "Suelo usar el humor para lidiar con situaciones incómodas o de mucho estrés. Me disculpo de verdad." Me incliné 90° en señal de arrepentimiento. "No embarazaría a Hermione así como así. No quiero ser un padre joven, el estrés me mataría. Solo con ver a mis padres lidiar con nosotros ya me entra pánico."
"Hmm..." El señor Granger soltó un resoplido, aunque no estaba seguro si era de enojo o si estaba conteniendo la risa. Tal vez una mezcla de ambas. Aun así, se mantuvo en silencio, dejando que su esposa hablara.
"Entonces, ¿no tengo que preocuparme por tener una hija promiscua?", preguntó la señora Granger, mientras Hermione parecía querer que la tierra se la tragara. Después de lo ocurrido aquel día, habían hablado mucho sobre nuestra relación, preguntándole si yo era alguien de fiar o si debían mantenerla alejada de mí. Para mi fortuna, Hermione me había defendido.
"No se preocupe, señora Granger. Sé distinguir una broma de algo serio."
"Más te vale", respondió ella con una advertencia implícita.
"Pero en serio, les agradecería mucho que no le contaran a mis padres detalles sobre cómo soy con otras personas. Mis hermanos también son bromistas, aunque más de humor físicos, y mi madre ya los tiene vigilados. Además, mi relación con mis padres ha sido complicada desde la infancia por algunos problemas médicos, y no quiero complicar más las cosas. ¿Pueden hacerme ese favor?", dije, haciendo un pequeño uso de mis habilidades para parecer más vulnerable y necesitado.
"Veremos qué hacemos", dijo la señora Granger, pero ya podía notar cómo mi acto había despertado su instinto maternal.
"Gracias. Tal como les prometí, les daré acceso gratuito al restaurante de la última vez. Soy amigo de la dueña; estuvo en Hogwarts con nosotros el año pasado. Si le dicen que van de mi parte, los tratará como familia."
"Te lo agradecemos mucho. Fue muy interesante la última vez, aunque no pudimos quedarnos tanto como nos habría gustado", dijo el señor Granger, y noté cómo ambos se sonrojaban ligeramente al recordar la ocasión.
"Cambiando de tema, esta cosa...", dijo, refiriéndose al [Mensaje].
"Es una habilidad especial. Piensen en ella como un email o un fax mágico. Puede usarse para comunicarse instantáneamente. Si me dan tiempo, puedo tratar de que Hermione pueda usarla con ustedes para que se comuniquen mas fácilmente. Pero por ahora, manténganlo en secreto, incluso de mis padres, que querrán hablar con ustedes pronto." Hice una pausa y agregué "Ah, y una advertencia: el mundo mágico y el muggle tienen grandes diferencias. A veces es difícil que se comuniquen correctamente. Si mis padres dicen o preguntan algo extraño, no se ofendan. Las diferencias culturales son enormes, y los malentendidos pueden ser comunes."
No estaba mintiendo del todo. Desde que subí el nivel de [Mensaje] y abrí mi negocio, había ganado algunas nuevas habilidades, como [Gremio], aunque eso era más cosa de Tenebrius. Pero en este momento, estaba concentrado en los Granger mientras veía a lo lejos cómo mis padres volvían de recoger dinero en Gringotts.
...
Actualmente, "Los Dragones de Albión" estaba cerrado. Decidimos abrir un poco más tarde, ya que, bueno, había un evento mucho más importante sucediendo en ese momento... Tonks estaba empotrada sobre una de las mesas, pidiendo clemencia por el ataque inesperado desde su retaguardia mientras intentaba limpiar. Si no fuera por la sonrisa tonta en su rostro y lo mucho que me apretaba ahi abajo, como si quisiera que fuera más profundo, le habría creído.
Aquí, mientras profanaba Tonks, reflexionaba sobre lo que les dije a los Granger, dudando si era el momento de iniciar con esa parte del plan. Verán, cuando abrí este gremio improvisado de aventureros, adquirí una habilidad llamada [Gremio], la cual me permitía formar grupos desde ciertas cantidad de personas, otorgándoles beneficios específicos. Uno de esos beneficios era la creación de un sistema de comunicación en grupo como [Mensaje], aunque no sería tan poderoso como mi propia habilidad.
También había otros beneficios, más especializados, aunque todos eran versiones debilitadas de mis habilidades. Esta habilidad estaba diseñada para que formara mi propio grupo, pero yo quería sacar más provecho. Pensé en crear un grupo aparte para el gremio, con subgrupos disponibles a un costo, donde las personas pudieran acceder a estas habilidades limitadas. Aunque no fueran tan efectivas como las mías, muchos estarían dispuestos a pagar por tenerlas.
Además, se me ocurrió ofrecer servicios bancarios. Los miembros formarían su grupo aquí y se les asociaría una cuenta en el banco de mi [Feudo]. Una de las habilidades que podía ofrecer con [Gremio] era un [Monedero] como el mio, vinculado a esa cuenta. Esto no solo aumentaría el interés por el gremio, sino también el crecimiento del banco y mis ganancias. Incluso aquellos con dinero dudoso podrían sentirse atraídos por la idea, siempre y cuando confiaran en nosotros como para hacerlo. Claro, impondría ciertas limitaciones, como restringir el uso de estas habilidades solo dentro de las tierras británicas. Si alguien de otro país quisiera disfrutar de estos beneficios, tendría que esperar a que expandiera mi negocio a su región, lo cual ayudaría a mantener el bajo perfil por el momento.
Continué pensando en el plan mientras aumentaba el ritmo de mis movimientos, cada vez más cerca de mi clímax. Haber crecido definitivamente hacía todo esto mucho más cómodo; ahora tenía una mejor postura.
"Quizá los hombres lobo podrían ser el primer grupo en unirse como prueba, lo que también serviría para iniciar." Cuanto más lo pensaba, más clara se volvía la idea, hasta que finalmente no pude contenerme más.
"¡AHHHHHhhhh...!" gimió Tonks al sentir cómo la llenaba por completo. Su saliva caía sobre la mesa, sabiendo que tendría que limpiarla después, pero sin importarle ahora, con su cuerpo temblando y sus partes preciosas goteando.
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1er Capítulo Adicional
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