GABRIEL
En verdad amaba a Anthony, deseaba pasar la eternidad a su lado. Cuando lo drogué para forzarlo a casarse conmigo, en verdad estaba desesperado. No iba a aceptar pasar un segundo más lejos suyo.
No obstante me resultaba imposible llegar a él y eso que había intentado todo con tal de llegar a su duro corazón.
Pero cuando me pidió tiempo para él, queriendo escapar de mi lado, me sentí morir. Sin embargo no iba a perder esta vez, me aseguraría de tener algo suyo.
Por eso le pedí un hijo suyo mediante un alquiler de vientre. De ésto hacía ocho meses ya, nuestro hijjo había nacido hacía solo cinco días. Me sentía triste, de hecho desde que Anthony se fue perdí toda alegría limitándome a existir.
En todo este tiempo no recibí ninguna noticia suya, nada de nada. Seguiamos casados pero eran solo palabras escritas en un papel, nada más.
Al cabo de dos meses empece a frecuentar los clubes nocturnos más prestigiosos de la ciudad.
Cada tanto me llevaba a alguien a la cama, pero todo era pasajero. Supe que Rafael se casó con quien al parecer era el amor de su vida hacía solo dos meses.
Ahora vivía al otro lado del océano sintiéndose muy pero muy feliz. Su esposo tenía un apellido que allá pertenecía a la más altísima escala de la aristocracia. Por tal razón sabía que era feliz por ese lado también.
Sin embargo, yo sentía que había perdido mi alma. Tenía contacto con mi padre y su familia mediante cartas pero nada más. Él decidió quedarse allá y en verdad era felíz junto a su esposo e hijos.
Ahora solo tenía al bebe de Anthony, es decir su bebe. Lo había registrado como mío propio sintiendo que al fin conservaba algo de mi dorado amor conmigo mismo.
El pequeño era el vivo retrato de Anthony. Tenía sus mismos ojos, su identica sonrisa. Y eso que tenía solo días de vida. No me despegaba de mi pequeñito. De hecho tenía su pequeña cuna en mi habitación.
Solo a su lado y mirándolo dormir, reír y moverse podía evitar llorar. Me costó bastante dejar de lado la idea del suicidio. La pronta llegada de éste pequeño era lo que mantenía mi locura a raya. Y ahora me devolvía la alegría de vivir.
Los meses pasaron y ni pequeño se volvía cada vez más igual a Anthony. Ya hacía más de un año que él se marchó y no sabía nada de nada. Pero cuando nuestro hijo cumplió un año, supe que había llegado el momento de buscarlo y traerlo de regreso a casa.
Fue cuando llamé a Yodo y a Arraya. Les dí órdenes de traerlo de donde sea que se encuentre de forma inmediata.
— Anthony es mi esposo, y debe estar a mi lado si o si. Yodo, Arraya. Por favor.
— Descuida Gabriel — me dijo Yodo — Lo traeremos a tu lado sí o sí.
Pero cuando quisieron irse, la voz de Anthony resonó en el lugar.
— No hace falta que los envíes a secuestrarme, aquí estoy Gabriel. He vuelto.
Sin pensarlo dos veces lo abracé con intensidad sintiendo como si me acabara de quitar un peso de encima. Sin embargo mi intensa alegría no evitó percibir su frialdad al rozar mi cuerpo. Apenas me tocó.
— Si...bueno...ya volví Gabriel, ahora quisiera ver a mi hijo y...
Aquello me devolvió al presente. Anthony no había vuelto por mí sino por su hijo, nuestro hijo. Suspiré hondo al tiempo que me alejaba un poco de él, sin soltarlo por supuesto.
— Yodo, Arraya entren a mi dormitorio y llevense a mi bebe con ustedes.
Ante mis palabras Anthony me miró asorado como a su vez lo hicieron mis dos amigos.
— Vayan al lugar aquel, pronto me pondré en contacto con ustedes — luego miré a mi mayordomo — Prepara dos bolsos con todo lo que mi bebe necesite.
Todos obedecieron mis órdenes sin protestar. En cuanto a Anthony, empezó a gritar y forcejear pero no me importó. Lo mantuve inmovilizado hasta que mis leales subditos se fueron con mi bebe.
Anthony lloraba a más no poder, suplicandoles a quienes tenían a su bebe que no se lo llevasen.
Yodo sostenía al bebe al salir del dormitorio. Cuando Anthony quiso acercarsele, yo lo sujeté de ambos brazos.
—¡No te lo lleves! ¡Es mio! ¡Mi hijo! ¡Maldita sea es mi bebe! ¡Sueltame Gabriel! ¡Están secuestrando a mi bebe por dios!
Pero Yodo salió de la mansión sin inmutarse par subir al carruaje y junto a Arraya y el bebe de Anthiny, perderse en la oscuridad.
Al quedar solos yo recién solté a Anthony quien corrió a la puerta de calle, pero estaba ya cerrada con llave. El rubio estaba frenético.
—¡¿Qué hiciste Gabriel?! ¡¿A dónde llevan a mi hijo?!
— A un sitio seguro, lo más lejos de tí Anthony.
—¿Qué? Pero....¿por qué?
— Anthony, tú viniste solo por nuestro hijo.
—¿Nuestro hijo? — Anthony lo miró con aprensión — Estás equivocado Gabriel, ese bebe es mío no tuyo. Es mí hijo, tu nada tienes que ver.
Él estaba pálido y más delgado, no estaba nada bien. Maldición ¿qué demonios estaba haciendole a quien tanto amaba?
— Anthony — cuando quise acercarmele, él retrocedió
—¡No! No me toques por dios. Alejaste a mi hijo de mí.
— Anthony escuchame
— No, no y no.
Él caminaba con gran nerviosismo, no soportaba estar encerrado. Solo sabía lastimarlo por dios.
— Lo lamento Anthony. Todo esto se debe a que fuí drogado por Mefis, sé que no me crees pero esa droga destruyó mis recuerdos.
— Me abandonaste cuando más te necesité. Como hizo mi padre y Orfen. Si a ellos decidí no perdonarlos jamás ¿por qué contigo debería ser diferente?
Todo lo que hasta hora hice por él fue erróneo, todo. Al parecer Anthony había dejado de amarme.
— El verdadero amor libera no aprisiona — dije repentinamente — Algo muy alejado de lo que estuve haciendote.
Anthony me miró sorprendido sin saber si hablaba en serio o no. Suspiré profundo antes de proseguir.
— Ese bebe está registrado como mío propio. No importa que lleve tu sangre.
—Pero es mío.
— ¿En serio?
— Si por dios, he venido solo por él.
— Exacto, solo viniste por él y no por nuestro amor.
— Es que tú me...me...
— Te abandoné rompiendote el corazón, pero jamás fue mi intención. Ojalá pudieras perdonarme.
— Quería tiempo y no quisiste escucharme
— Pero te lo dí
— Tarde, demasiado tarde.
— Lo lamento
— Ahora me quitas a mi hijo.
— Solo deseo recuperarte
— Otra vez lo haces mal.
— Dime Anthony ¿estás con alguien?
— ¿Qué?
— ¿Estás con alguien?
— No maldición, no tengo a nadie. Mefis se aseguró de que jamás pueda disfrutar del sexo.
Al día siguiente llamé a Yodo para que llevara al bebe de nuevo a casa. Menos mal que ella y Arraya me entendían.
Ver a Anthony sostener a su hijo, besarlo mientras lloraba de.felicidad en verdad me colmaba de dicha. Pero el amor libera, no aprisiona.
— Gracias Gabriel, muchas gracias.
— Quedate con todo lo que aquí hay, prepararé los papeles Anthony. Te dejaré en paz. Volveré al otro lado del océano.
Me sentía tan mal, que estaba dispuesto a pedirle a mi padre que me haga otra droga para borrarme la memoria de forma definitiva.
Solo quería olvidarlo todo. Sin embargo Anthony dejó al bebe en su cuna y se me acercó para abrazarme.
— Gabriel, sigues sin saber ver más allá — me dijo apesadumbrado — No dejé de amarte, solo que mi herida es intensa. Vine por nuestro bebe y para evaluar tu reacción.
— ¿Qué?
— No soporto estar encerrado, ni atado ni incomunicado. Mefis me tenía así todo el tiempo.
— Anthony yo.....
— Solo quiero que no me encierres, necesito libertad y amor.
Me limité a abrazarlo y besarlo con pasión intensa mientras nuestro bebe nos miraba y sonreía desde su cuna.