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Plan Perfecto

MEFIS

Jamás dejaría que Anthony se libre de mí y que Gabriel se salga con la suya. Por eso me dediqué a avanzar en mi experimento medicinal en el cual estuve trabajando bastante. Casi estaba terminado.

Dejé que Anthony y Gabriel permanezcan juntos durante un tiempo, creyendose libres al fin. La maravillosa noticia de saber que Liam y Orfen les quitaron sus respectivos apellidos a Anthony fue manchada con la lamentable noticia del exito de Gabriel y su apellido.

Las reglas aristócratas habían sido modificadas recibiendo, ahora, al clan  Sensi como nuevos miembros de la más altisima clase social junto a los Archer y los Von Fisher.

Ésto significaba que pronto Anthony volvería a formar parte de los más altos privilegiados. Pero si me apuraba podría evitarlo.

Había fabricado una droga que destruía los recuerdos alterandolos completamente. Solo debía encargarse de ciertos detalles y podría usarla en Gabriel.

Gabriel, no podrás recordar a Anthony nunca más ni tampoco me recordarás a mí. Por tal razón no sentirás amor por Anthony ni odio hacia mí. Esa será mi mayor venganza contra tí maldito.

Aquel pensamiento me animaba a seguir con mi trabajo hasta lograr concluirlo. Cuando ataqué a sus sirvientes y mayordomo y a él mismo consiguiendo inyectarles a todos mi droga tras haberlos hecho dormir con mi gas somnífero, no podía dejar de reír.

La expresión de su rostro al verme y saber cuál era mi verdadero plan fue una verdadera obra de arte. Gabriel nada podía hacer para evitar caer en mi trampa. Iba durmiendose irreverdiblemente, mientras preparaba la inyección.

- Todos tus recuerdos sobre Anthony y sobre mí serán destruídos por mi magnífica droga. Anthony quedará solo, abandonado a su suerte por tí. A mí merced y me aseguraré de desintegrar su espíritu volviendolo un muerto en vida.

Le inyecté la droga riendo como loco en verdad. Gabriel se durmió siendo vencido al fin por mí.

- Adiós Gabriel, jake...mate...

Salí de su mansión para ocultarme fuera y esperar ver el maravilloso espectáculo que no tardó en ocurrir.

Gabriel se hubo olvidado de Anthony, por más que haya deseado evitarlo lo cierto era que nada podía hacer.

Absolutamente nada. Cuando Anthony quedó solo y desolado, sin saber qué estaba sucediendo ví que se alejó de la mansión de Gabriel sin saber dónde iría ni qué haría ahora.

Fue cuando puse en marcha la segunda parte de mi plan y me le acerqué sorprendiendolo. Lo sujeté con fuerza y lo arrastré al interior de mi carruaje.

Una vez dentro me deleité contemplando el terror en su rostro. Él respiraba entrecortado y temblaba como una hoja.

Lo sujeté con fuerza con mis brazos pegandolo a mi cuerpo ya que adoraba saberlo aterrado e indefeso a mi merced.

- Gabfiel te despreció Anthony y era de suponerse. Después de todo tú tan solo eres un simple Duncan, mientras que él ahora pertenece a los provilegiados de primer nivel del mundo aristocrático.

- ¿Qué pretendes Mefis? ¿Dónde me llevas por dios?

- Al puerto.

-¿Qué? ¿Y por qué me llevas al puerto?

- Vendrás conmigo al otro lado del océano. Después de todo ahora no tienes dónde ir. Vendiste la mansión de tu abuelo ¿cierto?

Anthony lloraba debido a la desolación y al terror que su alma albergaba en esos momentos.

Al llegar bajamos del carruaje y él empezó a resistirse, por lo que tuve que arrastrarlo, luego de inyectarle un sedante que si bien no lo hizo dormir si le quitó las fuerzas.

Así no gritaría ni pediría ayuda. Lo encerré conmigo en mi camarote donde lo até a la cama.

- Ríndete Anthony - le dije feliz - A partir de ahora empiezas una vida de prostitución total al otro lado del océano. Te venderé como esclavo sexual maldito, así sabrás quién soy yo. Y aprenderás que a mí nadie me deja.

- Maldito...matame

- No Anthony, sería demasiado benévolo aquello. Destruiré tu alma al completo, después de todo demostraste ser un maldito inútil ya que ni siquiera Gabriel te quiso. A la primera se deshizo de tí.

Sabía que lloraba desconsoladamente pero sus lágrimas de dolor no me conmueven. Ya no. Después de todo él me dejó humillandome ante mi familia. Ahora yo lo humillaré ante la aristocracia.

Mientras lo contemplaba llorar intentando soltarse de las ligaduras con que lo había amarrado a la cama sin éxito alguno, pensaba.

Siempre creerás que Gabriel te dejó por voluntad propia porque se cansó de tí. Jamás sabrás la verdad. Jamás.

El barco iba a la mitad de su recorrido, fuera caía la noche.

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