Querido Amthony
Estuvimos muy preocupados por tu silencio. Te he enviado más de cinco cartas en éstos últimos días sin recibir respuestas. A punto estuve de ir a buscarte cuando recibí tu carta.
Por dios, cuántas cosas te han sucedido mi niño. Debiste decirme antes lo de Mefis en vez de callar. Tuve que leer tu carta dos veces para asimilar todo lo que ese malnacido te hizo. Muy parecido a Fausto.
Me ocultaste algo tan importante y eso solo demuestra que en mí no confías y es comprensible, después de todo solo soy un extraño ya que no pude estar en tu vida desde el inicio.
Lo entiendo pero deseo formar parte de tu vida ahora. Y es por eso que Orfen , tu hermaba y yo volveremos a casa contigo.
No te dejaremos solo nunca más. Además quiero conocer a ese misterioso Gabriel que te ha robado el corazón. Me intriga saber quién es.
Orfen se ocupará de su sobrino, no estarás más solo mi niño. En un mes llegaremos. Te quiero
Liam
ANTHONY
Había terminado de leer la carta de mi padre mientras Gabriel se duchaba. Sus palabras me preocuparon a más no poder, en especial al saber que vendría por mí.
¿Qué debía hacer? No podré ocultarle la identidad de mi novio y conociendo a mi padre, su reacción será espeluznante.
No quería discutir con él ni distanciarme de su lado, porque si se empecinaba en rechazar a Gabriel lamentablemente ese sería el desenlace.
Cuando mi amado salió de ducharse con la toalla envuelto en su cintura, se me acercó al verme en ese estado. Me abrazó con tanta dulzura que me sentí revivir. Solo él podía lograr eso en mi persona.
Sintiendome muy angustiado le conté lo que decía la carta. Las lágrimas humedecieron mi rostro al saber que tendría que enfrentarme a mi padre lastimándolo de esa forma.
Pero aunque me duela el alma yo jamás renunciaré a Gabriel. Mi padre debería entenderme perfectamente. Mi amado pelinegro me besó con intenso amor.
Fuí acariciando su esbelto y viril cuerpo mientras recibía sus deliciosos besos apasionados.
— Te amo Anthony, te amo tanto que por tí sería capaz de ir al mismo infierno mi amor.
— Gabriel, mi amor.
El hecho de saber que estaba desnudo me daba una gran ventaja que pensaba aprovechar sin dudarlo..
Gabriel acariciaba mi entrepierna mientras yo respiraba entrecortado. Lo deseaba tanto que me sentía enloquecer, sin embargo era él quien siempre tenía el control sobre mí.
— No te angusties mi vida — me dijo sobre mis labios — Me ganaré el cariño de tu padre antes de que sepa quién soy realmente.
— Quisiera que te conozca. Así sabría que te pareces más a Orfen que a Fausto....
— Así será mi vida, tranquilo.
Comenzaba a sentir que mi miembro presionaba demasiado y mis pantalones se me ceñían más de la cuenta. Pero Gabriel no me los quitaría ni me permitiría liberarme de ellos. Solo planeaba excitarme.
Sus jueguitos solían resultarme incómodos a veces, pero le daban sentido a nuestra relación. Su miembro se endureció e instintivamente me arrodillé mientras él se sentaba en el sillón.
El sexo oral era el mayor de los placeres cuando se trataba de Gabriel. Mis lamidas lo obligaban a lanzar eróticos gemidos de placer.
No sé cuánto tiempo pasó, solo sé que mi mente se quedó en blanco total y solo el intenso deseo nos embriagaba. Él se corrió en mi boca finalizando aquella danza erótica.
Respiraba entrecortado mientras susurraba mi nombre. Aquello solo me enloquecía pidiendole más y más. Si, me había vuelto insaciable con Gabriel. Tan insaciable que aquello no era suficiente para mí.
Me quité la ropa tan rápido como me fue posible y me dispuse a recibirlo en mi cuerpo.
Me sentía muy necesitado de él, después de lo que pasé a manos de mi ex y la carta de mi padre, solo anhelaba tener a Gabriel conmigo.
Sus embestidas fueron en aumento llevando al climax total.
Una hora después, ambos estabamos desnudos y abrazados mirando el fuego de la chimenea arder cuyo calor nos envolvía.
— Gabriel quedate ésta noche conmigo. Por favor te lo pido.
Él me abrazó con mayor fuerza, podía sentir su dolor e impotencia al verse asfixiado por su padre.
—No me es posible hacer tal cosa Anthony. Pero puedes venir conmigo a casa. Lo lamento mi vida.
Voltee para mirar sus hermosos e intensos ojos verdes con amor.
— De acuerdo mi amor, iré a tu casa todas las noches y quizas....quizas...
— Serás bienvenido, mi padre no se opondrá a que te hospedes en casa.
— Gracias, muchas gracias mi amor. Ojalá no tenga que llegar a ese estremo.
— Ojalá.
— Te amo Gabriel, te amo tanto.
— Y yo te amo más, mucho más.
Nos besamos con pasión intens mientras afuera nevaba con mayor fuerza.