GABRIEL
El pedido de mi padre debía ser cumplido en poco tiempo si quería ver a Anthony, al menos para decirle adiós. De solo pensarlo me sangraba el corazón.
Una parte de mí me decía a gritos que no lo abandone pero ¿qué otra cosa podía hacer? ¿Contarle mis secretos? ¿Y si lo espantaba? Acabaría perdiéndolo de todas maneras.
Mientras meditaba aquello me dirigía en el carruaje rumbo a Recreación, donde sabía que encontraría al sobrino del pervertido del Conde. Lo exterminaría haciendolo parecer un accidente.
Miraba por la ventana meditando en mi vida y en todo lo que me hubo sicedido. ¿Cómo poder permanecer junto a Anthony estando tan sucio?
Cuanto amaba a ese rubio tan puro como maravilloso, de solo pensar en alejaese de él no podía respirar debido a la angustia.
Dile la verdad. Me decía una parte de mí mismo. Llegué a Recreación más rápido de lo que pensé. Suspirando profundo bajé y me registré allí. Cambiando mi expresión entré a ese sitio que tanto fascinaba a mi amado.
Como el depredador que solía ser, busqué a mi presa sin que nadie se diese cuenta de nada. Así supe que se encontraba en el gimnacio del lugar que estaba abarrotado de personas.
Mejor para mí, me ayudaría a camuflarme perfectamente. Fuí al baño donde me vestí con las ropas adecuadas para entrar a ese sitio. Luego salí y tras dejar mi bolso en el hall junto a dos más, me adentré al gym.
Bastante fácil me resultó inyectarle el veneno en su piel sin que él ni nadie se diese cuenta. Fingí hacer fierros para discimular mientras lo vigilaba.
Ví cómo el veneno empezaba a hacerle efecto al transpirar más de la cuenta, asfixiarse y cansarse. En un momento dado se alejó del gym. Supe que se dirigía al baño.
Perfecto, salí del lugar y tras hacerme otra vez con mi bolso me coloqué el tapado y me dirigí hacia la salida.
Cuando estaba saliendo escuché los alaridos de una mujer que acababa de encontrar el cadáver del sobrino del Conde.
Yo estaba afuera subiendome al carruaje de alquiler para regresar a casa. En el trayecto de vuelta intenté no pensar en nada, necesitaba relajar mi mente debido al intenso dolor que se adueñaba de mi persona cada vez que le arrebataba la vida a alguien.
Jamás podría contarle aquel oscuro secreto a mi amado rubio, ni siquiera permaneciendo a su lado podía hacerlo. Existía solo para obedecer las órdenes de mi padre únicamente. No me era permitido nada más. Era hora de aceptarlo y ascimilarlo de una vez por todas.
Al llegar a casa me duché y almorcé con mi padre y su pareja relatandoles que todo estaba hecho.
Cuando acabé el almuerzo me fuí a lo de Anthony, necesitaba recobrar fuerzas nuevamente. Pero al llegar el mayordomo me dijo que Anthony no podría atenderme debido a que se encotraba con su novio Mefis.
Aquello me alteró a más no poder y por unos instantes emergió mi otro yo, aquel que solía ser cuando debía ocuparme de algo o de alguien como recién.
Me abrí paso y me dirigí al living donde supe que se encontraba mi amado. Su mayordomo me pisaba los talones. Cuando abrí la puerta de golpe, ví al maldito de Mefis sujetar a Anthony con fuerza mientras lo asfixiaba.
Lo sujeté de atrás sorprendiendolo y tras alejarlo de mi novio rugí:
¡Aléjate de él maldita basura!
—Gabriel — Anthony me miró desesperado, estaba llorando —Ayudame por dios.
Lleno de ira le clavé la mirada a Mefis, por dios tenía que contenerme o acabaría matándolo allí mismo.
—¿Qué demonios haces aquí Mefis?
— Dando una lección
Su altanería me bloqueó, de pronto tuve la mente en blanco. Para cuando recobré la conciencia estaba a un paso de matar a Mefis con mis propias manos que apretaban su cuello con fuerza.
Al soltarlo él cayó al suelo respirando bocanadas de aire con desesperación. Su rostro tenía tonalidades azules.
Calmate Gabriel, solo respira profundo.
Me dije a mí mismo siendo conciente de la situación. Hasta Anthony me miraba horrorizado, aquello despedazó mi alma.
¿Y qué esperabas Gabriel? Después de todo eres un monstruo.
Me dije a mí mismo con dolor. Pero tenía que ocuparme de Mefis de una vez por todas. Aquel se recuperaba lentamente, ahora se volvía a colocar de pie y normalizaba su respiración.
Pero me miro con una forma nunca antes vista en él. Al parecer empezaba a darse cuenta qué clase de persona era yo. Mejor, así tomaba conciencia sobre lo estúpido que sería seguir insistiendo con Anthony.
— Solo te lo repetiré una vez más — le dije mirándolo a los ojos con frialdad — Alejate de Anthony o lo lamentarás ¿te quedó claro....Mefis?
Sin decir nada él se colocó su abrigo y se marchó. Luego miré al mayordomo con mi oscura expresión. Aquel retrocedió sudando frío.
— A partir de ahora Mefis no pisará ésta mansión ¿entendido?
— S-Si señor
—Ahora largo de aquí.
— Claro
Diciendo aquello se marchó velozmente, sabía que a partir de éste momento lo pensaría dos veces antes de aceptar coimas de ese maldito. Cuando quedé solo con mi amado me relajé y cambié de expresión.
Lo miré con intenso dolor al decir:
— Ahora sabes la verdad sobre mí, soy un monstruo Anthony. Por lo tanto si quieres dejarme yo....
Pero no pude terminar la frase ya que él se lanzó a mis brazos mientras lloraba y temblaba. Lo rodee con mis brazos con intensa ternura.
— Ya mi vida, todo está bien ahora — le susurré al oído — Aquí estoy contigo.
— No vuelvas a dejarme solo un segundo más, por dios Gabriel.
Como respuesta lo abracé con mayor fuerza. En esos momentos supe que no podría dejar a Anthony jamás. No solo yo lo necesitaba, sino que él también me necesitaba a mí.
— No volverá a pasar mi vida, tramquilo mi amor.
— Gabriel
— Te amo Anthony
— Eres un ángel, no un monstruo....mi amor.
Lo abracé sin decir nada más, solo quería que se tranquilice para amarlo con intensa pasión.
ANTHONY
No me interesa cuál sea el pasado de Gabriel, no me importa qué fue lo que hizo ni lo que haga. Solo deseo amarlo por siempre estando a su lado.
Ese día al llegar a la mansión donde vivía supe que algo no andaba nada bien con el mayordomo. Pero desconocía qué era.
Aquel que siempre me había tratado con amabilidad, e incluso como un amigo más que como su patrón debido a que siempre fue tratado con respeto por mi papá y su marido.
Pero ésta mañana ví el desprecio en su mirada, como si se sintiera incómodo al verme llegar. Al preguntarle qué le sucedía, se limitó a responderme
— Nada de mayor importancia señorito.
Revisé la correspondencia descubriendo muchas cartas de mi papá y de mi hermana Alice que el mayordomo nunca me mandó a Recreación, como se lo había pedido.
Apreté los labios con furia. Al preguntarle qué hubo sucedido el muy maldito me dijo que no era su deber hacerlo, sino más bien recibirlas.
Los criados me comentaron que el mayordomo se estuvo viendo con Mefis muy seguido durante éstos últimos días.
Aquello no me cayó nada bien, pero jamás imaginé que llegase a traicionarme como lo hizo después.
Había acabado de almorzar cuando el mayordomo se presentó ante mí, que estaba en el living dispniendome a leer las cartas que mi papá me mandó, junto a Mefis quien me miraba con crueldad infinita.
El mayordomo me dijo:
—Señorito, su dueño requiere su presencia y por supuesto su obediencia total. Señor Mefis, me retiro.
Me dejó solo con mi ex y yo no podía dar crédito a lo que estaba viviendo ¿qué le hubo sucedido a nuestro mayordomo? Mefis se me fue acercando.
—¿Sorprendido Anthony? No debiste dejarme por esa basura de Gabriel, ahora te haré pagar con creces el haberme abandonado y humillado.
—¡No! ¡Alejate de mi! ¡Maldito!
Pero Mefis me sujetó con fuerza y empezó a besarme con brusquedad cortandome el aire. Me desesperaba, pero por más que lo intentaba no lograba liberarme.
Cuando empezaba a sentir que me iba a enloquecer él se alejó un poco de mí, permitiendome respirar pero me estampó contra la pared con furia.
—Maldita perra — me decía — Por lo visto adoras que te viole y golpee. En ese caso te concederé tu deseo....Anthony.
—¡No! ¡Ayúdenme! ¡Por favor!
— Nadie lo hará ya que mi hombre, tu mayordomo, se aseguró de hacerles entender al resto de la servidumbre lo que les sucederá si es que intervienen.
No podía creer que ésto estaba pasandome. Mefis me volvió a sujetar en sus brazos con fuerza y comenzó a asfixiarme nuevamente. Pensé en Gabriel deseando que acuda en mi ayuda.
—¡Aprenderás que a mí nadie me deja! ¡Soy yo quien deja a los demás! ¡Te obligaré a entenderlo por la fuerza Anthony! En cuanto a tu mayordomo, enterate que todos tienen un precio. ¿En serio creíste que ese sirviente te sería leal? ¡Imbécil!
Ya no daba más, sentía que mis pulmones iban a reventar cuando mi salvador alejó a Mefis de mí. Respiré desesperadamente al tiempo que le decía mientras lloraba.
— Gabriel, ayúdame por dios.
Ví a un Gabriel diferente, totalmente desfigurado y dispuesto a matar a Mefis. Para mi mayor asombro, estaba deseoso de contemplar la muerte de mi ex, cuando Gabriel lo soltó y Mefis fue recuperandose.
Cuando lo corrió junto al mayordomo, corrí a sus brazos. Sentir su calor, su amor y su protección me devolvía a la vida. Al oír que se llamaba así mismo monstruo dije:
— Eres un ángel, no un monstruo. Por favor Gabriel no te separes de mí ni un segundo.
No podía evitar llorar intensamente, el terror y la angustia me desvastaban por dentro.
Sabía que tenía que calmarme, así podría contarle lo del mayordomo y pedirle ayuda.
Él me rodeó con sus brazos logrando hacerme calmar. Dios cuánto lo amaba y lo necesitaba. En verdad no soportaría estar un segundo lejos suyo.
— Gabriel, te amo