ANTHONY
No podía respira, era conciente que estaba dormido. Sentía intensos dolores físicos. Mis sueños eran más bien oscuras pesadillas donde estaba Mefis en forma demoníaca que me quemaba vivo.
Me movía levemente en la cama mientras dormía, para mayor desesperación mía no me podía despertar. En mis sueños, mi ex novio me golpeaba con un candente látigo de fuego. Me encontraba encadenado en un arco de hierro. Estaba desnudo completamente.
Mefis se veía demoníaco con horrendos cuernos en su cabeza. Sus negros y azulados cabellos brillaban con las intensas llamas del fuego que invadía el lugar.
Con cada latigazo que me daba, reía como loco provocandone dolores indescriptibles. Gritaba y lloraba sin poder librarme de las cadenas que me aprisionaban.
— ¡Eres mío Anthony! — me decía Mefis mientras me quemaba con ese látigo de fuego — ¡Jamás podrás librarte de mí! ¡Jamás! ¡Me perteneces!
Respiraba entrecortado, el lugar era monstruoso en verdad. Necesitaba despertar, necesitaba liberarme de ese monstruo. Pensé en los sueños, se supone que somos dueños de nuestros sueños.
Miré a Mefis con firmeza, aunque sentía un intenso terror y fuertísimos dolores, sabía que estaba soñando. Éste Mefis no era real, por tal razón podría deshacerme de él.
— No eres real — dije con firmeza
— Si que lo soy y tú eres mi propiedad
—¡No eres real!
— Anthony jamás escaparás de mí. Gabriel nada podrá hacer para evitar que me quede contigo.
— ¡Vete! ¡Dejame!
Como respuesta él siguió quemándome con ese maldito látigo de fuego. En verdad era monstruoso y demoníaco.
— Gabriel....despiertame mi amor....Gabriel....por favor....¡Gabriel ayúdame!
Poco a poco empecé a sentir la voz de Gabriel, que iba penetrando las capas de mi inconciente. Lloraba mientras murmuraba con intensa desesperación lo mismo.
— Ayúdame Gabriel....despiertame....por favor...Gabriel....ayúdame....
— ¡Anthony! ¡Despierta! ¡Anthony! ¡Despierta mi amor!
Pero repentinamente sentí sus cálidos besos y sus suaves abrazos. Aquello me despertó de repente. Mi corazón latía como un tambor. Me aferré a Gabriel y le respondí el beso con otro más desesperado.
Cuando nos separamos para respirar, las lágrimas aún humedecían mi rostro. Me sentía desfallecer, aún me dolía todo el cuerpo y en verdad estaba desperado. Temblaba como una hoja por dios.
Me aferré a Gabriel y seguí llorando con intensidad, como si esa pesadilla hubiese sido real y no un sueño. Él me abrazaba con ternura infinita. Estabamos en la cama los dos, era un poco más de medianoche.
Gabriel me fue acariciando cada sector de mi cuerpo con suavidad intensa. Acariciaba mis nalgas presionandome contra su cuerpo, sin dejar de besarme con pasión.
Rodeé sus caderas con mis piernas, mientras lo abrazaba con fuerza. Lo deseaba y necesitaba a más no poder. Él me penetró con suavidad, y así poco a poco fue subiendo de tono. Sus embestidas eran continuas.
Ambos llegamos al climax al mismo tiempo. Dios cuánto lo amaba, al punto de no soportar la sola idea de alejarme de su lado.
Cuando él se derramó dentro mío, sentí por primera vez que estaba haciendo el amor.
Al acabar seguimos abrazados en la cama. Nos empezamos a dormir de nuevo. Pero el repentino miedo a volver a sufrir de pesadillas con mi ex novio, me forzó a aferrarme a él con desesperación.
— Tranquilo mi vida — me dijo él — No permitiré que Mefis vuelva a dañarte.
— Por dios mi amor — le dije temblando — No me sueltes mientras duermo, por favor te lo pido.
— No lo volveré a hacer mi vida. Perdónme.
Él me estrechó con mayor intensidad, me sentía tan bien en sus brazos que me asombraba el hecho de no sentir asco por ser tocado demasiado. Como me sucedía con Mefis. Ésto significaba que lo amaba en verdad.
—No necesitas pedir perdón mi amor, porque yo te amo....Gabriel.
— También te amo....Anthony y relajate, te cuidaré aún en tus propios sueños. Solo confía en mí.
— Gracias....mi amor.