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Midgar y el templo de Tyr 2.282

Finalmente, después de años de trabajo buscando a las valkirias, Rosewisse había vuelto al Rocstoll aff valkyrs. El salón de las valkirias donde ellas discutían sus asuntos alejados del Padre de Todo.

Dicho lugar estaba al lado de una cascada que iba a parar al Lago de los Nueve reinos. Era un enorme espacio vacío con suelo de roca sólida y ocho tronos de piedra formando un círculo.

Rosewisse ya había hecho los preparativos y había puesto el casco de cada valkiria en su asiento. Gracias a eso una fracción del espíritu de las valkirias se manifestó y apareció una grieta del reino en el centro del salón. Por la experiencia en Niflheim, Viggo y Rosewisse sabían que se avecinaba. En el mejor de los casos la reina Sigrun estaría aprisionada en su interior. Lo cual significaba que ella estaba igual de enloquecida que el resto de las valkirias que estaban en su forma física y aprisionadas en las cámaras de Odín. En el peor de los casos, dicha grieta del reino estaría plagada de monstruos. Sin embargo, el mayor problema de Rosewisse no sería ese, sino que sería encontrar otra forma de encontrar a la reina valkiria y una respuesta a la situación actual.

Este era el combate de Rosewissse, así que Viggo y Brunilda se habían alejado a más de cincuenta metros de distancia. Ellos miraban desde el borde de la cornisa de un camino de piedra que conducía hacia al gran portón que protegía el Rocstoll Aff Valkyrs. Desde ahí miraron como Rosewisse se ponía su casco de valkiria similar al de su abuela Gondul. El resto de su armadura dorada era ornamental, salvo por la aparatosa protección de sus alas. En su mano izquierda convoco su varita de plata y en su mano derecha la katana con la hoja de brillo azul. Ella miró a Viggo y Brunilda, levantó la katana en señal de estar lista y ellos asintieron.

—Esa espada ¿De dónde la saco?— preguntó Brunilda desde la cornisa, al lado derecho de Viggo

—Esa espada la hizo mi padre ¿Te interesa?— respondió Viggo

—Sí, se ve hermosa— respondió Brunilda, pero rápidamente se quedó callada. Rosewisse había llegado a la oscura grieta del reino del tamaño de un puño y había clavado la katana en el suelo. Ella extendió su mano derecha para tocar la grieta del reino y al simple contacto con sus dedos, la grieta se expandió y algo salió sin previo aviso.

Era la reina de las valkirias, Sigrun, el dragón, y el ancestro de Brunilda. Dicha valkiria vestía igual que Rosewisse, con una armadura ornamental y una aparatosa protección para las alas. Tal como su nombre lo indica, su casco tenía en su frente la forma de un dragón. Sigrun salió volando de la grieta del reino, tomo a Rosewisse por el casco y la estrello contra el suelo arrastrándola varios metros. Después cayó al suelo, aleteo y retrocedió generando distancia entre las dos.

Rosewisse se levantó a duras penas, ese simple ataque le había dislocado el ala derecha y ahora estaba caída con un aspecto lamentable. Además, Rosewisse había dejado la katana clavada en el centro del salón, así que ella apunto con la varita de plata en su mano izquierda, dibujo un arco a su alrededor y se crearon múltiples círculos de magia. Al instante siguiente volaron numerosas bolas elementales que golpearon de frente a Sigrun.

Desde la distancia, Brunilda miraba el combate entre Rosewisse y Sigrun y se sentía conmovida por la fuerza de ambas. Ella apretó su mano en una señal de impotencia y después la llevo al muñón de su hombro. Soltó lágrimas de pena pensando que nunca iba a poder a volver a ser la misma de antes.

—Concéntrate en la pelea— dijo Viggo —puedes aprender mucho de esto—

—Mi camino como valkiria termino— dijo Brunilda con la cabeza gacha

—Rosewisse no lo permitirá y yo la ayudare, así que ten fe. Ahora concéntrate en el combate, cuando Rosewisse te desafié a un duelo te servirá de ayuda—

Brunilda miró a Viggo mientras las lágrimas le caían por las mejillas y cuando se disponía a volver a mirar a Rosewisse y Sigrun, escucho un rugido de dragón a la distancia. Ella miró hacia el sur, donde debería estar el templo de Tyr, pero no pudo ver nada por las montañas que rodeaban el Rocstoll aff valkyrs. Brunilda miró a Viggo y vio que él sonreía con astucia, como si supiera lo que estaba pasando sin ver que era. Eso le hizo sentir un terrible escalofrío por la espalda y agacho la mirada.

—Concéntrate en el combate— ordeno Viggo

Brunilda no se atrevió a mirarlo, pero miró hacia adelante. Rosewisse en el centro del salón de las vakirias seguía lanzando una magia tras otra esperando que la reina valkiria Sigrun quisiera atacarla cuerpo a cuerpo, pero esta última mantenía la distancia, tomaba el agua de la cascada, la transformaba en hielo y se la lanzaba en respuesta.

Sigrun detuvo el aluvión de hielo voló esquivando las magias a medida que juntaba magia seidr en sus manos. Ella se detuvo por un breve instante, creo chakram con la magia seidr y le lanzó diez en un solo instante. Rosewisse corrió con todas sus fuerzas y trato de esquivar la mayoría, los que no pudo, los fue repeliendo con la katana.

Sigrun aprovecho que Rosewisse estaba ocupada y junto mucha energía seidr para crear un poderoso chakram. Ella lo lanzó con todas sus fuerzas, pero Rosewisse ya estaba preparada para tal movimiento. Ese tipo de chakram era unos de los ataques más peligrosos que podía realizar una valkiria porque si le golpeaba en el ala, se la podía cercenar. Así que Rosewisse saltó hacia un lado, cayó al suelo sobre su ala fracturado, se aguantó el dolor, pero rápidamente se reincorporo. Entonces apunto con su varita de plata en la mano izquierda y comenzó a crear círculos mágicos para lanzar proyectiles elementales.

El bombardeo de Rosewisse destruyo el salón de las valkirias, los ocho tronos y las murallas que mantenían el Rocstoll aff valkyrs oculto del mundo. Eso genero una gran polvareda que cubrió todo en varias decenas de metros a la redonda. Sigrun aprovecho de lanzarse en picada contra Rosewisse, ambas se perdieron dentro de la polvareda y se escuchó la colisión de metal sucedida por el choque de alguien contra una roca o algo semejante.

Desde la distancia, Viggo utilizo su clarividencia para verlo todo más de cerca y al percatarse de lo sucedido, sonrió. Brunilda a su lado lo miró y después miró a la polvareda que poco a poco se disipaba.

Viggo saltó de la cornisa, cayó cuatro metros y aterrizo en un camino de piedra. A la izquierda el rio que producia la cascada. A la derecha la muralla que separaba el Rocstoll Aff Valkyrs del mundo. Brunilda lo siguió de cerca y rápidamente vieron que Rosewisse caminando a duras penas hacia la reina vakiria Sigrun. Tenía una ala torcida y caída mientras se apoyaba en la katana para caminar. Viggo y Brunilda rápidamente la alcanzaron, pero no le dijeron nada y la dejaron continuar.

Rosewisse se detuvo delante del cuerpo de la reina Sigrun que había perdido un brazo y ambas piernas. Rosewisse no dejaría que el sangrado le quitara la gloria de la batalla, así que ella tomo la katana y de un solo movimiento le corto ambas alas.

Viggo busco en su bolso de cuero, camino hasta Rosewisse y le tendió la botella con estus, pero Rosewisse soltó su varita y katana cayendo de lado para que Viggo la pudiera atrapar. Viggo la sostuvo con su mano derecha y con la izquierda le quito el casco y lo tiro al suelo. El cabello de Rosewisse cayó como dos cascadas de plata a los lados de su rostro cubierto de un sudor. Viggo estiro su mano izquierda a la derecha, tomo el estus y se lo acercó a la boca a Rosewisse. Esta última abrió sus labios y Viggo empino la botella. Ella bebió el estus lentamente hasta que poco a poco su rostro fue tomando una mejor complexión.

—¿Mejor?— preguntó Viggo con voz suave

—Sí, mejor— dijo Rosewisse tratando de pararse en sus pies y apoyando su mano derecha sobre la coraza de Viggo. Ella tomo la botella de estus de la mano de Viggo y le dio un largo sorbo para después devolverle la botella a Viggo.

Unos segundos después el alma de Sigrun se separó de su cadáver y se mostró con una forma alada hecha de una niebla verdosa.

—¿Quién eres, joven valkiria? Gracias por liberarme de mi forma corrupta— dijo Sigrun

—De nada reina valkiria, Sigrun— dijo Rosewisse, se arrodillo delante de ella y hablo con la cabeza gacha —durante varios años he estado buscando a las hermanas del consejo de las valkirias para obtener respuestas. De un momento a otro todas ustedes desaparecieron, Midgar y los otros reinos se llenaron de no-muertos—

—Debe haber sucedido— respondió Sigrun —el padre de todo ocupo una magia arcana sobre mis hermanas para volverlas locas. Yo traté de encerrarlas en un lugar donde no supusieran un peligro para ellas o para otros, pero con el tiempo, yo también perdí la cordura—

—¿Qué hará ahora, mi señora?—

—Debo volver con mis hermanas y unir fuerzas para restaurar el equilibrio entre los reinos. Tú has servido bien, tú lugar está junto a nosotras, ven conmigo—

Rosewisse abrió los ojos amplios de la impresión, pero luego los cerró y negó con la cabeza —no puedo, esa no es mi misión—

—¿Cuál es tu misión?—

—Mi misión era compartir con ustedes el mensaje de mi madre, el mensaje por el cual la mataron en Vanaheim. Algo ha alterado el balance en el mundo y el ragnarok se ha adelantado—

—¡Eso no es posible!— grito Sigrun

—En estos momentos deberían faltar cien inviernos, pero esa es la realidad. Como prueba de eso el frio ha comenzado a bajar en Midgar y ya no queda nadie con vida. Cada rincón, cada lugar, está plagado de draugrs y caminantes—

—Con mayor razón es imperativo que nos ayudes, has demostrado fortaleza—

—No— respondió Rosewisse con voz tranquila, se levantó, miró hacia atrás y vio a Brunilda con su casco. Brunilda se lo tendió y Rosewisse lo recibió, después miró a Sigrun, se agacho y coloco su casco delante de ella para después volver a ponerse de pie —mi labor como valkiria y como un habitante de vanaheim a finalizo. Mi madre y padre murieron por este mensaje— dijo Rosewisse con la voz quebrada mientras las lágrimas caían por su rostro —llegué a Midgar buscando respuesta, luche para liberarlas y así lo hice. Tuve ayuda, maravillosa ayuda, pero fueron años duros. Si no hubiera sido por Viggo, me hubiera roto. Yo, ya he cumplido con mi misión, eso es todo. Ahora depende de ustedes ver lo que pueden hacer—

Viggo se acercó y abrazo por el lado a Rosewisse, miró a Sigrun en su forma espíritu y asintió.

—Niña, siento tu perdida— dijo Sigrun en voz baja —yo, lo acepto. Puedes considerar tu misión terminada, pero, aun así, si en algún momento cabe en tu corazón el perdón, ven a Vanaheim, ven con nosotras, necesitamos valkirias con corazones tan fuertes como el tuyo—

—Lo pensare— dijo Rosewisse mirando a Sigrun

Sigrun miró a la otra valkiria, pero al ver que le faltaba un brazo, no le dijo nada. No le servía un guerrero disminuido dentro de sus filas. Así que ella solo se elevó en el cielo en su forma espiritual y se fue.

Rosewisse se abrazó a Viggo y lloro amargamente, ya sea por la pérdida de su padre, la de su hogar, la de su reino, la felicidad de haber completado su tarea. Eran todas las emociones arremolinándose en su pecho con tanta fuerza que sentía que el pecho le iba a explotar.

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