Viggo y Rosewisse habían viajado al Niflheim y salido del templo de Tyr solo para encontrarse con el puente de piedra obsidiana y molduras de oro cubierto por una niebla verdosa. Niflheim tenía un aroma a cadáver y daba la sensación de estar completamente vacío.
—¿Qué opinas?— preguntó Viggo mirando al puente con las estatuas con lanzas y escudos custodiando el camino. Todo estaba cubierto de esa densa niebla que llegaba hasta la altura de los tobillos. Al final del puente se veía un enorme portal que debe haber medido unos cincuenta metros de alto y ancho. Aparte de eso, todo estaba oculto por la niebla mortal.
—No es bueno, ya me quiero ir— respondió Rosewisse
—No podemos, lo siento, pero necesitamos hacer esto ¿Crees que podamos volar y evitar toda está niebla?—
—¿Y si mejor, primero reviso los alrededores y te cuento lo que hay?—
—Eso es mejor, adelante—
Rosewisse miró a Viggo, asintió y se apartó de él para luego extender sus alas. Sin embargo, antes de que ella pudiera lanzarse al aire, un enorme portal oscuro se abrió como si fuera una macha de agua oscura que se extendía cinco metros de ancho por tres de alto. Como Niflheim tenía tanto silencio, se escuchó con claridad el sonido de unos tacones marcando un ritmo lento. La persona que salió de dicho portal era una mujer de cabello gris, largo y una trenza a cada lado de su rostro. Su cuerpo era esbelto, vestida con la armadura ornamental de valkiria y alas cubiertas por la aparatosa armadura dorada. No llevaba casco, pero si llevaba un ultra espadón casi tan grande y grueso como su propio cuerpo. Lo sostenía en la mano derecha y caminaba mirando a Rosewisse. Detrás de la valkiria se escucharon pesados pasos y el roce de una aparatosa armadura. Al instante siguiente salieron dos viajeros con la colosal armadura que los hacia ver como una fortaleza móvil. La armadura era de color celeste, ambos llevaban casco y un ultra espadón muy parecido al del viajero que ataco a Viggo y Rosewisse en Alfheim. Sin embargo, adicional a todo lo demás, llevaban un gran escudo redondo en la espalda.
Rosewisse cerró sus alas y miró hacia adelante con una sonrisa. Ella avanzó sin decirle nada a Viggo mientras la otra valkiria hacia lo mismo y la seguían de cerca los viajeros. Viggo tuvo que seguir a Rosewisse mientras invocaba el hacha Leviatán en su mano derecha. Un viajero no era problema, pero enfrentarse a dos con esos ultra espadones iba a requerir fuerza extra y su clarividencia.
—Brunilda, el dragón— dijo Rosewisse con un tono de voz potente que atravesó la distancia y fue claramente audible —¿tan bajo has caído que ahora trabajas para el Padre de Todo?—
—No todos tenemos las mismas libertades, Rosewisse, el buitre— respondió la otra valkiria de cabello gris con las dos trenzas enmarcando su rostro. Su voz sonaba suave, fría y distante, con un toque de tristeza.
Viggo que iba un poco más atrás de Rosewisse tuvo la tentación de reírse porque, así como lo dijo aquella muchacha llamada Brunilda, se escuchó muy tonto. Sin embargo, Viggo tuvo la cortesía de no reírse y recordar como Rosewisse llamaba a las valkirias: Eir, el oso. Kara, el carnero. Gunnr, el cuervo. Geirdrifull, el búho. Olrun, el águila. Rota, el ciervo. Cada valkiria tenía su nombre asociado a un animal/espíritu guardián.
—No es bueno— continuo Rosewisse a medida que avanzaba y negaba con la cabeza —depón tus armas y abandona este camino, no te llevara a ningún lado—
—Ya te lo dije, Rosewisse— insistió Brunilda deteniéndose a veinte metros de Rosewisse —no todos tenemos las mismas libertades—
—Yo no tuve libertades— respondió Rosewisse —a eso que llamaba mi pueblo me quito mis derechos y me mando a morir con mis padres—
—Incluso si fuera así, debes ser detenida— respondió Brunilda levantando el enorme ultra espadón tan grande como ella y apuntándola —el padre de todo, demanda tu cautiverio—
—Siempre fuiste tan cabeza hueca— respondió Rosewisse con el ceño fruncido, pero no había odio en su mirada, sino más bien, el enojo. Ella miró hacia atrás, vio a Viggo y le dijo —encárgate de los viajeros, que sea rápido, voy a necesitar ayuda—
—Es broma ¿verdad?— preguntó Viggo algo sorprendido por las palabras. Rosewisse nunca pedía ayuda y jamás se acobardaba ante un combate. Viggo miró a la valkiria por delante de ellos, entre los dos gigantes viajeros de dos metros de altura cada uno. La valkiria no parecía tener más físico que Rosewisse, Viggo negó con la cabeza, a pesar de que Rosewisse es una maga, se las arregló para volverse más resistente y aguantar los ataques de Thor. Por otro lado, Brunilda llevaba un ultra espadón, eso la hacía guerrera. Viggo soltó un suspiro, estos eran problemas.
Sin embargo, antes de que Viggo siquiera se pudiera mentalizar, los dos viajeros con enormes ultra espadones se lanzaron a correr. Rápidamente superaron la distancia, llegaron delante de Viggo y levantaron los ultra espadones para descargarlos con toda su fuerza. Viggo dio un salto hacia atrás, los ultra espadones golpearon el suelo de roca obsidiana y generaron un sonoro tañido que reverbero por todos lados.
Viggo cayó de pie, tomo el hacha y la lanzó contra la cabeza del viajero a la derecha. Aquel tipo llevaba un casco con una crin azul similar a la cola de un caballo. El hacha golpeo fuertemente en el casco, pero no lo hizo retroceder. El hacha reboto en el metal, pero cuando iba a caer volvió volando a la mano de Viggo y este último lo volvió a lanzar. Viggo ya entendía la forma de luchar de los viajeros, los de ahora podían tener otro tipo de armadura, pero el peso y dimensiones eran los mismos que el que enfrento en Alfheim. Ellos podían realizar pequeñas carrerillas, pero eso representaba un esfuerzo que no podían repetir continuamente. No obstante, el viajero hizo algo inesperado y le dio la espalda mostrando el escudo redondo. El hacha golpeo el escucho y reboto para después a volar de regreso a la mano de Viggo.
Al mismo tiempo, se escuchaba el bombardeo de Rosewisse lanzando una magia tras otra mientras volaba en el aire. De cerca la seguía la otra valkiria de cabello gris portando el ultra espadón en su mano derecha. Rosewisse se lanzó en picada contra el puente, cayó de pie, se deslizo y lo mismo hizo la otra valkiria sin querer dejarla escapar. Rosewisse la apunto con su varita de plata y apareció un círculo de magia en la punta de la varita. Del círculo de magia salió una bola de fuego que voló en dirección de Brunilda, pero esta última cortó la bola de fuego a la mitad con el ultra espadón.
—Rosewisse, esto no es todo lo que tienes— dijo Brunilda —tanto se te ha subido a la cabeza tu inteligencia. Recuerdo que nos despreciabas a todas y que me llamabas tonta todo el tiempo—
—Te llamaba tonta porque eras demasiado terca y te entrenabas hasta quedar tendida en el suelo. Un día casi te comieron los ogros por quedarte sin fuerzas. Además, si no te ataco con toda mi fuerza ¿No crees que es por algo?—
—Tan sentimental como siempre— dijo Brunilda, saltó hacia adelante con todas sus fuerzas, tomo el ultra espadón con ambas manos, llego delante de Rosewisse y lo descargo con todas sus fuerzas. Rosewisse tuvo que saltar y ayudarse con el aleteo de sus alas para poder ser lo suficientemente rápida y esquivar. Rosewisse se sintió mal, Brunilda iba en serio.
Por otro lado, Viggo continúo atrayendo a los viajeros y separándolos del lugar en donde combatían Rosewisse y Brunilda. Ambos viajeros lo seguían a paso lento gracias a su pesada armadura mientras Viggo los atacaba a distancia. Viggo había logrado quitarle el casco a uno, era muy parecido al anterior viajero. Calvo, barbón, con tatuajes rúnicos por toda la cabeza y una mirada en blanco como si fuera un espectro vengativo.
De este breve intercambio Viggo comprobó dos cosas: primero, estos viajeros eran iguales al anterior. Segundo, debía tener cuidado con el escudo porque tenía alguna especie de magia que repelía los impactos.
Viggo ya no los espero, ahora él se lanzó contra los dos viajeros, ellos también corrieron a su encuentro. Ambos levantaron su ultra espadón y lo descargaron con todas sus fuerzas. Viggo se adelantó a ellos, saltó y paso por entremedio de ellos. Los ultra espadones golpearon el suelo y generaron tañidos. Ellos iban a levantarlos otra vez para atacar, pero Viggo tomo el hacha leviatán con ambas manos y ataco a la parte posterior de las rodillas. Ambos viajeros cayeron hincados al suelo. Viggo apretó el agarre sobre el hacha y lanzó un corte horizontal a la derecha decapitando de un solo movimiento al viajero y de forma fluida, siguió con el otro.
Viggo tomo una profunda respiración, los cuerpos cayeron de frente y decapitados. Por un momento, pensó en recoger primero los ultra espadones y guardarlos, pero un fuerte impacto contra el puente lo alerto de lo que estaba pasando. Viggo se dio la vuelta y vio a Rosewisse tirada en el suelo con la niebla arremolinándose a su alrededor. A veinte metros de ella venía Brunilda, quien cargaba con su ultra espadón en la mano derecha.
Viggo frunció el ceño, guardó el hacha leviatán y levantó uno de los ultra espadones que pertenecían a los viajeros. Por alguna razón tenía un sentimiento nostálgico cuando ocupaba estos ultra espadones, como si la sensación fuera totalmente familiar. Viggo camino con dirección a Rosewisse, levantó el ultra espadón y lo apoyo sobre su hombro derecho.
—Si continuas con esto las cosas no terminaran con una simple disculpa— dijo Viggo con un tono de voz grueso y amenazante.
—Nadie ha pedido disculpas ni está pidiendo que se rindan, eso se perdió hace un par de minutos. Rosewisse se negó— respondió Brunilda
—Como quieras— respondió Viggo, corrió con todas sus fuerzas y alcanzo rápidamente a Brunilda, levantó el ultra espadón con ambas manos y lo descargo mientras soltaban un grito de furia. Brunilda esquivo el corte por un breve margen y lanzó un corte horizontal. Viggo retrocedió girando con el espadón dando un corte horizontal. Ambos ultra espadones chocaron, se produjo un tañido, saltaron las chispas y rebotaron las armas. Viggo y Brunilda se quedaron a cinco metros el uno del otro, mirándose a los ojos.
Viggo sonrió, no por Brunilda, no por el intercambio igualado, aunque no estuviera utilizando touki. Era la sensación de utilizar un ultra espadón. Su padre tenía algunos espadones en su taller, lo mismo su madre, pero los ultra espadones portados por los viajeros se sentían diferentes.
—Retrocede, valkiria— dijo Viggo apuntando a Brunilda con el ultra espadón —hoy estoy de buen humor y haré como que no he visto nada—
—¡Viggo!— protesto Rosewisse diez metros por detrás de él. Ella había sido golpeada tan duro por Brunilda que sentía que sus intestinos se habían vuelto pure.
—Ya te lo dije, nadie está pidiendo misericordia— respondió Brunilda frunciendo su ceño y apuntado a Viggo con el ultra espadón.
—Como quieras—
—¡Viggo!— grito Rosewisse de nuevo —no seas brusco, por…por favor—
—Rosewisse, deja de meterte en mi camino. No somos aliadas— grito Brunilda —eso se acabó hace años. Nunca volveremos a esa época, jamás—
Viggo quedó mirando a Brunilda, de la misma estatura que Rosewisse. Brunilda tenía el cabello gris, ojos azules, dos trenzas enmarcando su rostro, armadura de valkiria, pero sin el casco.
—Dime, valkiria— dijo Viggo colocando la punta del ultra espadón en el suelo y colocando el arma en vertical. Él llevo su mano izquierda a la cara como si señalara el contorno y le preguntó —¿Por qué no tienes un casco como las otras valkirias? Incluso Rosewisse que es demasiado joven, tiene uno—
Brunilda agacho la mirada y frunció su ceño —eso no es tu asunto— respondió en voz baja
—No había casco para Brunilda— dijo Rosewisse, Brunilda levantó su rostro y la miró con rencor. Rosewisse no se molestó por su expresión y continuo —Brunilda es parte de los descendientes de Sigrun, la reina valkiria, pero ella era de origen humilde y solo se le preparo una armadura como un acto de buena voluntad—
—No tenías por qué decirlo— grito Brunilda enojada —¿Te sientes muy orgullosa de ser nieta de la gran Gondul? ¿Y eso qué?— ella apuntó el ultra espadón hacia adelante con ambas manos y continuo —los venceré, ganare el lugar que me pertenece y volveré a Vanaheim para ser la reina de los Vanir—
Viggo soltó una risita al escucharla decir esas cosas, lo cual no cayó muy bien a Brunilda, la cual grito enloquecida y se lanzó con todas sus fuerzas. Su postura era mala, pero su mirada llena de determinación.