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Guerra y Fortuna 2.246

Después de que la cena termino se llevaron a cabo algunas conversaciones que terminaron en una invitación al imperio para Semiramis, pero no para Scheherezade y mucho menos para Viggo. Erica y Siegfried se sorprendieron al ver la sonrisa burlesca del emisario mientras miraba a Viggo.

Semiramis vestida con un hermoso vestido blanco que delineaba su curvilínea figura, negó con la cabeza —no puedo, muchas gracias. Mi hija está pequeña y parece que me embarace otra vez. Todavía no es seguro, pero no quiero correr riesgos. El imperio queda muy lejos e incluso por barco se ve complicado—

El noble a cargo, un hombre de cabello rubio y rostro delgado y rasgos andróginos, hizo una traviesa sonrisa e insistió —podría ser buena idea que lo pensara, esta es la primera vez que se le ofrece un permiso a un comerciante de la pequeña Orario para que negocie con el imperio—

—Soy una mujer de valores, amo a mi familia y a mi marido. Incluso si tengo todos los negocios del mundo, si pierdo a mi familia no soy nada. Muchas gracias, es una pena perder esta valiosa oportunidad—

El hombre entrecerró los ojos y le dio una mirada afilada a Viggo. Sin embargo, este último levantó su copa con vino, hizo el gesto de un brindis y bebió del vino. El noble mostro una sonrisa astuta y volvió a mirar a Semiramis —es una pena, espero que no se arrepienta— dijo, después miró a Viggo y le preguntó —¿Usted no tiene nada que decir?—

—Mi esposa sabe lo que hace, jamás le he dicho como hacer negocios. Ella es dueña de sí misma y puede decidir por su cuenta. Yo la apoyare con todas mis fuerzas—

—Eso es…una pareja adorable, joven e imprudente—

—Señor Edgar— dijo Erica en un tono de voz firme. Ella vestía con un abrigo azul similar al de Viggo, chaqueta y pantalones, media un metro con sesenta centímetros —le recuerdo que usted representa al imperio, modere sus palabras.

El noble de nombre Edgar, miró a Erica dos cabezas más baja que él —joven Schtauffen ¿Estás hablando en nombre de tu familia?—

—Madre me autorizó a hablar en su nombre, así que le recuerdo que mantenga la etiqueta y no ponga a las dos familias en una posición difícil. Le recuerdo que la familia Dragonroad es influyente en Orario—

—¿Comparado con el imperio?— preguntó Edgar con una sonrisa burlona

Erica frunció el ceño y añadió —haré como que no he escuchado su comentario—

Edgar miró a Semiramis, frente a él. Pequeña, cabello oscuro, piel lechosa, hermosa y tentadora. Grandes senos y caderas pronunciadas. Sin embargo, lo más importante, joven, ignorante y heredera de la diosa Hera. Si no fuera por el muchacho pelirrojo, sería el mejor prospecto de matrimonio para cualquier noble de su facción. Incluso para el mismo señor que lidera la facción.

—Es una pena— dijo Edgar, se acercó a Semiramis, pero ella levantó su mano como si pusiera una muralla entre ella y él. Edgar se quedó congelado, pero luego sonrió y soltó una risita —es una pena, señorita Semiramis—

—Señora— rectifico Semiramis sin molestarse con Edgar —creo que esta velada ha terminado ¿Necesita que lo acompañen a la puerta?—

—Usted no conversa demasiado con otras personas ¿Verdad?—

—Al contrario, estimado Edgar, converso todos los días con cientos de personas. Nobles de todo el reino viene a conversar conmigo de negocios. Algunos como usted, totalmente ajenos al trato entre iguales y otros que saben negociar. A lo mejor a usted le hace falta conversar con más personas, con respeto y educación—

—Solo eres una mujer afortunada—

—Puede ser, pero mi fortuna no viene de lo que me dejo Hera. Ahora, puede retirarse—

Edgar la quedó mirando durante unos segundos, asintió y le dio la espalda. El hizo el gesto con su mano para que todos los nobles que lo acompañaran se reunieran. Él salió de la habitación, Erica lo quiso seguir, pero Viggo puso su mano en el hombro. Erica miró a Viggo de cabello rojo y ropas elegantes similares a las suyas, pero negra y con bordados blancos.

—Yo lo acompañare, tú quédate aquí y cuida de Semiramis— dijo Viggo.

Erica iba a replicar, pero Viggo levantó su dedo índice, lo puso sobre sus propios labios para que ella se quedara callada. Después Viggo le dio una mirada a Semiramis, ella asintió y Viggo siguió a los nobles fuera del comedor.

Viggo fue al final del grupo, vigilando a los nobles para que ninguno hiciera algo que pudiera ocasionar alguna molestia. Edgar, al principio del grupo, fue disminuyendo la velocidad hasta que coincidió con la de Viggo. Ambos se miraron. Edgar de cabello rubio, rostro estilizado de facciones andróginas. Viggo de cabello rojo intenso, rostro cuadrado y labios carnosos.

—¿Qué tipo de arquitectura es está, joven Viggo?— preguntó Edgar con una sonrisa burlesca —parece similar a la de los reinos en el desierto de Kaios, pero hay un aire diferente—

Viggo sonrió tranquilo, sin tomarlo en serio y comento —está arquitectura blanca con muebles barnizados proviene del lugar de nacimiento de mis esposas. Una tierra de playas de arena blanca y mar color turquesa. Si pudo ver las cupulas en la cima de la mansión, son azules, simulando el cielo mientras que los jardines exteriores simulan los largos pastizales. Es una tierra de clima cálido y vida pacifica—

—Veo, un lugar diferente. Nunca he estado en un lugar como el que usted menciona—

—Lo más probable es que nunca este en un lugar así—

—¿Por qué lo dice?— preguntó Edgar con el ceño fruncido —dice que no puedo viajar a tal lugar. Le digo desde ya que he viajado a cada esquina del continente. Incluso a la misma Telskyura—

Viggo mostro una pequeña sonrisa divertida y le dijo —tú y yo tenemos vidas privilegiadas. Tú tienes acceso a ciertas cosas exclusivas, yo también. Por eso amigo mío, jamás verás la tierra en que crecieron mis esposas. No la puedes alcanzar, porque es algo exclusivo mío—

—¿Qué tanto ha vivido un niño? ¿Qué sabes tú de exclusividad?— preguntó Edgar con desdén.

Viggo soltó una risita, siguió caminando y no le presto más atención a Edgar. Lo cual molesto a este último. Viggo lo llevo a la puerta, despidió a los nobles y los quedó mirando hasta que los carruajes abandonaron la propiedad.

—Te mantienes en calma— dijo alguien a la espalda de Viggo. Este último se dio la vuelta y miró a la mujer vestida como él. Erica Schtauffen, hermana de Siegried, una mujer molesta, posesiva con su hermano, pero recta como una lanza.

—Creo haberte dicho que no vinieras— dijo Viggo con una mirada seria, se dio la vuelta y cerró la puerta.

—Yo no recuerdo haberte dicho que te obedecería— respondió Erica con tono de voz serio

—Sí, se me olvida, tú solo escuchas a Siegried. Bueno, solo cuando él no huye de ti—

—¡Mi hermano no huye de mí!—

Viggo avanzó a paso lento y paso por al lado de ella sin darle mucha importancia.

—¿En serio no te preocupa?— preguntó Erica dándose vuelta y mirándolo con intensidad

Viggo se detuvo, frunció el ceño y miró hacia atrás de soslayo —¿De qué? ¿De él? ¿Del imperio? ¿De sus socio comerciales? ¿Posibles asesinatos?—

—Edgar es famoso por seducir mujeres—

Viggo se quedó congelado por un momento y después estallo en carcajadas. Viggo se tapó la boca como queriendo controlar su risa, pero no podía, reía y reía de solo recordar las palabras de Erica. Después de un largo minuto, miró hacia atrás y sonrió —eres tan infantil— dijo. Él le dio la espalda y camino por el pasillo del primer piso. Paredes y techo blanco, piso con cerámica de color burdeos con detalles de color esmeralda. Muebles a la izquierda barnizados al natural. Ventanales a la derecha con vistas a los jardines oscuros por la hora de la noche.

—Oye, Viggo, lo digo en serio— dijo Erica con una expresión enojada

—¿Sí? Bueno, me imagino que esa fue la intención de Edgar. Seducir a mi esposa, llevarla al imperio y después tomar posesión de los bienes de mi esposa— dijo Viggo sin detenerse, pero tampoco demostrando preocupación —puede que ese nivel de seducción funcione en tu imperio, pero realmente no saben nada. Son tan banales pensando que el físico lo es todo, como si porque alguien fuera joven, tuviera un rostro andrógino y le susurrara al oído te pudiera enamorar ¿Tan poco mundo tienen en el imperio? ¿Eso es todo lo que pueden hacer las mujeres de tu nación? ¿Buscar hombres que tengan apariencia femenina? No sabes nada de seducción y ese tipo Edgar deja el ochenta por ciento de su seducción a su apariencia, diez por ciento a su mirada de perrito faldero y otro diez por ciento a su habla acaramelada ¿Pero y eso qué? Es alguien que tiene la juventud, la belleza y la novedad. Sin embargo ¿Qué hará una vez que se vaya su juventud? ¿Utilizara su dinero, su estatus o su fuerza militar? Son tan aburridos, no sabe crear la ilusión del perfecto amante y darle a la otra persona lo que necesita su corazón. Créeme, si eso es todo lo que tiene Edgar, no tiene nada. Y por su apariencia— Viggo se detuvo y miró hacia atrás a Erica con una mirada burlesca —esto es Orario, Erica, hay de todos los tipos de razas y sobre todo hay diosas y dioses. La gran mayoría jóvenes, hermosos, perfectos y con más encanto que cualquier mortal. Mi propio padre es un elfo con un rostro tan andrógino como él de Edgar, pero con la sutileza y belleza de los elfos ¿Crees que solo el aspecto de Edgar enamoraría a mi esposa? Te falta conocer mundo Erica, temo por ti. Cualquier idiota con un poco de labia y apariencia te enamoraría, te ocuparía como su juguete y después te descartaría—

—Insolente— dijo Erica con un rostro lleno de furia. Ella camino hasta Viggo y le lanzó un puñetazo a la cara, pero él le atrapo el puño. Ella continuo —estoy siendo amable contigo y advirtiéndote para que cuides de tu esposa—

Viggo acercó su rostro a solo unos centímetros del de ella. La miró a los ojos y ella se ruborizo para después mirar en otra dirección. Viggo le soltó el puño, ella lo retrajo y él continuo —muchas gracias por tu advertencia, pero mi esposa no necesita ser cuidada. Ya lo dije "ella es dueña de sí misma y puede decidir por su cuenta". Sí ya no me ama, será el dolor eterno, pero prefiero que ella vaya a donde la dirija su corazón y que sea feliz. Sin embargo, mientras se quede a mi lado, la amare con mi máxima capacidad—

—Engreído—

Viggo negó con la cabeza, se dio la vuelta y continúo caminando —ella está demasiado ocupada como para tener una aventura con una existencia insípida como Edgar mientras yo estoy demasiado ocupado como para concentrar todo mi ser en sentir celos. Tengo otras esposas, hijos y un futuro. Puede que tú estes demasiado desocupada como para andar imaginando cosas. Constrúyete una vida, Erica, de esa manera te dejaras de preocupar por los demás y te volverás una mujer interesante. De lo contrario, seguirás siendo una mujer que vive de los demás y de la opinión pública—

—Idiota pretencioso— dijo Erica

Viggo continúo caminando hasta la habitación donde tuvieron la cena y abrió la puerta. En una esquina había un juego de sillones donde Semiramis, Scheherezade y Siegfried estaban sentados. Viggo espero a que Erica lo alcanzara, después camino hasta donde estaba Semiramis y le dijo —amor, por favor, no dejes por un hombre con mirada de perro—

Semiramis, Scheherezade y Siegfried se quedaron congelados, pero después de unos segundos se largaron a reír. Solo Erica se mantuvo seria.

Semiramis se levantó del sillón con una amplia sonrisa y abrazó a Viggo —amor, jajajaja, eres un tonto— dijo con diversión

Viggo la abrazó por la cintura y ella se apegó a él con una amplia sonrisa. Viggo sonreía, le dio una breve mirada a Erica y le guiño un ojo. Sin embargo, fuera de bromas, Erica solo odió más a Viggo.

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