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De amores y razones 1.101

Después de que termino la subasta, Hera, Hephaestus y Kain se fueron a la mansión de Hephaestus en un carruaje. Mientras que Viggo y las chicas se fueron en otro. Odiseo dijo que tenía cosas qué hacer, así que se retiró por su cuenta. Ya que Hera iba a estar con Kain, no había nada de qué preocuparse.

Así que mientras Semiramis viajaba en el carruaje y veía como pasaban las luces nocturnas por la ventana, pensaba en las palabras que dijo Hera:

<<No hay nada más terrible que un hombre autocomplaciente>>

Semiramis miró a Viggo de soslayo y lo evaluó como quien evalúa un caballo purasangre. Hoy Viggo se veía gallardo, con el cabello tomado en una coleta y vistiendo un frac. Esa sonrisa de joven travieso de la daba un aire irresistible y sus afiladas facciones robaban las miradas de las mujeres. Sin embargo, ella no lo vio en ningún momento ponerles atención a otras mujeres. Incluso si esa diosa Freya, que era sumamente bella, se acercó a él, Viggo jamás la miró como lo hacían el resto de los hombres. Era como si él fuera indiferente a sus encantos. Se pregunto si acaso Viggo estaba conforme con ellas. Los hombres como Viggo siempre quieren más, siempre aspiran a poseer más; un imperio, una tierra, las joyas, los tesoros, las mujeres, el poder, la gloria. Ella negó con su cabeza y siguió mirando por la ventana. A través del vidrió se veían las calles de Orario, oscuras y a la vez iluminadas por las farolas en las veredas. A pesar de que eran las dos de la madrugada, se veía gente caminando por las calles: algunos aventureros siendo abordados por mujeres de tes morena y escasa ropa. Otros borrachos caminando a través de la oscuridad mientras se apoyaban del brazo de un amigo. Otros que llevaban grandes mochilas a sus espaldas y se perdían en callejones.

-¿Qué te preocupa?- pregunto Viggo a su lado

Sin embargo, Semiramis lo miró una vez más de soslayo, miró esos intensos ojos azules y negó. Después se dedicó a mirar por la ventana y recordar su conversación con Hera.

<Aunque no lo elegí, era mi marido- había dicho Hera -yo quería que funcionara, quería que él me amara, pero nada funciono. Sufrí en el cielo, que es de donde venimos los dioses y cuando bajé a la tierra, continue sufriendo. Por un momento pensé que venir a la tierra lo cambiaría, pero fue un sueño tonto. Él solo empeoro. Así que aprendan de mí y juzguen a Viggo como corresponde. Incluso si es el hijo de Kain, él es un semi dios y algún día se convertirá en un dios. Para ese entonces puede que sus caprichos hayan crecido demasiado y se convierta en un hombre sin remedio. Si eso llega a pasar, no sean como yo y se aten al sufrimiento>

Entonces Semiramis miró de nuevo a Viggo, quien conversaba con Scheherezade sentada a su lado. Como siempre, Viggo sabia atraer la atención de Scheherezade y capturar su interés. Se podía ver en la mirada y sonrisa de Scheherezade.

Semiramis se preguntó si ella era igual, si había ocasiones en las que Viggo la capturaba con sus palabras y sus actitudes. Entonces ella recordó a Viggo cantando en el barco, dirigiendo una canción al dios Ares mientras él era la voz principal y los marineros el coro. Viggo resplandecía debajo del sol y sus cabellos rojos como la sangre ondeaba con la brisa marina.

Semiramis sonrió recordando aquellos tiempos -Viggo- dijo en un tono calmado -¿Eres un dios como tu madre?-

La conversación de Viggo y Scheherezade se congelo. Al mismo tiempo, Sakura y Ana que los iban mirando desde el asiento del frente, dirigieron su mirada a Semiramis.

Viggo miró a Semiramis, quien todavía miraba por la ventana a pesar de que era la que había hecho la pregunta. Él espero hasta que ella se volteara para mirarlo y una vez que lo hizo, dijo -técnicamente sí, pero en estos momentos, no-

Las chicas no pronunciaron ninguna palabra, solo lo miraban mientras se escuchaba el traqueteó de las ruedas del carruaje y el suave trote de los caballos.

Viggo continuo -si soy especifico, soy un semi dios, pero mis maestros juzgaron que mi poder era un detrimento para mi crecimiento como guerrero, así que lo sellaron. Por el momento solo pudo usar mana-. Estas palabras provocaron asombro en Scheherezade, Sakura y Ana. La primera quería hacerle mil preguntas con respecto a la divinidad y las otras dos se sentían sobrepasadas por la emoción. Ellas habían sido educadas bajo el rigor espartano, en donde los mortales tenían que venerar a los dioses. Ahora se preguntaban como tenían que proceder.

-Entiendo- respondió Semiramis en tono calmado. Después volteó su rostro para seguir mirando por la ventana, procesando lo que había escuchado.

Viggo lo encontró un tanto extraño y le pregunto -¿Por qué lo preguntas? ¿Paso algo?-

-No, solo curiosidad-

Viggo frunció el ceño y al darse vuelta para mirar a las otras, notó que ellas actuaban raras. Viggo sonrió y dijo -esto no cambia nada, si quieren preguntar, pregunten-

Entonces Scheherezade comenzó a preguntar cosas relacionadas con la divinidad mientras Sakura y Ana ponían atención a todo lo que decían. Sin embargo, la explicación de Viggo fue tan anticlimática que, en la mente de ellas, los dioses perdieron muchos niveles de respeto.

-No lo vean así- respondió Viggo con una sonrisa divertida -yo soy un semi dios y mi divinidad ni siquiera esta desarrollada. Por lo usual, la divinidad debería estar ligada al dominio de un conocimiento o elemento. Por eso mi divinidad es tan aburrida y solo me permite curarme.

Todas entendieron mejor la situación y Viggo siguió respondiendo preguntas.

Por otro lado, Semiramis lo miraba de soslayo y sonreía para sí. Porque a pesar de lo fuerte y feroz que era Viggo, él siempre era accesible y conversador. La gente se sentía cercana a él y al poco tiempo se volvían amigos. Incluso alguien como ella, que en un principio lo repelía y trataba de alejarse de él.

Por aquella época, los recuerdos de Persia estaban frescos en la mente de Semiramis y ella no veía a los hombres con buenos ojos.

Media hora después llegaron a la mansión de Hephaestus. Kain, Hephaestus y Hera se perdieron por los pasillos del lado derecho de la mansión mientras Viggo hacía lo propio del lado izquierdo. Sakura y Ana cedieron su tiempo a Semiramis y Scheherezade mientras ellas se iban a dormir. Por otro lado, Viggo camino de la mano con Semiramis y Scheherezade hasta el dormitorio de Scheherezade.

Lo primero que hizo Viggo al entrar, fue quitarse los zapatos y desabrocharse la chaqueta y la camisa. Sin embargo, antes de que él pudiera continuar, Semiramis se detuvo frente a él y le ayudo con los botones.

-Deberías vestirte más seguido de esta manera- dijo Semiramis con una agradable sonrisa.

Al mismo tiempo, Viggo sintió a Scheherezade abrazarlo por detrás y presionar sus enormes senos en la espalda. Una vez que Semiramis termino de desabrochar los botones, Scheherezade poso sus manos en los hombros y retiro la chaqueta.

Viggo estiro sus manos y quiso ponerlas sobre la cadera de Semiramis, pero ella le atajo las manos y negó. Viggo sonrió y se relajó; hoy parece que ellas llevaban el ritmo. Él pudo sentir a través de su espalda como Scheherezade estaba desnuda y presionaba sus enormes senos de forma directa. Era una gran y suave sensación. Al mismo tiempo, ella comenzó a besarle el cuello y a desabrocharle el cinturón.

Semiramis termino de desabrochar la camisa, la abrió y puso sus manos sobre los abdominales. Ella sentía a través de sus palmas la suavidad y el calor de la piel. Era algo agradable a los sentidos, así que sintiéndose tentada, acercó su rostro al de Viggo y lo comenzó a besar mientras le acariciaba el pectoral.

Viggo por fin pudo estirar sus manos y tomar el trasero de Semiramis. Lo masajeo desde las caderas hasta la parte baja de las nalgas, sintiendo la agradable sensación de la carne firme y tersa. De repente, el escucho como la hebilla de su cinturón tintineó y sus pantalones quedaron sueltos. Después sintió como alguien introducía sus manos a su pantalón y tomaba su pene. Era dedos suaves y finos, por la pura sensación supo que era Scheherezade.

Scheherezade saco su mano derecha y después la volvió a meter en el pantalón, pero esta vez estaba húmeda. Ella empezó a masajear el pene, mientras Viggo era besado por Semiramis en la boca. Semiramis bajo besando la mandíbula hasta el cuello y después se dirigió a los hombros.

Era una sensación estimulante, Viggo quería atacar, pero eso detendría la diversión y todo se acabaría en unos veinte o treinta minutos. Él quería ver que harían ellas para cautivarlo, para excitarlo al punto de que su cerebro dejará de funcionar y solo quedará el instinto animal. Así que él siguió besando, siguiendo el juego y dejándose estimular. Quería poseerlas a ambas, quería entrar en ellas y dejar toda su lujuria, pero eso solo traería un alivió momentáneo.

Semiramis le dio un último beso en los labios y lo miró con una sonrisa cautivadora. Ella se agacho mientras Scheherezade hacia lo mismo. Entre las dos le bajaron el pantalón y lo comenzaron a besar: Semiramis en el vientre y Scheherezade en la cola. Poco a poco ambas bocas fueron bajando. Semiramis tomo el pene, lo elevo un poco y comenzó a lamer las bolas mientras Scheherezade lamía las nalgas.

Viggo miraba hacia abajo y veía a Semiramis mirándolo con lujuria. Ella lo estaba excitando con su sola mirada. Entonces ella empezó a subir por el tronco, dándole largas lamidas y mirando a Viggo a los ojos como para hacerle ver que ella lo deseaba. Al mismo tiempo, Viggo sintió por detrás como Scheherezade le lamia el ano. Ambas lo estaban estimulando de una manera que solo Kiara conocía. Una vez que Viggo cerró los ojos y dejó escapar gemidos de placer, Semiramis llevo el pene a su boca y lo introdujo. Viggo llevo sus manos a la cabeza y la hacía tragarlo hasta la base.

Sin embargo, cuando Semiramis sintió que Viggo iba a dejarlo salir, ella se detuvo. Al instante, Viggo la miró hacia abajo y ella se puso de pie. Ambos se miraron a los ojos mientras Viggo sintió como Scheherezade dejaba de estimularlo. Ella también se puso de pie y lo abrazó por la espalda.

Semiramis acercó su rostro mientras sonreía de forma coqueta y le dio un beso en la mejilla. Después ella acercó su boca al oído de Viggo y le susurro algo. Viggo, intoxicado por el placer y las ganas de correrse, solo asintió de forma sumisa. Semiramis sonrió y le comenzó a lamer el cuello. Al mismo tiempo, Viggo la tomo por las nalgas y la levanto sin pensarlo mucho. La llevo a la cama y la acostó. Ella quedó tendida con su cabello oscuro extendidos como si fueran los pétalos de una flor. Entonces él la beso mientras sus manos levantaban la falda y una vez que pudo sentir con sus manos la vagina de Semiramis, la miró con ojos cargados de lujuria. Ella sonrió complacida al verlo tan devoto a su sexo y él guio su pene a la vagina. Viggo sentía la humedad del interior, el calor y como ella lo apretaba. Él la miró a los ojos y comenzó a embestirla una y otra vez. Ella se colgaba de su cuello mientras lo abrazaba con las piernas, como si no quisiera dejarlo escapar. Incluso si Scheherezade estaba a un lado mirándolos, ninguno se preocupó por ella. En estos momentos eran solo Semiramis y Viggo. Ambos mirándose a los ojos, besándose y gimiendo de placer.

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