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De amores y razones 1.97

Después de haber sido golpeado durante dos horas, Viggo termino su entrenamiento con Aquiles. Para ese entonces ya estaba cansado y lleno de moretones, pero con la magia de Kain se sano y solo quedó el cansancio. Así que una vez que Viggo despidió a Aquiles, se fue a su habitación, se desnudó dejando la ropa regada en el suelo y se fue a la ducha. Mientras el agua caía como una lluvia torrencial, Viggo pensó que siempre fue un tanto indiferente a este tipo de lujos. Cuando era un niño lo tomaba por normal, pero después de vivir durante tanto tiempo fuera de casa, tener agua tibia cayendo sobre tu cuerpo al alcance de tu mano, era un lujo invaluable.

Por otro lado, mientras Viggo dejaba que el agua tibia de la ducha se llevara el cansancio, alguien entro a su habitación.

Semiramis había elegido un vestido amarillo que hacía juego con sus ojos y después de acordar todos los ajustes con la modista, se dirigió a su habitación. Podía haberse quedado con las demás hablando con su suegra, pero tendría que haber perdido los nervios para permanecer sin sentir la animosidad. No obstante, para suerte de ella, vio a Viggo caminando por el pasillo, así que lo siguió.

Una vez que ella entró a la habitación de Viggo, vio la ropa regada por el suelo. Entonces ella negó con su cabeza y comenzó a recoger la ropa, para después dejarla a los pies de la cama. Por otro lado, aprovechando que el resto estaban ocupadas con Hephaestus, ella aprovecharía de pasar un tiempo de calidad.

Semiramis camino hasta la puerta del baño y tomo la manilla dorada. La giró con suavidad produciendo un suave clic y a medida que abría, escucho como caía el agua de la ducha. Entonces ella entro en completo silencio y cerró la puerta detrás de ella. Después se desnudó sin hacer ruido y camino hasta mampara, donde el cuerpo de Viggo era visible a través del vidrio. El cabello rojo caía húmedo apegado a la cabeza y al cuello. Mientras la espalda se veía ancha y tonificada. Semiramis se relamió los labios y abrió la mampara mientras Viggo se quedaba bajo la ducha como si no pasará nada. Semiramis cerró la mampara detrás de ella y avanzó por un piso de cerámica gris hasta pararse por detrás de Viggo. Entonces ella lo abrazo y presiono sus senos contra la espalda mientras el agua la comenzaba a mojar.

Viggo sintió la suavidad sobre su espalda y se giró mostrando una sonrisa. Al mismo tiempo, Semiramis sonreía mientras el agua humedecía su hermosa piel. Viggo le tomo las manos y acercó su rostro. Ella también correspondió el avance y cuando sus labios se tocaron, compartieron un suave beso. Semiramis se colgó del cuello de Viggo y él poso sus manos sobre las caderas. Los besos se volvieron más intensos, las caricias más apasionadas y los cuerpos se apretaron uno con el otro mientras caía el agua. Ambos sintiendo los deseos del otro. Después de unos minutos, Viggo llevo su mano a la vagina, sin esperar, introdujo sus dedos y la comenzó a estimular. Al mismo tiempo, Semiramis se preocupaba de comerle la boca a besos, deseando que él fuera más rápido y violento. Hoy había sido un día estresante y quería relajar su cuerpo y su mente. Así que ella apartó sus labios y le dio una mirada llena de deseo. Al mismo tiempo, Viggo solo tuvo que mirarla a los ojos durante un momento para saber lo que ella deseaba.

Una hora después, Viggo y Semiramis estaban acostados sobre la cama cubiertos por una sábana blanca. Semiramis estaba apoyada sobre el hombro de Viggo mientras su mano pincelaba suaves caricias sobre el pecho. Al mismo tiempo, Viggo miraba al techo mientras abrazaba a Semiramis con su brazo izquierdo y le acariciaba el hombro con su pulgar.

-Viggo ¿puedo hacerte una pregunta?- preguntó Semiramis

-¿Qué es?- preguntó Viggo

-¿Qué quieres hacer en el futuro?-

-¿Qué quiero?- se preguntó Viggo a sí mismo en voz baja. Tomo una profunda respiración y se giró para mirar a Semiramis a los ojos. Al mismo tiempo, ella se acomodó y quedó acostada de lado, mirándolo a los ojos. Viggo llevo su mano al rostro y le acarició las mejillas mientras Semiramis sentía que Viggo la miraba con demasiada pasión y se ruborizó.

-Por ahora, en el corto plazo, quiero que consigamos una casa- dijo Viggo -y después de cerciorarme de que todo está en orden, ponerme a entrenar con mi padre-

Semiramis asintió y continuo con sus preguntas -¿Y a futuro?-

-A futuro- dijo Viggo con una pequeña sonrisa -tengo sueños a futuro, pero un plan, ninguno. Bueno, puede que entendamos muy diferente lo que es un plan-

-¿Y esos sueños?-

-Sueño con que podamos estar juntos para siempre. Sueño con que podamos vivir una vida plena. Por supuesto, volverme tan fuerte como para vencer a mi padre- dijo Viggo con una gran sonrisa -a lo mejor, explorar el calabozo y llegar a lo más profundo. A lo mejor, visitar otros lugares como la tierra de mi maestro-

Semiramis asintió satisfecha con esa breve respuesta. Viggo pensaba en ella y quería estar con ella. El comportamiento de Hephaestus le había provocado algunos miedos, como que Viggo se dejará influenciar y la dejará de querer. Así que, gracias a su respuesta, Semiramis se sintió mejor, acercó su rostro y le dio un largo beso. Ella bajo su mano y la paso por el abdomen. Después siguió bajando y llego al pene para estimularlo con suaves caricias. Ella sonrió satisfecha al notar como la carne volvía a estar tensa. Entonces Semiramis llevo sus manos al pecho de Viggo y lo hizo acostarse boca arriba. Al mismo tiempo, ella se sentó a horcajadas sobre la cintura y guio el pene a su vagina. Viggo cerró los ojos y soltó un gemido de placer al sentir el interior húmedo y cálido.

Semiramis apoyo sus manos en el estómago de Viggo y comenzó a mover sus caderas -¿Qué opinas de esa mujer Hera?- preguntó ella con voz sensual

-Es la esposa de mi padre- respondió Viggo llevando sus manos a las caderas, pero Semiramis las pellizco y evito que él tomará el ritmo.

-Es mi tiempo, yo mando- dijo Semiramis con una sonrisa altanera mientras levantaba y bajaba sus caderas una y otra vez, sintiendo el rose de la carne en su interior. Ella continuo con voz sensual -¿Ella es de confianza?-

-Sí- respondió Viggo -nunca he sentido un mal sentimiento de ella. Es como si ella amara todo lo de mi padre por extensión-

-Lo dices como si el amor fuera garantía de todo-

-¿No lo es?- preguntó Viggo llevando sus manos de nuevo a las caderas, teniendo éxito en agarrar la fina cintura. Sus dedos agarraron con firmeza y forzó su camino a lo más profundo. Semiramis soltó un gemido sensual y continuó moviendo sus caderas de atrás para adelante.

-Ella quiere conocerme-

Viggo detuvo sus intenciones y deseos por un momento, sintiéndose raro al escuchar esas palabras. Semiramis también detuvo el movimiento de sus caderas.

-¿Qué sucede?- preguntó Semiramis

-No- dijo Viggo confundido -es solo que se le conoce por ser una mujer estricta, que rara vez se interesa por los demás-

-Dijo que vendría a buscarme en su carruaje-

-¿Mmm? ¿Por qué?-

Semiramis se sonrojo y miró hacia otro lado -dijo que nos parecíamos un poco, ambas éramos repelidas por tu madre-

Viggo mostro una pequeña sonrisa y se apoyó en la cama para sentarse. Entonces su rostro quedó frente al de Semiramis y miró esas pupilas amarillas como dos gemas. Viggo acercó sus labios y le dio un pequeño beso -no tienes que preocuparte- dijo -me gustas y eso nadie lo va a cambiar-

Semiramis miró hacia abajo con ojos tristes.

Viggo le dio otro beso en los labios y continuo -solo nos quedaremos un par de días. Después compraremos una casa en algún lado y viviremos por nuestra cuenta-

-¿De verdad?- preguntó Semiramis levantando su rostro y mirándolo a los ojos.

-De verdad, y si no conseguimos nada que nos guste, arrendaremos un lugar hasta que podamos comprar-

Semiramis sonrió y le dio un beso, Viggo lo contesto con la misma intensidad. Una vez pasada la incomodidad, Semiramis apoyo la planta de los pies en la cama y comenzó a subir y bajar sus caderas, mientras Viggo llegaba con cada envestida a lo más profundo. Al mismo tiempo, Viggo llevo sus manos a las nalgas, suaves, grandes y carnosas, y la ayudo con el movimiento. Ambos se miraban a los ojos y jadeaban al mismo tiempo, mientras la estimulación continuaba.

Una hora más tarde, Viggo y Semiramis volvieron a tomar otra ducha. Una vez que terminaron, Viggo se acostó en la cama y Semiramis se comenzó a vestir.

-¿Por qué no te quedas acá?- pregunto Viggo

-No puedo, tengo que ir a ver el vestido y arreglarme. Ustedes lo tienen muy fácil- respondió Semiramis

Viggo asintió con una sonrisa y se quedó tendido en la cama -con respecto a Hera, veamos que tiene que decir. Puede que nos convenga, por otro lado, ella podría ser un buen puente entre las piedras preciosas y una buena cantidad de dinero- dijo

Semiramis se estaba terminando de poner su vestido cuando lo escucho y asintió -podría ser provechoso- respondió

-Así lo creo. Por otro lado, pensando en lo que hablamos hace un rato, podríamos preguntarle por una casa o un terreno provechoso ¿Has pensado en lo que quieres hacer?-

-Todavía no-

-Bueno, por ahora hablemos con Hera y después le preguntamos por algún contacto-

Semiramis asintió, camino hasta la cama y se agacho para besar a Viggo en los labios. Después lo miró a los ojos mientras su largo cabello oscuro caía hacia los lados -prepárate con anticipación- susurró

-Sí- respondió Viggo mientras estiraba su mano izquierda y le acariciaba las nalgas.

Semiramis sonrió al sentir el tacto de los dedos y negó con una sonrisa en los labios. Después enderezo su espalda y camino a la puerta contoneando las caderas. Viggo miró con cuidado, dejando que su vista pasara entre la fina espalda, a la pronunciada cadera y finalmente a las hermosas nalgas que resaltaban elevando la tela de vestido en dos montículos.

Semiramis abrió la puerta y dijo -no te retrases-

-No lo haré- respondió Viggo

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