Viggo llevo a las chicas a visitar Orario durante la mañana y como a eso de las 12 del día fueron a la Guild de aventureros. En ese momento Aina estaba presente, así que Viggo le dijo a Semiramis que sería el mejor momento para cambiar el oro que habían traído de esa otra tierra. En total, gracias a la buena recepción que tuvo el oro, pudieron obtener 100 millones de valis. Además de eso, Semiramis solicito asesorías en la compra de un terreno o una casa. Por supuesto, Scheherezade, Ana y Sakura también dieron su opinión. Sin embargo, al final, todo quedo en un "veremos" ya que todas las casas que llamarón la atención de las chicas, costaban más de 50 millones de valis. Así que primero Semiramis definiría qué tipo de negocio quería comenzar y cuanto capital iba a necesitar. Una vez decidido eso, decidirían el tema de la casa.
Después de dejar la Guild, Viggo llevo a las chicas a comer a un restaurante al lado de la torre de Babel, por el sector Norte. Todos comieron y bebieron de buen humor, elogiaron la comida y disfrutaron de ricos postres.
Ya cuando cayó la tarde y el ambiente estaba un poco más fresco en las calles, todos volvieron a la mansión. Sin embargo, cuando entraron a la mansión, Viggo dijo que tenía algo que atender, pero que volvería para la hora de la cena. Todas las chicas le preguntaron qué iba a hacer, pero él estuvo esquivo, así que ellas fruncieron el ceño con total desconfianza y Viggo opto excusarse y salir por la puerta principal. Después avanzó por el camino de adoquines con los árboles a los lados, pero se detuvo a los pocos metros ya que escucho como alguien salía y cerraba la puerta.
Viggo miró hacia atrás y vio a Semiramis mirándolo desde la puerta. Sus ojos emitían un brillo que le decía "no avances un paso más". Viggo solo sonrió divertido y espero a que ella se acercara. Semiramis levantó la barbilla en un gesto cargado de soberbia y poderío, dando a entender que ella era la que mandaba.
Ella camino con paso firme y se detuvo a un metro de Viggo -¿A dónde vas?- pregunto en tono estricto.
Viggo enancho su sonrisa, miró hacia otro lado como buscando la respuesta y después la miró a los ojos. Él se acercó para quedar a solo unos centímetros de ella. Semiramis lo miró a los ojos como buscando la verdad y Viggo dijo -solo quiero ver a una vieja amiga-
Semiramis entrecerró los ojos y dijo -parece que es más que una vieja amiga-
-No estoy seguro de eso, la última vez que nos vimos fue hace unos cuantos años; para ella son 2 y para mí son como 6-
Semiramis escudriño la mirada mientras el viento soplaba por el bosque de los alrededores meciendo las ramas y agitando las hojas.
-¿Es importante para ti?-
-Ella…- dijo Viggo mirando al suelo, pensando en sus palabras, ya que no quería decir que Tsubaki era la que lo andaba salvando cuando se comportaba como un niño tonto. Viggo levantó su rostro y miró a Semiramis directamente a los ojos -ella es mi confidente, alguien que me ayudo en muchos momentos y me salvo varias veces-
Semiramis apretó los labios al verlo tan resuelto a ver a esa mujer. Sin embargo, Viggo dio un paso más y la abrazo por las caderas. Ella agacho la mirada y Viggo llevo su mano al mentón y se lo elevo para que ella lo mirara a los ojos. Semiramis vio esos intensos ojos azules que brillaban con cariño. Al mismo tiempo, Viggo le dio un tierno beso y le dijo -no te preocupes, no te he dejado de querer. Quiero que seas mía y poseerte tanto como tu deseas poseerme. Es solo que ella, es especial para mí. La conozco de toda la vida y le tengo un gran cariño. Con ella comparto un montón de cosas al igual que contigo. Por otro lado, como te dije no estoy seguro de cual será nuestra relación en estos momentos. Ella lleva 2 años sin verme, a lo mejor se olvidó de mí, a lo mejor encontró a otra persona, no lo sé. Por eso quiero verla y saber que pasa entre nosotros-
-Soy demasiado tolerante- dijo Semiramis mirando hacia otro lado con fastidio. Viggo soltó una risita, le tomo el rostro con delicadeza y se lo volteó para que lo mirara. Ambos se vieron a los ojos y Viggo la beso con toda la pasión que podía tener un hombre por una mujer tan hermosa y caprichosa como Semiramis.
Después del largo beso, Viggo y Semiramis separaron sus labios, siempre mirando a los ojos del otro y viendo el deseo en la mirada. Viggo asintió y le susurro -sí, eres una mujer tolerante, pero no pienses mal de mí. Es solo que, al verte no puedo evitar desearte y querer retenerte, incluso si eso te hace triste-
Semiramis derramo una lágrima y agacho la mirada. Viggo llevo su mano al mentón y le levanto el rostro. Ella lo miró a los ojos y Viggo acercó su rostro y le limpió las lágrimas con los labios.
-No llores, eres especial para mi- dijo Viggo
-¿De verdad?- pregunto Semiramis con voz suave
-Sí, te lo prometo- respondió Viggo y la beso con mayor intensidad que la vez anterior. Después la abrazó durante un largo rato y espero a que ella se calmara. Una vez que Semiramis se calmó, ella le dijo a Viggo que si realmente la quería tenía que demostrarlo. De lo contrario, ella ya no sería tan tolerante con otras chicas. Viggo sonrió ante sus amenazas, le dio un beso y le dio su promesa que ella estaría por encima de las demás. Eso tranquilizo a Semiramis y le dijo que hoy tenía que volver temprano. Ella no aceptaría que él se ausente de estar con ella en su cuarto. A lo que Viggo respondió con un beso y una sonrisa que hicieron sonreír a Semiramis.
Después Viggo avanzó por el camino de adoquines mientras los árboles a los lados se mecían con el viento de la tarde. Al final del camino se elevaba el gran portón metálico que separaba los terrenos de la mansión de Hephaestus con la calle. No obstante, Viggo se detuvo, se volteó para mirar hacia atrás y vio a Semiramis parada en medio del camino de adoquines. Él levantó su brazo por encima de su cabeza y agito su mano en señal de despedida. A lo que Semiramis alzó su mano a la altura del hombro y la agitó en un gesto suave y elegante. Entonces Viggo le dio la espalda y camino hasta el portón de la propiedad para salir a la calle.
Una vez que Viggo estuvo en la calle, avanzó por la avenida que le daba su nombre al distrito herrero. Pasó mirando las casas de dos pisos hechas de ladrillos, con tiendas en su frontis y aventureros cotizando sus productos. También pudo ver las largas nubes de humo tubular que ascendían desde los talleres en los patios traseros.
Media hora después, Viggo llegó a un gran terreno, que contaba con una pequeña casa y un gran galpón. Todo el terreno estaba bordeado por una pandereta de cemento que solo permitía ver la parte superior de la casa y el galpón. Al mismo tiempo, Viggo podía escuchar el tañido del metal siendo templado mientras la chimenea en lo alto del galpón emitía grandes bocanadas de humo que ascendía hasta el cielo.
Viggo sonrió al ver que Tsubaki nunca paraba en su esfuerzo de ser una gran herrera. Él se acercó a la puerta de entrada y como vio que estaba cerrado, saltó la pandereta como otras veces. Todo seguía igual, pensó al caer en el patio del frontis. Tsubaki no tenía grandes campos de flores ni pasto, así que todo el suelo estaba recubierto de pastelones de piedra. Sin embargo, como alguien criada por una mujer tradicional, tenía en una esquina una repisa con varios árboles de diminuto tamaño.
Viggo avanzó por un pasillo a la izquierda de la casa hasta dar con el galpón y encontrar las dos grandes puertas de entrada, abiertas. Él miró hacia adentro y pudo ver un taller de herrería sucio; con trozos de hierro por todos lados, esquirlas de metal esparcidas por el piso, el hollín dejando manchas de suciedad. También había escaparates a los lados de las paredes, con una gran cantidad de armas ordenadas empezando por espadas cortas hasta llegar a las lanzas. Al final del galpón se veía un gran yunque en medio de un espacio abierto y una chimenea empotrada a la pared del fondo. Al lado derecho del yunque estaba una mujer de largo cabello oscuro templando a martillazos un largo metal al rojo vivo. Ella estaba absorta en la tarea con una mirada llena de concentración y determinación. Por otro lado, su piel morena destacaba ya que solo cubría la parte superior con unas vendas que se encargaban de retener sus enormes senos. En la parte inferior usaba un hakama rojo y utilizaba sandalias de madera igual que su madre.
Viggo avanzó por el galpón y se detuvo a unos metros de Tsubaki. Él se apoyó en un pilar de concreto que ayudaba a sostener el techo y la miró durante media hora hasta que por fin ella lo notó.
Tsubaki dejo el trozo de metal que se había transformado en la hoja de una espada sobre un largo mesón de madera y camino hasta Viggo. Él enderezo su espalda, mirándola a los ojos y ella sonrió al verlo tan maduro y compuesto.
-Veo que ya no eres un cachorro que mira la carne de forma indiscriminada- dijo Tsubaki con una sonrisa altanera
-No, ya no, ahora miró a la presa- respondió Viggo
Tsubaki entrecerró los ojos, llego delante de Viggo y lo miró a la cara, notándolo mucho más guapo, más alto y masculino; ya casi eran de un mismo porte. El tierno niño que hace unos años tomo lo que era de ella, había desaparecido y ahora solo quedaba un hombre, uno joven, pero un hombre, al fin y al cabo.
Tsubaki se acercó a Viggo y él la quedo esperando con los brazos a los costados. Ella sonrió con malicia y le lanzó un puñetazo a la cara. Viggo esquivo el puño y lo dejo pasar. Entonces él la atrapo y ella quedo entre sus brazos.
-¿Me extrañaste?- susurro Viggo
Tsubaki bufo y le dijo en tono despectivo -¿Quién extrañaría a un mocoso problemático?- después apoyo su frente sudada en el pecho de Viggo. Ella continuo con un tono de voz suave -es solo que se siente muy solo a veces. Una tiene amigos ¿sabes? Y cuando una ve a todos esos idiotas ser felices con la persona que eligieron, una se siente algo amarga-
-¿Es mi culpa?- pregunto Viggo con una sonrisa
Tsubaki levantó su rostro y lo miró enojada. Entonces ella le dio un puñetazo en las costillas y le dijo en un tono molesto -claro que es culpa tuya, imbécil. Claro que es tu culpa-
Viggo entrecerró los ojos aguantando el dolor del puñetazo y solo la abrazo. Ella también lo abrazo, le beso el cuello y Viggo agacho su rostro para buscar su boca. Una vez que los labios se encontraron, compartieron un largo y apasionado beso.
Después de un largo beso, Tsubaki se separó de Viggo y le dijo de buen humor -ven, ayúdame a apagar la fragua y ordenar esto. Después podemos entrar y comer algo-
Sin embargo, Viggo la miró a los ojos y pudo ver que ella quería algo más que solo compartir una comida y conversar. Él asintió y ella sonrió de manera coqueta.