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Remanentes de otra Era 1.71

Cuando Semiramis llego en su barco a Laconia, no encontraron a Kiara por ninguna parte. Solo había dos notas; una para ella y otra para Viggo. La primera decía "Te lo dije" mientras había dibujada una carita feliz con la lengua afuera en un gesto de burla. Semiramis soltó un grito furioso y dio pisotones gritando un montón de maldiciones.

La otra nota decía:

"Ve a Pefka y empieza a buscar en las ruinas, tienes un largo viaje que recorrer"

Pd: si necesitas ayuda para detectar a esos no-muertos, ocupa las runas que te mencione hace algún tiempo. Te conozco y sé que ni siquiera has tocado el libro. Ojalá fueras más curioso por el conocimiento. Empieza por la runa kenaz (<), la cual implica iluminación y la claridad mental. Es una forma de clarividencia que alude a la necesidad de conocer. Buena suerte, con amor, Kiara".

Así que Semiramis converso con su tripulación y todos estuvieron de acuerdo en seguir con el viaje. Los que murieron en el anterior enfrentamiento con los inmortales fueron enterrados en el cementerio del puerto de Gitión, no había mejor lugar para una persona que paso toda su vida navegando.

Después de eso, zarparon desde el puerto de Gitión-Laconia-Esparta y navegaron con dirección sur a través del mar color turquesa con destino a la isla de Citera, como un punto de conexión con Pefka.

Por su parte, Viggo se ausento de la cubierta dejando a Sakura y Ana como vigías y él se metió al camarote de Semiramis a estudiar el famoso libro de runas. En parte se sentía molesto consigo mismo y avergonzado por ser leído con tanta facilidad. Kiara lo conocía demasiado bien, incluso sospechaba que más qué él mismo.

Viggo se recostó en la cama, con una pila de almohadas en su espalda y comenzó a leer el libro mientras el barco se mecía. A través de las ventanas se escuchaba el rugido de las olas y el estallido de estás al chocar con el casco.

Así pasaron las horas en calma hasta que llego Scheherezade vistiendo su usual túnica negra que la cubría de pies a cabeza. Al mismo tiempo, el velo le cubría la mitad del rostro, solo destacando sus hermosos ojos de color esmeralda.

-Permiso- dijo Scheherezade

Viggo quitó la vista del libro por unos segundos y vio a Scheherezade cerrando la puerta -adelante- respondió y volvió sus ojos hacia el libro.

Scheherezade vio a Viggo concentrado leyendo el libro en la cama. Parecía relajado con un brazo alzado y la mano detrás de la nuca mientras que con la otra mano sujetaba el libro. Ella sonrió por debajo del velo, ya que encontró tentadora la sola visión del joven pelirrojo acostado en la cama. Su cabello rojo vibrante y su cuerpo entrenado a base de combate. Muchos generales se hacían corazas de bronce con un diseño similar al físico de Viggo, pero solo podían aparentar. Por su parte, Viggo no necesitaba nada de eso. Su pectoral y sus abdominales definidos lo hacían verse sexy. Sin embargo, Scheherezade venía con otra cosa en mente, así que guardo esos pensamientos para otro momento. Quizá, después de que ella tenga su conversación con Viggo. A lo mejor, si él dice que sí, puede que pase. A lo mejor, con un pañuelo cubriendo su boca para que no escapen sus gemidos, así como le contó Ana.

Scheherezade se relamió los labios con una expresión de anticipación, la cual quedo cubierta por el velo y Viggo jamás vio. Entonces avanzó hasta un lado de la cama y apoyo sus manos para recostarse. Sin embargo, Viggo paso su vista del libro a ella y le preguntó -¿Por qué no te quitas esa túnica? Aquí adentro solo somos nosotros dos-

Scheherezade lo pensó por un momento y asintió. Se quitó la túnica negra y dejo ver su sensual figura. Piel morena, rostro ovalado, cuello delgado y sensual clavícula. Enormes senos cubiertos por una especie de armadura de color azul que al mismo tiempo funcionaba como corsé. Una tela semi transparente que funcionaba como falda con dos cortes hacia los lados para que sobresalieran la gran cadera. Por debajo de la tela se veía un pequeño triangulo azul que cubría el sexo de Scheherezade, mientras sus muslos y trasero se veían redondos y llenos.

Viggo miró de soslayo de forma disimulada mientras leía su libro. Hizo una pequeña sonrisa y se sintió satisfecho al saber que ya había probado todo el cuerpo de Scheherezade. Era una sensación a logro mezclada con excitación. Tomo una profunda respiración y trato de serenarse.

Por su parte, Scheherezade se acostó en la cama y se acercó a Viggo. Apoyo su cabeza contra el pecho y puso su mano sobre los firmes abdominales. Viggo apartó la mirada del libro y miró esos ojos esmeraldas. Acercó su rostro, dejo a un lado el libro y llevó su mano al velo. Scheherezade también avanzó llevando sus labios hacia adelante y dejo que Viggo le moviera el velo. Ambos se besaron en un intercambio lleno de amor, mitad anhelo y mitad lujuria. Sin embargo, solo lo dejaron con un simple beso porque Viggo vio algo más que solo deseos en los ojos de Scheherezade. Ella venía por algo más y él tenía que seguir indagando en las famosas runas.

Viggo le dio un pequeño beso y se hizo hacia atrás y retomo su libro con ambas manos -¿A que vienes?- pregunto mirando las hojas blancas escritas en lenguaje Aesir. Del lado izquierdo estaba la runa (<) kenaz mientras que del lado derecho estaba su explicación y formas de utilización.

Scheherezade le levantó el brazo y se puso por debajo de él, apoyando su cabeza en el pecho y sus senos en las costillas, al mismo tiempo que posaba su mano sobre los abdominales. Viggo sintió la blanda y agradable sensación en sus costillas y entendió que lo estaban tratando de seducir. Sin embargo, era con otro motivo más que solo inducirlo al sexo.

Scheherezade se acercó al oído de Viggo y le susurro con su melodiosa voz -¿Puedes hablarme del encuentro con aquella criatura?-

Viggo detuvo su lectura y la miró a la cara.

-Nosotras decidimos hablar de todo y ser sincera entre nosotras- respondió Scheherezade mirándolo con una erótica mirada que daba la impresión de que sus ojos estaban aletargados. Sin embargo, Viggo aparto la seducción de su mente y siguió inspeccionando la mirada.

-¿Por qué quieres saber sobre la criatura?- preguntó Viggo

-Bueno, me gustan las historias. Sé muchas con respecto a Persia, pero nunca había oído hablar de un ciclope-

Viggo miró al techo, pensó en la situación actual y le comenzó a relatar de su viaje a la isla, en la costa Oeste de Beocia. Le contó sobre las ruinas de piedra obsidiana, del tótem y la gran puerta. Su construcción era inusual al igual que el material. Por último, relato como entro a la cueva a través de una grieta en la puerta y se encontró con un ciclope.

-La criatura debe haber medido unos cinco metros de alto- dijo Viggo -tenía un solo ojo y la piel roja. Iba con el torso desnudo y un taparrabos en la cintura. Al mismo tiempo, llevaba colgado en su cintura una gran cantidad de calaveras, como si fueran trofeos. Sus brazos eran tan gruesos como el torso de un hombre adulto. Nunca hablo, nunca pronunció un sonido que yo pudiera atribuir a un dialogo. Solo gruño y grito embravecido como si fuera una bestia enfurecida-

Scheherezade asintió a todo lo que dijo, de repente se levantó y camino hasta su cofre de pertenencias en una esquina. Busco entre sus cosas y saco unos rollos de papeles. Después fue a otro mueble y busco tinta y pluma. Después acercó una silla a un lado de la cama y puso el papel, pluma y lápiz sobre un velador.

-Por favor, repite todo lo que dijiste, pero se más minucioso con los detalles- dijo Scheherezade con una rostro más serio y profesional. La musa que trataba de seducir al guerrero había desaparecido en algún momento, solo dejando a una erudita.

Viggo soltó un suspiro un tanto decepcionado y asintió. Entonces relato todo el viaje dentro de la isla en Beocia, detallando la forma que tenían las piedras, la estructura de las cuevas, el tótem al lado de la puerta y su encuentro con el ciclope.

Al final del relato, Viggo le pregunto -¿Conforme?-

Scheherezade asintió con un rostro serio y le dijo -sí, muchas gracias por compartir esto conmigo. Como te decía, me gusta recopilar historias y no conocía ninguna como está. Por otro lado, me es un poco difícil imaginar a la criatura ¿Puedes dibujarla? -

Viggo lo dudo por un momento, ya que, dentro de sus habilidades inútiles estaba dibujar. Sin embargo, Scheherezade dirigió su hermoso rostro con una expresión de súplica mientras sus hermosos ojos de color esmeralda brillaban con anticipación. Viggo soltó un suspiro, casi prediciendo la reacción de Scheherezade y tomo un papel. Entonces hizo un círculo para la cabeza y otro para el ojo, una línea horizontal para la boca y otros círculos para el resto del cuerpo. Él trato de remarcar los músculos del feroz ciclope, pero solo lo empeoro. Viggo miró el dibujo, muy disconforme con su habilidad y soltó un suspiro. Después se lo paso a Scheherezade y como pensó en un principio, ella se largó a reír a carcajadas. Schehrezade era una mujer recatada, su risa más estrafalaria era suave, sumisa y tranquila. Sin embargo, ahora se estaba partiendo de la risa mientras se sujetaba el estómago.

-Lo siento, lo siento- dijo Scheherezade entre risas, le lloraban los ojos de tanto reír -es que, nunca había conocido a alguien que dibujara tan feo, jajajaja-

Viggo la escucho reírse durante cinco minutos. Durante el primer minuto, él sonreía al verla reír con tantas ganas, pero después del tercer minuto, su sonrisa se desvaneció. Al cuarto minuto él puso un rostro serio y al quinto minuto, cuando Scheherezade se estaba terminando de reír, él tenía una cara de pocos amigos.

-Lo siento, en serio lo siento- dijo Scheherezade y se subió a la cama. Ella gateo hasta Viggo y acercó su rostro para darle un beso a modo de consuelo. Sin embargo, Viggo volteó su rostro a otro lado con una expresión de disgusto. Scheherezade sonrió al verlo comportarse como el joven que era y lo abrazo durante un rato esperando que se le pasará el enojo. Ella condujo la cara de Viggo y la reposo sobre sus senos, algo que ella sabía que a él le gustaba.

-Realmente lo siento- dijo Scheherezade con su voz usual, una que traía paz al corazón -verás, me pareció super divertido esté lado tuyo. Por favor, no te enojes-

Viggo soltó un suspiro y la abrazo. Después elevo su mirada y ambos se miraron a los ojos. Scheherezade llevo sus manos a su cara, se quitó el velo dejando ver sus labios rosas. De un grosor sensual y un hermoso arco de cupido que la hacía ver provocadora. Viggo acercó su rostro y la beso, al mismo tiempo, Scheherezade paso sus manos por los abdominales y lo abrazo. Ambos se fueron recostando sobre la cama; Viggo sobre Scheherezade, mientras sonaban los besos y los jadeos.

-Por favor, espera- dijo Scheherezade con una voz suplicante

Viggo se sentía aún más inspirado para seguirla besando y llegar a la siguiente etapa al ver ese hermoso rostro con las mejillas ruborizadas. Sin embargo, al ver los hermosos ojos de color esmeralda, se detuvo. Ambos tenían una respiración errática mientras se miraban a los ojos.

-Por favor, llévame contigo- dijo Scheherezade

-Ya estás conmigo- dijo Viggo con una sonrisa

Scheherezade negó con una sonrisa y le dijo -quiero que me lleves a las ruinas de Knossos, quiero ver a la criatura con mis propios ojos-

Viggo la quedó mirando a los ojos, viendo el anhelo y la suplica reflejado en esos hermosos ojos de color esmeralda. Asintió en un solo gesto con una expresión solemne y dijo -me escucharas, avanzaras hasta donde diga que puedes avanzar y no importa que, si pasa algo, retrocederás ¿Entendido?-

Scheherezade asintió con una gran sonrisa y Viggo la abrazo poniendo su rostro en el cuello. Entonces olió el ligero aroma a granada, con un parte acida y otra floral. Un aroma demasiado sutil para que otros lo puedan oler si están a más de 1 metro de distancia, pero con muchos significados, como el amor y la fecundidad.

Viggo abrió el cajón del velador y saco un pañuelo. Scheherezade abrió sus gruesos labios dejando ver dos hileras de dientes blancos. Entonces Viggo puso el pañuelo en horizontal y ella lo mordió…

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