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Segundas oportunidades 1.42

Feliz año nuevo a todos, ojalá que hayan tenido unas felices fiestas y se hayan divertido.

-O-

Una vez que el barco llego a isla de Ceos, Viggo abandono el barco con el compromiso de estar de vuelta para el amanecer. Viggo asintió mientras se adentraba en la isla de Ceos y Semiramis le gritaba estas cosas.

Ceos era una isla pequeña, pero como estaba antes de Atenas, muchos barcos la ocupaban de punto de conexión. Viggo se adentró en los bosques de la isla con su arco y flechas. En estos momentos, Ceos tenía una plaga de jabalís porque al anterior regente se le ocurrió la genial idea de criarlos. Todo sería perfecto si los jabalís fueran animales dóciles, pero en realidad son muy violentos. Ser mordido y embestido hasta la muerte por un jabalí era una mala forma de morir. Así que Viggo se iba a "sacrificar" por la isla e iba a cazar un jabalí.

Media hora después, Viggo iba con un jabalí muerto a sus espaldas. Camino de vuelta a la playa que estaba al lado del puerto. Avanzó por la orilla de la playa de arena blanca, dejando que el agua del oleaje le mojara las sandalias y los pies. Camino hasta que encontró un retazo de playa con flores de color fucsia y amarillas. Tiro el jabalí a una esquina, junto leña y después se dedicó a preparar el jabalí. Una vez que le abrió el vientre, le quito las entrañas, le abrió las costillas y lo sazono, le cruzo un palo de punta a punta. Después puso dos soportes a los lados de la fogata y puso al jabali a cocinar. A la media hora ya salía un aroma agradable. Para ese momento habían terminado todo el desembarco de la nave y quedaban muy pocas personas en el puerto. Los únicos sonidos de la noche eran el oleaje y el crepitar de la fogata. El cielo estaba estrellado y el sol ya se había escondido en el horizonte.

Por otro lado, Viggo estaba acostado sobre la fina arena mientras miraba una florecilla fucsia en su mano derecha y pensaba en Ana y Sakura. Después tomo una florecilla amarilla con su otra mano y pensó en Kiara y sus pupilas amarillas. Soltó un suspiro de enamorado. Tenían sexo y las dos últimas veces que lo habían hecho sintió que estuvo bien, pero algo le decía en su corazón que Kiara solo lo encontraba normal. Debería haber estado feliz, haberlo elogiado por su trato y su virilidad. Viggo soltó un suspiro y pensó que estaba siendo infantil.

-¿Por quién suspiras, Viggo?- pregunto Scheherezade, avanzando por la playa. Llevaban una tela para taparse debajo del brazo y una bolsa con sus provisiones.

-¿Y tú? Pensé que Semiramis les había conseguido una hostal- pregunto Viggo

-Así es, pero quisimos hacerte compañía- respondió Scheherezade con una voz coqueta. Como ella iba vestida con una túnica negra, apenas se veía su figura.

-Gracias, la comida estará lista en un rato más-

-Me muero de hambre- dijo alguien más

-¿Y tú? Yo te hacia calentando la cama de ese joven marinero- dijo Viggo en broma al captar la silueta de Semiramis por detrás de Scheherezade.

Ella se acercó a la fogata con el ceño fruncido y dijo en un tono molesto -ya te dije que no me gusta-

-Ok, ok, lo entiendo-

-Por eso no aguanto a los hombres jóvenes, son tan insensibles-

-Bueno, para ser insensible, te convidaré de lo que hice-

Semiramis soltó un bufido y se sentó a la derecha de Viggo -es lo mínimo que puedes hacer. A veces pienso que nunca te enseñaron modales-

-Sí, sí, perdón por ser tan barbárico- respondió Viggo con una amplia sonrisa, miró a Scherezade y le pregunto -¿Por qué no te quitas la túnica y el velo? aquí solo estamos nosotros tres-

Scheherezade miró los alrededores, pudo ver el puerto desde aquí, pero todo estaba en calma y apagado. Asintió y primero dejo sus cosas en la arena, después se quitó el velo dejando ver su hermoso rostro. Después se abrió la túnica negra y dejo ver su voluptuoso cuerpo. Viggo la miró como si hubiera visto algo increíble. La cara era bonita, con unos vibrantes ojos de color esmeralda y unos hermosos labios cereza. Su cuello era delgado y terso, su clavícula sexy. Llevaba una especie ropa armadura, con hombreras y sostén de un material flexible de color azul que se extendía cubriendo el vientre, para al final conectarse con una tela de seda blanca semi transparente y cubrir la entrepierna hasta las rodillas. Por debajo ocupaba una especie de micro ropa interior, muy apretada, en donde las tiras que sujetaban el pequeño triangulo quedaban hundidas en la carne de sus muslos. Por otro lado, sus senos eran enormes como dos sandias, pero su estómago y vientre planos y apretados. Al mismo tiempo, su cadera y trasero era explosivos mientras sus muslos eran gruesos. Viggo pensó que le gustaría ser apretado entre medio de esas dos masas de carne apetitosa. A lo mejor, pedirle que se siente en su cara.

Semiramis a su lado, frunció el ceño y le dio una sonora palmada en la frente. Viggo frunció el ceño y se sentó sobre la arena mientras se cubría la frente. Ambos se miraron a los ojos en un estado molesto, pero perdieron su animosidad al escuchar la agradable risita de Scheherezade.

-Deberías enojarte- dijo Semiramis en un tono molesto

-¿Por qué?- pregunto Scheherezade con una sonrisa dulce -Viggo ya es un hombre y no lo encuentro despreciable-

-Es un mocoso- argumento Semiramis

-Es un hombre- insistió Scheherezade. Avanzó hasta el lado de Semiramis y extendió su manta sobre la arena, después se sentó y continuo -hace medio año que emite un aura y un aroma diferente ¿no te diste cuenta?-

-Sí- dijo Semiramis en voz baja mientras se ruborizaba. Frunció el ceño y miró a Viggo, entonces ella bufo y miró hacia otro lado.

Al mismo tiempo, Viggo soltó un suspiro y miró Scheherezade, quien mantenía un aura seductora y apacible. Ella lo miraba de forma coqueta, pero disimulada provocando que él la quiera abrazar. Sin embargo, Viggo negó agitando esos pensamientos en su cabeza, busco en su aljaba y sacó un largo cuchillo de unos 30 centímetros de largo. Después se acercó al jabalí que ya tenía la parte externa dorada y crocante. Le cortó una lonja de la pierna y la pincho con el cuchillo. Después se la ofreció a Scheherezade y ella sonrió con dulzura.

-Muchas gracias, Viggo- dijo Scheherezade al recibir el cuchillo con la lonja de carne asada. Ella acercó la carne a su boca y comió pequeños bocados.

-No hay problema, hay suficiente para todos- dijo Viggo con una sonrisa al verla disfrutar de la carne -come, pero ten cuidado, no vayas a beber agua porque te puede hacer mal. Es mejor que lo mezcles con vino-

-Yo tengo algo- dijo Scheherezade, le paso el cuchillo con carne a Viggo y busco en su bolsa. Saco un odre de vino y se lo tendió a Viggo. Él sonrió, le devolvió el cuchillo con carne y acepto el odre de vino.

-Yo también tengo algo- dijo Semiramis en voz baja con las mejillas ruborizadas

-Entonces estamos listos- respondió Viggo con una gran sonrisa

Una vez que Scheherezade le devolvió el cuchillo, Viggo saco otros pedazos de jabalí asado y se dedicaron a comer a la luz de la fogata y bebieron hasta quedar satisfechos. Después se recostaron sobre sus frazadas mientras Viggo se acostó directamente sobre la arena. Media hora después estaban todos durmiendo y solo Viggo quedaba despierto, mirando la inmensidad del cielo nocturno estrellado. Se veía hermoso y eterno, como un rio de estrellas. Sin embargo, lo que Viggo veía era a su familia. Al poco rato se durmió pensando en su madre.

Al otro día, Viggo se levantó con los primeros rayos del sol en el horizonte. El oleaje se retraía y llegaba a la orilla cada cierto tiempo mientras las gaviotas pasaban graznando. Viggo abrió sus ojos y vio a Semiramis a su lado derecho y Scheherezade a su izquierda, ambas abrazándolo. Frunció el ceño, porque esto no era amor. Parece que después de pasar un tiempo en Muspelheim su cuerpo había adquirido un calor sin igual. El hecho es que estaba siendo ocupado como un calefactor. Viggo se levantó sin despertar a ninguna de las dos y vio a Scheherezade temblar de frio. Viggo tomo una profunda respiración, miró el cielo que aún tenía algo de oscuridad. Entonces ladeo la cabeza de lado a lado midiendo sus posibilidades, poco convencido al principio, pero con los propios argumentos se autoconvenció de que estaba haciendo algo bueno. Entonces se acostó por detrás de Scheherezade y la abrazo. Poco a poco le trasmitió su calor corporal y ella dejo de temblar. Después de unos cinco minutos, Viggo se apartó de ella y se preparó para un nuevo día. Miró por la izquierda de la playa con dirección al puerto y vio que poco a poco se estaba reuniendo la tripulación.

Viggo fue hasta donde Semiramis, puso su mano sobre el hombro derecho y la movió -Semiramis- dijo en voz baja -Semiramis, es hora de embarcarse-

-Solo un poco más- respondió Semiramis con el ceño fruncido y acurrucándose como un bebé

-No, levántate, tus marineros te están esperando-

Semiramis hizo un puchero y abrió sus ojos poco a poco. Miró a Viggo y le dio una mirada de reproche. Viggo alzo sus manos en señal de rendición y se apartó de ella.

Una hora después todos estaban zarpando del puerto de Ceos con dirección al puerto de Argoloide, en el continente. La mar estaba en calma mientras la brisa marina impulsaba la nave. Viggo iba como siempre sentado en la baranda mientras los marineros estaban manejando las cuerdas y poleas.

-Gente, estamos muy callados- grito Viggo de buen humor -aquí no se ha muerto nadie-

-Sí- gritaron los marineros de buen humor.

Entonces Viggo tomo una profunda respiración y comenzó a cantar -Áres ypermenéta, Áres vrisármate, Áres chryseopílix, Áres amógite-. Entonces todos los marineros lo siguieron en la canción. Incluso Semiramis y Scheherezade cantaron mientras sonreían de buen humor. Bueno, todos cantaban salvo una persona que miraba a Viggo con desdén.

Por otro lado, Viggo se encontró con este sentimiento la primera vez que se subió a un barco. La sensación de que muchas personas canten una misma canción era un sentimiento único que lo llenaba de entusiasmo. Así que con el paso del tiempo se empezó a aprender las canciones. Poco a poco los marineros lo empezaron a conocer como el niño de las canciones. Muchos lo bromeaban y otros le decían estupideces. Sin embargo, Viggo seguía cantando las canciones de altamar. Era divertido como ninguna otra cosa que hubiera hecho antes.

Viggo siguió cantando con la tripulación durante media hora más.

-Toú Diós o país o Vákchos- canto Viggo con el tono de voz más melodioso que pudo alcanzar

-O lysínfron o Lyaíos, o Lyaíos, o Lyaíos- cantaron en respuesta los marineros

-Ótan eis frénas tás emás eisélthii- continuo Viggo con una gran sonrisa en los labios. Sin embargo, de repente su sonrisa se esfumo y todos se preocuparon. Viggo miró a la izquierda, sobre los mantos de agua del mar se deslizaba una nave de batalla con la vela extendida a una gran velocidad. Era un poco más pequeña que las otras naves, pero eso a su vez la hacía mucho más rápida. Por lo usual, era navegada por una tripulación de entre quince o veinte piratas en la cubierta.

-¡Todos atentos!- rugió Viggo -piratas-. Saltó de la baranda cayendo a la cubierta y miró a los marineros -prepárense para el enfrentamiento. Traigan los arcos, las flechas, escudos y espadas. Vienen con todo-

Todos empezaron a correr mientras Semiramis miraba a Viggo dar órdenes con una voz potente, como si fuera un general. La mirada del dulce niño pelirrojo se fue a alguna parte, y el lugar del amable Viggo lo tomo un muchacho de mirada afilada y severa.

Esto nunca lo leen, pero Feliz Año Nuevo 2022.

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