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Buenos instintos 1.3

Los ojos de Viggo estaban cargados de furia ciega y al único que miraba en estos momentos, era a Kratos.

-¿Qué pasa muchacho?- rugió Kratos, parado frente a Viggo en una posición de boxeo -¿Me odias?-

Viggo soltó un grito cargado de furia y corrió hacia Kratos apretando su puño derecho. A un metro de su objetivo, Viggo dio un salto hacia adelante y lanzó un puñetazo con toda la furia que había en su corazón. Al mismo tiempo, Kratos miró los ojos del niño y vio como las pupilas se volvían doradas. Hizo una escueta sonrisa y dio un breve paso hacia la derecha. Viggo paso de largo, cayendo de pie en la nieve y resbalando para caer de espaldas. Al mismo tiempo, Kratos se giraba para mirarlo y al verlo perder el equilibrio de forma lamentable que hizo una expresión de aburrimiento.

-Levántate- dijo Kratos, tomando una gran respiración y botando su guardia. Se cruzo de brazos y espero a que Viggo reaccionara.

Viggo sintió como su corazón se calmó mientras miraba la copa de los árboles y el cielo azul. Su respiración era agitada, pero sus impulsos de atacar a Kratos se habían ido junto con su caída.

-¿Qué haces?- rugió Kratos -te dije que te pusieras de pie-

-Sí, señor- respondió Viggo y se volteó para apoyar ambas manos y hacer fuerza con sus brazos para ponerse de pie. Después miró a Kratos parado sobre la nieve y los árboles de pino a su alrededor. Viggo agacho la mirada algo avergonzado y se preparó para ser reprendido.

-¿Qué hemos estado hablando?- pregunto Kratos con voz gruesa y profunda

-La furia es una arma, siempre y cuando yo la controle, y no ella a mi- respondió Viggo con voz baja

-Responde bien- rugió Kratos

Viggo alzo la vista al cielo, cerro los ojos y grito de vuelta -La furia es un arma, siempre y cuando yo la controle, y no ella a mi-

-¿Entonces que paso?-

Viggo abrió los ojos y miró a Kratos -yo me sentí abrumado- dijo

Kratos se llevó las manos a la cara y se restregó el rostro -ven- dijo más calmado

Viggo camino con la cabeza gacha y los brazos caídos. Los únicos sonidos que había eran el crujir de la nieve bajo sus pisadas y el viento ululando. Una vez que llego a un metro de Kratos, levanto su rostro y lo miró a los ojos. Kratos tenía el ceño marcado y una mirada de desaprobación.

Kratos se puso en cuclillas y espero a que Viggo lo imitara en el gesto. Una vez que Viggo se puso en cuclillas, Kratos los miró a los ojos y después miró al suelo cubierto por una tenue capa de nieve.

-Esté eres tú- dijo Kratos estirando su tosco dedo índice a la nieve y dibujando un círculo -tu poder, la fuerza que hay dentro de ti, se activa con ese fuerte sentimiento de furia- entonces dibujo un punto dentro del círculo -sin embargo, la furia es solo tu motor de encendido. Trata de recordar cómo te sientes para aprender a controlarlo. Con el tiempo te darás cuenta que tu poder no viene de la furia, sino de tu capacidad para controlar ese sentimiento. Guíalo, yo sé por lo que pasas. La incertidumbre y el dolor te asustan ¿Cierto? Sin embargo, si dejas que ese sentimiento se salga de control, sentirás el doble de dolor y miedo-

-Lo haces sonar fácil- dijo Viggo mirando hacia otro lado

-Para eso estamos entrenamos, niño. Para controlar ese miedo y dolor, también tengo muchas preguntas en mi cabeza, al igual que tú. Muchas que nunca tuvieron respuesta, pero si logramos enfocar nuestro poder y disciplinarnos a nosotros mismos, podremos avanzar-

Viggo soltó un suspiro y miró a Kratos. Este último vio el miedo en los ojos del niño y se vio reflejado a sí mismo. El miedo, guía a la furia como una respuesta natural a la auto protección. Sin embargo, el miedo niebla el juicio y nos convierte en bestias.

-Vamos- dijo Kratos -otra vez-. Entonces se puso de pie y miró a Viggo como desafiándolo

-Está bien- respondió Viggo, se puso de pie y tomo una postura de combate. Kratos también se puso en guardia, pareciendo una montaña inamovible delante de él. Sin embargo, Viggo se sintió más confiado al recordar el sentimiento de furia en su corazón. Al mismo tiempo, sus ojos le quemaban y su pecho subía y bajaba agitado. Entonces se lanzó de frente, apretó su puño derecho y lanzó un poderoso puñetazo a las costillas. Kratos soporto el ataque con su brazo izquierdo. Al mismo tiempo, junto fuerza en su puño derecho y lanzó un poderoso golpe a la cara. Viggo vio el enorme puño venir a su rostro y en vez de cubrirse, cerro los ojos. Como consecuencia de eso, Viggo salió volando por los aires con la boca llena de su propia sangre. Una vez que cayó al suelo, quedo tendido sobre la nieve y mirando el cielo durante unos segundos, hasta que el dolor se agudizo y se agarró la cara con ambas manos.

-Otra vez, ponte de pie- dijo Kratos

Viggo trato de ignorar el dolor y canalizo su energía divina para sanarse. Una vez que estuvo listo, se puso de pie y camino de vuelta a donde estaba Kratos. Una vez más lo miró a la cara y noto que estaba más enojado que la última vez. No, él siempre estaba enojado, pensó Viggo.

-Tener miedo y sentir el dolor antes de que suceda el ataque, solo te hace sufrir dos veces- dijo Kratos en un tono mordaz -debes disciplinarte para que nunca apartes la mirada del enemigo. Enfócate-

-Sí, señor- respondió Viggo algo desanimado

Kratos asintió y tomo su posición de boxeo. Viggo hizo lo mismo y continuaron entrenando hasta que dio la hora del almuerzo.

Viggo ya llevaba más de dos semanas entrenando con su malhumorado maestro, el cual lo regañaba por lo que hacía o por lo que dejaba de hacer. Era una cosa terrible, pero Viggo fue justo. Era como decía Kratos, tenía miedo e incertidumbre. Miedo a ser herido y a desconocer lo que pasaría una vez que sucedan las cosas ¿Qué cosas? Bueno, eso ni el mismo Viggo lo sabía. Le asustaba su diferencia de fuerza con Ottar. Le asustaba decepcionar a su padre y a su madre. Le preocupaba ser un mal hermano mayor. Le preocupaba lo peligroso que era Orario y la incertidumbre de si sería capaz de defenderse si algún día sus padres se iban. Eran muchos los miedos de Viggo y también las cosas que lo hacían enojar. Era indisciplinado, siempre lo fue, y según parece, por eso Ottar lo venció hace un par de años. Al final, no importa si nació de una diosa y de un elfo al que todos los dioses temen. Él era un inútil y por eso era basura. Lo ponía furioso ser superado, lo ponía furioso su incapacidad de concentrarse, lo ponía furioso que su padre siempre estuviera ahí mostrando su lado amable. Era él, Viggo Dragonroad el que estaba equivocado. Kain Dragonroad solo tenía la culpa de ser un padre demasiado cariñoso con un hijo basura que era indigno de su cariño.

Viggo balanceaba su espada en el patio trasero mientras pensaba estas cosas. Su respiración se volvió más fuerte, sus pupilas se tornaron doradas y balanceo su espada tan fuerte que el simple aire, dejo una larga línea en la nieve, como si la estuviera dividiendo.

-Viggo, Viggo- dijo alguien con voz infantil, en un tono divertido y lleno de entusiasmo.

Viggo suavizo el agarre sobre el mango de su espada y se relajó, dejando escapar una exhalación. Entonces se volteó y vio a un niño de cinco años corriendo en su dirección. Iba vestido con un grueso abrigo de pieles. Su cabello era corto y de un color cobrizo. Viggo sonrió y se olvidó de sus temores y las cosas que lo hacían enojar.

-¿Qué haces Atreus?- pregunto Viggo de buen humor

-Venía a jugar- dijo el niño deteniéndose a un par de centímetros de Viggo. Este último estiro su mano y le peino el cabello, mientras el niño sonreía feliz.

-Ok ¿A qué quieres jugar?-

-¿Puedo…- dijo Atreus bajando la mirada al suelo -¿puedo ver tu espada?-

-Claro, pero debes tener cuidado-

Entonces Viggo giro la espada y la tomo por la hoja para ofrecerle el mango. Atreus levantó su rostro iluminado por una gran sonrisa y con ojos llenos de anhelo, tomo el mango azul de la espada.

-Es muy suave ¿Es madera?- pregunto el niño

-No lo sé- respondió Viggo, espero a que el niño sujetara el mango con sus dos manos y soltó la hoja. El niño sintió el peso de la espada, pero nunca se quejó. Viggo continuo -es un regalo de mi padre. No sé qué esperaba de mí, regalándome esta espada, es demasiado buena para mi-

Atreus apenas si lo escucho, estaba concentrado en aguantar el peso de la espada. Duro un minuto y al poco tiempo tuvo que soltar el mango, dejando caer la espada sobre la nieve.

-Lo siento- dijo Atreus apesadumbrado

-No hay problema- respondió Viggo con un tono de voz suave, movió su mano derecha al mango de la espada y la levanto como si nada. Atreus lo miró lleno de admiración, como si estuviera viendo a un súper guerrero. Viggo continuo -solo tienes que crecer y volverte fuerte-

-¿Tú crees?-

-Sí, mira, déjame enseñarte como se balancea una espada. Después tu entrenas con un palo o algo así y a medida que pase el tiempo, te volverás más fuerte-

Atreus asintió y Viggo lo ayudo a sostener la espada entre sus manos. Al mismo tiempo, Viggo se ganó detrás de él y le ayudo a balancear la espada. Viggo pensó que ser un hermano mayor era una de las cosas más fáciles del mundo. Continuaron balanceando la espada durante unos minutos hasta que vino el malhumorado maestro.

-¡Atreus!- rugio Kratos con su voz gruesa y poderosa. Venía desde el cobertizo, al lado de la choza. Atreus dio un respingo al escucharlo y soltó la espada del susto. Kratos continuo -ve a la casa-

Atreus y Viggo miraron a Kratos, ambos lo encontraron demasiado intimidante por su gran porte, musculatura y esa cara de pocos amigos. Atreus levantó su rostro para mirar a Viggo y esté asintió. Entonces Atreus camino con la cabeza agachada, mirando a Kratos de vez en cuando y agachando la mirada al segundo siguiente. Paso por su lado y lo miró con anhelo, como queriéndole preguntar algo. Viggo desde donde estaba pudo ver la pregunta en su mirada. Era algo así como "¿Puedo quedarme a mirar?" Sin embargo, Atreus jamás le preguntaría a Kratos. Así que solo siguió caminando con la cabeza gacha mientras avanzaba con dirección a la choza.

Viggo recogió la espada y soltó un suspiro, después camino hasta donde estaba Kratos y lo miró a la cara.

-Si quieres decir algo, dilo- dijo Kratos en un tono bajo

-¿Por qué eres tan brusco con Atreus? Él solo quiere estar contigo- dijo Viggo

Kratos entrecerró los ojos mientras lo miraba a la cara -eso no es tu asunto, niño- respondió en un tono mordaz -primero preocúpate de tus propios asuntos, antes de querer arreglar la vida de los demás-

Viggo entrecerró los ojos y asintió. Entonces camino a un borde del patio y apoyo su espada en una pared de roca sólida. Después volvió al centro del patio, donde lo esperaba el calvo malhumorado de brazos cruzados. Viggo lo miró molesto y Kratos soltó un gruñido.

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