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Mundo Shinobi - Clones verdaderos - 491

—¡Tada!— dijo Kasumi en medio del segundo piso de la mansión.

El patriarca del clan Kato observaba a Kasumi desde una distancia de tres metros. Un hombre maduro en sus cuarentas con un insípido y delgado mostacho. Llevaba un haori verde pasto, de contextura redonda como una esfera. Su nombre era Nobuhiro Kato.

Kasumi sonrió graciosamente y giro haciendo aletear el vestido y mostrando la parte baja de sus nalgas.

Nobuhiro quedó atónito por la sinvergüenzura, pero como la mayoría, no lo odio —Ka-Ka-Kasumi-san, eso es— dijo

—Adorable ¿Verdad?— preguntó Kasumi, dejo de dar la vuelta, quedó con las piernas cruzadas y apoyo las manos sobre las caderas —¿Te gusta?—

—Po, po, por supuesto, pero es un poco— dijo Nobuhiro

—No te gusta, entiendo, me lo iré a cambiar— dijo Kasumi sin pensarlo dos veces y se dio la vuelta para volver por donde vino. Sin embargo, ella no avanzó ningún paso. No fue necesario, Nobuhiro estaba idiotizado por la figura de Kasumi, sobre todo sus piernas largas, estilizadas y en esos maravillosas sandalias de tacón de aguja que la hacían ver más alta y, sobre todo, hacían ver sus piernas más largas.

—No es necesario, Kasumi-san— dijo Nobuhiro con una actitud entusiasta, si pudiera, lanzaría vapor por la nariz.

Kasumi sonrió, pero la verdad es que quería largarse a reír a carcajadas de lo idiota que era este tipo. Ni siquiera se daba cuenta que pronto le cortarían la cabeza. Sin embargo, Kasumi mantuvo el carácter de su personaje, se volteó para ver a Nobuhiro y se acercó contoneando sus caderas. Ella puso su mano en el pecho de Nobuhiro y le susurro —¿En serio te gusta?—

Nobuhiro solo asentía como si fuera el único movimiento que pudiera hacer.

Kasumi acercó su rostro y le continuo susurrando —¿Y qué harías para demostrarlo?—

—¡Nobuhiro! Santo cielo ¡¿Qué haces con esta mujerzuela?!— grito Ayaka, madre de Nobuhiro. Una mujer de cabello cano y rostro duro como las piedras. Ella llevaba un kimono verde pasto mientras la seguía un grupo de sirvientas.

Nobuhiro dio un respingo y miró hacia atrás. Su madre lo miraba con intenso desprecio, pero es que ella no entendía, pensó él. Nobuhiro había probado un montón de mujeres, pero ninguna era tan tentadora y hermosa como Kasumi. Incluso esas que se dedicaban al rubro de la compañía intima.

—Okaa-sama— dijo Nobuhiro indefenso

Ayaka frunció la nariz y miró a la muchacha que le había hecho esto a su hijo. Él era brillante, un gran hombre, pero todo se había ido a la basura desde que llego esta mujer. Para peor, ellos ni siquiera se habían casado aun y según sus espías, no habían dormido juntos. La madre solo se preguntaba ¿Por qué? Para ella, Kasumi solo era una ramera provocadora.

—Tú, vete a tu habitación— dijo Ayaka en un tono despectivo

—Un momento— dijo Kasumi con voz firme y digna —¿Quién dirige esta familia?— ella miró a Nobuhiro y después a su madre, por último a Nobuhiro —no me casare con un hombre que no sea dueño de su vida—

Nobuhiro iba a decir algo, pero al mirar a su madre, no la pudo regañar en público. Por otro lado, al escuchar los gritos, varios de sus primos y tíos vinieron. Al igual que Nobuhiro, ellos quedaron muy impresionados con un favoritismo indiscutible por Kasumi. Nobuhiro frunció el ceño, pero antes de que pudiera decir algo, salieron sus primas y tías.

—¿Y esa ropa?— preguntó una de las cuñadas más jóvenes

Kasumi la quedó mirando, era una muchacha de cabello rubio y tenía un moretón en el ojo. Era bastante agraciada, pero había tenido la mala suerte de casarse con un inútil que se desquitaba con ella.

—Es un vestido de Akane Uchiha— dijo Kasumi con cierta tranquilidad, apoyo las manos en las caderas y continuo —un original—

Todas las cuñadas y tías soltaron palabras de asombro. No había nada que atrajera más que la exclusividad. Akane era bastante famosa entre el circulo de nobles y comerciantes. Sobre todo, porque hacia los famosos originales. Piezas de ropa única que solo se confeccionaría una sola vez. Era caro, ya que se hacía un contrato de exclusividad entre las dos partes.

—¡Suficiente!— dijo Ayaka con voz firme y autoritaria. Las primas y tías salieron arrancando y se escondieron detrás de sus maridos. Si había una persona que nunca debías molestar en el clan Kato, esa era Ayaka.

Kasumi quedó mirando a la anciana con cierta indiferencia y miró a Nobuhiro —¿Y bien?— preguntó.

Eso genero un silencio incomodo. Unos no sabían lo que iba a pasar y los que sabían, miraban con cierta preocupación a Nobuhiro y Ayaka. La respuesta generaría división en la familia. Ayaka podía pensar bien de Nobuhiro, pero ella era el cerebro detrás de las finanzas y los proyectos. Nobuhiro tuvo la suerte de ser su hijo. De no ser así, uno de los primos o tíos lo hubiera matado hace mucho tiempo para tomar su lugar como patriarca. No obstante, a su vez, el clan necesitaba esta unión con la hermana del daimio de la nación del Fuego.

Una par de pasos se escucharon provenir desde el pasillo. Eran dos doncellas en kimonos. Una de cabello naranja y otra de cabello oscuro. Ellas se detuvieron a los lados de Kasumi e hicieron una pronunciada reverencia.

—Lo sentimos, señora, lo sentimientos— dijeron repetidamente mientras hacían reverencias en señal de disculpa.

Ayako quedó mirando a las dos doncellas. Ambas eran hermosas. Ellas venían como escolta y cuidadoras de Kasumi. Siempre que ellas no estaban cerca, Kasumi venía a molestar.

—Llévense a esta niña y enséñenle a vestirse como una mujer decente— dijo Ayako, estaba tan enojada con Kasumi que no se percató de lo raro que era que ella tuviera ese vestido. Su hijo, Nobuhiro, tampoco se dio cuenta, pero uno de los tíos de Nobuhiro entrecerró los ojos al entender que algo no estaba bien.

Nagisa y Shiori tomaron a Kasumi de un brazo cada una.

—Oye, suéltenme, son simples sirvientas— protesto Kasumi, hizo un poco de fuerza, pero no había manera de que alguien como ella superara la fuerza a dos jounin.

Nagisa y Shiori se la llevaron, pero miraron cada cierto cantidad de pasos hacia atrás e inclinaron la cabeza en señal de disculpa.

—Eso fue divertido— dijo Kasumi con una amplia sonrisa cuando noto que ya estaban lo suficientemente lejos —¿Vieron la cara de esa vieja bruja? Casi se le salen los ojos—

Nagisa y Shiori miraron a Kasumi, ellas soltaron un suspiro de alivio porque no fueron descubiertas.

—Lo habías hecho tan bien— dijo Nagisa en su cansancio —¿Qué te hizo salirte del plan?—

—Estaba aburrida— respondió Kasumi, miró sus brazos, ellas todavía la sujetaban —¿No me piensan soltar?—

Nagisa miró a Shiori, esta última era la senpai. Shiori asintió y ellas soltaron a Kasumi.

—Además, fue divertido— dijo Kasumi con una amplia sonrisa —solo esperen a que llegue a la habitación y le cuente a…— ella cerró la boca, miró para todos lados. A simple vista no había nadie, pero ella no se arriesgaría de forma tonta, así que cambio lo que iba a decir —le cuente a Murasaki—

Nagisa y Shiori levantaron una ceja ante la extraña actitud de Kasumi. Solo había una persona en el mundo que activaba a Kasumi de esta manera. Cualquiera en sus cinco sentidos no iría a pararse delante de Nobuhiro, famoso por asaltar mujeres. Menos provocar a la madre, una mujer que da ordenes de matar sin pensarlo dos veces. Sin embargo, aquí estaba Kasumi haciendo el loco.

Nagisa y Shiori soltaron un suspiro de cansancio.

Kasumi camino animada hacia su habitación. Llegó a la puerta y la giro. Ella entró y comenzó a girar como si fuera una bailarina. El vestido blanco de una pieza aleteaba y dejaba ver su entrepierna y sus nalgas. Ella se detuvo y miró hacia el pasillo. Ella sonrió, pero al ver que no había nadie en el pasillo, frunció el ceño y su sonrisa se desmorono.

—Oye ¿Dónde estás?— preguntó de malhumor.

Nagisa y Shiori cerraron la puerta, se preocuparon de colocar el sello protector y avanzaron por el pasillo. Ellas siguieron a Kasumi hasta la habitación de Murasaki. Kasumi abrió la puerta, vio el amplio espacio de la habitación, la enorme cama, pero no encontró a Kain y Murasaki como cuando ella fue a recibir a los sirvientes con la comida. Estaba vacío.

Kasumi entró a la habitación, puso una mirada triste, pensó que había sido dejada afuera de algo bueno, pero al mirar al balcón, sonrió. Allí estaban Murasaki y Kain. Los dos sentados frente a una mesa, bebiendo y fumando. Murasaki tenía sus escritos sobre la mesa y le contaba a Kain sus historias mientras este último sonreía al verla tan devota sus pasiones.

—¡Kain!— grito Nagisa alarmada porque él se había expuesto al balcón. Ella se apresuró, supero a Kasumi y llegó al balcón, pero se dio cuenta que, sobre Kain y Murasaki, levitaban vástago y segador emitiendo una luz plateada como un domo. Apenas era visible desde cerca y completamente invisible desde lejos.

—Kain, casi me das un susto— dijo Nagisa, se detuvo y soltó un suspiro de alivio.

Kain tenía una copa de vino en una mano y un habano en la otra —yo creo que más que un "casi", fue un susto con todas las de la ley— dijo.

Nagisa sonrió, se acercó a él y lo abrazó por detrás —santo cielo— dijo ella —¿Qué hiciste? Kasumi fue a buscar problemas—

—Oooh, eso, solo quería animarla un poco— respondió Kain con una sonrisa cándida y le dio unas palmaditas en las manos a modo de consuelo.

Shiori quedó mirando a sus amigos y lo adorable que se veían juntos. Tan natural y cercano como una pareja podría ser. Sin embargo, para Kasumi y Murasaki fue un balde de agua fría. Ellas nunca habían experimentado este nivel de intimidad.

Mientras Nagisa lo abrazaba, Kain miró a Kasumi y le preguntó —¿Qué tal fue todo? ¿Funciono?—

Kasumi estaba metida en sus pensamientos, pero reacciono relativamente rápido y respondió —Sí, funciono, hubieras visto a esa vieja bruja. Casi se le salen los ojos de la envidia—

Kasumi fue devota a su actuación, seguiría en su papel de amante, aunque por dentro se estuviera desmoronando y preguntándose ¿Cuál era la diferencia entre ella y Nagisa? Sin embargo, eso nunca lo diría. En su lugar, ella camino hasta Kain y se sentó en sus piernas descaradamente. Eso cortó el contacto entre Nagisa y Kain, pero Nagisa ya había superado esa parte de su vida. Para empezar, su madre tenía un hijo con Kain, que a su vez era su hermano. Fue difícil al principio, pero se hizo la idea. Así que la intromisión de Kasumi no significaba nada para ella.

Por su parte, Kain pudo ver el brillo acuoso en la mirada de Kasumi, pero no dijo nada. Él también actuó su parte. Si él no fuera así con Kasumi, ella no lo tomaría en cuenta y mucho menos lo respetaría. Lamentablemente, en algunas relaciones tenías el dominio o eras dominado. Y Kain, por ningún motivo, sería dominado por alguien tan interesante, pero caprichosa como Kasumi. Solo sería invitar a su propia destrucción.

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