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Mundo Shinobi - Mokujin CIA. - 326

Kain salió de la mansión Sarutobi y camino por las calles hasta llegar a un callejón estrecho donde solo podían caminar dos personas a la vez. Eran las doce del día, Hiruzen lo había invitado a comer, pero Kain lo rechazo para recordarle lo delicada que era su relación. Kain llego a un cruce que daba a otra calle estrecha que bajaba desde la calle frente al municipio. Se apoyo en la pared de la esquina y extendió su percepción cien metros a la redonda. Los anbus de este sector habían sido retirados. Kain mantuvo su percepción extendida y sintió como una existencia se acercaba a gran velocidad saltando de techo en techo. La persona salto a la calle estrecha y se acercó a la pared, a la derecha de Kain. Ninguno era visible desde el punto de vista del otro, pero estaban tan cerca que se podían oír.

Kain miró al cielo nublado. Justo en ese momento pasaba un águila sobrevolando la zona. Debe haber estado a cincuenta metros de altura. Kain sacó un kunai y lo lanzó contra el águila con todas sus fuerzas. Dos segundos después, el ave soltó un chillido y cayó en picada.

La otra persona en el otro lado de la pared levantó su capucha y miró al cielo, asombrado por el nivel de precisión que tuvo Kain. Se diviso una cicatriz en forma de X en la barbilla. Era Danzo.

—¿Cómo te fue?— preguntó Danzo

—Bien. Hiruzen idiota— respondió Kain mirando al cielo y viendo como el águila caía. Le había arrancado el ala derecha. Kain continuo —todo está establecido, cuando llegue la asamblea de clanes, te toca hacer tu parte—

—¿Estará bien?—

—¿Arrepentido?—

—No, Hiruzen no tenía ninguna intención de nombrar a otro hokage en el corto plazo. Mientras estaba borracho dijo que iban a pasar veinte o treinta años antes de que él nombrara otro—

—¿Cuándo estuviera demasiado viejo para ir al campo de batalla?—

—Sí—

—Se aferro al poder y se le olvido cuál era su propósito como hokage—

—¿Y tú?—

—Yo solo me muevo para lograr el mejor resultado. Cuando tengan la reunión, tienes que dar tu voto para disminuir el tiempo de mandato del hokage—

—Sí, después de eso…—

—Después de eso, una vez que tu mandato termine, el tiempo de hokage se disminuirá a cinco años. No te olvides de apoyar la moción para disolver la policía militar. Solo está generando división entre los Uchihas y los otros clanes—

—Sensei…—

—Tú sensei era un hombre de otra época, destruido por un sistema de lucha demencial. Estaba lleno de odio y resentimiento. Como su discípulo, tienes que ser mejor, Danzo. Esta es tu oportunidad. No necesito decirte más, ya leíste la información y las opciones. Si quieres desmantelar a los Uchihas, tienes que hacer que se dispersen entre la población. Seguirán siendo Uchiha, pero estarán unidos a otras personas y eso evitara el peor de los escenarios. Ya no quedan Senju, Danzo, es ridículo continuar con esta disputa—

—Tú ¿Estás seguro de que no quieres ser hokage?—

Kain soltó una risita y le preguntó —¿Qué pasa? Ahora que tienes la posibilidad delante de ti, te acobardas—

—No, es solo…me cuesta creer que hagas esto por nada—

—¿Quién ha dicho que esto es por nada?— preguntó Kain —la paz y el progreso es el mejor tesoro, la mejor ganancia. Solo en ese momento podemos darnos cuenta de todo lo que hemos hecho mal y corregirlo. Debemos ser mejores y encontrar el equilibrio—

—Entiendo, señor— dijo Danzo con un tono reverente. A pesar de que todavía tenía ciertas aprensiones contra Kain, sabía que las opciones estaban ahí. Podía ser la sombra del hokage o volverse uno. Entonces, podría ser como su sensei y educar a la siguiente generación, mejores, más inteligentes y sabios.

—Cambiando de tema, hubieras visto la cara de Hiruzen cuando le dije que desde ahora tenía que llevar a Biwako-nee como asesora, jajajajaja—

Danzo sonrió.

—Nada más de tiempo pervertido— continuo Kain —ni manos largas con sus secretarias—

—¿Eso está bien?—

—Sí, según Sasuke, Biwako-nee es mejor Sarutobi que el propio Hiruzen, por eso había unido a los dos desde el principio. El único problema es que Hiruzen se ha vuelto tonto con el tiempo y ya no se pregunta si lo que está haciendo está bien. No consulta a nadie. A todo esto ¿Koharu y Homura son de alguna ayuda? A pesar de que le di los estatutos creados por Tobirama, siempre he pensado que Hiruzen los coloco como asesores porque eran sus amigos—

—Ellos…— Danzo pensó por un momento sus palabras y continuo —se puede confiar en ellos, pero no son muy listos ni proactivos—

—En ese caso, sería bueno que encontraras a alguien en el que puedas confiar. Alguien que sea de ayuda y no este solamente para tomar el té de la tarde—

—Entiendo ¿Alguna recomendación?—

—Pude ser joven, pero Kiyomi Uzumaki es la mejor elección. Diligente y trabajadora al punto de sobre exigirse—

—¿Tiene nueve años?—

—Nueve años, y si te soy sincero, creo que algún día será hokage. Tiene ese tipo de personalidad fuerte que te hace esperar grandes cosas de ella. No porque las busque, sino por el hecho de que trabaja tan duro que es lógico que lleguen grandes oportunidades a sus manos ¿Qué me dices futuro hokage? ¿Te interesa educar a la siguiente generación?—

—Ella tiene tu educación—

—Solo un par de años, pero si puede aprender de ti, será aún mejor. Ya te lo dije, es importante encontrar el equilibrio—

—Entiendo, me lo pensare—

—Piénsalo, pensar es bueno, mirar las cosas desde diferentes puntos de vista, preguntar a otras personas—

—Sí—

Kain le dio dos palmaditas a la pared como señal de que la conversación había terminado. Se apartó de la pared y siguió caminando por el callejón.

Por otro lado, Danzó saltó al techo y se comenzó a mover en la dirección contraria. Gracias a esta situación, sintió que sus pulmones estaban limpios y pudo saborear por primera vez el aroma del aire puro.

Kain continúo bajando por la avenida que cortaba a Konoha en vertical, mirando los negocios en la vereda del frente. Todos pertenecían a la alianza Ino-Shika-Cho. Gente lista, gente competente; cuando estaban combinadas las tres fuerzas. Por otro lado, separados no valían nada. Kain lo había visto: un Nara intelectual, pero con cero fortalezas emocionales. Un Akimichi con muy poco cerebro llevado a los límites de su ingenio. Nunca conoció como trabajaba el padre de Naomi (Sora Yamanaka), pero debe haber estado en las mismas circunstancias. Después de todo, la fortaleza de la alianza de las tres familias era legendaria, pero era porque cada uno cumplía un rol fundamental dentro del grupo.

Kain pensó en el negocio que la alianza le ofreció a Hiruzen. Parece que la alianza se había olvidado de Tobirama y como casi los borró del mapa en la anterior guerra. Ahora estaban intentado poner sus manos en el negocio de Kain. Eso no se hacía, no de manera tan tonta y descarada. Kain sabía que el nuevo patriarca Nara era joven, pero nunca espero que fuera tan impulsivo. Parece que esta generación se estaba destacando por eso. Primero Hiruzen con su incapacidad de negociar como lo haría un Sarutobi. Segundo, los Nara incapaces de pensar las cosas en frio y tomar buenas decisiones ¿Qué habría pasado para que ellos sean tan temerarios? ¿Qué estaba pasando con cada Clan?

Kain llegó al cruce de las dos avenidas principales, se detuvo frente a la puerta de su salón de té. Kain abrió la puerta corredera y vio el interior. Todo estaba en completo orden y silencio. De la cocina viajaba un agradable aroma que llenaba todo el comedor, lleno de mesas cuadradas de baja estatura con cojines a los lados. El piso de cerámica limpio y reluciente, el techo con un cielo falso de color blanco. Luz eléctrica y ventanas con cuadritos de papel. Al fondo del salón de té estaba la persona que él buscaba. Pelirroja, con la piel lechosa y hermosos ojos verdes. Diferente de otras ocasiones, ella estaba sentada en una silla de madera con dos mujeres a los lados que funcionaban como ayudante. Tsubaki Uzumaki había convertido este salón de té en un lugar importante que venían a visitar personas de toda la nación. Nadie se podía jactar además de ella que habían tenido a los kages de las principales naciones. La pintura en el mural de la izquierda era un recuerdo de aquella reunión. Kain le dio una mirada a la pintura y sonrió. Todos los kages estaban nerviosos en aquella época y se mostraban con el ceño fruncido frente a la cámara. El más supersticioso fue Gengetsu, pero igual se prestó para la foto.

Kain llego a la barra y se detuvo esperando a que Tsubaki lo notara. Ella llevaba el cabello rojo ordenado en dos coletas que caían sobre su amplio pecho. Vestía un kimono blanco con estampados de orquídeas en la manga derecha y la pierna izquierda. Por otro lado, lo que más destacaba era su abultado vientre. Ella y Kain, lo habían logrado.

Las muchachas que funcionaban como sus ayudantes, miraron a Kain con una sonrisa y después a Tsubaki. Esta última se calló por un momento y se dio la vuelta. Ella sonrió, hermosa y resplandeciente.

—Kain-sama— dijo Tsubaki levantando el rostro para mirarlo a los ojos —lo siento, no lo había visto—

—No hay problema— dijo Kain con una sonrisa amable —solo pasaba a ver cómo estabas—

—Estoy muy bien— dijo Tsubaki, ella se ruborizo, llevo sus manos por debajo de la barra y saco un libro. Ella lo abrió y se cubrió la mitad inferior del rostro. Sus ojos brillaban con alegría, un poco de burla y diversión. Kain leyó la portada del libro y frunció el ceño. Tsubaki bajo el libro y se cubrió la boca mientras reía. Estaba roja desde cuello a las orejas, fascinada con Kain.

Kain tomo una profunda respiración y negó con la cabeza. Murasaki, dijo en su mente. Sonrió y miró a Tsubaki —¿Te gusto?— preguntó

Tsubaki se dio la vuelta, miró a las chicas que eran sus ayudantes y sonrió. Ninguna debió tener más de veinte años —¿Qué opinan, Mika, Itoe?— preguntó

—Si Tsubaki-sama quiere— dijo mujer de la izquierda. Se llamaba Mika y llevaba el cabello ordenado en dos trenzas que caían a los lados. Era de contextura esbelta y llevaba puesto un kimono verde —la podemos ayudar si es demasiado para usted—

Tsubaki se tapó la boca y comenzó a reír.

—Lo mismo digo, pero a diferencia de Mika, yo estoy soltera— dijo mujer de la derecha. Se llamaba Itoe y llevaba el cabello ordenado bajo una pañoleta blanca. Vestía un kimono café, de contextura robusta, sobre todo en los senos y trasero.

—Ojos que no ven, corazón que no siente— respondió Mika con una sonrisa traviesa

Tsubaki y las dos ayudantes se largaron a reír a carcajadas.

—Muy bien, suficiente— dijo Tsubaki después de reírse lo suficiente —una cosa es la ficción y otra la realidad. Kain-sama no es así—

Mika e Itoe miraron el vientre de Tsubaki y se largaron a reír a carcajadas. Tsubaki se puso roja desde el cuello a las orejas, pero también se rio.

—Ok, en serio, Kain-sama no es así— dijo Tsubaki con una gran sonrisa. Ella llevo su mano derecha a la boca y carraspeo para cambiar la conversación —bien, igual que los otros días, les dejo el salón y por la noche realizamos el arqueo de caja y revisamos la limpieza—

—No se preocupe, jefa— dijo Itoe con una gran sonrisa —no la defraudaremos—

—Así es— añadió Mika

Tsubaki se bajó de la silla y asintió con la cabeza en señal de despedida. Después tomo su libro y rodeo la barra. Ella entrelazo su brazo con el de Kain y caminaron a la salida. Sin embargo, a mitad de camino, Tsubaki se dio la vuelta, le guiño un ojo a las muchachas y ellas se largaron a reír.

Tsubaki y Kain salieron a la calle, caminaron tomados del brazo y cruzaron la avenida que cortaba Konoha en horizontal. Llegaron a la siguiente esquina y avanzaron por la vereda.

Tsubaki miró la vereda, con la calle a la derecha y las murallas de madera a la izquierda. Tsubaki giro su rostro a la izquierda, levantó su rostro y miró a Kain a los ojos —nunca pensé que Kain-sama permitiría este tipo de historias— dijo con una sonrisa

Kain le dio una ligera mirada, sonrió y le dijo —si hubieras visto el borrador, te hubiera sorprendido saber que la historia era muy oscura—

Tsubaki miró su vientre, se acarició con la otra mano mientras sonreía. Ella susurro —¿Cuándo la va a traer a la casa?—

—Murasaki trabaja en la capital con Kasumi y Naomi. No le gusta Konoha, así que dudo que venga en algún momento. Ella no es mi mujer, ni Kasumi ni Okita—

—¿En serio?— preguntó Tsubaki mirando hacia arriba con una clara preocupación en la mirada

Kain se detuvo, miró a Tsubaki, pero ella miró al suelo. Kain le tomo la barbilla y le levantó el rostro. Tsubaki lo miró a los ojos y Kain acercó sus labios. Le dio un pequeño beso y le susurro —Tsubaki no tiene por qué preocuparse, yo siempre te amare—

—Kain-sama—

—¿Ya preparaste tu vestido?—

—Sí, ayer estuvimos hablando con Akane-san, tomo nuestras medidas y dibujo el tipo de kimono que le pedimos. Fue rápida y creativa, me siento emocionada de solo ver el resultado final—

Kain soltó una risita, acercó su mano izquierda a la mano derecha de Tsubaki, con la cual ella se aferraba al brazo de Kain. Le acaricio la mano y ella lo miró con un brillo a felicidad en sus ojos.

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