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Mundo Shinobi - Gravedad - 318

En medio del poblado escondido dentro de la caverna, Hiruzen y Danzo estaban mirando con un brillo asesino en los ojos a los hermanos Oro y Plata. Estos últimos conservaban sus largas y frondosas melenas correspondientes a sus nombres. Estaban iluminados por un par de antorchas fuera de la mansión de dos pisos, al final del poblado, pero su asquerosa sonrisa era totalmente visible, como si ellos hubieran anticipado que este día llegaría.

Hiruzen y Danzo los miraban desde una distancia de veinte metros, con nada más que tierra húmeda y rocas negra en el suelo. Hiruzen usaba el largo báculo que le proporciono el rey mono Enma mientras Danzo usaba una espada corta en la mano derecha y sostenía shuriken en su mano izquierda. Ambos en posición de combate, listos para lanzarse a luchar con las personas que le quitaron su sensei.

Al mismo tiempo, los hermanos Oro y Plata, vestidos con sus kimonos sueltos y esas enormes barrigas, no parecían estar listos para el combate, solo miraban impasibles desde la entrada a la mansión de dos pisos. No obstante, de repente comenzó a fluir un chakra naranja oscuro desde sus cuerpos que poco a poco los fue recubriendo. De primeras, parecía una sustancia aceitosa transparente, hasta que poco a poco se volvió sólida, como si fuera un pelaje espectral, donde se perdieron las dos figuras de los hermanos. Ambos monstruos ganaron un metro de estatura y volumen hacia los lados. Se veían como dos gigantes con orejas y varias colas emergiendo desde la espalda.

Los hermanos saltaron hacia adelante mientras Hiruzen y Danzo saltaron hacia los lados, evitando la embestida. Los hermanos se dividieron siguiendo cada uno a los invasores y atacando sin piedad. El hermano que siguió a Hiruzen dio un saltó imprimiendo velocidad a su movimiento y cuando llego delante de Hiruzen, dio un manotazo. Hiruzen dio una saltó hacia un lado, pero vio como el golpe dio en el suelo, destrozando la tierra y la piedra, generando un cráter y alcanzando una casa a diez metros del cráter, destrozándola.

Hiruzen dio otro salto hacia atrás, para generar distancia, después realizo dos piruetas y por último dio un salto más que lo elevo en el aire y lo dejó sobre el techo de una casa. Desde ahí miró con frialdad al gran demonio que había matado a su sensei.

Por otro lado, Danzo esquivaba por un pequeño margen los golpes del otro hermano. Sintiendo como el chakra naranja oscuro que envolvía a la gran bestia lo quemaba solo con el roce. No obstante, Danzo no iba a retroceder, tomaría venganza, aunque le cueste la vida. Así que siguió esquivando los imparables manotazos de la bestia hasta que vio una oportunidad. Dejo que la bestia lanzara un manotazo, el brazo paso por encima de su cabeza y canalizo chakra del tipo viento al shuriken de su mano izquierda. Danzo dio un salto hacia atrás mientras lanzaba el shuriken envuelto en el filoso chakra del tipo viento. El shuriken golpe a la bestia en las costillas sin perder su inercia y siguió girando como si fuera una filosa cierra, abriéndose paso a través de las capas de chakras.

La bestia de chakra sintió la molestia y el dolor, pero lanzo un poderoso rugido que reverbero a través de toda la cueva y genero una honda de choque, repeliendo el shuriken que amenazaba su cuerpo.

Danzo sonrió satisfecho, porque esto le indicaba que la bestia sintió el peligro de ser cortado por sus shuriken envueltos en elemento de viento. Al mismo tiempo, se odio a sí mismo porque si hubiera podido hacer lo mismo cuando su sensei estaba vivo, esta venganza hubiera sido innecesaria.

Por su parte, Kain miraba todo esto desde lo alto de una casa, a unos cien metros de distancia de los dos combates mientras a sus espaldas se escuchaba el brutal movimiento de los anbus, matando a todos los seguidores del dios Jashin sin preguntarse ¿Quiénes eran civiles y quiénes no? Hokage-sama había dado una orden y era absoluta.

Kain volvió a dirigir su mirada a Hiruzen, quien seguía esquivando los ataques y manteniendo una distancia segura. Parece que medía los patrones de movimiento y estaba esperando el momento perfecto para castigar un movimiento torpe. Lo cual no se hizo esperar, la gran bestia de chakra alzo sus enormes brazos, dejando desprotegido su torso. Hiruzen sostuvo su báculo con ambas, lo apego a sus costillas y la punta dorada se extendió golpeando a la bestia de chakra. Hiruzen retrocedió un metro de distancia, pero reforzo su postura y dejo de retroceder. El báculo siguió empujando hasta a la bestia de chakra durante un par de metros. Sin embargo, la bestia de chakra también reforzo su posición. Hiruzen frunció el ceño, dio un grito lleno de furia, canalizo más chakra al báculo y se extendió con todas sus fuerzas, empujando a la bestia de chakra hasta el fondo de la cueva y estampándola contra la roca.

Al mismo tiempo, Danzo enfundo su espada en la funda que colgaba en su espalda y tomo cinco shuriken en cada mano. Imbuyo todos los shuriken en elemento viento y los lanzo a la bestia de chakra. Los shuriken giraron como si fueran temibles cierras de cortar, ampliando su rango a un metro gracias al chakra del tipo viento. La bestia de chakra cruzo sus enormes brazos por delante y recibió el ataque. Los shuriken golpearon el manto de chakra naranja oscuro, siguieron girando y penetrando la barrera, pero la bestia de chakra empujo con sus brazos y lanzó un rugido, generando una onda de choque a su alrededor. Los shurikens fueron repelidos, pero cuando la bestia de chakra pensó que el peligro había pasado, vio venir un enorme shuriken imbuido en chakra del tipo viento. El shuriken giraba igual que una cierra, golpeo a la altura de hombro y perforo el manto de chakra. La bestia gritó, quiso tomar el shuriken con ambas manos, pero giraba a tanta velocidad que era imposible tomarlo. El shuriken logro cortar la capa de chakra exterior y cortó la carne, cortando la conexión con el musculo, disminuyendo la densidad del chakra en el brazo y cercenando la extremidad.

La bestia de chakra soltó un rugido lleno de dolor, el brazo humano cayó al suelo y la bestia de chakra recubrió la gran herida con el manto de chakra.

Danzo miraba a la bestia de chakra que pasaba de naranja a rojo, no sabía si era por un incremento de poder o por la herida, pero por la postura defensiva y la mano sobre el hombro, pensó que la bestia se había debilitado. Él no estaba mejor, lanzar una veintena de shuriken con chakra del tipo viento fue un ejercicio extenuante y sobre todo el último shuriken, casi se llevó todas sus reservas.

Danzo y la bestia de chakra escucharon un gran rugido, proveniente de la bestia de chakra que luchaba con Hiruzen. La bestia de chakra en frente de Danzo que se había vuelto roja, miró Danzo y dio un rápido salto a su izquierda, alejándose a su máxima velocidad.

—No escaparas— grito Danzo con un filo asesino en su mirada. Se forzó a moverse y corrió con todas sus fuerzas detrás de la bestia de chakra. Saltaron a las chozas del poblado, buscando donde estaba Hiruzen y la otra bestia de chakra. Danzo sentía que las piernas le iban a fallar, pero no podía perder esta oportunidad. Tenía que matar a este monstruo o su sensei jamás podría descansar en paz.

Una vez que llegaron a la esquina en el fondo derecho del poblado, encontraron a Hiruzen y la bestia de chakra rodeados de chozas destrozadas y un mar de llamas. Hiruzen estaba respirando con dificultad, tenía un hilillo de sangre en la comisura de los labios y un rostro magullado. Por otro lado, la bestia de chakra de color naranja oscuro se había puesto en cuatro patas y rugía como si fuera un animal salvaje. Sin embargo, considerando el gran charco de sangre bajo sus pies, no estaba mejor que la otra bestia de chakra que había perdido un brazo.

La bestia de chakra roja saltó desde una choza y se detuvo al lado de la bestia de chakra naranja que poco a poco también se estaba tornando roja. Danzo hizo lo mismo y se colocó al lado de Hiruzen. Ambos tenían rostros cansados, pero Danzo tenía menos heridas que Hiruzen mientras a Danzo apenas le quedaba chakra para hacer un jutsu o dos.

—¿Cómo estás, Danzo?— preguntó Hiruzen

—Debemos hacerlo— respondió Danzo, con la vista borrosa —es ahora o nunca—

Hiruzen miró a su amigo por un momento y noto el cansancio en su mirada. Estaba a punto de desmayarse o algo similar. Hiruzen asintió, clavo a su lado el báculo negro con puntas doradas y comenzó a realizar una seguidilla de sellos: carnero, caballo, serpiente, dragón, rata, buey y tigre —Katon— grito —Karyu Endan— entonces junto aire en sus pulmones hasta que dio la impresión de que iban a estallar y soplo un poderoso torrente de llamas.

Al mismo tiempo, Danzo realizo lo propio y una vez que termino de realizar los sellos de mano, grito —Futon, Daitoppa— entonces lleno de aire sus pulmones y soplo con todas sus fuerzas, combinando su jutsu con el de Hiruzen, presurizando las llamas y fortaleciéndolas para que cambiaran a un color azul. Las llamas golpearon a las dos bestias de chakra arrastrándolas hasta el fondo de la caverna y aplastándolas contra las paredes. Sin embargo, la fuerza fue tal que las llamas estallaron esparciéndose hacia los lados.

Kain corrió con todas sus fuerzas, saltó de una choza al suelo de piedra y en pocos segundos alcanzo a Danzo y Hiruzen. Estos últimos no estaban en condiciones de arrancar del mar de llamas que retrocedía igual que las olas. Así que Kain se puso por delante de ellos, junto sus manos y grito —Doton, Doriuheki— después llevo sus manos al suelo y se levantó una gruesa muralla de piedra, la cual resistió la embestida del fuego azul y calcino la mitad del poblado dentro de la gran cueva.

Una vez que paso la ola de fuego, Kain soltó un suspiro y se giró para mirar a Danzo y Hiruzen —eso estuvo cerca ¿no?— preguntó con una sonrisa en los labios

Danzo se mantuvo serio, pero Hiruzen asintió con una sonrisa en los labios, agradecido de ser ayudado.

Hiruzen y Danzo salieron de la cobertura de la pared y vieron toda la tierra y murallas de ese sector cubiertas de hollín. Todo estaba demasiado oscuro, las antorchas que había en el poblado y la madera de las chozas se habían consumido. De repente vieron una luz verde y miraron hacia atrás. Kain sostenía una pequeña pieza de metal del tamaño de un dedo que producía un haz de luz verdoso.

—Te dije que estaba haciendo cosas interesantes— dijo Kain con una sonrisa astuta

—Sí, pero tú no las quieres mostrar— dijo Hiruzen con una sonrisa mientras fruncia el ceño

—Por supuesto, todavía no he logrado lo que quiero. No quiero mostrar algo a medias, cuando todo esté listo, mostrare mi invención—

Hiruzen negó con la cabeza mientras sonreía y siguió caminando, con la luz verdosa iluminando el camino. Al fondo de la caverna había dos cuerpos calcinados como si fueran carbón. Los dos eran de gran estatura. A uno le faltaba un brazo y el otro tenía un enorme agujero en el vientre. Lo cual le pareció correcto a Danzo y Hiruzen. Era donde habían herido a sus respectivos oponentes.

Danzo desenfundo la espada que llevaba en la espalda, miró a Hiruzen y le ofreció la espalda. Hiruzen tomo la espada, camino hasta el cadáver que tenía un enorme agujero en el estómago y le cortó la cabeza en un solo movimiento. Danzo se acercó, Hiruzen le tendió la espada y Danzo también le cortó la cabeza al que había sido su enemigo.

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