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Mundo Shinobi - PGM - 156

Kain estaba en la carpa de mando conversando con el viejo Orochi. Ya había pasado una semana desde su lucha con Kankuro y le preocupaba la salud de este último. Al mismo tiempo, Osamu y Torifu fueron enviados a preparar a los prisioneros para que los pudieran devolver a los shinobis de Suna.

-¿Estás seguro de que quieres hacer esto?- pregunto Orochi

-Es necesario, abuelo. Debemos demostrar buena fe y habilidad- respondió Kain mirándolo a los ojos. Llevo su mano al interior de su armadura roja igual a la de su tío y padre, toco un sello y saco un par de kunais con forma de tridente y continuo -estos kunais son información clasificada, solo Tobirama sabe de su existencia, así que guarda el secreto-

Orochi soltó un suspiro, Kain le tendió un kunai y él lo tomo.

-Solo necesitas meditar y llevar tu chakra a este kunai. El sello está creado para que cualquier lo pueda utilizar, así que no debería haber problema- continuo Kain -la cantidad de chakra es similar a la que ocupas para manifestar a una de tus serpientes. Debes introducir esa cantidad de chakra a cada un minuto, no más, no menos. De lo contrario, el sello se puede degastar y romper. Siempre hay un margen de resistencia, pero es mejor no correr riesgos-

-Entiendo, le diré a todos que estoy ocupado meditando- respondió Orochi -tengo bastante chakra, pero no te demores más de dos horas o podría cansarme. Recuerda que ya estoy viejo para estas cosas-

-Está bien, abuelo, me voy y recuerda, la cantidad para manifestar una serpiente cada un minuto-

-Sí, ya te escuché, no estoy sordo-

Kain asintió con una sonrisa y salió de carpa. Después avanzó por el campamento mientras los Uchihas hacían reverencias y los shinobis de otros clanes lo miraban. Kain respondió a las reverencias con un leve gesto de su cabeza e ignoraba al resto. Una vez que llego a los límites del campamento, lo esperaban Osamu, Torifu y las once personas que habían sido apresadas en los pilares de piedra. Por razones de seguridad, ellos seguían con el sello limitando su chakra y atados de manos y pies.

-Está todo preparado, Kain-sama- dijo Osamu con una actitud seria

Kain se acercó, le palmeo el hombro y respondió -gracias, espérame aquí-

-Eso es una locura, Kain- dijo Torifu con una expresión seria. Kain se dio la vuelta y como otras veces, le llamo la atención ese simpático gorro negro con puntas como si fueran las orejas de un gato.

-Señor, yo…- continuo Osamu

-No pueden venir conmigo- respondió Kain -y lo sé, es una locura, pero es necesario mostrar buena voluntad y habilidad. Por otro lado, si las cosas se complican tengo que buscar una forma de salir sin destrozar la villa. Ahora, si me quieren hacer un favor, podrían proteger la carpa del abuelo Orochi. Él está meditando y no quiere que nadie lo moleste ¿entendido?-

-Entendido, señor, hablare con el comandante y le proporcionare protección- dijo Osamu con voz potente

-Ten cuidado, Kain- dijo Torifu sin llegar a gustarle este plan. Si hubiera sido su sensei, no se hubiera molestado en tales actos que solo podían producir contratiempos.

-Torifu, deberías ser más como Ooyama. Se más relajado, ya sé, te falta pansa- dijo Kain con una sonrisa divertida

-Idiota- respondió Torifu, mirando hacia otro lado y algo avergonzado. Está bien que los Akimichi tuvieran el dicho de no confiar en un Akimichi sin pansa, pero no es como si todo los Akimichi estuvieran contentos por ser recordados por lo voluminoso. Torifu quería ser más como Hiruzen o Danzo, ellos eran sus modelos. Después de todo, su sensei los reconoció y les dio un gran estatus en esta guerra mientras que, a él, solo lo hizo perseguir a un niño.

Kain se acercó y le dio unas palmaditas en el brazo. Torifu lo miró de soslayo con esos ojos serios y Kain continuo -no te lo tomes en serio. Si quieres ser más fuerte, ríete más, bromea más, como Saru-

Torifu mostro una pequeña sonrisa y asintió.

Kain se acercó a los pilares de piedra donde los once shinobis seguían maniatados. Tomo las cadenas de los once pilares mientras los shinobis lo miraban y las tiró para arrastrarlas por la arena. De esa manera, él avanzó por el desierto con un cielo despejado. Eran las diez de la mañana, pero ya hacia un calor infernal. Los únicos sonidos en la distancia eran la brisa y el roce de los pilares sobre la arena. Kain avanzaba sin mayores problemas mientras los once prisioneros marionetistas miraban el amplio cielo azul.

-¿Cómo se siente, Urara-san?- pregunto Kain de buen humor -vas a volver a casa-

En el pilar del medio iba una mujer de cabello castaño y mirada suave. Ella al escuchar a Kain, sonrió y respondió -muy bien, Kain-sama- dijo -pero me hubiera gustado que le hubiera quitado la mordaza a mis compañeros-

-Aaah ¿Eso? No puede ser- respondió Kain con una sonrisa -tus amigos son demasiado aburridos. Uno le quita la mordaza y lo único que saben es maldecir. Así que será mejor que se queden callados y no prueben mi paciencia-

Todo el cuerpo de Urara tirito de miedo al recordar lo aterrador que era este niño. Solo tenía diez años, pero la intimidaba mucho más que los ancianos de la villa.

Kain continúo avanzando, conversando de algunas cosas al azar como la comida que le gustaba, los días para descansar o los colores de la ropa. Urara era amable, diferente de sus compañeros, ella respondía con relativa sinceridad. Estaba el miedo que le provocaba Kain, pero también el hecho de que su voz era grata para el oído, además de que era un buen conversador. Muy diferente a la mayoría de los shinobis que solo sabían hablar de armas, artes shinobi y misiones. Ella se preguntaba si no había nada más en sus vidas.

Una vez que Kain llego al paso entre las montañas, lo esperaban veinte shinobis. Todos ellos miraban a Kain con resentimiento por traer a sus familiares en tal estado. Kain se detuvo porque le impedían el avance, uno de ellos se quiso adelantar, pero otro lo detuvo del hombro.

-¿Por qué me detienes?- pregunto furioso el shinobi vestido con una chaqueta táctica de color arena igual al resto de los shinobis de Sunagakure.

-Quiero a mi hermano vivo, debes esperar y ver las condiciones del demonio Uchiha- respondió el otro shinobi

-Eeeeh, pero qué gente más mal hablada- dijo Kain medio en broma -estoy aquí, saben, y no es lindo que me llamen demonio. Miren, vamos a hacerlo de esta manera, yo les entrego a sus hermanos y hermanas y ustedes me dejan pasar-

-Háganse a un lado- dijo el Kazekage Reto bajando desde lo alto de las murallas que llenaban de sombras el paso de las montañas -Kain Uchiha quiere visitar a Kankuro y comprobar su estado de salud-

-Kazekage-sama- protesto un shinobi, pero antes de que pudiera continuar, la arena se movió alrededor de su cuello y le cortó el aire. No obstante, solo fue durante unos segundos y la arena lo soltó. El shinobi cayó de rodillas al suelo mientras tosía.

Reto bajo hasta el camino en el paso de las montañas y descendió desde su nube de arena -suelta a mis shinobis, Kain Uchiha-

-Claro- respondió Kain, hizo un sello de mano y los grilletes en las manos y los pies se abrieron. Todos se levantaron, pero en lugar de estar agradecidos, se quitaron las mordazas y empezaron a gritar maldiciones, salvo Urara, quien se hizo a un lado.

Kain cerró un ojo en un gesto de incomodidad y se tapó los oídos para no escuchar los gritos. El kazekage Reto hizo el ademan con su mano y la arena se movió para estrangularlos a todos.

-¡Silencio! hoy están aquí porque Kain Uchiha mostro su buena voluntad- dijo el Kazekage en un tono molesto -si no saben estar agradecidos, será mejor que se queden debajo de la arena-

Reto hizo otro ademan y la arena soltó las gargantas de todos los prisioneros. Ellos tosieron, miraron al kazekage con resentimiento, pero se quedaron callados.

Kain quitó las manos de sus oídos y dijo -menudo milagro que hiciste al unir a estos mal agradecidos. Ten cuidado kazekage, en el momento que te descuides, te matarán por la espalda-

-Kain-sama- dijo Urara a gran voz con una clara preocupación en su rostro -por favor no diga esas cosas, pueden ser malinterpretadas-

-¿Eeeh? Pero si dije la verdad- dijo Kain de forma casual -he leído los libros de mi tío y en los años de los estados combatientes se pedía rescate o se mataban a los prisioneros. A veces cuando el rencor era tanto, se les torturaba durante años. Como que empiezo a sentir rencor- dijo Kain mientras ponía una sonrisa que no lo era y sacaba un kunai -¿Qué dicen? ¿Zanjamos cuentas?-

Los shinobis dieron un paso atrás mientras Urara se adelantaba y se colocaba entre ellos y Kain. Ella extendió sus manos como si los estuviera protegiendo y dijo -Kain-sama, no intimide a los débiles-

-¡¿Eh?! pero si ellos son los que quieren pelear conmigo-

-Ellos están alterados por el cautiverio-

-Pero si lo único malo es que no pudieron caminar durante una semana. Se les dio comida, no se les torturo ni se les obligo a realizar trabajos forzados. Soy casi un santo-

Urara sentía que le temblaba la ceja de solo escuchar a Kain alabarse a sí mismo, pero en vez de regañarlo, sonrió -sí, Kain-sama fue muy amable. Por favor, siga siendo amable y haga oídos sordos a las palabras de mis compañeros-

Kain la quedó mirando durante un tiempo y después se dio la vuelta para mirar al kazekage -tú guías el camino- dijo mientras guardaba el kunai

-Por aquí- respondió el Kazekage

Kain avanzó sin molestarse en mirar otra vez a Urara mientras ella fruncía el ceño y hacia un puchero. Al mismo tiempo, los otros shinobis se acercaron a sus familiares; unos se abrazaron, otros le dieron un puñetazo por andar provocando al demonio Uchiha.

-Hermana- dijo una pequeña shinobi de unos diez años mientras se acercaba a Urara. Ellas se abrazaron y la niña pregunto -¿No te hicieron nada malo?-

-No, para nada. Kain-sama puede ser algo egocéntrico, pero todo lo que dijo fue verdad. Nos cuidaron y en ningún momento nos lastimaron. Tuvimos mucha suerte-

-Habla por ti, perra- grito un tipo

-¿Qué dijiste?- pregunto Urara dándose la vuelta con una expresión de molestia

-Lo que escuchaste, puta. Si en primer lugar tú no hubieras fallado, nada de esto hubiera pasado-

-¡Cállate! También era tu labor cooperar con el ataque, pero ni siquiera pudiste hacer eso. Caíste como un debilucho-

-Di lo que quieras, fuiste inútil-

-Fui más útil que tú, basura-

-¿Quieres pelear?-

-Adelante, a ver si me puedes poner una mano encima-

-¡Suficiente!- grito otro shinobi del grupo de prisioneros -nadie tiene la culpa. Todo fue un error desde el comienzo. Nunca nos debieron enviar contra tal enemigo. Esta misión estaba destinada a fracasar desde que nació. Ahora todo lo que podemos hacer es seguir las ordenes de Kazekage-sama y esperar a que no nos maten por haber fallado-

Todos los presentes agacharon la cabeza con un sentimiento a derrota y dolor. Los once prisioneros y sus familias eran los shinobis que no tenían ningún respaldo de los grandes clanes. Desde ahora en adelante, quizá qué tipo de destino les esperaba.

Por otro lado, Kain avanzó con el kazekage por el largo corredor que se producía entre las murallas de las montañas hasta llegar al final y encontrarse con un cañón. Las casas de los shinobis Suna estaban hechas de arena, era lo único que había en abundancia. Las casas se extendían por toda la base del cañón y en algunos sectores, escalaban hasta las murallas. El lugar parecía vacío, seguramente el Kazekage dio la orden de que todos se ocultarán.

El Kazekage condujo a Kain a lo largo de un camino que descendía serpenteando por la muralla hasta alcanzar la base. Después llevó a Kain hasta una esquina del cañón, a una casa bastante apartada del resto de la ciudad y señalo el lugar.

-Aquí vive Kankuro- dijo Reto

Kain miró la casa hecha de arena solidificada, con la forma de una caja. Solo tenía una ventana y una puerta, ambas hechas de retazos de madera de mala calidad.

Kain soltó un suspiro, sintiendo lastima por Kankuro, ya que él, al igual que su sensei era jinchuriki. Kain miró a Reto y le preguntó -¿No tienes miedo que esto afecte su estado mental y lo destruya todo?-

-Puedo retener al shukaku hasta que lo sellen otra vez- respondió Reto en total calma y seguridad

Kain asintió sin responder, ya que se daba cuenta del tipo de persona era este tipo. Él, era un profesional, así que mientras logrará su objetivo, no le importaba lo que le pasará a los demás. En cierto sentido, era parecido a Tobirama. Kain ya no se interesó por Reto y avanzó a la puerta. Por el flujo de energía y la única aura en la choza, él podía decir que Kankuro estaba solo.

Kain abrió la puerta y entro a la choza. La única luz que había era la que entro por la puerta. Kain se acercó a una esquina de la choza donde había una cama similar a un rectángulo de arena y vio al monje Kankuro acostado bajo una frazada.

-Joven amitabha- dijo Kakuro con voz cansada -no esperaba volver a verte-

Kain sonrió mirándole la piel completamente sana y le dijo -bueno, estaba un poco preocupado. Después de todo, no quería generar mal karma entre los dos-

-Jamás habrá mal karma, las cosas pasan por algo y espero que Kain-sama pueda ayudar a los que vengan después de mi- respondió Kankuro

Kain podía sentir como el chakra fluctuaba por detrás de su espalda. Reto se creía muy listo, muy profesional, pero subestimaba a los demás. Kain podía saber lo que estaba planeando antes de siquiera haber dado un paso en la arena. Reto tenía una posición y quería reafirmarla delante de todos.

Kain negó, activo su sharingan hasta el segundo tomoe y entro en la conciencia de Kankuro. Ahí llego una vez más al círculo de luz rodeado de oscuridad y vio las enormes patas del mapache de arena.

-Ooooh, mi amigo- dijo el mapache para después soltar una carcajada estridente -¿viniste jugar?-

-No, solo te aviso que van a matar a Kankuro- respondió Kain

-Oooh, eso es malo- dijo el mapache con una voz más calmada -no te preocupes, yo lo protegeré. Kankuro me cae tan bien como Bunpuku-

-¿El anterior jinchuriki?-

-Mmm, así que no te preocupes-

Kain asintió y salió de a la conciencia de Kankuro -lo siento por traer problemas- dijo

-No te preocupes, joven amitabha- respondió Kankuro -la vida está llena de problemas, lo importante es aprender a sobrellevarlos-

-Puede ser, espero que estes bien y si tienes problemas con tu sello, avísame, vendré en tu ayuda-

-Gracias-

Kain extendió su mano lo cual lleno de asombró a Kankuro, pero sonrió y respondió extendiendo su mano. Ambos estrecharon sus manos y después se separaron. Kain le guiño un ojo a Kankuro y este último soltó una risita. Kain llevo su mano por dentro de su armadura, se volteó y miró por la puerta al kazekage Reto.

-No pensé que fueras tan mierda- dijo Kain

Reto frunció el ceño y levantó sus manos hacia los lados mientras la arena alrededor de la casa hacia lo mismo. Al mismo tiempo, los shinobis se empezaban a congregar alrededor de la casa de Kankuro.

Kain negó, saco un kunai y se lo mostro a Reto con una agradable sonrisa. Reto frunció el ceño y al instante siguiente, Kain desapareció. Los ojos de Reto se abrieron con incredulidad. Entro a la casa mirando todos los alrededores, pero no encontró Kain.

-Maldición- grito y pateo el suelo, pero sus problemas estaban lejos de terminar.

-Pedazo de mierda ¿intentabas matarme?- pregunto Kankuro con una voz ruidosa y molesta desde la cama.

Reto dio un respingo y miró a la cama. Los ojos de Kankuro rebosaban de chakra luminoso. Reto dio un paso hacia atrás y dijo -no, jamás, solo quería enseñarle una lección a ese mocoso-

-Ooooh ¿En serio?- respondió Kankuro desde la cama. Se levantó y mostro una sonrisa demencial. Al mismo tiempo, la arena a su alrededor se comenzó a levantar mientras la tierra temblaba. Kankuro se acercó al kazekage, quedando a unos pocos centímetros -¿Por qué no me enseñas una lección a mí?-

Al instante siguiente toda la arena aplasto la casa de Kankuro y después exploto mandando al kazekage a volar por los aires.

-Jajajajajaja- rio el mapache de arena de unos cinco metros de altura -es hora de jugar-

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