Corre el año 423 del calendario del Dragon Blindado. Muchas cosas han pasado en la familia Dragonroad. Por ejemplo los tres grandes habían emprendido su viaje con destino a la universidad de magia. Llegaron con algunos moretones, cortes y cicatrices, pero su fuerza se elevó a los cielos. Cada uno era un nivel rey en su disciplina respectiva. Kain Jr con la katana. Ars con la lanza. Elías con el manejo de un par de kodachis y armas ocultas. Estaban bien y aunque al ver como habían crecido más serios y fríos, todos estuvieron felices con el resultado. Habían dejado de ser niños para pasar a ser adultos. Otra cosa que fue bien en la familia fue el crecimiento de las dos princesas. Sakura a sus once años era un rey de la espada e Ibania era una rey de magia con el elemento de viento. Por otro lado, los más pequeños seguían creciendo pero a un paso más lentos.
Algo que Kain consideraba negativo, fue el reencuentro de Rudeus y Sylphiette. Como resultado de ese suceso, en una semana se iban a casar y Kain no estaba muy contento. Tenía sus preocupaciones, como el carácter poco trasparente del muchacho, sus palabras melosas o su incapacidad de tomar una determinación. Según Elinalise: le habían rompido el corazón hace unos años, así que ahora era más tímido y menos confiado. Cuando Kain escucho esto le gusto menos ¿Le iba a dejar a la hija de su hermano a semejante hombre? ¡Ni hablar!, pensó. ¿Pero que podía hacer? A lo mejor si le dijera a Sylphiette, ella lo tomaría a mal y se empecinaría en estar con el muchacho. ¿Y si lo mataba antes de que se lleve a cabo la boda? Se pregunto. Esta opción estaba vigente porque según Maaya, el muchacho era un apóstol del Dios Humano. No obstante, su conexión era muy débil. Era como si lo hubieran descartado igual que un peón. Así que por ahora, Kain seguía dándole vueltas a las posibilidades.
En la casa japonesa de la familia Tsuki, sonaba cada cierto tiempo el sonido profundo del shishi odoshi o pileta de bambú. Caía el agua y cuando se llenaba el tubo de bambú, la parte delantera bajaba depositando el agua en una alberca y al subir, la parte trasera bajaba golpeando una piedra generando así un sonido seco y profundo. Kain miraba el movimiento mientras estaba ido en sus pensamientos. Pensaba en el muchacho poco sincero de aquellos años, el cual iba a ser su yerno.
Maaya a su lado le sirvió un poco de té verde en un gesto elegante y metódico. Vestía un kimono café con líneas blancas. A través del cuello en "v" se veía la unión de la delicada clavícula con el esvelto cuello. Por otro lado, su largo cabello negro estaba amarrado en un moño con dos palos similares a los hashi. Su rostro ovalado se mantenía limpio y liso como si estuviera hecho de porcelana. Sus ojos eran pequeños, rasgados y tímidos, con una sonrisa en su interior, muy diferentes de cuando se conocieron ella y Kain. Ella contemplaba a su marido ido en sus pensamientos. Le preocupaba el estado caótico en el que se encontraba su corazón. Sería grandioso que todo fuera tan fácil como dar la orden a sus hombres y matar a la persona que lo perturbaba. Pero ¿esa era la solución? Al largo plazo no lo era. Así que lo único que podía hacer, era apoyarlo en todo lo que pudiera.
-Danna-sama- dijo Maaya -¿Qué es lo que quieres hacer?-
Kain escucho una vez más el sonido seco del bambú contra la roca y salió de sus pensamientos -no lo sé- dijo, tomo una gran respiración y tomo la taza de greda con té verde. Le dio un sorbo y cerró los ojos disfrutando el sabor de las hojas. Después abrió los ojos y soltó un suspiro. Sus problemas seguían ahí.
-No te angusties danna-sama- dijo Maaya tomándole la mano. Lo que la abuela Mamiko consideraría un acto de poca modestia y la regañaría. Pero como la anciana no estaba, daba igual. Mas importante para Maaya era hacerle saber a su marido que ella estaba ahí para él.
Kain sonrió y le acerco la mano para besarle el dorso. Maaya le respondió sonriendo y se acercó a Kain para sentarse sobre sus muslos. Por su parte, Kain la abrazo por detrás con sus amplios brazos y la beso en la cara y después en el cuello. Maaya por su parte, sonrió y levanto su mentón invitando a Kain a besarla. Cosa que no fue difícil de que pasara. No obstante, las cosas no progresaron más allá. Kain no estaba de ánimo para nada y Maaya lo sentía en su estado de ánimo. Por lo general, en estos momentos Kain le empezaría a abrir el kimono y la recostaría sobre el tatami para hacer el amor. En este lugar no había problemas, ya que era la residencia solo para el matrimonio y salvo la abuela Mamiko, nadie se acercaría. Incluso Sakura tenía prohibido entrar.
-¿Danna-sama dormirá aquí esta noche?- pregunto Maaya
-Sí- dijo Kain -pero mañana tengo que hacer. Nord también quiere ir a la universidad de magia, así que me pidió que la acompañara a comprar. Lilia y Catalina me dijeron que lo hiciera. Que sería una buena forma de distraerme-
-¿Ellas están ayudando con los preparativos?-
-Así es. Prácticamente todas las chicas de la casa Dragonroad están en eso. Puede que me miren mal una vez que pase la boda. Nosotros nunca hicimos eso. Al final, todo fue un simple acuerdo, sin ceremonias ni nada-
-Nosotras jamás te miraríamos así. Danna-sama siempre está para nosotras, nos regalonea y nos trata bien. Se preocupa que florezcamos cada vez que tenemos nuestro encuentro. No podría desear un mejor esposo- dijo Maaya con tono de voz suave, como si fuera el susurro de la briza. Suave y sereno. Cargado de seducción. Levantó sus labios una vez más para invitar a Kain a besarlos. Algo que si ganaría la aprobación de la abuela Mamiko, ya que se le considera un gesto de modestia y elegancia. Kain respondió besándola y por fin la recostó en el tatami.
-o-
Al otro día, Kain se fue temprano a la mansión de la playa. La mansión al lado de la casa Latreia había sido desalojada hace un año. Victoria estaba conforme con este resultado. No obstante, con todo el movimiento e influencia que la empresa Dragonroad tenía en la región, poco a podido disfrutar. Por otro lado, su carga ha disminuido con la ayuda de Lilia, Cristina y su última adquisición, María, la hija de Robert. Digamos que el cerebro de Robert últimamente no funcionaba como dios manda, así que estaba pensando en comprometer a su hija con uno de los nietos el primer ministro de Asura. Victoria y Barbara al enterarse se enojaron y lo fueron a encarar. Como resultado, Clarisse y María se vinieron a Millis dejando a Robert solo en Asura. Como una forma de equilibrar una vez más su cerebro. Al día de hoy, Robert llevaba viniendo todos los fines de semana durante los pasados cinco meses para pedir perdón. Le salió bastante cara su metida de pata. Digamos que por el momento, su esposa lo perdono y volvió con él a Asura, pero María se quedó para aprender de Victoria. Ya había aprendido la lección, por muy joven y amada que sea, alguien sin habilidades no se podía defender en este mundo. Por otro lado, como Victoria estaba preocupada por María, hizo un compromiso entre ella y Elías. Los dos primos se conocen y son amigos hasta cierto punto. Prometieron conocerse, pero de ahí a que pase algo hay un gran trecho. De vez en cuando los fines de semana se juntan, pero más que amantes parecen amigos. Victoria está un poco desilusionada, pero Kain lo ve bien. Él y Catalina son casi iguales y lo llevan bastante bien. Es como tener un cómplice de fechorías.
Kain llego a la mansión a eso de las ocho de la mañana y ya lo estaban esperando en la entrada. Vio a Victoria, Lilia, Cristina y María irse a la empresa en un carruaje. Solo pudo ondear su mano en señal de despedida. Después entro a la mansión y encontró a Nord en la recepción. Estaba sentada en un lujoso banco de tela blanca y bordados de oro.
-¿Ya desayunaste?- pregunto Kain
-Sí tío orejas- dijo Nord de tiernos diez años. Tenía el cabello rubio arreglado en un coleta y miraba a Kain con ojos grandes y límpidos.
Kain sonrió y pensó que esta era otra de las razones por las que no eliminaba al muchacho Greyrat. Le acaricio la mejilla con su pulgar y le ofreció su mano. Nord la tomo emitiendo una pequeña sonrisa y se fueron a comprar.
Una vez que llegaron al centro de la ciudad, se pasearon de punta a punta comprando. Hubieron locales en donde Kain no entro, ya que Nord se lo prohibió. Según ella, eran lugares solo para chicas. Kain soltó una risita. Nord era una chica tímida, sus primas siempre la invitaban a comprar, pero rara vez aceptaba. Por lo cual, ella no sabía que Kain había funcionado como burro de cargo para las dos princesas de la familia Dragonroad. Tenía que entrar a las tiendas de ropa interior y esperar a que las dos niñas compraran lo que quisieran, todo mientras él se sentaba en un sillón a leer y todas las clientas lo quedaban mirando.
Para eso de las tres de la tarde, Kain llevaba alrededor de quince bolsas llenas de ropa. Por otro lado, Nord a su lado lo llevaba de un lado para otro y le preguntaba que ropas se verían más lindas. Le preguntaba cuáles serían las mejores combinaciones. Kain por su parte, le recomendaba los colores que utilizaba Therese, una combinación de un fondo azul sobre un marco blanco. Aunque Therese solo era la tía de Nord, era increíble su parecido. Kain no conoce a Zenit, pero según Catalina, aunque Therese y Zenith se llevan por una buena cantidad de años, son casi iguales.
Para eso de las cinco de la tarde, Nord estaba cansada de tanto comprar y caminar. Pero tenía un rostro satisfecho porque según ella, había comprado todo lo de vital importancia. Para este momento la bolsas sumaban treinta.
-Nord, ven, comamos helado en este local- dijo Kain apuntando a una cafetería -te prometo que te va a encantar-
-Bueno tío orejas- respondió Nord. Cada vez que pisaba el suelo hacia una mueca llena de incomodidad.
Kain soltó un suspiro y una vez que acomodo las bolsas entre su silla y la muralla. Llamo a la mujer que atendía el local.
-Hola Mirta- dijo Kain
-Hola, señor Kain- dijo la mujer en un tono amigable. Llevaba un traje negro con un delantal blanco.
-Quiero dos helados de tiramisú por favor-
-¿Versión normal o extra?-
-Normal por ahora, si la niña quiere más, pedimos más-
Mirta tomo la orden y se fue.
Por otro lado, Kain miró a Nord y le pregunto -¿Por qué no me dijiste que te dolían los pies?-
Nord hizo un puchero y le dijo -no es tan doloroso-
-Nada de eso, tu tío es un super mago, así que te puede sanar en un instante-
Kain concentro su energía en los pies de Nord y ella sintió como sus pies ya no le ardían.
-Gracias, tío orejas-
Kain soltó una risita mientras la escuchaba. -Nord- dijo -es tiempo de que me dejes de llamar tío orejas. Ya no eres una niña. Pronto vas a ir a la universidad y vas a tener amigos ¿te imaginas que dirían si se enteran que me llamas así?-
Nord agacho la cabeza, después levantó su rostro con un pronunciado rubor y le pregunto -¿y cuando estamos los dos solos?-
Kain soltó un suspiro. Sakura e Ibania eran igual. Frente a sus amigos y amigas de Millis, lo llamaban padre a secas, pero a solas, él era su papi y ellas sus princesas.
-Está bien- dijo Kain -feliz cumpleaños Nord, que San Millis cumpla todos tus deseos-. Basta decir que Kain no era creyente, pero Nord sí. Así que lo decía por cortesía.
-Gracias tío orejas- dijo Nord mostrando una suave sonrisa
-Comemos helado y nos vamos- dijo Kain -en la casa hay otra sorpresa-
-¿Qué sorpresa?-
-Si te digo dejara de ser sorpresa-
Llegaron sus porciones de helado y basta decir que el tiramisú es el helado de los Latreia. Tanto Claire cómo Therese eran fanáticas de este sabor y al parecer, Nord no sería diferente. Cuando probo el primer bocado, parece que se derretía al igual que el helado en su boca. Kain puede decir que en ese momento, la niña fue muy feliz.