Por lo general la luz nos atrae y nos aleja de todo lo que nos asusta. Creemos que la luz nos salvara de todo mal e incluso impide a los demás mostrar su lado malo. Creemos que las personas que se visten de blanco están más cerca de dios. Que las que se visten de colores oscuros están más cerca del diablo. Creemos que estamos a salvo en nuestras casas y que las personas que son públicamente confiables, no nos desampararan. Todo por las apariencias, todo por lo que entra por los ojos. Pero el mismo mar, que a veces está en calma, oculta una profundidad insondable que pocos entienden.
Después de un mes de viaje, el grupo de Kain llego al continente de Millis. En un principio se encontraron con un puerto que los saludaba con dos estatuas de ángeles apostados a los lados. Todo el lugar estaba hecho en base a roca sólida, las calles eran blancas y los edificios grises; solo los edificios gubernamentales eran blancos. Cada uno tenían un ángel, una cruz y todo debería ser de un blanco puro, tanto el piso, como el techo y los muebles. Todo, incluso la ropa de la gente que trabajaba ahí. Que obsesión con el color sin color. Pero así era Millis, el continente donde todo el mundo (exceptuando algunos semi humanos) seguían una misma religión.
Una vez que la nave arribo al puerto, todo descendieron sin excepción. Varios trabajadores administrativos se ganaban a la salida de los barcos revisando quien entraba y quien salía. Una vez que llego Kain, el oficial no se inmuto y en un tono monótono le dijo -sus documentos señor-. A lo que Kain respondió entregando la carta que le dio el arzobispo. El trabajador abrió los ojos con una impresión de incredulidad. Paso sus ojos entre la carta y Kain y después mando a llamar a un oficial. Este llego al poco rato, moviéndose a paso acelerado, iba vestido con una sotana blanca y cubierto por una armadura de un color azul piedra. Entre los dos conversaron en voz baja y al final, el oficial invito a Kain a un edificio.
El edificio estaba entre la administración portuaria y un hospital. Tenía una estructura más seria, de colores beige y azules, pero conservaba la misma elegancia que los otros edificios. Una vez adentro, el oficial guio al grupo a la recepción. En ese lugar fueron atendidos por una muchacha de apariencia angelical. Su sonrisa era agradable y sus ojos resplandecían como zafiros. Todas sus acciones eran sofisticadas. El oficial hablo con ella y la muchacha en un tono suave, le indico una habitación. El grupo lo siguió por un pasillo, miraron cuadros de distintos papas que habían dirigido Millis. De repente el oficial se detuvo, abrió una puerta y les dijo -Estimado señor, por favor, espere en esta habitación. Nosotros haremos las gestiones necesarias para que usted pueda llegar a su destino. En la tarde lo vendrán a buscar y por mientras, si necesita algo, solo toque esta campanilla- señalo el oficial una campanilla ubicada encima de una mesa al lado de la puerta -una vez que suene, las doncellas lo atenderán-
-Gracias- respondió Kain -es temprano ¿podrías solicitar que nos preparen el desayuno?-
-No hay ningún problema ¿algo mas?-
-Nada, muchas gracias-
Entonces el oficial hizo una reverencia y se fue dejando al grupo en la habitación. En ese lugar había un gran ventanal que daba al puerto. Era antecedido por tres sillones y una mesita. El piso estaba alfombrado y el techo era amplio, con dibujos de ángeles y un mujer en su centro, al que no se le veía el rostro. Era la expresión de estos hombres, era su imagen de la divina providencia. Todos quedaron asombrados ante tan lujosa estancia. Esperaban que los trataran con respeto, pero nunca esperaron que les dieran un trato tan elegante. Era invitados de honor, al nivel de los príncipes o al menos eso dijo Victoria. Una vez que se instalaron en los sofás, conversaron del viaje y como se sentían. Clarisse fue la única del grupo que sufrió fuertes mareos, pero después de beber una medicina, se le paso. Los demás estaban bien, pero algo estresados por permanecer tanto tiempo en el barco.
Como los sillones estaban acomodados en forma de "u". Kain, Lilia y Victoria se sentaron en el lado derecho. Robert y Clarisse en el izquierdo. De esta manera quedarían frente a frente. Victoria que estaba sentada en el lado izquierdo de Kain, sin más demora, miro a su hermano y le dijo -Hermano ¿por dónde comenzamos?-
-Creo que sería buena idea visitar a los viejos socios de papá- respondió Robert -revisar el mercado, recolectar información y ver si podemos introducir nuestros productos-
-¿Qué hay de los permisos?-
-Kain- dijo Robert mientras le daba una mirada -¿ayúdanos con eso?-
-No hay problema- respondió Kain -cuando me junte con los altos mandos, les pediré los documentos-
-Bien. Por ahora creo que eso sería lo mejor- después Robert le dirigió la mirada a Clarisse y le pregunto -¿Quieres seguirme o quieres quedarte descansando?-
Clarisse algo tímida le respondió -creo que será mejor que me quede, no vaya hacer que haga algo que te perjudique-
-Eso no va a pasar- respondió Robert mientras le tomaba la mano -solo tienes que tener cuidado con los que dices, eso es todo-
-Me pongo mas nerviosa si me dices eso-
Lilia levanto la mano y con un tono suave le dijo -Clarisse, ¿Por qué no vienes conmigo?. Entiendo los protocolos y las formalidades. Te enseñare lo que sepa y después no tendrás que preocupar por esas cosas-
-¿En serio? Gracias-
Lilia asintió con una sonrisa y le respondió -no hay problema-
A la media hora llegaron tres sirvientas con tres carritos. Ellas sirvieron té y se retiraron haciendo una reverencia. Kain reviso todo lo que le sirvieron. Eran alimentos de primera calidad. Kain pensó que todo esto tenía mala espina, a lo mejor era una trampa terriblemente elaborada, pero Victoria le tomo la mano y le dijo -no te preocupes, a diferencia de Asura, Millis no mira en menos a los elfos. Además, tu vienes por solicitud de un alto funcionario, si ellos fueran descorteces serían reprendidos-
Kain asintió y una vez que estuvo más tranquilo, empezó a comer. Cuando terminaron su desayuno, Victoria, Clarisse y Robert se dedicaron a dormir. Mientras tanto, Kain converso con Lilia de todo tipo de cosas. Una vez que estuvieron todos dormidos, ellos se movieron a la ventana, a unos dos metros de los sillones y siguieron conversando. Lilia miraba a través de la ventana y Kain la abrazaba por detrás -en un par de meses voy a tener que hacer un pequeño viaje- dijo -¿Quieres venir conmigo?-
-¿Adonde?- pregunto Lilia
-Bueno- sonrió Kain -es un lugar muy, muy lejano, tanto así que vamos a estar un año fuera-
-¿En que continente queda eso?-
-No queda en ningún continente. Por eso te dije, es un lugar muy muy lejano-
-Yo iría a donde me lleves, no importa lo lejos que este-
-Gracias- respondió Kain y le dio un beso en la mejilla -créeme, te sorprenderás-
-Tan misterioso- dijo Lilia en un tono bajo. Se dio la vuelta y abrazo a Kain mientras lo miraba a la cara -¿solo seremos los dos?-
-Así es. Victoria va a estar muy ocupada con el negocio y dudo que nos pueda acompañar. Esta no será la única vez, así que no hay perdida-
-¿Ella sabe?-
-Aun no, pero le diré cuando estemos a solas-
-Dile, no quiero que Vicky piense que me estoy adelantando-
-Jo, jo, que caballerosa por tu parte-
-Nosotras tenemos nuestro juramentos-
-Oh, y como nunca me haz jurado nada a mi-
-¿Y que podría jurarte si ya lo tienes todo?¿hay algo mas que no te haya dado ya?-
-No, creo que no- dijo Kain con una sonrisa, acercó su rostro y la beso. Lilia a su vez se colgó de su cuello y lo acompaño en este beso.
-o-
Ya en la tarde llego una dotación de tres finos carruajes, todos tirados por hermosos caballos blancos. A su vez, el grupo que llevaba los carruajes era dirigido por una mujer de larga cabellera rubia. Llevaba un parche en su lado derecho de la cara. Por otro lado, su ojo restante era de un verde cristalino, con un pequeño lunar bajo el parpado. Ella era hermosa sin lugar a dudas, pero desprendía un aura caballeresca, más fuerte que el más genuino de los caballeros. Por otro lado, su feminidad en el habla y en sus modales era inexistente. Trataba de forzar una voz masculina, que sonaba más a una voz rasposa. Su vestimenta consistía en una chaqueta, blusa, pantalón y unas botas negras que le llegaban hasta las rodillas. Era en un muchos aspectos exótica, porque más que despedir feminidad, despedía el carisma.
Ella a pesar de tener el cutis de una doncella, miro a todos he hizo un reverencia como lo haría un caballero; con una mano en el corazón y dando una leve inclinación.
-Buenas tardes- dijo mientras sonreía y se levantaba -mi nombre es Catalina y seré su humilde acompañante-
-Mucho gusto Catalina, mi nombre es Kain y a mi lado, de izquierda a derecha son: Victoria, Lilia, Clarisse y Robert-
Catalina sonrió con audacia y le dijo -así que tu eres el monstruo-
Kain le contesto con otra sonrisa y le dijo -se podría decir-
-Vamos- dijo Catalina haciendo un ademan -sus carruajes están listos-
Una vez que llegaron afuera del edificio, Kain ayudo a Lilia y a Victoria a subir al segundo carruaje, pero una vez que él se iba a subir. Catalina lo detuvo y le dijo -tu, grandote orejas largas, ven conmigo-
-Vayan- le dijo Kain a Victoria y Lilia -no se preocupen, estaré atento por si algo pasa-. Ellas a su vez asintieron pero miraron con malos ojos a Catalina. Kain por otro lado no le dio tanta importancia y la siguió al último carruaje.
Una vez que estuvieron todos listos en sus asientos, Catalina abrió la puerta, saco la cabeza, silbo y grito -vamos, avancen- y los carruajes avanzaron. Ella, como decirlo, era única en su clase. Demasiado varonil y demasiado carismática al moverse, al hablar y al pensar. No te sentías como delante de una mujer, más parecía un amigo.
Una vez que cerró la puerta y se sentó en sillón del carruaje, se empezó a revisar los bolsillos interiores de su chaqueta, saco una especie de cigarrillo y con la punta de los dedos lo prendió. ¡Magia sin encantamiento! Exclamo Kain en su mente. No es que fuera ajeno a ella, pero era raro, un mago que pudiera hacer magia con tal soltura.
Ella quedo mirando a Kain con una aire de autosuficiencia y le dijo -Bien amigo mío, dime ¿A qué viene un monstruo como tú a estas tierras?-
-¿No te dijeron?- pregunto Kain
-Na, la vieja de mi tía es una mujer muy astuta, con muchos contactos, pero reservada, así que aunque le ruegue no me dirá nada. Ella te preparo una casa al lado de la suya. Eso quiere decir que te tiene entre ceja y ceja, incluso antes de que te presentes-
-¿Esta bien que me cuentes esto?-
-Sip- dijo Catalina mientras le daba una fumada a su cigarrillo y soltaba una bocanada de humo -eres alguien inteligente, por decirlo de alguna manera, los monstruos sin cerebro no duran mucho. Así que digamos que espero que lo descubras por ti mismo una vez que lo veas-
-Bien, digamos que vengo a limpiar la casa-
-¿Eh? Yo que recuerde no hay ninguna plaga cerca-
-Un supuesto dragón-
-Amigo mío, eres muy loco si llamas a un dragón una plaga. Eso es una calamidad-
-Puede ser ¿te importa?- dijo Kain mientras sacaba su pipa
-Para nada, oh perdón ¿Dónde están mis modales? Toma- dijo Catalina mientras le ofrecía unos cigarros -los clásicos están a la izquierda, los de vainilla a la derecha-
-¿Tabaco con sabores?-
-Sí, de menta, vainilla, clásico. Hay muchas variedades-
-Perderé la timidez y te sacare uno de cada uno-
-Adelante, a cambio convídame algo de tu tabaco. Es agradable encontrar a alguien que aprecia este vicio-
-¿Por qué lo dices?-
Catalina apoyo ambos brazos a lo largo de respaldo y le dijo -viejo, esto es Millis. Muchos hipócritas predican con los genitales al aire. Si tienes un vicio te condenan-
Kain levanto su ceja izquierda y le respondió -pero el tabaco es inofensivo-
-Sí, también opino lo mismo, pero es un vicio. Los seguidores de Millis te empiezan a poner malas caras, ni hablar del trago-
-¿Y por la vestimenta?- pregunto Kain mientras le daba una mirada a la ropa de Catalina
-Bueno, muchas mujeres trabajan como caballero y por eso puedo pasar desapercibida. Además de que soy buena con la magia-
-¿Qué tan buen?-
-Santo con los elementos de tierra y agua. Rey con el fuego y el viento ¿Qué te puedo decir?- dijo Catalina levantando las manos con una sonrisa cargada de confianza -soy la mejor-
Kain se largo a reír a carcajadas, tosió un poco y después miro a Catalina que estaba sentada con las piernas cruzadas y los brazos estirados a lo largo del respaldo. Kain asintió y siguió fumando, miro por la ventana y vio un enorme escultura de ángel. Apunto con su dedo y le pregunto con el cigarro aun en la boca -les gustan esas cosas-
-Bueno ¿Qué te puedo decir? La religión necesita a los creyentes y los creyentes una imagen para creer. Así que los viejos hacen esas cosas cada dos metros. Haz visto las calles, ¡blancas!. Se gastan un dineral pintándolas. Gracias a dios este lado del mundo tiene recursos y tierras, sino como nación nos hubiéramos ido al hoyo-
-¿De que viven?- le pregunto Kain mientras entrelazaba sus manos
-¿La religión o la gente?-
-Ambos-
-Es igual que en todo el mundo; se comercia, se vende, se hace trueque, se soborna, se satura el mercado y después se desabastece. La gente tiene sus negocios y los clérigos, bueno, la fe. Así se llega a lo más alto aquí en Millis. Un clérigo puede tener una ridícula cantidad de dinero, aun cuando algunos hacen votos de celibato y pobreza. Es ridículo y más ridículo los que lo siguen-
-No pareces conforme-
-No lo estoy- dijo Catalina mientras abría la puerta del carruaje y tiraba la colilla -tenía un amigo, ahora ya no lo somos, pero los fuimos. Era una buena persona, pero se fue por el mal camino. Lo pillaron y lo mataron los mismo hipócritas que lo metieron en ese mundo-
-¿Y aun sigues viviendo aquí después de eso?-
Catalina hizo una sonrisa que reflejaba su rendición -estoy vieja, no me pude casar, no puedo ser caballero por mi asociación con ese idiota y tampoco quiero ser monja y si no fuera por mi tía, viviría como aventurera. A lo mejor podría vivir ganando un buen dinero, pero soy algo cobarde. No me gusta la suciedad ni la pobreza, así que me aferro a lo que tengo ¿y tú grandote, a que te dedicas?-
-Herrero, guardaespaldas, comerciante. Tengo varias habilidades, pero últimamente me he dedicado a hacer joyas-
-¿Puedo verlas?-
-Claro- respondió Kain mientras se metía la mano derecha a su bolsillo, ocupo su anillo y saco una colgante -toma- le dijo y se lo tendió.
Catalina lo tomo sin ninguna miedo y reviso el colgante unión por unión. Era una cadena de oro, unida a un rubí. Cada argolla tenía pequeños tallados que la deban un aire esotérico, pero era solo en apariencia. Ella miro a Kain con una gran sonrisa y le dijo -toda una habilidad, pero si eres tan bueno en esto ¿Por qué te vienes a Millis?-
-¿A probar suerte?- se pregunto Kain mientras tornaba los ojos al cielo.
-Jajajaja ni tu mismo lo sabes-
-Mas o menos, me dijeron que aquí la discriminación no existe y aunque no lo creo, trato de buscar un mejor lugar para vivir-
-Todo el mundo es igual- respondió Catalina mientras le devolvía el colgante -Todo el mundo. Bueno, espero que tengas suerte. Bienvenido al continente de Millis, Kain-
-Gracias- le respondió Kain y estiro la mano. Catalina sonrió ampliamente y se la estrecho con agrado.
-o-
Kain se divirtió durante todo el trayecto con Catalina. Conversaban de cosas del pasado, de cosas que esperan ver. De cómo han vivido y como se han abierto paso. Fueron bastante transparentes en algunas cosas. Como los amoríos que han tenido y con quien han estado. Kain se sorprendió que el idiota amigo del que hablo Catalina, era su prometido y la persona que amo más en la vida. Según ella, todo fue bueno hasta la adolescencia, hasta ese momento fueron uña y mugre. Él conocía su personalidad y su forma de ser. Él la amaba a pesar de que ella era poco femenina desde pequeña. No sabe si fue por la influencia de criarse entre medio de puros hombres, pero fue así. El hecho es que su amigo la amaba y ella igual lo amaba. Como dijo antes, eran uña y mugre. Su amigo iba a ser clérigo, o al menos eso le conto a ella. Así que cuando llego a los quince, lo mandaron a todo tipo de misiones. Fue su perdición, dijo Catalina con un rostro triste. Aprendió todo tipo de cosas y ninguna buena. Se volvió superficial e incluso empezó a "santificar" a las jovencitas de los poblados. Esto no es un practica ajena, no es usual, pero ha pasado. La cosa es que él y otros clérigos fueron pillados en la misma práctica. Fueron enjuiciados, encontrados culpables y perdieron tanto su oportunidad de volverse sacerdotes y su libertad. Las familias tuvieron que pagar enormes sumas a las personas perjudicadas y al papado. Todo termino muy mal para todos, pero la guinda de la torta vino al final. Los amigos de él lo vendieron diciendo que tenía un negocio de esclavitud.
-¿Y eso era falso?- pregunto Kain
-Claro que era falso- respondió Catalina en un tono alterado -el negocio era de esos hijos de puta, yo misma lo investigue-
-Estabas enamorada de él-
-Y que lo digas amigo, pero todo el mundo se me vino encima cuando me enteré de que ese idiota andaba engañando a las pueblerinas. Yo me quería morir. Llore recordando las promesas que me hizo. Llore recordando que nos casaríamos como lo hacen en Millis. Un hombre y una mujer. Al final todo fue mentira-
-El amor nos ciega, por no decir que nos vuelve locos-
Catalina mirada al suelo con un mirada perdida, ella respondió -see, nos vuelve ciegos. Pero el negocio de esclavitud nunca fue de él. Los padres de esos dos idiotas eran los culpables, pero como les estaban siguiendo la pista, le dijeron a sus hijos que hicieran eso para que les disminuyeran la condena. Al final solo le rebajaron tres años de presidio, que dentro de los treinta que tenían, no era mucho. Mi amigo en cambio murió-
Kain soltó un suspiro y le dijo -sino quieres hablar, no es necesario que digas mas-
-No, me hace bien. Contigo aquí siento que puedo decir muchas cosas. Bueno, el hecho es que murió y yo me ocupe de esos idiotas y sus familias-
-¿Un trago?- dijo Kain mientras sacaba una botella
-¿De donde mierda la sacaste?-
-Secreto, ahora ¿quieres o no?-
-Bebamos, es el momento para eso-
-o-
Durante un mes de viaje, entre el puerto y Millishion (la capital de Millis). El grupo se alojó en las grandes fincas de los clérigos. Como Catalina llevaba una orden papal, los trataron como a reyes. Las camas, habitaciones, comida y servicio fueron lo mejor de lo mejor. Kain no recuerda cuando fue la última vez que lo trataron con tanta etiqueta. Las fincas por lo general eran grandes construcciones de entre cien y doscientos metros. Con caminos hechos de adoquines que se extendían entre los portones hasta las casas. Una hermosa vegetación y una construcción que se mezclaba entre la piedra sólida y el cemento. Todo estaba distribuido de forma minuciosa.
Catalina fue un poco más reservada en esos lugares, se comportó menos relajada y más como una dama. Ella comento que lo hacía por su tía. La vieja la acogió cuando la echaron por haber matado a esos idiotas. Así que trataba de comportarse para no dejarla en vergüenza. Kain se rio, pero la entendió muy bien. Hay gente que lo da todo por uno, hasta en los peores momentos. Por ende, siempre los recordamos con cariño y a veces hacemos cosas que nos desagradan, por su bien.
Ahora, si comparamos Asura con Millis, podríamos decir que el país más fuerte es Asura. Después de todo han tenido al dios del agua durante generaciones. Millis sería el segundo por su fortaleza y unión. Como son una sola religión, la gente se siente más unida a la causa. También están los lavados de cerebro pero los pondremos aparte. Ahora por la infraestructura, Millis es mejor por un amplio margen. Para empezar todas las carreteras o al menos las que pudo ver Kain, estaban limpias. Con sus zanjas bien planteadas y sin árboles que las puedan obstruir. Cualquier lo miraría en menos, pero tener buenas carreteras es sinónimo de una buena logística, y si tienes esto último, mejoras considerablemente el mercado y por ende la economía. Después están sus construcciones y su obsesión con el blanco y los ángeles. Por lo menos en cada pueblo que paso Kain había un iglesia y un ángel. Al parecer los creyentes necesitan imágenes, como dijo Catalina.
Una vez terminada la travesía, Catalina los llevo a uno de los sectores más exclusivos de la ciudad. Era en plena urbe, pero a diferencia de los otros lugares, aquí solo habían mansiones. Todas altas, de más de tres pisos, de un color blanco brillante.
-Bonito lugar- le comento Kain
-Y que lo digas amigo- respondió Catalina -acá vive la gente importante-
-¿Cómo tu tía?-
Catalina sonrió y le respondió -lo pillas rápido-
-¿Por qué tu tía me quiere cerca?-
-¿Qué se yo? Ella me pidió que trajera algo, así que yo como su linda sobrina lo traje-
-Ojala que no sean problemas-
-Prepárate grandote- dijo Catalina mientras le palmoteaba el hombro -me dijeron que eres fuerte y aquí no falta la gente fuerte. Así que prepárate. Porque lo que te van a pedir, no debe ser normal-
Kain soltó un suspiro y le pregunto -¿esa es tu forma de darme ánimos?-
-Mas o menos. Por ahora deja a tu gente en la mansión. Es la mas pequeña a la izquierda de la grande-
-Todas son grandes-
-Hombre, es la que esta al lado de la mas grande de todas las mansiones-
-Esto es exagerado. Podrían vivir treinta personas fácilmente-
-Sip, así es. Ahora, deja a tu gente en la mansión y vamos a ver al papa. Él te quiere ver en cuanto llegues-
-Bueno-
Una vez que Kain los dejo en la mansión, siguieron su viaje a la sede central. Llegado un punto dejaron de andar carruajes y solo se veía gente a pie.
Casi llegando a la costa, hubo un control de identidad y cuando ya era visible la enorme cúpula de la sede central (donde estaban las oficinas papales) no se permitió el tránsito de carruajes. Así que Kain y Catalina tuvieron que seguir a pie. Avanzaron por unas amplias veredas mientras el mar era visible a la distancia. La gente con sotanas blancas se hicieron más visibles, claro que siempre mantuvieron la distancia de Kain y Catalina. ¿Cómo decirlo? No era una discriminación racial, sino que era un "nosotros pertenecemos a un club y tu no".
Kain sonrió mientras seguía caminando y le pregunto -¿se creen los electos de la luz o algo así?-
Catalina miro de soslayo y le respondió -Mas o menos. Tener sotana te da estatus en este lugar. Así que tu y yo somos mirados como sirvientes-
-Es alentador saberlo, jajaja-
-o-
En un gran pasillo que se debatía entre los colores blanco y dorado, estaban Catalina y Kain sentados en un sillón. Una hermosa joven con rasgos asiáticos y apariencia angelical, los miraba desde una recepción que antecedía a la oficina del papa. De vez en cuando sonreía de manera afable, pero el aura que emitía era similar a un "no te acerques a menos que te llame". Por lo que le contó Catalina entre susurros, esa niña afable era una emperadora del estilo dios de la espada. Pertenecen a una de las tantas casas secretas que protegen la fe de Millis. Bueno, lo importante es que la niña de no más de veinte años tiene un fuerza brutal, así que le aconsejo que mantenga las distancias.
-Tu dices eso, pero yo la encuentro de mi agrado- comento Kain entre susurros
-Sí- le respondió Catalina con una sonrisa -pero mientras no tengas una sotana, no existes delante de sus ojos-
-Que mal-
Catalina se rio mientras se cubría la boca, pero aun así su risa resonó por el pasillo. Cabe decir que aparte de la joven recepcionista, eran los únicos presentes. Los que estaban próximos eran los soldados que resguardaban la entrada del pasillo. Dejando eso de lado, Kain empezó a revisar los alrededores. Parecía que hubieran hecho elegantes grabados en los muros, pero cuando los toco, e inyecto su magia hubo una reacción, como si la repeliera. Kain frunció el ceño y una suave y angelical voz se escucho.
-Estimado señor- dijo la recepcionista -por favor, no trate de hacer magia aquí, esta prohibido-
-Lo siento- le respondió Kain mientras emitía una sonrisa -mi guía no me informo eso-
-No me culpes- dijo Catalina -es tu curiosidad-
-No importa, pero por favor no lo vuelva a hacer- dijo la recepcionista
-Ok, lo tendré en cuenta- respondió Kain
Pasaron veinte minutos, Kain saco un libro que hizo levantar las cejas a la recepcionista, pero como no se podía hacer magia en esta habitación lo dejo ser. Catalina también estuvo sorprendida, así que se acercó a Kain. El libro que sostenía venía en un lenguaje extraño, solo pudo diferenciar dibujos que parecían ser carbones, pero ahí cayó en una pregunta ¿Qué tenían de especial estos carbones?. Como Catalina no entendió el contenido, se apartó y se sentó mientras miraba un cuadro divino. Donde dios le entregaba la fe a San Millis. Patrañas, pensó Catalina. Pero el cuadro era bonito, con delicados detalles. Así que lo siguió mirando. Pasaron otros veinte minutos y por fin se acercó la recepcionista. Miro a Kain con una sonrisa y le dijo -acompáñeme-
Kain miro a Catalina y esta última hizo una sonrisa incomoda. Se rasco la cabeza con vergüenza y le dijo -no puedo pasar. Tengo, los papeles un poco malos con el papa-
-No hay problema- dijo Kain y siguió a la recepcionista. Llegaron al final del pasillo y ella abrió la puerta y le dijo con su voz angelical -adelante, lo están esperando-
Kain entro a una habitación que parecía una cabaña más que las majestuosas oficinas del papa. Era un lugar con sus murallas recubiertas por madera barnizada, una chimenea blanca con una protección de vidrio y un piso alfombrado. En ambos lados de la habitación habían estantes con libros y una gran ventana que iluminaba un escritorio. En ese lugar había dos ancianos, uno de blanco y otro de rojo. Ambos con rostros amables, pero que de alguna forma, no demostraban sus verdaderas intenciones. Kain camino con tranquilidad, se paró frente al escritorio y se presentó.
-Buenas tardes, este humilde tiene por nombre Kain Dragonroad-
-Buenas tardes joven, yo soy el papa de Millis, Baltazar- respondió el anciano de rojo
-Yo soy el Cardenal, Augustus, mucho gusto- añadió el anciano de rojo
-Toma asiento- dijo el papa mientras tendía su mano en un suave movimiento
-Gracias- le respondió Kain sin apartar la mirada. Una vez que se sentó, entrelazo sus manos y les dijo -el arzobispo de Asura me invito a este lugar. La cuestión es ¿con que intensión?-
El papa se rio despacio, que mas que una risa, parecía una tos. Él miro al joven elfo y le dijo -que apresurado. Como eres joven creo que es normal, así que iremos directo al grano. Queremos que te conviertas en uno de los escudos de Millis-
-Eso es una gran responsabilidad, por decirlo menos. Dame alguna razón para eso- respondió Kain
-Nos comentaron que no te gusta la esclavitud de tu gente-
-No me gusta ningún tipo de esclavitud. Mucho menos la de mi gente-
-Por eso mismo deberías ser el escudo de Millis. Nosotros compartimos el mismo sentimiento-
-Pero mantienes algunas aprensiones contra las razas mágicas-
-Eso tiene su razón de ser-
-¿Por una guerra que paso hace cuatrocientos años?-
El ambiente se revistió en un silencio y el cardenal que estaba en un mejor estado de salud, respondió -los reyes demonios renacen con el tiempo, su afrenta contra la humanidad no desaparecerá y su gente los seguirá una vez que ellos renazcan-
-Ok, pude ser, pero ¿Qué pasa con la razas no combatientes? Tengo entendido que hay razas mágicas muy parecidas a los hobbits- otro silencio se escuchó y Kain continuo -necesito saber ¿Por qué tengo que apoyarte?. Yo soy medio elfo, mis hijos van a ser un cuarto. Si el día de mañana, yo me instalo en Millis, necesito saber que ningún radical va a tildar a todos los semi humanos como una raza mágica-
Los tres se quedaron mirando, no concedían ni tampoco daban más argumentos, pero en sus mentes estaban hilando un camino. El papa entrelazo sus manos y le dijo -no te puedo prometer eso, no lo puedo hacer solo. En estos momentos tenemos un problema con el dragón. Si nos haces este favor te pagaremos como aun mercenario, si te quedas en Millis y luchas para que estas cosas cambien, pueden cambiar. Además, te tienes que casar con una muchacha de Millis-
-Al final tengo que hacerlo todo por mi propia mano- dijo Kain mientras negaba con su cabeza -lo de casarme no es problema, pero no esperes que mantenga tu ideología. Ya tengo dos esposas, no las dejare solo por una posición. Si al final de dos años sigo trabajando aquí y no me haz dado una respuesta satisfactoria, entonces tomare a mi familia, mi riqueza y me iré-
-Esta bien- asintió el papa con una sonrisa -pero el mundo no es tan fácil-
-No lo es porque a la gente como tú, que tiene poder, le es conveniente. Pero el mundo no será para siempre de la misma manera. A lo mejor solo te importa que tu religión prospere, pero el día de mañana, cuando la magia y la espada estén obsoletas. La gente abandonara la religión y en ese momento te apuntaran como uno de los hombres que perpetuaron la desigualdad de este mundo-. Kain se levantó, camino hasta la puerta y mientras sostuvo el pomo, les dijo -necesito identificaciones y permisos para armar mi negocio-
-No hay problemas- dijo el Cardenal en un tono frio -te los enviare a tu residencia-
-Gracias-
-o-
Una vez mas iban Catalina y Kain por las veredas que antecedían a la cede central. Las gaviotas se escuchaban graznar. Volaban con rumbo a la playa que estaba a unos dos kilómetros de distancia. Kain iba algo cabizbajo y Catalina fumando en silencio. Le ofreció un cigarrillo a Kain pero este se negó. Al cabo de un rato pasaron por el control de identidad y se subieron a su carruaje.
Fueron la mitad del trayecto en silencio hasta que Catalina no pudo mas y le pregunto -¿Y?¿como te fue?-
-No lo sé- dijo Kain desilusionado -creo que de tantas veces que me dijeron que este era un mejor lugar que Asura, me hice falsas esperanzas-
-Tranquilo- dijo Catalina mientras le pasaba la mano por la cabeza -ningún lugar es el paraíso, pero siempre te puedes adaptar. Sino miraba- se apunto así misma -sigo vivita y coleando. Disfrutando de la vida-
Kain soltó una risita y asintió. Después soltó un suspiro para seguir mirando por la ventana. Pensó en varias cosas y se estiro en el asiento dándose un cabezazo en el techo. Catalina tuvo que sentarse en el asiento del frente, pero no dijo nada. Kain tenía un rostro muy malo, como si estuviera agobiado por algo. Ella no le pregunto, pues no era su asunto. Se llevaban bien y los dos congeniaron, pero no son amigos durante tanto tiempo. Así que se dedicó a fumar y mirar por la ventana.
Una vez que llegaron a la casa, Catalina le dijo que guardara tiempo para la tarde, quería invitarlo a comer a la casa de su tía. Kain asintió sin darle mayor importancia y Catalina se fue. Después de eso, Kain entro a la mansión. Comenzó a revisar los jardines, muy ricos en vegetación, con plantas y árboles de todo tipo. Habían un camino se extendía desde el lado izquierdo de la reja, hasta el patio de atrás. Kain pensó que lo más probable es que era para para los carruajes. Era lo suficiente ancho como para que cayeran tres carruajes a lo ancho y diez a lo largo. En el patio trasero había, un césped maravilloso. Mas plantas que rodeaban todo el patio y una terraza debajo de un árbol de cerezo. El árbol estaba en plena floración, así que dejaba caer sus delicados petalos por todo el pasto del patio trasero. Después de eso, Kain entro a la mansión por la puerta trasera y se encontró con una cocina. Tenía suficiente espacio para que pudieran trabajar unas diez personas sin estorbarse. Todo era blanco, desde el piso de cerámica hasta las paredes de roca y concreto. Después de revisar la cocina, avanzo a un comedor y después a una sala de estar. Por último, llego a la recepción y subió por una gran escaleras de madera. A su vez, un gran candelabro con forma de araña colgaba desde el techo. Todo estaba tan bien amueblado y decorado que Kain sospecha que la tía de Catalina, busca unirlos. Bueno, pensó Kain, no importa que no tenga tetas, es simpática y sincera, cosas que con el tiempo se aprecian más y más. La belleza se ira algún día y solo quedaran los buenos recuerdos, el cariño y la dependencia mutua.
Kain negó con su cabeza, subió al segundo piso y se encontró con Lilia. Llevaba un vestido celeste que hacía resaltar aún más su rojizo cabello. Su pecho se veía lleno y su cintura apretada. Ella sonrió en cuanto vio a Kain y este último asintió, admitiendo que se sintió tentado. Detrás de Lilia apareció Victoria que llevaba un vestido gris, con algunas terminaciones rectas en las caderas. Le daba un carácter estricto y maduro a su rostro de bebe. Después de todo este año recién iba a cumplir quince.
-¿Cómo te fue?- pregunto Lilia mientras lo abrazaba
-Sí querido ¿Cómo te fue?- pregunto Victoria mientras hacia lo mismo
Kain soltó un suspiro y les pregunto -¿eligieron habitación?-
-Te elegimos una- dijo Lilia mientras emitía una sonrisa
-Bien- respondió Kain -vamos allá, tenemos mucho que planificar. ¿Cuál es la habitación?-
-Es la del fondo-
-¿Alguna queja?-
-Ninguna- respondió Victoria mientras le abrazaba el abrazo izquierdo -todas son bellas habitaciones. El amoblado es precioso, las camas grandes y esponjosas. Incluso la habitación principal tiene un gran tocador, el espejo es precioso-
-¿Oh? ¿Y cual es la habitación principal?- pregunto Kain con una sonrisa
-Por supuesto la nuestra-
-¿La nuestra?-
Victoria frunció el ceño y le dijo con una sonrisa que no lo era -¿dijiste algo querido?-
-Nada mi querida esposa- respondió Kain con una sonrisa forzada, después miro a Lilia y le pregunto -¿y tu Lili, te gusto el lugar?-
-Sí- respondió Lilia encantada -todo es más de lo que esperaba. Ya casi me siento de la realeza-
Kain suspiro mentalmente, le todo a cada una la mano y se la beso, después camino hacia el final del corredor, hacia la habitación principal haciéndose el ánimo de tener que trabajar en un mal lugar. Todo por el bien de su familia, se dijo así mismo.