A la entrada del muro de hielo, entre un montón de miradas. Tytos estaba parado al lado de su caballo mirando a una persona familiar. Este lugar era la guarida de la guardia de la noche. Un lugar que antaño fue considerado honorable, pero que hoy en día servía para deshacerse de todos los indeseables. Antecediendo al frio de muro de hielo, se erigían varias torres que ascendían y funcionaban como refugios de esta gente. Vigilaban algo, nadie sabía qué, pero así recitaban los juramentos. Todo aquel que fuera asignado al muro de hielo y vistiera el negro, viviría vigilando hasta el día de su muerte.
-Vaya, te viene bien el negro- dijo Tytos en un tono burlesco.
Tytos vio a un muchacho que pensó qué no lo vería más. Era el muchacho que lo quiso forzar a vender su espada y andaba a la cola de Carmen. Este muchacho cometió muchos errores, pero el peor fue atacar a su propia hermana. Una vez que paso eso, el padre del muchacho no tuvo que corroborar su envió a la guardia de la noche y Lord Stark aprobó esto a ojos cerrados. Dentro de todo, había molestado a mucha gente…
-Dime ¿Continuas interesado en mi espada?- pregunto Tytos
El muchacho apretó los puños y el jefe de los exploradores le palmeo el hombro y lo detuvo de cometer su ultimo error. El jefe de los exploradores le dio una firme mirada a Tytos y le dijo -tú debes ser del que me hablo mi hermano, no debiste traer a una mujer-
Tytos no tomo en consideración sus palabras y le respondió con confianza -tranquilo, si pasa algo, ella se puede defender y de los que no se pueda, yo los matare-
El hombre entrecerró los ojos y miro a Tytos con disconformidad, no le gustaban las personas arrogantes. Tytos le dio una sonrisa y estiro la mano para darle un apretón. Después de cumplidas las formalidades, Tytos presento sus respetos al viejo dueño de toda esta turba de criminales que se hace llamar "La Guardia de la Noche".
Solo pasaron un día en el muro y se fueron al día siguiente. No era un lugar para que Carmen se quedara. Tytos compro dos caballos al comandante de la Guardia de la Noche y salió al día siguiente. El frio era molesto y gracias a las pieles que llevaban se hizo posible viajar. "Oso" tuvo que ir en una bolsa y cargado en la espalda de Tytos, ya que sus jóvenes patas no estaban aptas para caminar por el frio suelo.
-¿Maestro, está seguro de esto?- pregunto Carmen viendo el frio paraje por delante de ellos. Era un tundra de nieve y arboles negros como la noche. Parecían albergar algo, pero nadie sabía lo que era.
-Estoy seguro, tranquila, te amo lo suficiente como para no querer perderte- respondió Tytos
Carmen se callo y siguió su camino. Al medio día pararon y Tytos prendió una fogata. Después de comer, siguieron su camino y nada paso, pero el lugar era lúgubre y aterrador. No había nada y cuando cayo la noche buscaron una cueva para poder dormir. Los tres se juntaron y durmieron abrazados.
Después de viajar por varios días y pasar por los Colmillos Helados, el aire se puso más helado, pero cesaron los ventarrones gracias a las montañas que se empezaban a levantar. Tytos paso en caballo por entremedio de los cerros, pero solo hasta que estos murieron dos semanas después de empezado su viaje. El aire era muy frio y a pesar de que siempre se resguardaban en una cueva, el frio era un terrible enemigo.
-Maestro, sigo pensando que esto es una mala idea- dijo Carmen
-Lo sé Ann- dijo Tytos en un descuido y siguió avanzando -pero confía en mí, te protegeré-
-¿Cómo me llamaste?-
-Nada, solo confía en mi-
Tytos siguió su camino, pero Carmen quedo disconforme. La habían llamado por otro nombre y no sabía si la dueña de ese nombre era un competidora.
Cuando llegaron a la mitad de los colmillos gélidos, encontraron un lago congelado en medio de un oculto valle. Tytos se instaló en una cueva y coloco ramas y fardos de paja en los muros y en parte del suelo. Coloco una puerta con varias piedras que la afirmaban y después fue hasta el lago. El hielo era muy duro, lo comprobó con un par de golpes. Sin contar que si se metiera en el agua moriría congelado. Un gran suspiro salió de su boca. Esto era una apuesta, podría morir en el proceso o ganar algo inconmensurable. Carmen vio a Tytos con las manos en las caderas y mirando al cielo. Él soltó un gran exhalación y la miro.
-Carmen, esto es peligroso, necesitamos hablar- dijo Tytos
Ella asintió y ambos fueron a la cueva. Se puede decir que el lugar era acogedor. Bueno, dentro de lo que el medio ambiente se los permitía. Tytos prendió algo de leña y le dijo.
-Necesito meterme a ese lago-
Carmen empezó a sollozar y grandes lagrimas salieron de sus ojos. Quería decir algo pero las palabras no le salían. Sentía que su garganta estaba apretada. Tytos se sentó al lado, la abrazo y ella lloro hasta caer dormida. Tytos miro al fuego y de repente sintió algo húmedo en sus manos. Era oso que estaba a su lado, durante todo el rato permaneció callado y ahora gemía mientras lo lamía. Parece que entendía la tristeza de su dueña.
-Tranquilo amigo- dijo Tytos acariciándole las peludas orejas -solo voy, pero volveré pronto-
-o-
Al otro día, Tytos se levantó temprano y saco una gran almádena de su anillo. Bajo al lago de hielo y lo comenzó a martillar. El sonido reverberaba incesante por entre medio del valle y las montañas. Solo después de dos horas de intenso trabajo, pudo quebrar una parte del borde del lago y dejar el espacio suficiente para entrar. Miro a Carmen y le dijo -¿tienes el anillo?-. Ella se lo mostró en su dedo pulgar, era muy grande para colocarlo en el anular. Tytos asintió y le dijo -Hay carne y provisiones para unos cinco meses. Si después de ese tiempo no he vuelto, vete-
-Si después de ese tiempo no has vuelto a mí, te acompañare en el fondo de ese lago- dijo Carmen con rostro melancólico
-Carmen…- iba a decir Tytos, pero fue interrumpido
-Ya lo sé, pero te amo, todo lo que tengo me lo diste tu ¿Cómo esperas que siga viviendo si me faltas?-
Tytos abrió la boca, pero ninguna palabra inteligente le salió. Al final soltó un suspiro y asintió. Después de eso, le dio la espalda y comenzó a meterse en el agua congelada. Tiritaba con solo el contacto y sentía como si le estuvieran desgarrando los huesos por dentro. Era doloroso. No obstante, no retrocedió. Tomando una gran respiración, se preparo y dio un salto para sumergirse en el agua. Sin embargo, cuando abrió los ojos, le dolió la vista y no pudo ver nada. Nado buscando el núcleo del lago. Sentía que poco a poco el frio lo estaba matando, el oxígeno se le acababa y las corrientes internas se estaban volviendo más fuertes. Una corriente lo arrastro por un instante y chocó contra una roca filosa. Sintió que le perforo el costado izquierdo. El impacto le hizo botar aire pero siguió avanzando como pudo. Al llegar a una gran puerta de piedra en la parte más profunda del lago, junto su energía del alma mientras sus órganos internos se reventaron y vomito sangre. Con su último aliento coloco su mano en la puerta y…
-Fuuu, eso estuvo cerca- dijo Tytos. Se vio a sí mismo en un bello templo de jade, en donde los pilares verdes y cristalinos reflejaban su apariencia. Su rostro de piel morena, pelo blanco y ojos lazuli le daban una apariencia única. Paso su mano por el pilar y después de volver en sí, miro las murallas. En este templo no habían bestias como tales, pero habían muchos guerreros los cuales seguían los caminos de las bestias. Uno seguía a un dragón, otro a un pájaro de llamas, otro a un pájaro de rayos, otros a un lobo. Cuando avanzo por el pasillo, llego a unas escaleras hechas de madera. Todo era elegante, como lo que le gustaba ostentar a los dioses. Bajo por las escaleras y cuando llego a la parte más profunda del templo, hubo un rio que pasaba alrededor formando un círculo. Al final de la recamara había una cueva hecha de jade verde, la cual lo condujo a otra recamara en donde habían doce murales en diferentes lenguajes.
Tytos vio que la pequeña corriente agua fluía por los costados del camino y se acercó para tocarla. No sintió la humedad, pensó que al final de todo, esto era un mundo espiritual. Camino hasta el final de la cueva y comenzó a leer.
"Yo, el lobo celestial. Luche por amor y fui pagado con crueldad, pero no me arrepiento. Hice lo que quise y logre lo inimaginable.
Como mi camino termino y el tuyo comienza. Te presento mi conocimiento. Que tu camino se ilumine y te vuelvas uno con el universo"
"Todo es uno y uno lo es todo. Tu cuerpo esta hecho por el universo y tú eres un universo-
Tytos empezó a memorizar lo que parecía ser un mantra. Se acordó del viejo Kintoki y cómo cantaba esos cánticos dentro del templo. Dentro de todo se pregunta si también terminara calvo igual que el viejo. Tytos sonrió y dijo -Raziel, tengo algo interesante que mostrarte, despierta-. Pero de repente se dio cuenta de lo que estaba diciendo y agacho la mirada. Ahora estaba solo, ya no había nadie con quien compartir este conocimiento.
Tytos dio un gran suspiro y se sentó igual que lo hacia el viejo budista y comenzó a cantar.
-Todo es uno y uno lo es todo. Tu cuerpo esta hecho por el universo y tú eres un universo…-. Así continuo repitiendo hasta entrar en un estado de abandono corporal. Su energía comenzó a tomar un curso inusual en su cuerpo y solo podía escuchar sus palabras. El templo lo expulso y en medio del frio lago, pero Kain no se vio agitado. Sentía que la temperatura de su cuerpo era ideal y medito hasta alcanzar el primer nivel de esta nueva fuerza.
-o-
Habían pasado tres meses fuera del lago. Carmen se levantó como todas las mañanas (si es que se le puede llamar mañana), le regalo una sonrisa a Oso, que cada día estaba más grande y fue a ver el lago. Camino hasta el borde y soltó un pequeño llanto que nadie más que oso pudo escuchar. El lobo gimió y le lamió la mano para darle consuelo. Ella lloro durante un buen rato hasta que le dio hambre y se fue a cocinar. El huargo comía carne, pero poco a poco se estaba acostumbrando a comer lo mismo que comía Carmen y ahora eran compañeros de olla.
En la tarde cuando el sol se estaba apagando, Carmen camino una vez más al lago, pero a medio camino se escuchó un estruendo. Lo raro es que se producía por que algo estaba golpeaba desde abajo del hielo. El hielo exploto, el agua salpico y una mano emergió como queriendo atrapar el aire exterior. Carmen corrió como pudo, en el proceso se cayó al suelo. Como si no fuera suficiente, oso paso por en encima de ella. No obstante, Carmen no se preocupó por dolor del golpe y siguió avanzando entre cogeos. Llego al borde del lago y el resto del cuerpo salió del lago.
Carmen grito -¡Maestro!- fue y lo abrazo. Carmen sintió agradable este tacto, porque aunque estaba un poco frio, emitía un gran cantidad de calor corporal.
Tytos dio una gran respiración entre jadeos y le dijo -casi no lo logro Carmen-
Carmen derramo algunas lágrimas, apretaba sus labios para no soltar un llanto, pero no pudo aguantar y lloro todo lo que no había llorado durante esos tres meses. Tytos la tomo en sus brazos y viendo su rodilla, toda ensangrentada, la llevo a la cueva. Tomo el anillo y la alimento con su última medicina, ya no la necesitaría, pero debería hacer más por el bien de ella.
Cuando llego la noche. Carmen despertó y vio a su hombre frente a la hoguera. Solo llevaba unos pantalones y una camisa. Ella se levantó, tomo una de las mantas y lo cubrió. Él le regalo una sonrisa, un beso y le pregunto -¿Cómo te sientes?-
-Terrible- dijo Carmen con los ojos llorosos -casi me matas del susto, todos los días te estuve esperando-
-Oooh, todos los días me esperaste comiendo-
Carmen se sonrojo, un rollito se asomó en la parte más profunda de su vientre. Lo único que pudo hacer durante todo este tiempo fue leer, comer y dormir. Pudo haber entrenado, pero corría un viento helado que le susurraba al oído que duerma. Tytos se rio de buena gana, pero sintió algo pesado en su espada que le lamia la oreja. Oso estaba feliz moviendo su cola de lado a lado. También quería participar, salto por encima de Tytos y se acostó de espalda entremedio de ellos dos. Él se retorcía feliz mientras los dos humanos le rascaban la panza.
Tytos le acaricio una vez mas las orejas al lobo y miro a Carmen, ella lo miro también, palmeo la pansa de oso una vez mas y le dijo -ve a tu cama, tengo que hablar con el maestro-. Oso se hizo de rogar, pero cuando vio a Carmen con el ceño fruncido se fue a su cama.
-¿De qué quieres hablar maestro? espero que no sean más locuras como la última vez- dijo Carmen
Tytos le dio una sonrisa y le dijo -siento defraudarte, pero esto será una locura, pero no tan peligrosa-.
Carmen sintió que envejeció en una sola exhalación y lo miro cansada. Esta aventura fue en muchos aspectos peligrosa y estresante.
-Maestro ¿podemos posponerlo por unos meses?. Vamos a un clima más cálido- dijo Carmen
-Estamos muy cerca, no podemos- insistió Tytos
-¿Qué haremos esta vez? No quiero más cosas suicidas-
Tytos le dio una gran sonrisa y ella cambio su rostro a uno severo. Carmen se puso de mal genio como nunca antes y le grito -no, no y no. No haremos más estupideces. Tytos Hill, entiende, casi te mueres. ¿Cómo quieres que te siga escuchando si sigues haciendo una estupidez tras otra?-
Esto dejo a Tytos callado, su linda aprendiz que siempre fue muy obediente, lo mando a la mierda. Carmen se fue a la cama y se tapó entera, ya no quería escuchar más estupideces. Tytos la siguió y trato de abrazarla, pero ella movió sus brazos y lo aparto. Al final él alejo sus brazos y la espero a que le dijera algo. Ann también tenía estos arranques de vez en cuando, esperaba que las cosas se arreglaran de la misma manera.
Carmen miraba la pared como quién contempla el vacío y sin darse vuelta le pregunto -dime, ¿va a ser muy peligroso?-
Tytos soltó un suspiro de alivio y trato de abrazarla de nuevo. Ella se dio la vuelta y lo miro a los ojos. Ambos mantuvieron este silencio y acurrucados, él le empezó a contar.
-Vamos a ir a las zonas más allá de los colmillos de hielo, al territorio nombrado Invierno Eterno-
Carmen le dio una sonrisa que no era una y le pellizco el estómago -¿no acabo de decir que, no más cosas suicidas?-
-Mi amorosa Carmen, no te preocupes, ahora que soy más fuerte tengo varias técnicas a las que puedo acceder-
-Oooh, entonces dime, Tytos Hill- dijo Carmen mientras intensificaba su agarre -¿Qué cosas puedes hacer?-
-Esto- Tytos hizo algunos sellos con sus manos y le coloco una marca en forma de diamante en la frente. Ella sintió el cambio en el mismo instante en que la toco, el frio se había ido. Sus ojos se abrieron como dos grandes lunas llenas y pregunto -¿Qué hiciste?- pero al instante siguiente se alarmo. Tytos boto una gran bocanada de sangre y se puso pálido. Ella lo abrazo y le sobo la espalda mientras Tytos se recuperaba, al cabo de cinco minutos recupero su complexión.
Tytos compartió una sonrisa y le pregunto -¿Qué piensas?¿ahora podemos hacer el viaje?-. Pero lo único que lograron sus palabras fue enojar Carmen. Ella lo ignoro una vez más y se acostó dándole la espalda. Al final Tytos se rindió por hoy, y se acostó a su lado. Ambos compartieron un mismo calor y durmieron.
-o-
Carmen se levantó temprano en la mañana y a diferencia de otros días, entreno hasta el cansancio. Cayo sobre la nieve pero no sentía el incomodo frio que por lo general sentía. Era raro. Como si estuviera sobre tierra normal y corriente. Cuando vio a Tytos que se acercaba, se levantó y lo ignoro. Oso la siguió y juntos, fueron a preparar la comida.
Tytos dio un gran suspiro, parece que tendría que hacer una buena promesa si quería llegar a su meta. Fue a la cueva con la intensión de hablar con Carmen, pero ella le dio la espalda, al final, Tytos no dijo nada y solo la abrazo. Ambos se mantuvieron tranquilos en un abrazo mirando el fuego y la comida, hasta que ella hablo.
-Dime ¿Por qué quieres ir a ese lugar? Te advierto que no quiero más misterios, así que dime la verdad- dijo Carmen
Tytos asintió y dijo -existe un lugar llamado El Valle de los Valar. Es un lugar que te permite viajar entre lugares. Bueno, la verdad es que no sé cómo funciona. Puede que nos mande al continente de Essos o aún más lejos-
Carmen se dio la vuelta y lo miro a los ojos. Ella sabía que su maestro era especial, ningún joven a sus dieciséis años tendría los conocimientos y destreza que él posee, pero esto ya iba más allá de lo que ella podría pensar o soñar. Le tomo el rostro y lo beso, después de compartir un momento, le dijo -esta será la última vez que hacemos algo como esto. Prométeme, después de esto nos instalaremos en algún lugar como una pareja normal. Los viajes son geniales, pero no quiero vagabundear por el resto de mi vida-
Tytos le dio un apasionado beso y después dijo -te lo prometo-. Un beso llevo a otro y esta promesa los unió aún más. Oso fue enviado fuera de la cueva, y entre los dos compartieron un momento de intimidad.
-o-
-¿Por qué me llamas Tytos?- pregunto Tytos
-Si te sigo llamando maestro nunca te podré poner en orden- dijo Carmen con cierto sentimiento de reproche -hay muchas cosas que me molestan. Sobre todo tu forma impulsiva de actuar. Si tienes la fuerza espero que seas más misericordioso con las personas. No te pido que los ayudes, pero no quiero que vayas por ahí matando a todo aquel que te desafié-
-Eres muy ingenua-
-Ya lo sé, pero también quiero que tu no seas tan cruel-
Tytos sonrió y la comenzó a besar. Mientras se unían en una danza carnal, donde se volvían uno, él pensaba en todas las mujeres que lo amaron y como todas ellas le pedían lo mismo. Esta mujer, Carmen, parece que también lo amaría igual sus otras amantes.
-o-
Al día siguiente, después de entrenar, conversaron y planificaron todo lo que tendrían que hacer de aqu�� a un mes. Carmen tendría que recuperar su condición física y Tytos tendría que acostumbrarse a su nuevo cuerpo. La técnica del Lobo Celestial, prácticamente le regalo un nuevo cuerpo, fue ridículo. En su vida pasada paso todos sus días tratando de cazar hylden, no tuvo mucha suerte y en unos cientos de años caso unos cuantos. Su alma apenas se recupero. Pero ahora con esta técnica recupero casi el doble de lo que tenía antes de reencarnar en este mundo. Ahora su alma estaba reparada en un poco mas de dos quintos.
Tytos pasaba meditando debajo del lago congelado durante todo el día. En la noche salía y compartía con Carmen una agradable comida y una dulce noche. Durante todo el tiempo que se pudo, recuperaron las noches que pasaron separados. El único perjudicado de esto fue oso, que aunque ahora no sentía frio, era enviado fuera de la cueva sin contemplaciones.
-o-
-¿Lista?- pregunto Tytos
-¡Lista!- respondió Carmen con una gran sonrisa
Tytos le dio un último beso y caminaron por los fríos Colmillos Helados. El frio ya no fue un problema, pero al salir del valle, los ventarrones y la nieve seguían obstruyendo su camino. Durante el día Tytos tuvo que parar durante una o dos horas. Carmen y oso tenían sus limitaciones y durante el mes de viaje, tuvieron que dormir mucho para poder recuperarse de las largas caminatas. Tytos dejo de comer y Carmen limito sus raciones para que estas alcanzaran durante todo el viaje. Al final, cuando llegaron al territorio del eterno invierno, estaban delgados, más de los que antes pudieron estar. Tytos tuvo que perforar el hielo varias veces y meterse en el agua a pescar peces para que Carmen y oso tuvieran algo que comer.
Algo que le molesto a Tytos durante todo este tiempo, fueron unas sombras que se veían a la distancia. Siempre permanecieron muy lejos y nunca hicieron contacto. Tenían forma humanoide, pero el sabía que no eran humanos, ya que su caminar era extraño, tosco y errático.
-o-
En uno de esos días de viaje, Tytos encontró a Carmen muy cansada y débil. Tuvo que armar en la gran planicies heladas una choza con grandes piedras que había traído y dejar descansar a Carmen y a oso. Después de volver con varios peces, cocino para ambos y trato de alimentarlos lo mejor que pudo. Carmen comió y con su estómago lleno y cálido, durmió durante todo un día.
Después de un buen descanso, Carmen saco las ultimas verduras que le quedaban y preparo una gran olla con comida. Oso y ella comieron. Otro día paso y cuando despertó, Carmen se encontró con una sorpresa desagradable. Solo le quedaba harina tostada para comer. La alimentaría durante un tiempo, pero solo comer harina tostada y pez, sería una tortura.
Carmen miro a Tytos que estaba meditando y le dijo -Maestro, tenemos que terminar esto pronto y comer una verdadera comida. No puede ser que nos mantengamos solo con esto- entre murmullos dijo -mataría por unas costillas de cerdo-. Tytos la escucho y soltó una carcajada. Ahora él apenas necesitaba comer, prácticamente su cuerpo se mantenía de solo energía, pero también pensó que sería agradable comer unas costillas de cerdo.
Tytos abrió los ojos y la acerco tomándola en sus brazos. Estaban cerca de su meta, solo un poco más y llegarían a su destino, Tytos podía sentirlo. La energía que emanaba el Valle de los Valar era algo único, nada en este mundo le ha producido tal sensación. Pero repentinamente algo lo saco de sus pensamientos y aparto su atención de esta hermosa mujer. Tytos miro hacia el norte, como si pudiera ver a través de los muros y dijo -algo viene. Carmen, quédate aquí, estas muy débil para pelear-
Tytos salió de la choza y camino cien metros por la fría tundra de hielo. Una enorme sombra se proyectó entre las ventiscas de nieve que corrían con fuerza. Una enorme zarpa trato de partirlo por la mitad, pero Tytos lo esquivo saltando hacia atrás. Desenfundo sus katanas y empezó a cortar a la bestia, era grande, peluda y furiosa. No sabe que lo puso en frenesí, pero parece que el animal venía huyendo de algo. Tytos se aburrió y con un solo movimiento de sus katanas, la decapito. Ignoro la deliciosa carne que estaba enfrente de él y siguió caminando hasta alcanzar la desagradable energía que lo está incomodando. Provenía de un cadáver humano que se mantenía en medio de la tormenta, acostado y sin nieve. Tytos le dio una sonrisa a la criatura que quería engañarlo. Levanto su espada y la corto en cinco, separando cada extremidad. El cadáver grito con un chillido espectral y abrió sus cuencas que estaban vacías, pero aun así a Tytos le dio la impresión de que lo estaba mirando. Esta sola visión le hizo correr un escalofrío por la espalda y sopesando lo que podría estar controlando esta cosa, emitió una sonrisa carnívora. A lo mejor si sigue un poco más allá podría fortalecer su alma, pero negó y aplasto el cráneo del muerto viviente. Tomo el cadáver de la bestia y lo llevo hasta la choza.
Carmen salió de la choza y vio a la peluda criatura. Dio un pequeño grito, pero al darse cuenta de que estaba muerta, miro hacía la derecha y dijo -maestro, trata de no asustarme. No era necesario que la dejaras cerca de la entrada-. Tytos se rio y corto las extremidades de la bestia. Tomo uno de los brazos y guardo el resto dentro del anillo.
-Carmen, hoy comeremos oso polar- dijo Tytos
-Maestro, no tenemos más verduras, solo podemos asarlo ¿es rica esa carne?-
Tytos levanto los hombros y le dijo -no lo sé, pero podríamos probar-
-o-
El fuego crepitaba mientras Carmen y Tytos compartían un abrazo en la cama. Ella trazaba sus dedos por encima del pecho de Tytos, lo miraba mientras él mantenía los ojos cerrados. Era su amado, pero se había vuelto tan extraño, casi no lo reconocía. No le desagrado, era más amable y la escuchaba, más que el terco Tytos. Ella le dio un beso en los labios y le pregunto.
-Tytos ¿podemos hablar-. Pero él hizo un sonido como si estuviera roncando. Ella se rio y lo mordió en el cuello. Él la tomo de las caderas y se subió sobre ella, sus ojos se encontraron y antes de que él pudiera hacer su movimiento, ella le pregunto -¿Qué te hizo cambiar? Tu cuerpo se siente diferente y ahora estas más calmado-
-Puede que sea la habilidad que aprendí o la meditación- dijo Tytos
-¿Qué hace esa habilidad?-
-Me hace más fuerte, más resistente y me puedo regenerar más rápido. Antes necesitaba medicina para sanar mis heridas, pero ahora ellas se sanan solas. Incluso la mejor medicina es inútil-
-Eso quiere decir ¿Qué nunca te vas a enfermar?-
-Técnicamente nunca voy a morir-
-Quiero estar contigo en esa eternidad-
-No puedes, esta técnica te mataría, ni siquiera podrías llegar al primer nivel. Déjame explicarte. Todos los seres pensantes tienen algo llamado alma, es parecido al corazón, pero no es físico. Es algo más complejo que la mente y los pensamientos. El hecho es que esta alma tiene un cierto nivel de energía, igual que un odre puede llevar cierta cantidad de vino. Cuando el alma esta sana, puede albergar cierta cantidad de energía. Por supuesto si tu alma es poderosa puedes almacenar más energía, pero siempre va a estar limitada. Tu alma es normal, bueno, es un poco especial, pero todavía sigue siendo un alma humana. Esta técnica no es para ustedes, incluso si tu quisieras ganar esta habilidad por tu propia fuerza y fueras a donde yo fui, no la podrías obtener-
Carmen agacho su cabeza y se sintió triste. Tytos le levanto el rostro y le dio un tierno beso. Ambos compartieron un mismo sentimiento y él le dijo -cuando mueras, yo también lo hare. Conozco un par de métodos para lograrlo-
-Pero…-
-Lo sé, pero quiero hacerlo, una vida sin ti no vale la pena-
Ambos se besaron y en un abrazo se durmieron.
-o-
Al otro día, se levantaron para emprender la partida. Tytos camino hasta la salida de la choza, pero fue retenido por Carmen, ella lo abrazo por la espalda. Tytos quiso darse vuelta y preguntarle, pero Carmen no se lo permitió y él le pregunto -¿Qué sucede Carmen?-
-Nada Tytos. Quiero un hijo-
-No es el mejor momento para eso-
-Lo sé, pero cuando todo esto pase, tienes que dármelo-
Tytos dio un gran suspiro y le dijo -cuando todo esto termine, nos instalaremos como cualquier pareja. Yo abriré una herrería y tendremos los hijos que quieras-
Ella asintió y soltó su abrazo. Cuando hicieron contacto con sus ojos, compartieron un beso y después salieron de la choza. Tytos guardo la choza dentro del anillo y mirando al norte, caminaron los tres.
Hoy era un día extraño, durante semanas hubo fuertes ventiscas de nieve, pero hoy estaba despejado. Una planicie blanca hasta dónde llegaba la vista se pudo ver. Pero Tytos sentía la energía del Valle de los Valar, estaba cerca, a unos dos días de viaje. Caminaron durante la mitad del día, comieron y siguieron caminando hasta la noche. Cuando llegaron a un lugar donde el aire estaba mas templado, Tytos mostró una gran sonrisa. Le dijo a Carmen que faltaba poco y ella soltó una gran exhalación. Estaba aburrida de este paisaje blanco y gélido.
-Tytos, descansemos hasta mañana, ya estoy cansada-
-Tranquila, lo sé-
Tytos saco una vez más la choza y comieron hasta saciarse. De repente, Oso se sintió inquietó, los pelos de su espalda se le erizaron y gruño como si hubiera algo que lo quisiera dañar. Tytos le dio algunos cuantas palmaditas en la espalda y le dijo -tranquilo, yo me haré cargo-. Oso se relajó y miro a Tytos, gimió como un pequeño perrito. Tytos lanzo una carcajada, esta bestia de casi dos metros de largo se comportaba como una mascota.
-Tytos ¿Qué sucede?- pregunto Carmen
-Nada, solo tenemos algunas visitas. No te preocupes, me haré cargo de ellos- dijo Tytos
-No hagas nada peligroso, siempre podemos huir-
Tytos le dio una sonrisa y le dijo -te preocupas demasiado, voy y vuelvo-.
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Tytos salió con sus espadas y camino hasta alcanzar a sus visitantes. Era un ejército de 100 muertos vivientes. Dándoles una feroz sonrisa, Tytos se lanzó contra ellos. Les cortaba los brazos y las piernas, una vez que eran inmovilizados, Tytos seguía con los siguientes. Cortaba, esquivaba y seguía cortando. Cuando llego al final del grupo, solo quedaron dos hombres de piel azul. Uno de larga cabellera y otro calvo, Tytos los miro con desdén, ya que fueron los únicos que no lo atacaron. El de melena larga, quiso atacarlo, tomo algo como una especie de lanza de hielo y la arrojo. Tytos la esquivo sin dificultad, el hombre se acercó y compartió varios golpes, pero nunca lo alcanzo. Tytos lanzo un suspiro y al igual que a los otros le corto todas las extremidades.
Tytos quedo en frente del hombre azul, tenía algunos pinchos en la cabeza y llevaba una armadura igual que cualquier guerrero. Pero su mirada era diferente, podía discernir el raciocinio en esos ojos. Tytos lo miro y soltó una gran sonrisa, esta era la cosa que manipulaba a los no muertos. Su alma era antigua y poderosa, seguramente al comerla le daría algo bueno.
Tytos se puso en guardia y corrió hasta la criatura. Fue y lo ataco, la criatura era fuerte, pudo repeler y soportar varios de sus golpes, pero era clara la diferencia de fuerza. Tytos le dio una patada y lo envió a volar. La criatura se levantó y formo una espada de hiela, con la cual lo ataco. Sus golpes eran veloz…para un humano normal. Mal por él, Tytos ya no era normal y en un solo gran movimiento, le corto una pierna. La criatura cayo a tres metros de distancia. No obstante, aunque no era humana, mantuvo la calma. Solo frunció el ceño y espero algo, Tytos avanzo y le corto un brazo quitándole su espada. La criatura no se movió, se mantuvo arrodillada esperando algo. Tytos se puso nervioso y se preguntó ¿Por qué no se defendía?. Rodeo a la criatura varias veces, no había nada en especial. No tenía nada en la manos. Tytos boto sus espadas he invoco la segadora de almas. Camino hasta la criatura, la tomo del cuello y la alzo en el aire. Se miraron el uno al otro. La criatura levanto el brazo que le quedaba y lo coloco sobre el de Tytos. Casi al instante el brazo de Tytos se empezó a congelar, pero este último sonrió y dijo.
-Estaba preocupado de que intentaras algo más interesante. Solo fue una preocupación innecesaria-
Tytos le clavo la segadora de almas y la criatura por fin se asustó. El terror se apodero de su rostro y Tytos se rio a carcajadas mientras absorbía su alma. Al final la criatura no era tan fuerte y su alma tampoco era tan poderosa. Tytos dio un gran suspiro y se preguntó porque no adquirió ninguna habilidad. El cuerpo de la criatura se volvió polvo cristalino y entre los residuos, quedo algo parecido a un metal. Tytos lo reviso y soltó una sonora carcajada, era algo parecido a los emblemas vampíricos. Contenía un gran poder. Tomo el metal y lo acerco a la segadora de almas, esta lo absorbió y paso de tener un color verdoso espectral a uno azul. El poder elemental del agua se había restaurado.
Tytos apretó su puño a la altura de su cara y dijo -Sí. Por fin me pasa algo bueno-
-o-
Cuando Tytos volvió, Carmen lo abrazo y lo miro por todos lados. Tenía un brazo izquierdo helado y negro con necrosis, Tytos le dio una sonrisa y le dijo -No te preocupes, para mañana estará bien, solo necesito meditar un par de horas-
-Eso espero- dijo Carmen preocupada -Tytos, no hagas que me preocupe. Por favor no seas temerario-
Tytos le dio un beso y ambos compartieron una noche en calma.