Swindle entró a la casa de bolsa con la última bolsa de viaje en la mano.
—Señor Jones —dijo la recepcionista apenas lo vio—. El señor Van Hole está con un cliente, pero en un momento lo atiende. Si gusta esperar.
—Gracias —dijo Swindle y se sentó en uno de los sillones. A su lado había un joven que se cubría la cabeza con ambas manos. Swindle lo conocía: era Dale, el hijo de Fake.
Swindle se acercó a él y le dio una palmada en el hombro.
—¿Qué pasó, Del? —Swindle lo llamaba a Dale de esta manera (porque Del era el diminutivo de deluded)—, ¿Cómo van tus acciones de RaveBook?
—Volvieron a caer —dijo Del apesadumbradamente.
—Es una pena —Swindle le dio otra palmada en el hombro y dijo falsamente.
—Sí, aunque ya cayeron mucho, y no pueden caer más, ¿verdad?
Y, antes de que Swindle pudiera contestar, Del continuó:
—Y si lo invierto todo voy a poder recuperar lo perdido. Sí, voy a invertir todo lo que tengo —Del se levantó y fue con uno de los brókers.
—Vaya, ese tipo no sabe cuándo retirarse, ¿verdad? —Swindle se volvió hacia la persona que dijo eso, y se trataba de Doug, un inversionista más—. Si no fuera por su padre, él ya se hubiera quedado en la calle como cinco veces.
—Pues por eso no le importa perderlo todo, Smug —así es como Swindle lo llamaba.
—Es que el niño cree que está jugando en el casino. Aquí hay que conocer el negocio, hay que saber invertir.
—Y hablando de inversiones, ¿cómo van las tuyas? —preguntó Swindle.
—Mejor que nunca —Smug rió estruendosamente y le dio a Swindle unas palmadas en el hombro—. Ya recuperé lo perdido y estoy empezando a ganar.
—Muy bien, pero cuidado con perderlo todo otra vez.
Smug se rio socarronamente.
—Ay, Ringo, se nota que aún estás verde en esto de la bolsa. Estoy en racha. Lo peor que puedo hacer es retirarme.
—Señor Jones —dijo la recepcionista—, el señor Van Hole está listo para verlo.
Swindle tomó su maleta, se despidió de Smug con una sonrisa falsa y entró a la oficina de Fake.
—¡Ringo, qué gusto! —Fake se levantó de su asiento, se acercó a Swindle y lo abrazó—. ¡Siéntate, siéntate!
Ambos se sentaron.
—Y ahora ¿cuánto me traes?
Swindle puso la última bolsa de viaje sobre el escritorio y la abrió.
—¿Solo esto? Deberías conseguir más —le recomendó Fake—. Yo ya moví una buena parte de mi capital a acciones de ProTech, y muchos inversionistas están haciendo lo mismo.
—¿En serio? —preguntó Swindle con una sonrisa.
—Sí —Fake sacó una botella de rivas cheagal 25 y dos vasos de uno de los cajones de sus libreros. Los llenó y le dio un vaso a Swindle—. De verdad que encontraste la gallina de los huevos de oro.
—Eso parece —dijo Swindle con una sonrisa.
Y ambos brindaron.