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Salí del lugar para encontrarme en el punto que acordamos con Daisy. Ella estaba con Alfred y la abracé según la vi. 

—Eso fue increíble. No dejas de sorprenderme, cosita. 

—¿Ves cómo he mejorado? 

—Comparado a la mala puntería que tenías hace años, ahora he visto un cambio del cielo a la tierra. 

—No sé si debería tomarlo como un halago. 

—Cógelo como mejor prefieras, pero suavecito— rio, y retomé la seriedad —. Ya llevaron a la chica al aeropuerto, así que tenemos que ponernos en marcha también. 

—Pero creí que ella no vendría con nosotros. 

—¿Celos? 

—Tal parece que la quieres cerca en todo momento. 

—Para que mi esposa esté tranquila, la tiraremos con las maletas. ¿Qué te parece la idea? 

—Eso suena más conveniente. 

—Lo imaginé. 

Recogimos lo que nos faltaba en la casa y nos despedimos de los niños. Esta será la última vuelta en que los dejaremos solos. Alfred los cuidará mientras nosotros regresamos; además de que la casa está bien custodiada. Nos dirigimos al aeropuerto donde el avión nos estaba esperando y Daisy se detuvo en la ventanilla. 

—¿Estás nerviosa? — la abracé de espalda y recosté mi cabeza en su hombro. 

—Tengo un mal presentimiento, John. 

—¿Sobre qué? 

—No lo sé, pero tengo temor de que las cosas no salgan bien y que no volvamos a ver a nuestros hijos. 

—¿Tú crees que dejaré que algo malo nos ocurra? Le prometí a los niños que íbamos a regresar sanos y salvos, y eso haremos. Es normal que te sientas nerviosa, pero la mente es poderosa y si atraes las desgracias con ella, puede ocurrir algo malo, así que deja de pensar en eso y piensa en cosas positivas. 

—Lo siento, no volveré a pensar en eso. 

—Estoy con la mejor esposa que pueda existir, ¿Por qué algo debería salir mal? — sacudí su cabello para despeinarla y me agarró la mano. 

—Después de vieja me he vuelto paranoica, no me hagas caso. 

—¿Qué te parece si nos relajamos un poco y hacemos cositas antes de llegar? 

—Lo haremos, pero cuando regresemos, así tenemos más motivos para regresar con vida.  

—Tienes un buen punto, pero duele no poder comerte como quiero. 

—Iré a preparar las cosas, quiero asegurarme de que todo esté en orden— me dio un beso y se fue, supongo que a buscar a la mujer. 

También me he sentido inquieto, pero debo calmarme. No quiero que ella le dé mucha mente a pensamientos negativos. Esta vuelta no puede salir mal. La seguí para saber lo que estaba tramando y me le quedé viendo al ver que entró al área donde estaba la chica. 

—¿Qué tal el viaje? ¿Te sientes cómoda? — se mantuvo de pie y le arrancó la cinta de la boca—. Quiero que me digas una cosa. Que tú sepas, ¿Cuánta información tienen de nosotros? ¿Les han pasado nuestros datos a varias personas? ¿Saben de nuestras propiedades?— debe estar preocupada por los niños—. Quiero asegurarme de acabar con todo y no dejar cabo suelto, ¿Lo comprendes? Si eres una buena chica, te dejaré ir luego que pase esta tormenta. Somos agradecidos y más por haber cooperado con nosotros. Has sido de mucha ayuda, querida. 

—¿Me ves cara de imbécil? Sé desde el primer momento que me atraparon, que no me dejarán respirando luego de terminar con su venganza. 

—¿Ya te resignaste? Sabía que eras patética, pero no que tanto. 

—Lo más probable le pasó la información a sus allegados. Ella no confiaba lo suficientemente en mí para dejarme el trabajo sola. Estoy segura que los mandó a vigilar con alguna segunda o quizá tercera persona. Ella no es de quedarse de brazos cruzados. Ella estaba enamorada de Sebastián y cuando se enteró de lo que le pasó, se volvió como loca. 

—¿Así que todo esto es por un hombre? Que ridículo. No necesito más hombres, teniendo el mejor de todos conmigo. 

—¿Al mejor de todos? ¿No era eso lo mismo que le decías a Sebastián? Por lo que veo no le has contado a tu esposo la verdad. ¿Por qué no le dices que realmente conocías a Sebastián de mucho tiempo antes? 

—Él ya lo sabe y no tengo que revolcar la mierda. Ese tipo está bien muerto y ya no será un problema para nadie. 

—¿También le contaste que fue tu pretendiente en la secundaria y que el día que se encontraron en esa barra, fue porque lo contactaste tú misma pidiéndole ayuda para que te sacara de las garras de ese hombre que tanto halagas? Te apuesto a que eso no se lo has dicho. 

¿Así que de eso se trataba? Con razón se ponía nerviosa al mencionar el tema. Incluso ese día que estaba supuesto a torturarlo hasta morir, ella lo estaba defendiendo, quizá fue para que él no soltara nada sobre eso. Recuerdo que asumió una actitud extraña y ahora puedo comprenderlo. Me sentía molesto, pero en realidad era porque no confió en mí y me dijo las cosas. 

—Veo que estás bien informada. Imagino que ella también debe de estarlo. Esto son temas que no debo discutir con una mosquita muerta como tú; además de que no es importante. Será mejor que cierres el pico y te comportes hasta que lleguemos. Ya no necesito nada más de ti— le puso la cinta y se disponía a salir, pero quise quedarme para encontrarme con ella frente a frente. Al verme se puso nerviosa y sonrió. 

—¿Qué haces aquí, mi amor? 

—Para ser honesto, me siento disgustado. No soporto que me mientan o me oculten las cosas, Daisy. ¿Tienes algo que decirme? 

—Escuchaste la conversación, ¿Cierto? 

—Sí, lo escuché todo. ¿Tienes algo que decir para que no considere castigarte ahora? 

—Todo tiene una explicación, pero no creo que sea el momento; además de que él ya está muerto y eso no es importante. 

—¡Para mí sí lo es! Más que nadie sabes que mi intuición jamás me falla y sabía desde un principio que algo raro estaba ocurriendo con esa situación. Ese tipo apareció de la nada y en busca de mi mujer. Perdiste a mi bebé por ese infeliz, sin contar el tiempo que estuviste lejos de Mía y de mi. ¿Aún así piensas que no es importante hablar sobre el tema? 

—Cálmate, no es como que haya ocurrido algo entre los dos de la forma en que crees.  

—Me importa un comino, Daisy. Se conocían de antes y recuerdo que me lo negaste en la cara. Cada vez que estas cosas ocurren, hace que quiera cortarte el cuello, pero te amo lo suficiente para contenerme— no terminé de decirlo, cuando el avión se sacudió. Quería pensar que era turbulencia, pero al instante que planeaba caminar hacia la cabina, el estruendo que se pudo escuchar y los movimientos bruscos que tuvo el avión, hizo tambalear a Daisy y la acorralé en una esquina tratando de sujetarme fuertemente de algo fijo. El olor a fuego que pude percibir nos hizo dar cuenta de que algo andaba terriblemente mal. El avión estaba fuera de control y lo peor de todo es que estaba descendiendo con rapidez. No había forma de llegar a la cabina, además de que todo lo que había suelto, estaba moviéndose para todas partes. Las luces del avión estaban parpadeando y las máscaras de oxígeno estaban colgando. No quería dejar a Daisy sola, pero tampoco quería que le sucediera algo. Me encontraba entre la espada y la pared. 

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