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—No hagas eso, lisa.

—¿Por qué?

—Yo no quiero usarte por esto.

—¿Tienes miedo de que ocurra lo mismo de la otra vez? —Akira se quedó en silencio y desvió la mirada—. Sé que no será así esta vez, estás más consciente que ese día; además soy yo quien te lo está pidiendo, ¿Acaso no me deseas?

—Es una pregunta muy estúpida, ¿No crees?

Puse mis brazos alrededor de su cuello, acercando mi cuerpo desnudo al de él. Su cuerpo estaba temblando, y de alguna forma, verlo tan sensitivo me provocó. Bajé una de mis manos por su torso y metí mi mano por la bata para tocarlo directamente. Soltó un quejido tierno y me estremecí. Siempre ha sido tan excitante poder escucharlo.

—Espero no te arrepientas luego, corderito— se quitó la bata y me aguantó por la cintura; el calor de su cuerpo era extrañamente excitante. Cerró sus ojos y me besó, era como si hace mucho no hubiera podido sentir esto. Extrañaba sus besos, su agarre, su calor, todo de él me hacía falta. Donde mejor nos entendemos es aquí.

Me ayudó a recostarme en la cama y se subió sobre mí, su mano la llevó por mi entrepierna.

—No, Akira.

—¿Por qué?

—Yo estoy bien, quiero que te sientas bien también— abrí mis piernas y él se acomodó entre ellas. Su expresión lucía triste, no me gusta verlo así—. Quiero sentirte, Akira— no terminé de decirlo, cuando me penetró, ambos soltamos un gemido. Estaba muy excitado y caliente.

—¿Así? — su cuerpo se estremeció, y fue moviéndose despacio, eso me calentó demasiado. Sus labios estaban a centímetro de los míos y deseaba tenerlos. Lo besé con todo el deseo que tenía acumulado por tanto tiempo.

—No puedo más—musitó antes de correrse dentro de mi. Llevaba mucho tiempo controlándose y no pudo aguantar un segundo más; aún así continuó. La sensación de haberse corrido dentro de mi y que continuara moviéndose, era increíble. Los sonidos de humedad me estaban descontrolando,  o creí que iba a poder estar con Akira; pensé que quizás mis inseguridades, el temor, o el asco no me lo permitiría, pero cuando estoy con él olvido todo. No puedo pensar en otra cosa que no sea placer.

—Te amo— puse mis brazos alrededor de su cuello y lo besé. Mi cuerpo estaba muy sensible. Sus besos como siempre eran muy dulces e intensos. No puedo ignorar esto que siento. Yo quisiera poder tener una vida junto a Akira y nuestros hijos, no creo poder sentir esto por alguien más.

Lin

—Están ocupados. Dejémoslos tranquilo— comenté.

—¿Ocupados?— preguntó Kaori.

—Sí, digamos que arreglando sus diferencias.

—Lin, ¿Te sientes bien?

—Sí, no te preocupes. Sé que debes odiarme por todo lo que hice. Por mi culpa las arriesgué y casi les hacen daño.

—Ya eso no importa, ¿Aprendiste algo de esto?

—Mucho.

—No vuelvas hacerlo. No dudes que nuestros padres y yo te amamos mucho. ¿Por qué no haces un esfuerzo?

—Kaori, cásate conmigo.

—¿Qué?

—Ya sé que no te merezco y que debería permitirte ser feliz con alguien que no sea como yo, pero no puedo dejar las cosas hasta aquí. Vamos a tener un bebé y yo te amo demasiado, no quiero que seas de nadie más.

—Lin, primero debemos hablar con nuestros padres.

—Akira aceptó que estemos juntos, pero me pidió que no nos fuéramos lejos.

—¿Y lo de mamá?

—Ella aceptará lo nuestro.

—No hablo de eso. No le sigas guardando rencor por lo que dijo que hizo, Lin. Ella nos defendió, ya viste de lo que es capaz esa familia, casi nos matan. No les importó que tuvieran la misma sangre. Es tiempo de que nuestra familia logré normalizarse. Hemos pasado por mucho y tenemos que estar unidos, ¿No es eso lo que siempre dijiste?

—Entiéndeme, Kaori. Dame algo de tiempo para asimilar eso de mamá.

—Esta bien, pero no vuelvas hacerle más daño. Quiero que ellos se reconcilien y podamos volver a estar unidos como antes. Ayúdame a arreglar su relación, no es justo que sigamos siendo un impedimento para su felicidad.

—¿Por qué no pensamos en nosotros también, Kaori? ¿Por qué no defiendes nuestra relación de la misma forma?

—Lo hago, Lin.

—¿Me amas mucho?

—Sabes que sí.

—Veo que ellos se olvidaron de que están en un avión, y que se escucha todo lo que hacen.¿Tienes envidia, Kaori?

—Sí, la tengo.

—Yo también puedo complacerte.

—No podemos hacer esto aquí, Lin. Si nos ven tendremos problemas.

—Ellos lo están haciendo, ¿Por qué nosotros no?

—¿Aún tienes ese efecto encima?

—Sí, no soporto este dolor de cabeza.

—¿La mano no solucionará tu problema, mi amor?

—No, te quiero a ti. Eres mía, ¿No es así?

—Déjame pensarlo— la agarré por la cintura y la acerqué a mí. 

—¿Qué decías, mi ángel? —la besé.

—Lo olvidé, Lin.

—Así me gusta.

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