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Regresamos a la casa, los niños se despidieron de Kanji y corrieron a toda prisa a la casa.

—¿Y a estos niños que les pasa?

—Tienes unos hijos muy inteligentes e interesantes, lisa.

—Quiero pedirte disculpas por lo que ellos han estado haciendo, en especial por lo que dijo mi hija.

—Ya saben lo de Akira los dos, ¿Cierto?

—Eso parece.

—Contar con la aprobación de ellos, me hizo muy feliz. No pensé que aceptarían mis disculpas.

—Mi hijo piensa que estamos saliendo, buscaré enfrentarlo ahora. Disculpa la incomodidad que te debieron causar.

—¿Y qué hay de malo que piensen eso? ¿No te hizo feliz la idea?

—¿Por qué debería hacerme feliz algo como eso? — desvié la mirada.

—Lisa, yo quería... — hizo una pausa y no habló más, se veía algo nervioso.

—¿Qué querías?— le pregunté para que pudiera terminar lo que iba a decir; luego de un silencio corto e incómodo habló:

—Recordarte la cita de mañana— respondió mirando por la ventana.

—¿Cita? — su comentario me puso nerviosa, estoy segura que en mi rostro debía notarse—. Lo haces sonar como si estuviéramos saliendo, Kanji— desvié la mirada. No podía pronunciar esas palabras por los nervios que sentía. Esto es muy incómodo.

—Yo quisiera que fuera cierto, cuenta como una cita; al menos para mí.

—Ya no digas más — sentía que mi rostro iba a estallar si continuaba hablando —. Gracias por traernos y nos vemos mañana. Buenas noches— abrí la puerta del auto y me bajé.

—Buenos noches, lisa— fue lo último que dijo antes de cerrar la puerta.

¿Y a él qué le pasa? Ahora todos están haciéndome sentir así hoy. Pareciera que se confabularon para atacarme justo en la vergüenza.

Caminé hacia la entrada y me quedé unos instantes en la puerta, tratando de que se me fueran los nervios y poder entrar a enfrentar a los niños. Respiré profundo y al sentirme mejor, entré. Ambos se acercaron y me sujetaron por ambas manos.

—¿Nos dirás ahora la verdad, mamá? — preguntó Lin con una mirada pícara.

—¿Qué verdad?— pregunté confundida.

—Lo mucho que te gusta Kanji — respondió Kaori.

—¿Y a ustedes qué les pasa? ¿Por qué hacen este tipo de cosas?

—¿Aún eres capaz de mentirnos?— preguntó Lin burlón.

—¿Mentirles de qué?

—Mamá, si te gusta no tienes porqué ocultarlo — comentó Kaori.

—Pero es que a mí no me gusta.

—Si no te gusta, ¿Por qué tienes aún la cara roja luego de bajarte del auto? ¿Por qué  te pones tan nerviosa al hablar de él? — preguntó Lin.

—¿Por qué se miran con tanto deseo, mamá?— preguntó Kaori.

—¿De-seo? — tartamudeé—. Jamás lo he mirado así— estos niños están haciendo todo más incómodo.

—Quiero decirte una cosa, mamá. Lin me dijo lo que sucedió con papá, no quería tocar el tema, pero es importante que lo haga. Amo mucho a papá y hubiera querido que fueran ustedes quienes estuvieran juntos, pero luego de lo que hizo, considero que no tiene perdón. Nos abandonó cuando más lo necesitamos. Creo que no merece que sigamos mencionándolo en esta casa. Tenemos que todos dejarlo ir, en especial tú, mamá. Amaría poder verte sonreír al lado de alguien que si te valore, no quisiera verte fingiendo una sonrisa para hacerme sentir bien, cuando por dentro estás triste. Yo te amo mucho, y me gusta más cuando eres honesta con nosotros y contigo misma. No me molestaría si encuentras a alguien más en tu vida, tienes todo el derecho de ser feliz y darte la oportunidad de salir adelante. Nosotros seguiremos apoyándote mientras tanto. No dejaríamos que nadie más te lastime. Ese hombre se nota por encima que esta muy interesado en ti, o de otra forma, no hubiera venido personalmente a disculparse con nosotros. Las personas que se acercan a nosotros son con malas intenciones, pero en él, no veo nada de eso. A pesar de lo que nos hizo, pude ver su sinceridad en esas simples palabras. Lo que quiero decir es que, no debes renunciar a tu felicidad por nosotros; a nosotros nos encantaría poder verte feliz al lado de alguien que te ame y te dé la felicidad que mereces. Sea Kanji, o el hombre que aceptes en tu vida, espero pueda darte la felicidad que ese ingrato no te dio, mamá.

—¿Por qué me hacen esto?— no pude contener mis lágrimas, esas palabras fueron directas al corazón. Escuchar eso de Kaori, me hizo sentir una profunda tristeza en el alma, pero a la misma vez me conmovió. Hubiera querido evitar que supieran esto, pero ya era muy tarde. Sé que dentro de ella debe estar ese dolor, ese vacío, ese abandono de su papá. No quería que sintiera esto, es por eso que no podía parar de llorar.

—No llores, mamá. No vale la pena. Recuerda solo una cosa, no fuiste tú la que falló. Quiero ver una sonrisa en tu rostro, acaba con esa tristeza que llevas por dentro y comienza de nuevo. Déjate querer, mamá. No tengas miedo a amar de nuevo, o a dejar que te amen. Eres hermosa, cualquier persona quisiera estar en ese lugar que ese ingrato no quiso permanecer. Por eso te decimos, supéralo y comencemos de cero, juntos los tres— ambos me abrazaron e hicieron que llorara aún más. No quería que me vieran así, pero era imposible calmar mis lágrimas. Fueron tantos los años al lado de Akira, y amándolo como a nadie, odiándolo y queriéndolo a la vez. Me duele saber que no está y quisiera poder olvidarlo todo, pero es mi corazón quien no lo quiere aceptar, no quiere aceptar su abandono.

—Ve a descansar, mamá. Piensa en lo que hablamos. Todo lo hacemos por tu bien y por tu felicidad, no queremos hacerte llorar o lastimarte; lo decimos con toda la sinceridad y el amor del mundo — añadió Lin.

Nos abrazamos los tres por un tiempo y luego me despedí de ellos para irme al cuarto. Según llegué, continúe llorando por más que traté de no hacerlo. Me dolía tanto el pecho, que no podía detener la tristeza. Tienen toda la razón, debo empezar de cero y dejar todo esto atrás. No solo por mi, sino también por ellos. Esto tiene que acabarse de una vez.

A la mañana siguiente, desayuné con los niños antes de que se fueran a la escuela y luego me fui a la oficina como de costumbre. Me crucé con Kanji según llegué, y me puse muy nerviosa al verlo, antes no sucedía eso.

—Buenos días, Srta. Leiko.

—Buenos días, Sr. Carter. ¿Puede pasar por mi oficina?

—Claro— entramos a mi oficina y nos sentamos.

—No debería estar pidiéndote favores, sé que tienes muchas cosas que hacer, pero quisiera que pudieras ayudarme a comprar una nueva casa. No sé qué documentos necesito o los trámites que tengo que hacer; además no sé qué opción sería buena.

—Entiendo, si quieres podemos ir hoy mismo y analizar algunas buenas ofertas.

—Esta bien, si no tienes tanto trabajo que hacer.

—Vamos a la hora de almuerzo, ¿Te parece?

—Sí, gracias— salió de la oficina y pude calmarme. Estaba hablando y siento que demostré demasiado mis nervios.

A la hora de almuerzo, salimos juntos a ver las ofertas y buenas opciones que habían.

—No quiero un lugar tan grande, solo somos cuatros en total.

—¿Cuatro?— preguntó confuso.

—Lo digo por Aoi, mi gatita — Kanji comenzó a reír.

—¿Tiene un cuarto para ella sola? — preguntó conteniendo la risa.

—Algo así, hasta aire acondicionado tiene. Duerme mejor que nosotros mismos.

—Ya la imagino— no paramos de reír ante la idea; aunque es la realidad. Se a criado como parte de la familia, ha viajado a todos lados con nosotros—. ¿Buscas una casa humilde y cómoda? ¿Aproximadamente de tres a cuatro cuartos?

—Me parece bien de cuatro.

—Muy bien, esta lista que tengo en mano encontraremos varias ofertas. Esta casa tiene cuatro cuartos, económica y cómoda. ¿Quieres ir a verla?— estaba mirando el papel y no me había fijado lo cerca que estaba de Kanji, me alejé lo más rápido que pude.

—Sí, vamos a verla— respondí nerviosa y Kanji sonrió.

Fuimos a la casa y los dueños nos permitieron explorarla completamente. Se veía de mi gusto y agrado, espaciosa y cómoda. Visitamos unas tres más, pero la más que me gustó fue la primera.

—Me gustó mucho la primera. ¿Cuánto tiempo requiere para tenerla?

—Luego que se tenga el dinero, ahora mismo puede ser tuya si quieres— rio.

—La quiero ya.

—Lo que ordenes, diosa. Hablaré con los dueños y me encargaré de los trámites, estará bajo tu nombre y el de tus hijos, ¿Te parece?

—Sí, me encanta la idea. Gracias, Kanji.

—De nada, sabes que siempre cuentas con mi ayuda.

Nos fuimos a almorzar juntos, y luego me trajo a la casa.

—Te buscaré esta noche a las 8, ¿Te parece la hora?

—Sí, me parece bien. Gracias nuevamente por todo lo que has hecho, Kanji.

—Lo hago con gusto. Deberías necesitar de mí más a menudo — rio burlón, e hizo que me pusiera nerviosa otra vez.

—Lo seguiré haciendo entonces.

—No pensé que dirías eso, te busco a las 8 — desvió la mirada, y cerré la puerta del auto, antes de caminar hacia la entrada de la casa.

Estoy perdiendo la cabeza. ¿Por qué le tiro esas indirectas? ¡Pensará que estoy pendiente de él!

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