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Me sentía muy molesta, ese maldito me las va a pagar. Siempre tiene que ser tan hijo de puta, y para completar un maldito burlón. Esa cara de descarado y lo presumido que es, me pone por el techo. Debería decirle a Akira. Lo más que me molesta es que tenga razón en lo que dijo de Akira. Sé que ha cambiado mucho, y últimamente no sé ha estado protegiendo del todo. Me da miedo que le vayan hacer algo por mi culpa. Se supone que estemos más juntos en este momento. Quisiera ser diferente y protegerlo, así como él me a protegido a mí en tantas ocasiones. Soy una inútil, ha sido mi culpa por ser tan terca y descuidada. Debo dejar de seguir siendo esta estúpida con la que todos juegan y utilizan a su antojo. Estoy tan harta de que solo quieran lastimarnos. Quiero que podamos ser felices, y mientras continúen las cosas como van, no vamos a poder salir adelante.

Fui a mi oficina para llamar a Akira.

Llamada teléfonica

—¿Cómo va todo?— le pregunté.

—Este idiota no sabía nada. Alguien más está jugando con nosotros — se escuchaba un sonido muy fuerte.

—¿Qué es lo que se escucha ahí?

—Una sierra.

—No cambias, Akira.

—¿Te sientes bien?— se escuchó la llamada como entrecortada, y se escuchó una voz de alguien más en el teléfono.

—¿Me escuchan?— dijo esa voz distorsionada.

—¿Akira?— pregunté.

—Estás dando palos a ciegas, Akira, otra víctima más para tu larga lista.

—¿Quién eres? Eres un maldito cobarde, por seguirte escondiendo por teléfono — dijo Akira.

—El juego apenas comienza.

—¿No es más fácil resolver los malditos problemas en persona? — pregunté.

—No, sería muy aburrido. Si supieran todo lo que les tengo preparado, van a desear no haber nacido.

—Eres un cobarde, y cuando te encuentre, serás tú quien deseara no haber nacido.

—Un lindo pajarito me dijo que están en busca de algo valioso y por eso iban a viajar. Sé dónde pueden encontrar eso que andan buscando, pero todo en la vida tiene un precio — me puse muy nerviosa.

—Tu tienes a ...— Akira me interrumpió.

—No digas nada, lisa. Deja que hable.

—Muy inteligente de tu parte como siempre, Akira. Hay sobre 23 hospitales en todo el estado de Ohio, y ellos están en uno de ellos. Las reglas son simples. Solo tienen 6 horas para viajar y encontrar el hospital indicado. Tendrán prohibido hacer llamadas telefónicas, ni jugar sucio. Deberán ir personalmente a cada uno de ellos, de lo contrario, tu querida familia aparecerá en primera plana en la lista de las víctimas, digo, si es que queda algo de ellos— una risa escalofriante se escuchó, y ya estaba al borde de la desesperación.

No podía escuchar más y colgué la llamada. Corrí a la oficina de Kanji, y abrí la puerta de nuevo. Le apunté con el arma para obligarlo a llevarme al aeropuerto.

—¿Ahora qué mierda te pasa? — preguntó, no tenía ningún teléfono en mano; supongo que realmente no es él quien está detrás de todo esto.

—Tu me vas acompañar, te quiero cerca.

—¿Es una confesión de amor?— preguntó en un tono sarcástico.

—No seas pendejo, no es el momento para bromas. Levántate, no tengo tiempo para perder. Tú tienes un Jet y quiero que me lleves a Ohio ahora — le ordené. Mis manos estaban temblando, lágrimas bajaban por mis mejillas.

—Esta bien, pero baja esa arma o se te puede escapar un tiro. ¿No vas a traer a Akira?— Kanji se levantó y caminó hacia mí.

—Akira puede alcanzarnos. No hay tiempo que perder, vámonos.

Salimos de ahí rápido al aeropuerto. Kanji llamó a Akira a su teléfono, cuando estábamos entrando al Jet, pero la llamada no salía al teléfono de él.

—Sale como si estuviera cortado.

—Tuvo que haber sido ese desgraciado.

—Le diré a mi secretaria que le avise a Akira, por si se presenta a la oficina. Nos vamos adelantar nosotros.

—Por favor, tenemos que encontrar a mis hijos y a mis padres. Te lo ruego, Kanji.

—Relájate, lo haremos.

—Sabía que estarían aquí — vi a Akira entrar al avión.

—Akira, ¿Cómo llegaste aquí?— le pregunté abrazándolo.

—Imaginé que le pedirías ayuda a este— respondió Akira, mirando seriamente a Kanji.

—No es el momento ahora. Tenemos que encontrar a nuestros hijos, Akira.

—No tengo señal en mi teléfono. Tenemos que encontrar un mapa de todos los hospitales que hay en Ohio.

—¿Me pueden decir qué sucedió? Me hablan de varias cosas, pero nadie me explica — Akira le explicó a Kanji lo que sucedió, y ahí entendió la razón de nuestro desespero.

—Yo puedo encargarme de eso— Kanji sacó su teléfono, pero tampoco tenía señal—. Parece que sabía que acudirían a mi, tenía señal hace un momento y ahora no tengo ninguna.

—Hasta cambió la hora de mi teléfono, tiene buenas habilidades el cabrón— dijo Akira, mirando su teléfono y su reloj.

—Puedes ir a una biblioteca e imprimir un mapa mientras que pregunto en la calle, así nos dividimos y ganamos algo de tiempo— sugerí.

—Es una buena idea, pero no voy a dejarte sola— comentó Akira.

—Nuestros hijos son primero, no me voy a morir por estar sola.

—Estaremos incomunicados, si algo te pasa no podría saberlo. ¡No seas terca!

—Si vamos los dos a un mismo sitio, perderíamos mucho tiempo.

—Yo voy a la biblioteca y trataré de imprimir un mapa, se quedarán cerca e iremos los tres a buscar hospital por hospital. Nos tomará algo de tiempo, pero es más seguro. Si hay una tercera persona ayudándolos, contaría como "jugar sucio". Es por eso que no puedo irme aparte— dijo Kanji.

—Cueste lo que cueste tenemos que encontrar a nuestra familia ya.

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